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Miércoles 09 de Julio del 2025

SOCIEDAD

Sergio Massa versus Javier Milei: la batalla final por el futuro de la Argentina

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Los equipos técnicos de ambos candidatos coinciden en que existe un panorama de empate técnico. Los balances de la campaña y las expectativas sobre el veredicto de las urnas.

Por María Cafferata

La moneda está en el aire. Después de cinco meses de campaña, de realineamientos partidarios, de candidatos que quedaron en el camino y, finalmente, de una reconfiguración casi absoluta del mapa político – con alianzas impensadas hasta hace unas semanas -, Sergio Massa y Javier Milei se enfrentan en la batalla final por la presidencia de la Argentina. Es el ballotage que ambos candidatos deseaban y por el que trabajaron desde el comienzo de la campaña, eligiéndose mutuamente para polarizar y construir sus candidaturas en oposición a la figura del otro: la amenaza neo fascista y psiquiátrica, para uno, la casta corrupta y eternizada en el poder, para el otro. El tablero político, empresario, sindical y mediático se fue reordenando alrededor de cada candidato y, al día de hoy, si hay algo en los que coinciden los dos campamentos – además de la existencia de un impenetrable 10-12 por ciento de blancos e indecisos – es que, pase lo que pase este 19-N, la Argentina comenzará una nueva etapa.

En vivo. El balotaje Massa vs Milei, minuto a minuto

Más de 35 millones de argentinos y argentinas están habilitados para votar, este domingo, por la fórmula Sergio Massa – Agustín Rossi o Javier Milei – Victoria Villarruel. Si bien las últimas encuestas le dan una leve ventaja a la fórmula de La Libertad Avanza, los equipos técnicos de ambos candidatos coinciden en que se encuentran frente a un escenario de empate técnico. Milei llega al domingo más eufórico, revigorizado por su alianza con el macrismo – que le impuso el tono y color de la campaña y de su futuro gabinete, así como lo nutrió de nuevos votos, financiamiento y estructura para fiscalizar – y convencido de que está a un paso de la victoria. Massa, en cambio, se muestra con un optimismo más moderado, satisfecho por el camino recorrido y confiado en el respaldo de la estructura peronista en todo el territorio nacional.

La cuenta regresiva llega, a su vez, con una mancha: el fantasma de fraude que las filas libertarias agitan desde hace días. LLA tuvo que echarse atrás – por falta de pruebas – en su denuncia contra Gendarmería, pero el peronismo está en estado de alerta: teme que se ensucie el proceso electoral – como ya pasó en Estados Unidos y Brasil – y se genere un clima espeso durante la jornada, especialmente tras la decisión de Milei de no enviar la cantidad de boletas obligatorias a la Cámara Nacional Electoral. 

Sergio Massa: el candidato imposible

El ministro candidato de Unión por la Patria se cargó al hombro una campaña imposible de manera prolija y sin sobresaltos. En eso coinciden kirchneristas y massistas, bonaerenses y norteños. Los más optimistas identifican que este fenómeno – un «milagro», reconocen, en un contexto de 140 por ciento de inflación -, junto a la estructura territorial del peronismo y el repelús que genera la figura de Milei, será suficiente para ganar. Los más pesimistas temen que el anti peronismo – activado, con fiereza, por Mauricio Macri desde que intervino en la campaña – y el desgaste de los últimos ocho años terminen pesando más. «Se hizo la mejor campaña que se podría haber hecho: de menor a mayor, de saco y corbata a una más virulenta. Ahora ya está. La elección se define en si pesa más el ‘No’ a Milei o si pesa más el anti peronismo», resume, exhausto, uno de los dirigentes nacionales más activos de la campaña.

Sergio Massa trazó una hoja de ruta para la campaña y la cumplió al pie de la letra. La primera etapa estuvo signada por consolidar el voto kirchnerista – aún en la interna contra Juan Grabois – y de afianzar la candidatura de unidad luego de años de internismo furioso en el Frente de Todos. Cristina Fernández de Kirchner, que venía de arrastrar un operativo clamor por su candidatura, se encargó de convencer a la tropa de que Massa era la mejor opción y participó activamente de la campaña. Después de las PASO, sin embargo, comenzó otra etapa con mayor protagonismo de Massa, y tanto la vice como Alberto Fernández dieron un paso al costado, casi desapareciendo de la escena pública. En esta segunda fase, el tigrense comenzó a polarizar con Milei, así como a comparar la (relativa) paz interna a la que había llegado el FdT con la guerra desatada dentro de Juntos por el Cambio tras la victoria de Patricia Bullrich.

