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Martes 22 de Abril del 2025

INFO. GENERAL

La Rosada con una jugada de última hora para blindar el veto de Milei al Financiamiento Universitario

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El ministerio de Capital Humano comunicó anoche una actualización al piso salarial docente desde abril pero la oposición no tardó en denunciarla como una «reacción sobre el gong final» con la esperanza de blindar el veto presidencial. Los tuits del presidente intranquilo, el poroteo finito y la evaluación de Balcarce 50 desde donde creen que tienen los números pero admiten que «no sobra nada».
Melisa Molina

Por Melisa Molina

En Casa Rosada esperan ansiosos la sesión de este miércoles en la Cámara de Diputados donde se definirá la persistencia o no del veto que el presidente Javier Milei hizo contra la ley de financiamiento universitario, que busca una recomposición salarial para los docentes y no docentes. Según confían desde presidencia, después del acuerdo con el PRO –mediante conversaciones que el asesor Santiago Caputo y el jefe de gabinete Guillermo Francos tuvieron con el presidente del PRO, Mauricio Macri– tendrían los números suficientes para blindar el veto. «Hay que ver ausentes, pero creemos que llegamos bien sin que sobre nada«, decían al cierre de esta edición desde Balcarce 50. A última hora del martes el gobierno anunció, mediante el ministerio de Capital Humano, que actualizará la garantía social docente del sistema universitario, con reatroactividad a abril. “Se va a asegurar un salario de bolsillo mínimo por cada cargo docente, luego de descontar los aportes obligatorios”, explicaron.

La respuesta desde el Congreso no tardó en llegar. El diputado Oscar Agost Carreño, del bloque que lidera Miguel Ángel Pichetto, escribió en sus redes: «¡Qué ironía! Hasta ayer el Gobierno sostenía que la Ley de Financiamiento Universitario era ‘ilegal’ porque no decía de dónde salían los fondos. ¿Y ahora qué? De repente, todo es legal si lo resuelven por decreto. ¿El problema es la ley o quién la firma? Implementan un piso salarial docente con la esperanza de blindar el veto. Claramente, el tema no era el costo fiscal, sino quién manda. La presión de toda la sociedad los hizo reaccionar sobre el gong final, pero vamos a insistir con la ley para garantizar que los aumentos no sean discrecionales«.

En el comunicado que el lunes publicó el PRO, el partido amarillo dedicó una extensa parte a criticar el manejo de la cuestión universitaria que hace el gobierno y exigió: que se revea la situación en el Presupuesto 2025 y que se resuelva el conflicto vía paritarias este año. Luego del comunicado, hubo un encuentro entre los cuadros técnicos del gobierno y los gremios universitarios en el que no hubo acuerdo y, el gobierno, de prepo, decidió darles igual el aumento de 6,8 para el mes de octubre que les habían ofrecido con anterioridad y desde los sindicatos habían rechazado.

En este contexto, con los últimos anuncios que hicieron desde la cartera que conduce Pettovello acerca de que actualizará la garantía social docente del sistema universitario, la sesión de este miércoles será tensa y la disputa voto a voto. El gobierno, si la oposición logra juntar 160 votos para el rechazo, necesitará 80 «héroes» que vayan en contra de las universidades. Serán clave en ese punto las presencias y ausencias y las abstenciones.

En Rosada confían que solo habrá dos votos en contra de Milei por parte del PRO: el de Álvaro González y Héctor Baldassi. También una ausencia, la de Héctor Stefani. Después empiezan a hacer el poroteo y confían que tienen el respaldo necesario: 39 de LLA, 34 del PRO, dos del MID (Oscar Zago está de viaje), dos de la UCR «con peluca» –Ricardo Campero y Luis Picat y pueden sumarse otros dos más– y los tres del gobernador peronista de Tucumán, Osvaldo Jado, que son del bloque Independencia.

