NACIONALES
El rayo privatizador de Javier Milei

Milei dio detalles de su gobierno ideal: recorte a cero de obra pública, privatización de YPF y medios públicos, represión a la protesta social. Confirmó nombres en el gabinete.

El gabinete de Javier Milei, así como las medidas «drásticas», «sin gradualismos ni tibiezas», que tomará inmediatamente, según anunció desde la noche misma de su victoria, ya se definen con nombres y contenidos que, no por conocidos –llevan al acto, en rigor, lo prometido en campaña– dejan de ser brutales. Parafraseando al ministro menemista Roberto Dromi, el Presidente electo postuló que “todo lo que pueda estar en las manos del sector privado, va a estar en las manos del sector privado”. Y en esta directriz puso ejemplos concretos, en todas las áreas:
* Adelantó que buscará privatizar YPF, aunque aclarando que «primero hay que recomponerla». «Desde que el señor Kicillof decidió estatizarla, (hay un) deterioro que han hecho de la empresa en términos de resultados para que valga menos que cuando se la expropió”, afirmó. Para llevarlo a cabo necesitará que se sancionen leyes que modifiquen su actual estatus, lo mismo con las provincias, que también son accionistas de la petrolera estatal.
* Privatizará también los medios públicos, incluidas la TV Pública, Radio Nacional, y la agencia de noticias Télam. Sería a corto plazo. «Nosotros consideramos que la Televisión Pública se ha convertido en un organismo de propaganda. De hecho, durante la campaña, el 75 % del tiempo que se habló sobre nuestro espacio se lo hizo abonando la campaña del miedo. No adhiero a esas prácticas de tener un ministerio de Propaganda encubierto», calificó a los medios públicos. También en este caso, es necesaria la sanción de una ley.
* Habló de «terminar con ‘las transferencias discrecionales’ a las provincias» (recursos extraordinarios por encima de lo presupuestado, generalmente como consecuencia de la situación inflacionaria).
* Recorte «a cero» de la obra pública, «y las que están en curso las licitamos».
* Derogará la ley de alquileres. «La ley ha generado un daño enorme», calificó. «Es un contrato entre partes, ¿qué tiene que intervenir el Estado? Abogó por la «libertad total» en materia de alquileres y la elección de la moneda en la que se desee hacer la transacción. Otro tema que necesitará un avance legislativo para concretarse.
* Reconfirmó que cerrará el Banco Central y que buscará la «libre competencia de monedas»: «Cerrar el Banco Central es una consigna de índole moral. Porque para nosotros robar está mal», reiteró. Y aunque evitó hablar de «dolarizar», reiteró que «la moneda será la que elijan los individuos libremente». En ese plan, habló de «un proceso que tarda entre 18 y 24 meses» para «destruir la inbflación» tras «cortar hoy con la emisión monetaria».
* Apertura de rutas aéreas y «entrega de Aerolíneas a sus empleados»: «Mi idea es entregársela a los empleados, que hagan una depuración y que compitan en cielos abiertos», dijo sobre la aerolínea de bandera.
* Ratificó que propondrá a un miembro para cubrir la vacante en la Corte: «Mi intención es consensuarlo con el ministro de Justicia, y con la Corte. Queremos que sea algo consensuado», detalló, revelando también que el ministro será Mariano Cúneo Libarona.
* Represión a la protesta social: Al ser consultado sobre las eventuales protestas en la calle contra las medidas de ajuste que vaticina su próximo gobierno, amenazó: «Cuando hay un delito, se lo reprime». «Estoy en diálogo con Jorge Macri», reveló sobre este tema. “Dios quiera que no, pero puede que terminen haciendo, digamos, una situación delicada en la calle. Eso generalmente ocurre en la Capital Federal. Ya estamos trabajando de manera interrelacionada, para justamente mantener el orden en las calles». Reiteró sus muletillas: «Dentro de la ley, todo, fuera de la ley, nada. El que las hace, las paga».
El gabinete
Una reunión con Mauricio Macri en el hotel Libertador, que se extendió durante dos horas, marcó el primer día como Presidente electo de Javier Milei, además de sus definiciones en entrevistas que brindó a periodistas cercanos. Con el actual presidente Alberto Fernández, en cambio, no hubo reunión, ni hay ninguna prevista, según se informó oficialmente desde la flamante cuenta «Oficina del presidente Javier Milei», que se estrenó con un logo que remeda la estética del de la Casa Blanca.
Hubo también anuncios de gabinete: el abogado mediático Cúneo Libarona asumirá al frente del Ministerio de Justicia; la diputada y excandidata a gobernadora Carolina Píparo estará a cargo de la Anses (ver notas aparte).
Los nombres anunciados se suman a los confirmados previamente: Nicolás Posse, a quien Milei conoció en la Corporación América y fue una figura clave en la campaña, como jefe de Gabinete. Guillermo Francos, ministro del Interior. Diana Mondino como canciller. Guillermo Ferraro, ministro de Infraestructura. Sandra Pettovello al frente del «super ministerio» de Capital Humano, que absorberá Trabajo, Salud, Educación y Desarrollo Social. Gustavo Morón, secretario de Trabajo. Fernando Vilella en la secretaría de Agricultura. Al frente del Conicet, Daniel Salamone. Y Emilio Ocampo, artífice del plan de dolarización, con «el cargo más breve», titular del Banco Central (ver asimismo notas aparte).