Después de las elecciones generales, con las dos ofertas claramente asentadas y delimitadas, comenzó la etapa del «gobierno de unidad nacional». Massa convocó a todos los actores políticos a hacer un frente común frente a la amenaza libertaria: les prometió una coalición de gobierno amplia y heterogénea, con presencia de «los mejores» de cada partido opositor en lugares de toma de decisiones (desde la Oficina Anticorrupción, pasando por el directorio del Banco Central y el gabinete nacional). Se re apropió de una de sus principales debilidades – el reproche por «panqueque» o «traidor» – para construir el imaginario de su futuro gobierno, haciendo hincapié en la necesidad de diálogo y de dejar atrás «la grieta». Se fueron sumando opositores largamente enemistados con el kirchnerismo – Juan Manuel Urtubey, Natalia de la Sota, Graciela Camaño, Roberto Lavagna – y le tiró una soga al radicalismo, que estaba atrapado entre su rechazo visceral a Milei y la alianza con sus socios macristas (que casi rompen para apoyar al libertario).

La verdadera estrategia – la única que en UxP percibían que podía movilizar a las personas a ir a las urnas a votar por Massa – era, sin embargo, la del miedo a Milei. Mercado de órganos, privatización de la Educación, compra venta de niños, identificación del matrimonio igualitario con la pediculosis, venta libre de armas: esos fueron los ejes que el peronismo intentó explotar hasta último momento. Eso y el peligro que representaba su inestabilidad emocional o su incapacidad para sostener la gobernabilidad de un futuro gobierno (con sus escasos apoyos en el Congreso y su escasa experiencia en el manejo de la cosa pública). 

Ahora llegó finalmente el día y el panorama es de una incertidumbre absoluta. «Un día me levanto pensando que vamos a ganar, y el otro estoy convencido que vamos a perder»: la frase de un dirigente peronista santafesino sintetiza el clima que, hace más de 72 horas, predomina en las filas de UxP. La gran incógnita es ese universo entre el 10 y 12 por ciento de indecisos que oscilan entre votar en blanco, no votar o decidirse al momento de entrar al cuarto oscuro. En las filas de LLA manejan el mismo número y ninguno de los dos comandos de campaña está del todo seguro de cómo se expresará. Solo saben que ese es el porcentaje que definirá la elección.

La fórmula Massa-Rossi sacó unos 9,8 millones de votos en las generales y se estima que necesita unos 3 millones más para acercarse a ganar el ballotage. El peronismo, para ganar, necesita hacer una buena elección en el Norte y no desinflarse mucho en el Centro, es decir todas esas provincias que suelen ser más reactivas al kirchnerismo (y en donde Milei pisa más fuerte): Santa Fe, Córdoba y Mendoza. Como cada elección, sin embargo, la verdadera batalla se da en la Provincia de Buenos Aires: en UxP calculan que necesitan sacar más del 55 por ciento de los votos. En el comando de campaña están confiados en que el aparato territorial de gobernadores e intendentes funcionará aceitadamente, pero más de un dirigente bonaerense observa con preocupación los números del conurbano. 

Javier Milei: la rabia al poder

De outsider furibundo que ocupa horas en el prime time televisivo hablando de dinamitar el Banco Central a, en solo dos años, finalista de un ballotage contra un funcionario con más de 35 años de trayectoria política: el recorrido de Javier Milei es, por lejos, uno de los más insólitos de los últimos 40 años de democracia. El economista de extrema derecha logró consolidarse como el principal referente opositor – cuando, hace solo un año, el lugar común era decir que el vencedor de la interna cambiemita sería el futuro presidente de la Argentina – y hoy se posiciona, incluso, como el favorito de todas las encuestas. En LLA están entusiasmados: el cierre de campaña en Córdoba – que contó con la participación estelar de su ex contrincante, Patricia Bullrich – los dejó conformes y ahora aguardan a que las urnas les confirmen lo que venían pronosticando hace meses: que el futuro de la Argentina es libertario.

A diferencia de Massa, Milei tuvo que hacer un cambio de 180 grados después de las elecciones generales. En la búsqueda de los votos que le permitieran superan su techo, el libertario escondió la motosierra, pactó con Mauricio Macri y emprendió una campaña que podría haber sido diseñada por Marcos Peña (aunque más de un macrista, frente al descontrol generalizado de la campaña, atisbó a lamentar en voz alta la ausencia del ex jefe de Gabinete macrista). Reversionó su grito desaforado contra la casta por la mesurada consigna de «continuidad versus cambio». Se abrazó con dirigentes del PRO a los que antes había acusado de poner bombas en jardines de infantes. Rechazó la gran mayoría de sus propuestas de gobierno – desde los vouchers educativos hasta la privatización de la Salud – y acusó a los dirigentes que se las recordaban de hacer «campaña del miedo». 

