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Un grito libertario para salir del laberinto

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Sergio Zabalza

Por Sergio Zabalza

La proscripción no es novedad alguna en la escena política argentina. La triste y larga serie de dictaduras y gobiernos tutelados que padeció nuestro país impuso la proscripción de Perón y la del movimiento peronista durante casi dos décadas. Ni su nombre se podía pronunciar. Lo cierto es que hoy, a pocos meses de una elección presidencial, se está dando cita un tipo muy particular de proscripción. Una suerte de amenaza invertida sobre la principal figura de la escena política argentina. Una extraña exhortación cuyo texto podría describirse así: “Presentate, así te proscribo. Y si se me da la gana, te meto presa. O sea: portate bien, presentate y así proscribo a todo el peronismo”. Se trata de una maniobra inédita en la historia política argentina. Si Cristina se presenta, la proscriben. Y si no se presenta, la proscriben de hecho. Y además – medios hegemónicos mediante- la hacen responsable de no presentarse (tiene miedo de perder, no tiene los votos, etc.) ¿Qué hacer ante esta artera trampa?

Cuando el poder intenta imponer reglas de juego viciadas de nulidad, la respuesta está a cargo de la política. Pero no la que se ejerce entre cuatro paredes sino la que convoca a toda una sociedad. Esto es lo que hoy está sucediendo de hecho en el diálogo que acontece entre la lideresa y su pueblo. Cristina denuncia la trampa que el poder económico y sus esbirros en el poder judicial le tienden -ya sea presentándose o no presentándose-, y el pueblo de todas formas canta: Cristina presidenta. Debemos ser inteligentes para salir de este laberinto y romper la trampa a la cual nos quieren llevar: que tengamos una candidatura prohibida por el Partido Judicial.”, dice la actual Vice en su carta del 16 de mayo. Entonces, si es cierto que de los laberintos se sale por arriba, se trata de que esta consigna -Cristina presidenta– cambia de significado al vertiginoso ritmo que imponen los acontecimientos. Un breve repaso.

CFK hizo pública, el 6 de diciembre del año pasado, su firme decisión de no presentarse como candidata para no ser “mascota de nadie”. Cristina presidenta entonces se convirtió en la consigna del operativo clamor que buscaba lograr el consenso suficiente como para que la dos veces presidenta de la Nación cambiara de opinión. El martes 16 de mayo del presente año, cuando se ponía el sol, Cristina reiteró una vez más su firme decisión de no presentarse a ningún cargo electivo. Lo hizo a través de la carta más arriba mentada cuyo texto con probabilidad sea recordado como una pieza magistral entre las escrituras que otorgan cuerpo a nuestra dignidad como Nación. Sin embargo, se sigue escuchando Cristina presidenta. Bien, toda la pregunta es: ¿Cuál es el significado de esta Cristina presidenta hoy?

Nuestra conjetura es que la actual consigna trasciende por largo una candidatura o un cargo. Cristina presidenta es un grito de rebeldía contra la barbarie neoliberal cuya codicia no respeta las normas mínimas de la convivencia generalizada, eso que solemos llamar democracia, estado de derecho, república, etc. En estas horas la consigna Cristina presidenta resume la desobediencia frente al déspota; el refugio de la dignidad ante el flagrante cinismo del sádico; un grito de resistencia ante la sórdida mueca del Amo; el acto que desafía a la patoteada autoritaria. “Estoy en libertad condicional”, ha dicho la actual vicepresidenta en una reciente entrevista televisiva. Y lo cierto es que con su negativa a someterse al escarnio del poderoso, Cristina está logrando reunir los mejores brillos de esa palabra que nuestro himno repite en una oportuna y conmovedora melopea: Libertad. Libertad, Libertad. Resulta impactante que una palabra tan bastardeada por el engendro negacionista de ultraderecha -cuyos exabruptos hoy algunos se afanan por imitar-, emerja con toda su potencia en el acto firme y decidido de esta Una mujer. Es que con su gesto Cristina ha logrado ubicarse como éxtima, tal como en psicoanálisis se denomina la posición que convoca esa intimidad que habita en el exterior. Virtud femenina que sabe causar el interés del sujeto, sea éste una persona o toda una comunidad hablante. De hecho, por no portarse bien, Cristina ha logrado ubicarse en el centro de la agenda política de los diarios y las redes sociales, hasta hace poco ocupada por los devaneos y tonterías de la oposición. Así, la consigna Cristina presidenta expresa y brinda cauce –de una manera amorosa- a la bronca de un pueblo encerrado entre los grilletes del Fondo Monetario y sus representantes locales. Por eso, más allá de quien ocupe una candidatura, Cristina presidenta simboliza el reclamo para que el programa de gobierno que se presente en las elecciones de octubre privilegie las necesidades de una sociedad que exige vivir con dignidad. Cristina presidenta es un verdadero grito libertario. Nos vemos el 25 de mayo en la plaza.

