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El Consejo Económico y Social comprometió acuerdos para «fortalecer la convivencia democrática» en el país

El encuentro fue en la Casa Rosada. Expresaron su «preocupación por los efectos dañinos para la convivencia social y política que tienen las crecientes manifestaciones de intolerancia y violencia».
El Consejo Económico y Social volvió a repudiar el intento de asesinato de la vicepresidenta Cristina Kirchner y alcanzó un consenso para trabajar en la construcción de acuerdos multisectoriales que permitan «fortalecer la convivencia democrática en la Argentina».
Durante un encuentro realizado en el Salón Pueblos Originarios de la Casa Rosada, los miembros del Consejo coincidieron en «expresar su preocupación por los efectos dañinos para la convivencia social y política que tienen las crecientes manifestaciones de intolerancia y violencia».
La reunión fue convocada por la secretaria de Asuntos Estratégicos de la Presidencia, Mercedes Marcó del Pont, y contó con la participación del triunviro de la CGT, Héctor Daer; el presidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja; el secretario de la UTEP, Esteban Castro; y, el presidente de la CAC, Natalio Grinman.
También estuvieron presentes los dirigentes de la Cámara Argentina de la Construcción, Iván Szczech y Gustavo Weiss; el presidente de Accenture, Sergio Kaufman; la representante de la CAME, Beatriz Tourn; el presidente de Cooperar, Ariel Guarco; y el titular de CGERA, Marcelo Fernández, entro otros.
«El diálogo entre los miembros del Consejo Económico y Social puso de manifiesto que erradicar las distintas formas de violencia e intolerancia es condición necesaria para garantizar la convivencia democrática así como para avanzar en el proceso de desarrollo inclusivo», puntualizó la Secretaría de Asuntos Estratégicos en un comunicado.
Por último, destacaron que «el intercambio mantenido por las consejeras y los consejeros representa un nuevo punto de partida para asumir en forma colectiva, plural y responsable, el desafío de atreverse a consolidar el diálogo y fortalecer la democracia argentina».
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Cristina Kirchner: «Nos persiguen porque igualamos a las sociedades»

Acompañada por expresidentes del Grupo de Puebla y por juristas, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner trazó una línea de continuidad entre las persecuciones de las dictaduras militares y el actual ataque a la democracia desde el «partido judicial». «No nos van a perdonar nunca la reconstrucción de la economía y lo que pudimos construir en materia de derechos humanos», dijo.

