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SOCIEDAD

No creo que esto salga bien

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Por Fabián Restivo

Candela preparó el mate en silencio, puso los libritos de grasa en un plato pequeño con borlas azules, puso todo en la mesa y mientras mojaba la yerba pensó lentamente en voz alta un futuro de catástrofe, mucho más demoledor que la realidad: “Yo creo que se van a dar cuenta de que les mintieron, que apoyaron una farsa, y eso también empeora, porque de ahí van a salir diciendo que la política es una mierda, que los políticos no sirven para nada y esto va a profundizar la decadencia, va a alimentar aún más la antipolítica, porque no se van a hacer cargo de esto, no van a aceptar su responsabilidad, se van a poner en víctimas. No sé cómo se sale de esto”.

Candela tiene dieciocho años, estudia ciencias políticas en la Universidad Nacional de La Matanza donde “no es difícil percibir que cerca de la mitad votó por Milei. Se nota en lo que dicen, en lo que piensan y en lo que plantean”. Y lejos de ser un reflejo de la clarividencia recuerda que “un alumno se puso a discutir diciendo que Martínez de Hoz había tenido políticas económicas populares y proteccionistas, cuando todos sabemos que fundió al país abriendo las importaciones. Sabemos que fue el primer neoliberalismo, y el pibe discutía a muerte hasta que un profesor intervino con las cifras y los datos en la mano. Bueno, el chico salió diciendo que el profesor era zurdo. Esto pasa mirando a Milei en Tik Tok , que invalida en muchas cabezas los datos y las cifras de la realidad”.

Candela es la segunda de tres hermanos de un grupo “de clase media…bueno, ahora no sé, creo que ya somos de clase baja con algunos privilegios” y se ríe acomodándose los anteojos. Recuerda una infancia no lejana y tranquila de una típica familia de clase media de Hedo. Padres con comercios y pequeñas empresas, herencia de abuelos que se mataban logrando la movilidad ascendente, viviendo bien, y hasta con unas vacaciones en la costa atlántica en una casa de playa también heredada. “Soy de esa clase media que se extingue de a poco, con primaria y media secundaria en colegio privado y universidad pública, lo que al cabo, acaba siendo muy bueno. Pensá que tomé el primer colectivo a los trece años y por insistencia mía”.

A sus once años decidió que quería estudiar ciencias políticas porque “en mi casa siempre se hablaba de política, si no hablabas de política, no existías, eras marciano. Entonces ya leía historia y muy temprano aprendí durante algunos almuerzos, qué fue el consenso de Washignton, el gobierno de Carlos Saúl, Martínez de Hoz…”

Candela habla despacio, piensa, escoge cada palabra, mira desde atrás de sus anteojos enormes y va razonando en voz alta que “la mayoría de los jóvenes conocieron a Milei por las redes, con partes de videos y allí se encontraron con un tipo fuera de la norma, sacado, violento, raro en nuestra sociedad, que es solidaria, que viene de la defensa de los derechos humanos, del feminismo. Y de golpe esto, que llama la atención con ideas viejas pero que ellos nunca habían escuchado, cosas novedosas para ellos. Entonces encuentran que es cool ser así. Es difícil discutir porque ante la falta de argumentos surge la violencia junto con la consigna de viva la libertad. ¿es raro? Si, pero es lo que es” dice mientras casi naufraga en la incomprensión natural de esa dicotomía. Entonces vuelve a sonreír y ceba otro mate.

Sin perder la calma se adentra en un razonamiento que acepta que no comprende porque “en mi universidad la mayoría somos de clase media, o baja. Cada quién tiene su historia, lógico, pero ¿desde donde podés apoyar un gobierno que te hace más pobre, que dice todavía hoy que con los milicos estábamos mejor, sin haber vivido esa época, que reivindica la dictadura…a tus dieciocho años? Y se sienten revolucionarios odiando a los pobres, siendo pobres, odiando a las minorías, odiando las diversidades sexuales. Hay que ser lindo, alto, rico. Ninguno de los simpatizantes de Milei que estudian conmigo es así. Es muy loco todo”. Y claro, la charla se va por los memes de un Milei gráfico altísimo, fuerte, atlético, grecorromano. Y sin papada. Pero “a mi me importa un carajo si es bajo, si tiene papada o si sus pies son chiquitos, o si se está quedando pelado. Lo que me angustia es ver cómo sin ninguna resistencia está llevando este país a un desastre descomunal, acompañado por un ejército de chicos, que gritan lo mismo que él y no tienen mas argumento que la libertad carajo”.

La mamá de Candela es peronista, lo que tiene arraigo en unos abuelos que trabajaron, construyeron una vida cuando el trabajo combinado con políticas populares permitía soñar y crecer trabajando “pero en mi casa la diversidad de ideas es fantástica”. Y vuelve e reírse tras los anteojos: “¡hay que estar ahí!” y reconoce que está haciendo una tarea con ella, mejorando su nivel de discusión porque “estoy muy a la izquierda, lo sé, pero mi ejercicio político se basa más en escuchar que en hablar. Hay que aprender a pensar, a analizar. Y eso se consigue escuchando, leyendo, tratando de entender”. Y entre las cosas que entiende, están las que le resultan incompresibles, entonces deja de picotear el librito de grasa y con el mate a medio camino deja de sonreír porque recuerda que “No se penó la negación y la reivindicación a la dictadura, no se penó lo de las bolsas negras frente a casa de gobierno. Se los dejó hacer cualquier cosa para que no digan que el gobierno era antidemocrático. No hubo límites, nada va a pasar. No se cuidó el respeto. La democracia tiene límites. Es grave que no se haya penalizado, y así llegamos hasta hoy, hasta esto”.

Candela estudia ciencias políticas, pero “mirá, a mí me interesa la política, me fascina la política, pero ningún partido me atrae. Eso puede ser también parte de este problema. Aparece un tipo que rompe, llama la atención por su violencia y su misoginia. Pasa algo más que no se está viendo. La generación que hoy tiene alrededor de treinta a años trabajó en la tan nombrada deconstrucción. Mi generación no. El mileísmo trajo consigo el machismo más violento. Fijáte que la mayoría de sus seguidores son hombres y en eso también siguen al líder”. Y se queda pensando como si lo estuviera descubriendo mientras lo dice.

“No sé qué va a pasar. Me gusta predecir, analizar, y hoy no tengo ni idea. En un momento mi mamá planteo irse del país. Yo quiero quedarme, construir, pero cada vez la esperanza es menos ¿me quedo a reconstruir o a ver como se cae? Todo me afecta, es mi generación y si se supone que es el futuro de Argentina, una generación troglodita, individualista, odiadora, antipatria, sólo me da miedo. No creo que esto salga bien”.


RIO TURBIO

Cierre de la Semana de la Vacunación en las Américas

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Se desarrollo una jornada de inmunización en el Hospital Dr. José Alberto Sánchez Río Turbio, donde vecinos y personal se unieron para completar sus libretas de vacunas en el marco del cierre de la Semana de la Vacunación en las Américas.

El Hospital Dr. José Alberto Sánchez Río Turbio, junto con el CIC Padre Carlos Mugica y el CIC Julia Dufour, culminó de manera exitosa la Semana de la Vacunación en las Américas con una jornada inolvidable. La comunidad respondió de manera masiva, mostrando su compromiso con la salud pública al participar activamente en la inmunización.

Agradecemos a todos los vecinos que se sumaron a esta importante iniciativa, así como al personal del hospital por su incansable labor. Gracias a su colaboración, hemos fortalecido la protección de nuestra comunidad contra enfermedades prevenibles mediante vacunación.


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