*Psicoanalista. Doctor en Psicología por la Universidad de Buenos Aires.  


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A qué juega Massa: Movidas audaces pero sin patear el tablero

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La reacción del FMI, las corporaciones y la población más vulnerable al conjunto de las medidas económicas tomadas en las últimas semanas por Sergio Massa. El impacto de la eliminación de Ganancias para los trabajadores y la devolución del IVA.
Raúl Dellatorre

Por Raúl Dellatorre

Si el resultado de las elecciones pasara principalmente por la economía, ¿quién va a definir estas elecciones? ¿El estado de ánimo de la población o las propuestas de los candidatos? ¿Importan o se perciben las diferencias entre las propuestas económicas? ¿O predomina el voto «enojo y castigo» por sobre la evaluación de esas diferencias?. Además, ¿cómo juega el factor externo, el poder económico global, en la pelea? ¿Qué incidencia tiene el FMI, o el gobierno de Estados Unidos, en el voto? Dicho de otro modo: ¿por quién vota el FMI?

Sin que la pretensión de este cronista sea la de responder a todos esos interrogantes –diría nuestro «por siempre» inolvidable Mario Wainfeld–, se podría asegurar que diversas acciones de diferentes actores en los últimos días, conllevan la intención de responder a varias de esas preguntas a la vez. Tomemos tres momentos de esa secuencia. La conferencia de prensa de la portavoz del FMI del jueves. La reunión virtual del Consejo del Salario del miércoles. El resumen que hace Sergio Massa del conjunto de medidas adoptadas con posterioridad a la devaluación del 14 de agosto, en cualquiera de sus últimas presentaciones. 

Las expresiones de Julie Kozack, vocera del FMI, del jueves con respecto a la situación argentina valen tanto por lo que dijo como por lo que sugirió sin decir. Veamos. «La situación económica actual sigue siendo muy desafiante y compleja. La inflación es muy alta y está subiendo. Los activos de las reservas internacionales son bajos. Las condiciones sociales son frágiles». Esta síntesis del cuadro, arrojado sobre la mesa no como un informe que llevó por escrito, sino en respuesta a preguntas de los periodistas, no tienen evidentemente la intención de llevar calma y sugerir que los problemas se están resolviendo, sino que está poniendo de manifiesto crudamente la gravedad de la situación. 

Vayamos a cómo siguió su relato, cuando le preguntaron específicamente por las últimas medidas tomadas por el gobierno argentino, todas con clara orientación de provocar transferencias de ingresos a favor de los sectores medios y bajos, a costa en su mayoría de las arcas fiscales. 

«Las medidas políticas y los anuncios adoptados recientemente se suman a los desafíos de Argentina. El paquete de medidas que se tomaron, acordado con el Fondo en el contexto de las recientes revisiones, tenía la intención de salvaguardar la estabilidad y reconstruir las reservas. Estamos trabajando en entender mejor el impacto y la necesidad de medidas de compensación».

Lo dicho por la portavoz del Fondo sugiere que el organismo no desconocía las medidas que iba a tomar Massa tras recibir, el 23 de agosto, el desembolso de 7500 millones de dólares. Esas medidas, que empezó a anunciar el domingo 27, buscaban compensar los efectos de la devaluación del 14 de agosto, un día después de las PASO. 

