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Juraron los 24 senadores electos que definirán desde hoy la nueva composición de la Cámara

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Los 24 senadores nacionales electos el 14 de noviembre último juraron en sus cargos en el marco de una sesión preparatoria conducida por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

La ceremonia se extendió durante una hora y los senadores prestaron juramento ante el estrado acompañados por familiares, que previamente debieron hisoparse y tomarse la temperatura como parte del protocolo anticovid antes de ingresar al recinto.

Durante la ceremonia estuvieron presentes el ministro de Interior, Eduardo «Wado» de Pedro y su par de Salud, Carla Vizzotti, y también asistieron los gobernadores de Santa Fe, Omar Perotti, de Córdoba, Juan Schiaretti y de Catamarca, Raúl Jalil.

Los senadores electos para el período 2021-2027 fueron convocados al estrado por la Vicepresidenta por orden alfabético de las provincias a las que representan.

Así, los primeros en prestar juramento fueron los legisladores por Catamarca, los peronistas Guillermo Andrada y Lucía Corpacci y el radical Flavio Fama; por Córdoba, Carmen Rivero, Luis Juez, por JxC, y Alejandra Vigo, del FdT; por Chubut, Carlos Linares (FdT), Edith Terenzi e Ignacio Torres por JxC, y por Corrientes, el peronista Carlos Espínola, Gabriela Valenzuela y Eduardo Vischi, ambos de JxC.

Sólo tres senadores se apartaron del libreto en el momento de la jura y en lugar de prometer lealtad por la Constitución o la Biblia, decidieron honrar la memoria de los pueblos que representan como Torres, por Chubut, O Valenzuela, por Corrientes.

Cuando prestó juramento la senadora Terenzi, la vicepresidenta Fernández de Kirchner permitió que entrara su madre, que al parecer había quedado atrás en la fila de ingreso. «Si quiere entrar que entre», expresó una distendida Vicepresidenta.

Cristina Kirchner también se permitió el humor cuando se acercó Linares al estrado y tuvieron que aguardar a su familia. «Parece que te dejaron solito», bromeó la funcionaria.

El chubutense Ignacio Torres fue el primer senador en salirse del tradicional «si, juro» cuando la presidenta del Senado preguntó por su compromiso al asumir su banca y juró «por el pueblo chutense y un país verdaderamente federal».

Gabriela Valenzuela, en tanto, prometió lealtad al «pueblo de Corrientes» y a la memoria de su padre, al igual que Marcelo Lewadowski, por Santa Fe, quien también conmemoró a su padre.

El resto de los senadores que juraron hoy en sus bancas fueron por La Pampa, Daniel Bensusan, Maria Victoria Huala (JxC) y Eduardo Kroneberguer (FdT); por Mendoza, Alfredo Cornejo, el único que se acercó solo`al estrado; y Mariana Juri (JxC) y Anabel Fernández Sagasti (FdT).

Por Santa Fe prestaron juramento Carolina Losada, que reemplazará a Martín Lousteau en la vicepresidencia del cuerpo; y Dionisio Scarpin, ambos de JxC; mientras que por el FdT en esa provincia juró Marcelo Lewandowski.

Finalmente, por la provincia de Tucumán, Fernández de Kirchner recibió el compromiso de Beatriz Ávila, de JxC; y de Pablo Yedlin y Sandra Mendoza, por el oficialismo.

La ceremonia se extendió durante una hora, al término de la cual la presidenta del Senado se retiró del recinto a la espera de la sesión ordinaria que se realizará a las 14 con la vieja composición de la Cámara, para discutir Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) emitidos por el Gobierno de Alberto Fernández.

Según acordaron oficialismo y oposición, se discutirán en el recinto 48 decretos sobre los 116 puestos a consideración en comisión hace dos semanas.

Se trata de los DNU firmados por el presidente Alberto Fernández referidos al Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), al Distanciamiento Social Preventivo y Obligatorio, a medidas de prevención contra la Covid-19, asistencias a beneficios sociales, cuestiones laborales y económicas.