Macri, a cambio, lo nutrió de más financiamiento y, fundamentalmente, de una estructura de fiscalización. El PRO se puso al hombro la tarea de fiscalizar en PBA y aquellas provincias y municipios con mayor presencia del macrismo, pero desde el primer día hubo problemas de coordinación. En el PRO se lo achacan a la falta de experiencia de LLA: «Son un quilombo, tienen menos capacidad operativa que Schiaretti en el conurbano. El problema es que agarraron a los punteros que había hasta desechado el peronismo. Muchos agarran la plata y después te clavan», masculla bronca uno de los armadores macristas que están a cargo de la fiscalización en PBA. Para cubrir los baches que puedan ir surgiendo, el comando de campaña PRO-LLA va a diseñar un sistema de auditoría, con militantes que vayan en auto a cada escuela a chequear que no falten fiscales. En aquellas que falten, se comunicará al centro de operaciones del distrito y se organizará para enviar a alguien.

Más allá de los preparativos, en LLA ya están agitando el fantasma del fraude. En el PRO intentaron despegarse, pero en el armado de Milei están dando señales de que se pondrán en actitud de guerra si el resultado no los favorece. En la última semana, por ejemplo, Karina Milei y su equipo denunciaron que la Gendarmería cambiaba el contenido de las urnas para favorecer a Massa. Tuvieron que salir a desdecirse, pero en el peronismo temen que arremetan con la idea de fraude durante toda la jornada. En UxP intuyen que lo hacen para movilizar fiscales y votantes, instalando en el imaginario anti peronista el fantasma de un PJ corrupto que se roba boletas, presiona fiscales y reemplaza urnas. A 40 años de democracia, y por más confianza que genera en todo el espectro político el trabajo de la Cámara Nacional Electoral, el ballotage tendrá un condimento adicional: el peligro de que un grupo radicalizado se niegue a aceptar la derrota.


Avisos

PROVINCIALES

Lago Posadas celebró el 9 de Julio con un acto federal cargado de argentinidad y espiritualidad

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En el marco del 209° Aniversario de la Declaración de la Independencia, la localidad santacruceña de Lago Posadas fue sede de un emotivo acto institucional presidido por el gobernador Claudio Vidal, que reunió a autoridades provinciales, representantes de instituciones, vecinos y vecinas, en una jornada marcada por la identidad federal, el sentimiento patrio y la fe compartida.

Las actividades comenzaron a las 11:30 horas, con la presentación de autoridades y efectivos, seguida por los saludos protocolares del presidente comunal, profesor Rubén Guzmán, y del gobernador de la provincia, quienes encabezaron el evento.

Luego de entonar las estrofas del Himno Nacional Argentino, se realizó una invocación religiosa a cargo de la pastora Perla Aguayo, de la Alianza Cristiana Misionera de Lago Posadas, y del presbítero Luis Hetze, de la Diócesis de Santa Cruz, Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.

Con un profundo respeto por la diversidad de creencias que conviven en nuestra comunidad, el acto incluyó reflexiones religiosas que invitaron a la unidad, la esperanza y el compromiso con los valores fundacionales de la Nación.

El presbítero Luis Hetze, de la diócesis de Santa Cruz, Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, elevó una plegaria en la que recordó los orígenes históricos de la independencia, trazando un paralelismo con el crecimiento humano y en ese orden, sostuvo: “Hoy es el día de la independencia, acto que se dio como fruto maduro que comenzó a gestarse el 25 de mayo de 1810 con la autonomía. Así como un niño educado por su familia crece y se independiza, así Argentina fue madurando al amparo de España. No lo hizo como quien da la espalda, sino como quien empieza a decidir por sí mismo, sin renegar de la cultura recibida”.

En su mensaje, pidió por nuestros líderes y por la guía de la fe al bregar por  “que nuestros gobernantes puedan continuar valorando la fe cristiana; que desde este punto austral sepamos defender siempre los valores de Dios y de la patria; que María, Madre de Jesús, nos guíe y nos proteja”.

A su turno, la pastora Perla Aguayo, referente de la Alianza Cristiana Misionera de Lago Posadas, ofreció una poderosa reflexión espiritual sobre el verdadero significado de la libertad y en este marco hizo hincapié en que  “el 9 de julio de 1816 se inició un tiempo nuevo”. “El clamor del territorio por su emancipación solemne del poder despótico de los reyes de España era universal, constante y decidido” rescató.

Aguayo profundizó su mensaje desde la perspectiva de la fe, señalando: “Jesús, Salvador, Hijo de Dios, vino a dar libertad a los cautivos. Su mensaje sigue vigente: el reino de Dios está cerca. Arrepiéntanse y crean la buena noticia. Si el Hijo los hace libres, ustedes son verdaderamente libres”.

Para finalizar, Aguayo cerro su participación con una oración por el presente y el futuro de la Argentina: “Señor, venga a tu reino y se haga tu voluntad en mi vida, en mi casa y, por qué no, en nuestro pueblo, nuestra provincia y en nuestra Nación. Que así sea. Dios bendiga a nuestra patria”.

De esta forma, la jornada prosiguió con el tradicional desfile cívico-militar, en una Plaza de Armas colmada de familias, y expectante, a la vista de los funcionarios provinciales.


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