También podría respaldar el veto una diputada que responde al gobernador de San Juan y suman en la lista a Paula Omodeo, del bloque Creo. Lilia Lemoine, que estaba de gira por Ucrania, ya volvió al país. El gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, en tanto, adelantó su postura en contra del veto: «La educación es el único elemento de progreso. Me solidarizo y pido a todos que defiendan el presupuesto universitario. De las crisis se sale con más educación, no con menos educación«, dijo.

En la vigilia de la votación ya hay distintas facultades tomadas y este miércoles se espera que haya manifestaciones contra el veto fuera del palacio legislativo. El Congreso, en tanto, ya fue vallado la noche del martes. El Presidente, intranquilo, reposteó una fuerte amenaza. Compartió un tweet que decía: «marchas, paros, tomas… quieren derrocar al Presidente con más huevos de la historia. Están avisados, zurdos: después no lloren DDHH y lesa humanidad». 

Más allá de lo que ocurra en la sesión que este miércoles está convocada a las 11 de la mañana, cerca del Presidente no quieren dar el brazo a torcer y, sin importarles la voluntad del Congreso, adelantan: «Si finalmente no llegamos no importa, vamos a la Justicia». 

El ministro de Economía, Luis Caputo, ya había hablado sobre la posible judicialización como plan B en caso de no conseguir a los 87 «héroes», como cuando vetaron la ley de movilidad jubilatoria. El titular de Hacienda dijo que «Lo que dice la ley de Administración Financiera es que el Congreso no puede presentar un gasto sin una contrapartida de financiamiento que lo justifique». Además, aclaró que el marco para debatir el financiamiento universitario es el presupuesto 2025. 

Desde la oposición, sin embargo, expresan que ese argumento no tiene sentido. La diputada Paula Oliveto, de la CC, argumentó: «Nunca vi que una ley diga: saco de esta partida para esta otra partida. No existe. Siempre se delega al Ejecutivo», pero además recordó que el Presidente tiene, por la Ley Bases, una delegación para hacer readecuaciones de partidas. «Invito a todos los que asumen como cierto el argumento de Caputo que miren la página de la asociación argentina de Presupuesto público donde van a poder observar cómo el Presidente y el ministro redefinen un montón de partidas sin pasar por el Congreso», dijo.

En el Presupuesto 2025, en tanto, hay designado para las universidades 3,8 billones de pesos, mientras que desde las casas de estudio dicen que es necesario que les asignen 7,2 billones solo para poder funcionar. Del total del PBI, en tanto, el gasto que estipuló el gobierno para el 2025 representa el 0,50, mientras que en 2024 representó el 0,53 y en el 2023 había sido del 0,72. Es decir, si el gobierno pretende que el problema se resuelva durante la discusión del Presupuesto, ya arrancó mal.

Sin embargo, primero lo primero: hay que ver qué ocurre hoy en la cámara Baja. El viernes de la semana pasada el expresidente y líder del PRO, Mauricio Macri, se reunió con el asesor estrella del presidente y miembro del «triángulo de hierro», Santiago Caputo. Según trascendió desde el círculo íntimo de Milei, el Presidente recibió un mensaje de Macri para conversar sobre el tema universitario y decidió derivar el reclamo a Caputo para que él se ocupe del asunto. 

Macri ya venía diciendo a sus íntimos que estaba cansado de que Milei se junte con él a comer milanesas y que después no cumpla con sus pedidos. La lista de reclamos que el presidente del PRO le viene haciendo al gobierno es extensa y desde Casa Rosada vienen sin cumplir ninguno de sus deseos. Así y todo, el bloque amarillo fue acompañando todas y cada una de las medidas, leyes y vetos del gobierno y ahora, todo indica, también lo acompañarán a la Casa Rosada para perjudicar a las universidades. 


