Juventud, política y desencanto: una democracia que no logra enamorar

La democracia argentina lleva 42 años de continuidad institucional. Sin embargo, lejos de consolidarse como un sistema vivo y en constante renovación, enfrenta una grieta generacional que no se traduce en apatía total, pero sí en una profunda desconfianza hacia quienes la administran. No es la democracia lo que está en crisis: son los partidos y la forma en que ejercen el poder.

Info. General18/11/2025Patagonia NexoPatagonia Nexo
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Según un relevamiento de Zuban Córdoba, el 62% de las personas jóvenes declara tener algún nivel de interés por la política: un 39,8% dice que le interesa “algo” y un 22,2% “mucho”. Se cae, entonces, el mito de la indiferencia juvenil. Lo que sí aparece como un patrón contundente es el desencanto.

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Los números son elocuentes:

80,9% asegura que los partidos políticos solo buscan sus propios intereses.
80,3% siente que los partidos los representan cada vez menos.
73,9% cree que los partidos no se preocupan por lo que piensa “la gente como yo”.
La democracia se sostiene, pero a los partidos no les creen. Y en esa fractura se abre un interrogante profundo sobre el futuro político del país.

¿Democracia sí, partidos no?


Otro dato relevante del estudio muestra que, pese al rechazo hacia los partidos, el 58,5% está de acuerdo con la afirmación “sin partidos políticos no puede haber democracia”. Es decir, los jóvenes no buscan destruir el sistema, pero exigen que se transforme.

Al mismo tiempo, el 60,2% considera que los partidos no son necesarios para el funcionamiento de la democracia, una contradicción que habla más de la frustración que de un debate teórico. La institución se acepta; los actores, no.

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Una democracia que funciona mal… pero funciona


Cuando se pregunta directamente “¿Cómo dirías que funciona la democracia en Argentina?” el país queda partido al medio:

45,6% cree que funciona bien
48,4% cree que funciona mal
No se trata de una condena al sistema, sino de un reclamo evidente: la democracia funciona, pero no alcanza.

Un mensaje que la dirigencia no escucha
Mientras líderes políticos se disputan la épica del poder, un dato debería resonar como alarma:

Solo el 17,7% cree que los partidos tienen en cuenta la opinión de todos los ciudadanos.
El resto siente que habla, pero nadie lo escucha.
Esa distancia explica no solo el crecimiento del voto bronca, sino también la aparición de liderazgos disruptivos, muchas veces antidemocráticos, que se presentan como alternativa ante una clase política sorda.

Conclusión: la crisis no es generacional, es institucional
La encuesta de Zuban Córdoba desmonta un argumento cómodo: los jóvenes no son el problema. El problema es que la democracia argentina se volvió un ritual sin diálogo, un sistema donde las instituciones sobreviven pero no convencen.

La juventud sigue interesada en la política, pero no en esta política.

El desafío no es volver a enamorar, sino volver a escuchar. Porque si la política no se reconstruye desde la representación, la democracia corre riesgo de convertirse en un cascarón vacío: formalmente vigente, socialmente devastada.

 
Fuente
Zuban Córdoba & Asociados – Encuesta sobre jóvenes, política y democracia.

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