También se confirmó que el productor Leonardo Cifelli, socio de Angel Mahler y su jefe de Gabinete durante su gestión en Cultura en la ciudad de Buenos Aires, estará a cargo del área, que será degradada a Secretaría y dependería de Jefatura de Gabinete.
En las entrevistas que dio aparecieron otros nombres por fuera de La Libertad Avanza que, no confirmados oficialmente, pero sí sugeridos. Milei dejó trascender, por ejemplo, que el presidente del bloque del PRO Cristian Ritondo –quien la noche del domingo se mostró especialmente exultante en el bunker, fundiéndose en abrazos frente a cámaras– se encamina a ser el presidente de la Cámara de Diputados –«tengo una excelente relación, vamos a trabajar en perfecta sintonía», sostuvo–. También marcó que habrá un lugar estratégico para hacer el nexo entre el Ejecutivo y el Legislativo en el exsenador y actual auditor general de la Nación Miguel Ángel Pichetto. Y confirmó que «hay un diálogo» con el exministro de Transporte y excandidato a vicepresidente de Juan Schiaretti, Florencio Randazzo. «Estamos trabajando», dijo sobre el diputado que acompañó a Massa y lo defendió en el debate.
Otros nombres PRO que suenan para diversos cargos en la estructura de gobierno son los de Javier Iguacel y Federico Pinedo.
Milei también anticipó que realizará un «viaje espiritual» a Estados Unidos e Israel antes de asumir el poder el 10 de diciembre.
En el comunicado difundido ayer, La Libertad Avanza suelta un particular párrafo: «hasta el 10 de diciembre el presidente Alberto Fernández y el ministro de Economía, Sergio Massa, son los responsables constitucionales de la situación de los argentinos».
NACIONALES
El día después de mañana


En el fondo, bien en el fondo, casi lo único que hizo Javier Milei este mediodía fue reiterar las frases hechas, tecnocráticas y de aspiración filosófica, que viene recitando hace años en los medios que lo promovieron. No hubo detalles -tampoco cabía esperarlos- del shock bestial que refirió. Eso queda para este lunes, y la semana, en los anuncios del Caputazo.
Las diferencias fueron el marco escenográfico, con una cantidad de público que le aguantó los trapos cubriendo hasta la mitad y poco más la plaza del Congreso. Y, claro está, que ahora es Presidente. No un desencajado televisivo.
Los aspectos anecdóticos son precisamente eso. Haber despreciado a la Asamblea Legislativa sin dirigirle un saludo. Su lectura patética, plagada de furcios y sin la más mínima empatía con la gente que, como señaló un colega, se juntó para escuchar que la inflación y la pobreza se arreglan con más inflación y más pobreza. Hablar de “roll over” y de porcentajes del PBI frente a una multitud: la que estaba y los millones que veían desde sus casas. Insistir con que Argentina es “un baño de sangre” y agregarle que “el que corta, no cobra”. ¿Represión y chau, Milei? ¿O “negociemos”? Más cien años de colectivismo destructor: volvamos al siglo XIX, y con toda la furia al XX pero antes del sufragio universal. Sarmiento y Roca, así dijo el Presidente, en una apelación que no debería subestimarse porque sintoniza -o algo así- con la vocación de libertad emprendedurista de sus votantes.
¿O no? ¿O será eso de que la brutalidad del ajuste vale mientras sea contra un “otro” que no soy yo? De paso: Milei no mencionó la palabra “casta” en ningún pasaje de su discurso.
Sólo la muñeca política del macrimileísmo -o menemismo 2.0, como algunos prefieren llamarle- determinará si lo que asumió hoy es efectivamente el gobierno más débil desde la recuperación democrática.
En las percepciones y números fríos, sin duda lo es.
Yendo en orden cronológico, Milei saltó a los primeros planos de la política, a velocidad de récord, desde el panelismo y las entrevistas televisivas (a más o antes que las redes, lo cual es una polémica no del todo saldada y que hoy, quizás, ya carece de mayor sentido).
Su ascenso meteórico trajo, además, dos novedades que permanecen. Y que siguen invitando a descartar varios o todos los manuales.
La primera es el crecimiento exclusivo alrededor de su única figura. Jamás construyó siquiera un atisbo de partido o estructura. Esto llegó hasta el punto de que su rotundo fracaso en las elecciones provinciales, absolutamente todas, precipitara el apuro de “la cátedra” para diagnosticar que apenas se trataba de un fenómeno mediático y porteño. Humo.
La segunda novedad, empalmada con la anterior, es su ausencia casi completa de territorialidad física.