INFO. GENERAL

Francisco, el papa latinoamericano para el mundo

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Murió a los 88 años. Se proyectó como estadista y líder mundial. Nunca perdió su sencillez, predicó a favor de los pobres y descartados, promovió el diálogo y criticó el modelo económico depredador y excluyente. Los cambios que hizo en la Iglesia y lo que dejó pendiente.

Por Washington Uranga

Francisco, el papa latinoamericano que “los cardenales fueron a buscar al fin del mundo” como él mismo lo afirmó, entra en la historia de la Iglesia Católica y de la humanidad como aquella persona que, ejerciendo un liderazgo firme, dentro y fuera de las fronteras institucionales, supo entender los desafíos de la sociedad, desde su lugar ensayó las respuestas a su alcance y, sobre todo, tuvo la capacidad de interpelar a propios y extraños con su mensaje profundamente humano.

De esta manera Jorge Bergoglio logró dejar huella en la vida de muchas personas, también en gran parte de quienes no lo reconocieron como su líder espiritual o religioso. En el escenario de un mundo contemporáneo atravesado por los conflictos y las guerras y, al mismo tiempo, carente de voces y de referentes que iluminen los senderos de la fraternidad entre las personas y los pueblos, Francisco marcó presencia.

Como componente esencial de su misión el Papa predicó y puso en práctica lo que él mismo denominó “la cultura del encuentro”. Porque, como lo escribió en su autobiografía recientemente publicada bajo el título “Esperanza”, “solo quien levanta puentes sabrá avanzar; el que levanta muros acabará apresado por los muros que él mismo ha construido. Ante todo quedará atrapado su corazón”.

Francisco: el hombre común

Se proyectó como estadista y líder mundial, sin perder la sencillez característica de la historia personal de este porteño (“dentro de mi alma me considero un hombre de ciudad”), el mayor de cinco hermanos nacidos todos en el barrio de Floresta en Buenos Aires, y que aún en el Vaticano siguió reconociéndose como “cuervo” por su afición a San Lorenzo. Sin embargo, cuando le anunciaron que en su regreso a la avenida La Plata el nuevo estadio podría llamarse “Papa Francisco” dijo claramente que “la idea no me entusiasma”.

La elección como Papa le cambió la vida a Jorge Bergoglio. Pero una vez convertido en Francisco hizo lo posible por mantener los rasgos de humanidad y de hombre común que hacían que en Buenos Aires, y ya siendo cardenal, siguiera viajando en subte para ir a su despacho en la curia porteña. “Me gusta caminar por la ciudad, en la calle aprendo” decía. Su nueva condición lo obligó a muchas restricciones, pero en lugar de habitar un palacio vaticano eligió vivir en la residencia Santa Marta, una especie de hotel religioso que recibe a obispos y sacerdotes que viajan a Roma por motivos eclesiásticos. Allí trasladó incluso muchas de sus audiencias, sobre todo cuando se encontraba con la gente más cercana por motivos personales o pastorales. Santa Marta fue su casa. Hasta allí le alcanzaron los zapatos “gomicuer” que pidió a sus amigos que le llevaran desde Buenos Aires tras descartar el calzado rojo que usaba su antecesor Benedicto XVI. También desde allí, o desde cualquier lugar del mundo donde estuviera de visita, cada domingo por la noche Francisco cumplía en llamar por teléfono a Buenos Aires a su hermana María Elena, la única sobreviviente de su familia. Ha dicho que no ver a su hermana es de los desprendimientos que más le costó.

Se reconocía como amante de la música y del tango. “La melancolía ha sido compañera una compañera de vida, aunque de manera no constante (…) ha formado parte de mi alma y es un sentimiento que me ha acompañado y que he aprendido a reconocer”.

Desde 1990, a raíz de una promesa religiosa, no volvió a mirar televisión y se mantenía informado por otros medios.

“Plan de gobierno”

La elección de Bergoglio como papa Francisco, que cambió la vida de la Iglesia Católica, también modificó profundamente la manera de relacionarse del catolicismo con la sociedad, en el mundo y en cada país y región.