Como consecuencia de la extensa lista de proyectos, los legisladores deberán acortar los tiempos de oradores si buscan que todas las iniciativas sean aprobadas antes de la medianoche cuando vence el mandato de 24 senadores y arranca una nueva composición en el cuerpo.


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En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

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La oposición tiene los números para hacer cambios en particular. La Rosada ya dice que ningún capítulo es de vida o muerte.

En la Cámara de Diputados creen que la ley ómnibus se terminará aprobando la semana que viene pero que luego caerá sin atenuantes en el Senado.

La Cámara alta nunca trató la ley ni en comisión porque no pasó el filtro de Diputados. Allí el terreno es mucho más complejo para el gobierno, como quedó demostrado con el DNU que cayó por amplia mayoría.

Los senadores se quieren cobrar los insultos incesantes de Milei, que la semana pasada los graficó como ratas luego de que se aumentaran el sueldo. «Están decididos a destruir la ley».

En Diputados tampoco el Gobierno tiene un camino recto. Si bien ya asoman los números de la mayoría para la votación en general, que ya se habían conseguido el 2 de febrero en la primera versión de la ley, la votación en particular puede sufrir cambios.

Así como sucedió con la privatización del Banco Nación, que fue sacada de la ley en las últimas horas, capítulos como el de lavado pueden sufrir cambios en el recinto, más allá de los acuerdos con los que llega el oficialismo al día de la votación.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Cuando entra un negativo, como se dice en la jerga parlamentaria al momento en que se voltea un artículo de la ley en tratamiento, la votación se «espiraliza». Esto quiere decir que los diputados se envalentonan contra el Gobierno y buscan más cambios, tal como sucedió en la votación en particular de la primera ley ómnibus, lo que la llevó al naufragio.

En ese momento quien debe tener la muñeca para negociar es el presidente de la Cámara, ayudado por sus operadores de recinto. Cuando Emilio Monzó era titular de Diputados, su operador era Nicolás Massot. Sergio Massa tenía a Cecilia Moreau y Paula Penacca. Los operadores de recinto son los que recorren las bancas durante la sesión para evitar sorpresas.

El Gobierno tiene un problema grande con eso. No tiene operadores de recinto, con un bloque balcanizado tras la salida de Oscar Zago. Y en especial, Martín Menem no demostró la experiencia para manejar la sesión cuando se la complican.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Y los números que tiene el gobierno en Diputados anticipan que la votación en particular se va a complicar. La oposición podría juntar 126 diputados, que no alcanzan para dar quórum pero sí para voltear artículos o la ley entera una vez que comienza la sesión. Es que cuando ya se consiguió el quórum, la mayoría se calcula respecto de los diputados presentes. Como siempre faltan diputados que se enferman o viajan, con 126 diputados la oposición puede tener mayoría.

A ese número llegan con los 99 diputados de Unión por la Patria, más 5 de izquierda, 2 santacruceños, 11 radicales de Facundo Manes y Emiliano Yacobitti, y hasta 11 del bloque de Miguel Pichetto.

‘La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso’, dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bancada de Pichetto puede ir mutando en cantidad de votos negativos de acuerdo a cada artículo en particular. Los dos socialistas, Esteban Paulón y Mónica Fein, están muy enfrentados al Gobierno. Juan Brugge y Natalia de la Sota responden a Massa. Los seis lilitos no quieren votar las facultades delegadas y Margarita Stolbizer firmó un dictamen aparte con los socialistas.

Además se suman 8 diputados de Innovación Federal que buscarán introducir el capítulo del tabaco que el Gobierno quitó de la ley. «Si no lo logran quizás hagan una maldad», explicaron a LPO fuentes parlamentarias.

Como si no bastara con lo fino del cálculo, el Gobierno, que dejó como interlocutor al vicejefe de gabinete, José Rolandi, no reclama ningún punto como indispensable.

«La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso», dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bronca de los diputados no es sólo con la Rosada sino también con los gobernadores: creen que se borraron y no dieron la cara en las últimas semanas previas al tratamiento de la ley. El bloque libertario, en tanto, ni participa de las reuniones en las que se negocian los pedazos de la ley. 


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