Hay una inmensa mayoría de provincias, ciudades y zonas que Milei ni apenas pisó, incluso en las rectas finales de primera y segunda vuelta. Siempre se afirmó, en coincidencia prácticamente unánime, que toda fuerza política debía asentarse sobre tres pilares: proyecto, liderazgo y territorio. El tercero sería susceptible de ser anulado, a menos que se lo mude a territorialidad tecnológica, virtual, digital o símiles. Definir eso con precisión puede ser atrapante para la escena semiótica pero, en cualquier caso, queda por detrás de que el contacto físico directo y la organización de aparatos penetrantes ya no son garantía de nada. De hecho, se acumularon montones de campañas en que la fortaleza presencial, los actos de masas, la relación estrecha entre candidatos y pueblo, se han esfumado.
Milei arribó al trance decisivo de las elecciones sin otra expectativa que la revelada por él mismo: alcanzar un piso alrededor del 20 por ciento de los votos, y sentirse definitivamente entre las fuerzas del cielo si lograba superar ese volumen en 3 o 4 puntos como mucho.
Si lo que sucedió desde las Primarias lo asombra a él en primer lugar, o si se confesó corriendo muy de atrás por razones de táctica comunicacional, es una discusión estéril.
Lo concreto es que, como quiera que sea, de ninguna manera se preparó para gobernar. Sólo a un desquiciado analítico puede ocurrírsele que se entrena para esa función alguien que eliminó contar con gobernadores, intendentes, esqueleto básico de parlamentarios, preparación para los debates y la lista continúa.
Milei, excepto por el apoyo de sus periodistas gurkas (en el último tramo, porque previo a eso eran “los ensobrados”), dispuso de dos potencias que se confirmaron o descubrieron tan grandes como irreversibles.
Una, la bronca contra la inflación monstruosa en retroalimento con el espíritu gorila tradicional, fijo, alto, muy alto, que se corta las manos antes de votar algo que aun de lejos huela a peronismo. La otra, lo numéricamente auténtico de la base mileísta, es ese 30 por ciento capaz de haber comprado que habría una motosierra contra la casta y que pasaría a cobrar sus sueldos en dólares. Se aceptan refutes de quienes lo consideren una reducción simplota.
Frente a la imposibilidad de armar un Gobierno por su cuenta y por fuera de las frívolas polémicas y operetas en torno a resentimientos personales, Milei debió recurrir al macrismo para llenar casilleros y ni así le es suficiente.
Llega a su mandato con enormes problemas de administración operativa en el Estado. Debe apelar a que en primeras, segundas y terceras líneas subsistan nombres del gobierno que se fue. Le da una mano el cordobesismo, cubriéndole cargos y cajas varias, pero no basta. Y en el Congreso nunca se ha visto fragmentación semejante, ex cambiemitas incluidos o a la cabeza. El símbolo de la Legislatura bonaerense tal vez sea insuperable: La Libertad Avanza tiene 16 miembros y, antes de empezar, ya se rompieron en cuatro bloques, con dos unipersonales.
Es este escenario, junto con las marchas y contramarchas acerca de cómo gestionar el tamaño del ajuste, lo que permite inferir la debilidad inédita de Milei & Cía. Pero las cuentas políticas no se sacan de ese modo.
Néstor Kirchner asumió con casi más desocupados que votantes y produjo una anomalía progresista impactante. Se trataba de un pingüino más bien desconocido y las comparaciones no valen en cuanto a orientación ideológica siendo que, encima, Kirchner era un animal político. Supo articular de entrada con la realidad, y nunca con el mesianismo. Milei está empezando a aterrizar y habrá que ver cómo se las arregla pero, para volver a la cuestión: debilidad inicial no significa necesariamente que chocará de manera inevitable a las primeras de cambio.
A mediano y largo aliento sí no hay incertidumbre. O no debería haberla.
Devaluación; “ordenamiento fiscal” contra los que menos tienen; toma de nueva deuda para reciclar la existente; achique del Estado como regulador de los desequilibrios sociales; tipo de cambio “sincerado”; congelamientos salariales y de la obra pública; emisión reducida hasta límites de irresponsabilidad institucional en todo mecanismo regulatorio del “mercado”, terminan inexorablemente en una catástrofe. No es un pronóstico. Es lo que, con sus variantes secundarias, aconteció con Martínez de Hoz, con Menem y con Macri.
Por tanto, estamos hablando de la velocidad de los plazos.
El envión del ganador y los amigos del campeón son un efluvio, que por cierto no impedirá los negocios que implementarán mientras les dure. Toto Caputo, para no abundar, será un perverso que nos endeudó hasta por cien años, pero no por eso deja de ser un maestro de la timba financiera en beneficio de los suyos.
La pregunta renovadísima es si el nuevo Presidente, en un país con inclinación total al presidencialismo, tendrá estatura política para satisfacer al combo que lo llevó hasta acá. Ese combo que abarca sectores de debajo de la pirámide y clase media que se tiró una cana al aire. Y en medio de una escalada de precios, a especulación pura, que tiene límites imprecisos en cuanto a la capacidad de aguante.
Disculpas por la siguiente obviedad, reiterada a derecha e izquierda.
Con gritos, insultos, eslóganes, auto-referencias de personaje disruptivo y aprovechamiento de la bronca se pueden ganar elecciones.
Gobernar es otra cosa y hoy debutó dejar atrás la adolescencia.
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