Ni siquiera los más cercanos, aquellas y aquellos que conocían sus pensamientos y que habían seguido su trayectoria, habrían podido imaginar aquel 13 de marzo de 2013 el «plan de gobierno» que Jorge Bergoglio tenía en su mente cuando fue ungido como máxima autoridad de la Iglesia Católica. Quizás tampoco había pasado por su cabeza esa posibilidad a pesar de la experiencia acumulada en sus años como superior provincial de los jesuitas en Argentina (1973-1979), en plena dictadura militar, o en su tarea como obispo auxiliar (1992-1998) y luego como arzobispo de Buenos Aires (1998-2013).

No pocos sostienen que la vida de Bergoglio tuvo un vuelco fundamental por su participación en la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Aparecida, Brasil, 2007) en la que el entonces arzobispo porteño recibió un baño de ”latinoamericaneidad” en su contacto con sus colegas obispos de la región y, en particular, con los de Brasil. Esto es lo que lo llevó a escribir en sus memorias que “mis raíces son también italianas, pero soy argentino y latinoamericano. En el gran cuerpo de la iglesia universal, donde todos los carismas ‘son una maravillosa riqueza de gracia’, esa iglesia continental tiene unas características de vivacidad especiales, unas notas, colores, matices que también constituyen una riqueza y que los documentos de las grandes asambleas de los episcopados latinoamericanos han manifestado”.

Hasta entonces el “porteño” Bergoglio, como buena parte de los argentinos, se había mantenido distante de América Latina. También en términos eclesiásticos por su cercanía a la “teología de la cultura” que aprendió de su maestro Juan Carlos Scanonne y más alejado de los teólogos de liberación como el peruano Gustavo Gutiérrez o el brasileño Leonardo Boff. Con ambos se encontró y se abrazó después una vez que estuvo en el Vaticano. Bergoglio se hizo latinoamericano en Aparecida. Y con ese bagaje llegó al consistorio que lo eligió Papa.

Pocos días antes de su muerte, la teóloga argentina Emilce Cuda, a quien el Papa llevó a Roma como una de sus más estrechas colaboradoras, fue enfática al señalar que la teología de Franscisco ha sido “la teología” a secas, rescatando las raíces del pensamiento cristiano a lo largo de la historia para ponerla a dialogar con los desafíos de la actualidad de la Iglesia y del mundo.

Referente mundial

El tiempo y sobre todo los gestos de Francisco fueron dejando en claro la propuesta y las huellas que el primer papa latinoamericano deseaba establecer como impronta a su gestión. Fue así que su primer viaje político-pastoral lo llevó hasta Lampedusa, para encontrarse con los inmigrantes ilegales expulsados de su territorio que huyen desesperados en busca de la vida. A ellos y al mundo les reafirmó con un gesto de cercanía y solidaridad su prédica en favor de los pobres, los descartados y de sus derechos.

Desde allí, sin abandonar su impronta religiosa, el Papa comenzó a construir su condición de referente mundial más allá de las fronteras de la Iglesia Católica convirtiéndose en interlocutor de jefes de estado, de dirigentes sociales, políticos y culturales. En un mundo con liderazgos en crisis y enfrentando los desafíos de la realidad Francisco eligió el camino del diálogo y del encuentro con los diferentes, desde la realidad de los pobres y reclamando por sus derechos.

Sus ideas quedaron plasmadas en muchos de sus documentos y alocuciones públicas pero sobre todo en las encíclicas Laudato Si (2015), sobre “la casa común”, el cambio climático y el cuidado de los recursos naturales, y Fratelli Tutti (2020) acerca de la amistad y la fraternidad social.