“No fue solamente la economía sino lo que pudimos reconstruir en materia de derechos humanos. No nos van a perdonar nunca”. Está allí la razón de la persecución en los tribunales para Cristina Fernández de Kirchner, la razón de la condena y la proscripción que puede dejarla afuera de la carrera electoral. Y así lo hizo saber la vicepresidenta frente a un auditorio compuesto por expresidentes de la región y juristas que integran el Grupo de Puebla y vienen hace tiempo denunciando que el lawfare es el mecanismo que se usa desde los estrados judiciales para condicionar los procesos políticos progresistas.
No fue un acto altisonante pero el mensaje fue concreto: ya no es el partido militar el que le respira en la nuca a la democracia, sino el partido judicial. Y ella lo sufre en carne propia. “Lo que el partido militar fue a los gobiernos populares del siglo XX, el lawfare lo es a los gobiernos nacionales, populares y democráticos. Exactamente lo mismo”, dijo CFK mientras la aplaudían dirigentes de la región, integrantes del Frente de Todos y miembros de organismos de derechos humanos que se congregaron en el III Foro de Derechos Humanos, pero sobre todo para brindarle su apoyo después de la condena del Tribunal Oral Federal 2 en causa Vialidad. “No nos persiguen porque somos populistas. Nos persiguen porque igualamos sociedades, por la justicia social y por el derecho de los trabajadores a participar en el producto bruto de lo que producen”.
Rodeada de expresidentes que acompañaron sus mandatos como Evo Morales (Bolivia), José Luis Rodríguez Zapatero (España), Rafael Correa (Ecuador), Ernesto Samper (Colombia) o José “Pepe” Mujica (Uruguay), CFK repasó cuáles fueron sus políticas que terminaron siendo combatidas desde los tribunales. En dos meses, de hecho, se cumplirán veinte años desde que su compañero, Néstor Kirchner, llegó a la Casa Rosada.
«Se inició en 2003 la construcción de una nueva Argentina. se empezó una Argentina diferente. Ese hombre junto con Lula, decidieron pagarle al FMI, para que nunca más pudiera dirigir la economía en la Argentina”, remarcó CFK. “Fue la década virtuosa. Fue el momento donde más se redujo la desigualdad económica y social en la región, esta es la clave. No nos persiguen porque somos populistas, nos persiguen porque igualamos sociedades, por la justicia social, el derecho de los trabajadores a participar en el producto bruto de lo que producen”, agregó.
Desde entonces, la apuesta tuvo que ver con reconstruir el Estado democrático constitucional, dijo CFK: no solo lo que representaba la Casa Rosada, sino lo que representaba el Poder Legislativo. En el Congreso, recordó, se compraban leyes y puso como ejemplo la denuncia de la Banelco para aprobar la flexibilización laboral de Fernando de la Rúa. “También le tocó a él –en referencia a Kirchner–, pese al 22 por ciento de los votos, reconstruir un Poder Judicial que había eliminado la mayoría automática y que había amenazado, no al gobierno sino a los argentinos con la dolarización de la economía».
El eje del rencor
Parte central de esa reconstrucción fue la política de verdad y justicia del kirchnerismo: la anulación de las leyes de impunidad y la renovación de una Corte Suprema que estuviera dispuesta a sostener la inconstitucionalidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, que impedían juzgar a los responsables de crímenes atroces.
“Cuando Néstor llegó al gobierno, el reclamo por Memoria, Verdad y Justicia no existía, no figuraba en las encuestas”, rememoró. “Los organismos seguían marchando, pero es más, hasta hubo ofrecimientos de declarar constitucionales las leyes de la impunidad, que Néstor rechazó”, contó la vicepresidenta.
El ofrecimiento no pudo más que haber salido de la Corte porque, para el momento en que Kirchner llegó al gobierno, ya estaba en el máximo tribunal el reclamo para la reapertura de los juicios. Era lo que se conoce como el caso Julián Simón con el que se mostró que era una incongruencia juzgar a los responsables de las apropiaciones de niños sin juzgar a quienes posibilitaron que esas sustracciones de menores sucedieran: es decir, a los que desaparecieron a sus padres y madres..
A partir de 2006, se reabrieron los juicios que tienen a más de 1000 condenados. Uno de ellos fue Jorge Rafael Videla, el dictador que murió mientras se lo juzgaba por su responsabilidad en el Plan Cóndor. “Todavía recuerdo esa tapa de Página/12, donde Videla decía que su peor época había llegado con los Kirchner”, evocó CFK. Se trataba de una portada de este diario de febrero de 2012.
El jurista Baltasar Garzón la miraba de costado y asentía. El exjuez español conoce bien la historia. En los tiempos de vigencia de las leyes de impunidad, él fue quien impulsó las investigaciones desde la Audiencia Nacional de Madrid por los crímenes de la dictadura de Videla y compañía.
En el público, había aplausos en todos los sectores del CCK. En general, las oleadas de vivas a CFK comenzaban desde atrás y encendían a los dirigentes que ocupaban las primeras filas. Entre quienes la aplaudían con ganas estaban el gobernador Axel Kicillof o los ministros Eduardo «Wado» de Pedro (Interior), Martín Soria (Justicia) o Jorge Taiana (Defensa). Muchos se sumaban al «Cristina presidenta» que explotaba cada tanto y que hacía batir las palmas de dirigentes de derechos humanos como Lita Boitano, que estaba sentada junto al secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti.
El lado de la historia
La dictadura simbolizó las muertes y las desapariciones pero también la destrucción de un modelo de país. «En el ’76, se interrumpe un modelo de acumulación que simbolizó por sobre todo el peronismo, que fue la movilidad social ascendente. Yo soy hija de esa Argentina, de la movilidad social ascendente, donde la hija de un trabajador acudía a la universidad y también accedía a la presidencia de un país. En el ’76 se quiebra esa Argentina de producción y de trabajo. El golpe de ’76 marca a fuego y destruye ese modelo donde se progresaba a través del trabajo. Si trabajabas y laburabas te iba a ir bien», resaltó la vicepresidenta y lo miró a Marco Enríquez Ominami, que funcionó como organizador del acto. A él le habló de Chile y del laboratorio del neoliberalismo tras el golpe de Estado con el que Augusto Pinochet derrocó a Salvador Allende hace ya casi 50 años.
Los números pueden abrumar. La misma CFK reconoció que puede ser difícil hablarles a un pibe o a una piba de 20 años de los desaparecidos de hace 40 años, pero la historia de las persecuciones tiene un hilo conductor. «En realidad este lawfare que inunda toda la región fue precedido por otros instrumentos previos: la Doctrina de Seguridad Nacional. En ese momento las Fuerzas Armadas cumplieron en toda la región la interrupción de las democracias», dijo.
«Tal vez todos tengamos la sensación que es todo muy injusto. Es muy injusto. Este Poder Judicial que persigue a dirigentes políticos, en este caso una expresidenta, son los riesgos de la política. Cuando uno decide jugar de un lado, sabe que no es gratis. Cuando vas con los otros y con los medios, no tenes problemas. El problema es cuando uno decide jugar del lado de los intereses del pueblo y de las grandes mayorías nacionales», reafirmó.
En las próximas semanas, los abogados de CFK apelarán la condena que recibió epítetos como «engendro» por parte de Garzón. Los diarios alineados con la oposición vaticinan que podría haber novedades con la reapertura de la causa Hotesur-Los Sauces en la Cámara Federal de Casación, pero la vicepresidenta el único mensaje que dejó es que se necesita coraje para no dejarse amedrentar por los tribunales.
«No me importa si me van a meter presa, lo que me importa es que volvamos a reconstruir un Estado democratico y constitucional en el cual las garantías que establece la Constitución no sean cartón pintado. Volver a construir un país que alguna vez tuvimos, se puede hacer porque alguna vez lo hicimos», dijo. Y hubo aplausos y una dosis de esperanza porque la vicepresidenta habló de futuro.
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