Al FMI no le gustan esas medidas de transferencias que aumentan los gastos del gobierno. Pero a Massa tampoco le gustó que le impusieran la devaluación ni le reconoce méritos al salto cambiario. «Si algo mejoramos en la balanza en las últimas semanas, fue por la extensión del impuesto PAIS a la importación de ciertos bienes y servicios, que frenó parte de los pagos al exterior por operaciones especulativas. La devaluación no nos dejó nada en divisas, y en cambio nos provocó un shock inflacionario y deterioro de los ingresos de la población«, señala el ministro candidato en reuniones con allegados. 

Hasta aquí, este es el choque más evidente entre el FMI y el gobierno desde que se aprobó el acuerdo de facilidades extendidas, en marzo de 2022. Pero no significa un alejamiento o ruptura, necesariamente. Si no, detengámonos en lo que dijo Kozack al ser consultada sobre una eventual sustitución del peso por el dólar en la economía argentina:

«Determinar la tasa de cambio es prerrogativa de cada país soberano. Lo que al organismo (FMI) le preocupa de una dolarización es que se pueda asegurar que las políticas macroeconómicas son consistentes con una transición ordenada. Una dolarización total requiere de importantes pasos preparatorios, y tampoco es un sustituto de las buenas políticas macroeconómicas». 

De lo que se deduce que la funcionaria, una estrecha allegada a Kristalina Georgieva, le «bajó el precio» a la dolarización: no considera que sea el remedio mágico para alcanzar la estabilidad monetaria y fiscal –que es la verdad revelada en la religión de Javier Milei– ni parece avalar que estén dadas las condiciones para semejante ensayo. 

Si bien Massa tiene razones para interpretar que el FMI le dio la espalda cuando más apoyo necesitaba en divisas, hay que comprender que este organismo dejó aun más huérfano el experimento de la dolarización que Milei vende como poción mágica. 

En el plano interno, varios de los participantes de la reunión del consejo del salario del miércoles, que definió un aumento del mínimo del 32 por ciento para el último trimestre del año, coincidieron en destacar la actitud de «prudencia» de la representación empresaria, en la que siempre se destaca el rol de la UIA. La reunión fue corta, expeditiva. Hubo un rápido acuerdo para definir un aumento «moderado» frente a una inflación mensual que todavía sigue arriba del 10 por ciento, sin expresiones discordantes de la UIA. «Se cuidaron mucho de no quedar como los que patean el tablero en una situación de emergencia; hay mucha sensibilidad por el clima electoral», confió una muy alta fuente. ¿Prudencia o realineamiento? 

En cuanto a la propia mirada del gobierno sobre las medidas, hay una conclusión que es unánime: la derogación del impuesto a las ganancias para la cuarta categoría (trabajadores en relación de dependencia) y la devolución del IVA sobre compra de productos de la canasta familiar han sido las más impactantes. «Cambiaron el ánimo en el ambiente laboral», sostienen dirigentes sindicales de los que recorren fábricas permanentemente. 

Hay un error de perspectiva en quienes sostienen que eliminar Ganancias «apenas» favorece a un puñado de asalariados de altos ingresos. Quienes vienen detrás, con salarios medios o medio/altos, que pagaron Ganancias en el pasado, saben que un simple retraso de seis meses en la actualización del «piso», frente a una inflación elevada, los mete de nuevo en el terreno de los que pagan. Solo la ley que deroga la cuarta categoría le brinda la tranquilidad de que no volverán a estar alcanzados.

Por último, la devolución del IVA tuvo el enorme mérito, que pocas políticas públicas logran, de su masividad. Al trabajador informal, de bajos ingresos, que se maneja con tarjeta (no son todos, pero es una buena proporción), la medida le llega y lo percibe. Quienes trabajan permanentemente en esa franja de la población, señalan que se notó el impacto. 

En una elección en la que la economía define, el ministro y candidato Massa retomó la iniciativa, mueve el tablero y hasta los factores de poder internos y externos se acomodaron en función de esas iniciativas. Con una oposición casi congelada, jugó una carta más, y de las pesadas: un gobierno de unidad nacional, que incluya a parte de una oposición que podría desmembrarse después de la primera vuelta. Una imagen que no cae nada mal allá, por el Norte, cuyo embajador incluso se anticipó a ofrecer su apoyo si los «moderados» de las dos fuerzas que en ese momento se mostraban en pugna, se juntaban. La «gobernabilidad» los prefiere moderados.


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