Pero Francisco fue, de muchas maneras, un líder incómodo, para los gobernantes y los poderosos del mundo. En particular por sus llamadas a atender los problemas de sobre explotación de los recursos naturales en desmedro del cuidado de la naturaleza, las críticas de un modelo económico depredador y excluyente y las advertencias sobre el “descarte” que se evidencia en las migraciones masivas, las guerras y la pobreza creciente.

Los pobres y la guerra

En su transitar Francisco se convirtió en vocero de los descartados y los pobres, pero también en aliado de quienes salieron en defensa de los derechos de estas personas y comunidades. Puede decirse que el discurso pronunciado el 9 de julio de 2015 por el Papa ante el auditorio plural de los movimientos sociales reunidos en Cochabamba (Bolivia), cuyo eje fue su proclama de «las tres T» (tierra, techo, trabajo), constituye una suerte de síntesis doctrinal que, en otro tono y con distinto despliegue, Francisco había expresado de manera sistemática y con base teológica en Laudato Sí. Una gran suma que, a contracorriente de las fuerzas del capitalismo mundial, se alzó en favor de los pobres y sus organizaciones, criticó a los poderes hegemónicos y lanzó un llamado a la paz. Una militancia pacifista que Bergoglio apoyó con sus acciones y las del Vaticano en cada lugar de conflicto en cualquier rincón de la tierra. En esta tarea los movimientos sociales fueron elegidos permanentemente como aliados e interlocutores, convocados y sentados a la mesa de las conversaciones con el Papa.

A través de sus acciones Francisco también consolidó su idea de que a las grandes religiones monoteístas del mundo y a sus dirigentes le cabe la responsabilidad de encontrar salidas a la guerra mundial traducida en multitud de conflictos acotados o guerras regionales por disputas territoriales, cuestiones de soberanía, enfrentamientos políticos, étnicos o raciales. “No existe la guerra inteligente; la guerra solo sabe causar miseria; las armas, únicamente muerte” afirmó.

En octubre de 2022 organizó en Roma un gran encuentro de líderes religiosos mundiales por la paz. Pero antes y después se reunió en Irak, con el Gran Ayatolá Sayyid Ali Al-Husayni Al-Sistani, líder de la comunidad chií del país, en Ulaanbaatar con once líderes de diferentes confesiones y, más recientemente, en Indonesia junto al iman Nasaruddin Umar visitó el ‘túnel de la Amistad’ que conecta la mezquita Istiqlal con la catedral de Nuestra Señora de la Asunción.

En la propia Iglesia

Hacia el interior de la misma Iglesia Católica el papa Francisco impulsó muchas líneas que conectan directamente con iniciativas inauguradas en el Concilio Vaticano II (1962-1965), impulsadas por el papa Juan XXIII (1958-1963 ) y continuadas por Paulo VI (1963-1978), pero que tuvieron frenos y retrocesos con Juan Pablo II (1978-2005) y Benedicto XVI ( 2005-2013).

De esta manera Bergoglio insistió en la idea de “una iglesia de puertas abiertas” con capacidad de acogida para todas y todos, sin ningún tipo de restricciones, en diálogo con la sociedad y enfrentando los problemas comunes. Esto implicó también reformas profundas en las estructuras eclesiásticas, con más espacios para los laicos y en particular para las mujeres, pero también desde una perspectiva eclesiológica que buscó protagonizar el “sacerdocio común de los fieles” incluso antes que el sacerdocio ministerial.

Con esa intención Francisco propició, a través de los sínodos (universal y regionales) una Iglesia más participativa que puso en crisis el modelo estrictamente jerárquico, piramidal y romano céntrico. Ello trajo aparejado también la decisión de enfrentar los problemas de abusos, la pederastia y la corrupción dentro de la estructura eclesiástica.

Bergoglio acompañó este proceso con reformas de la curia vaticana, recambio de los responsables y nuevos nombramientos para rodearse de figuras de su confianza. También hubo cambios mediante la designación de obispos más jóvenes y cercanos a la perspectiva eclesiológica de Francisco.

Nada de esto ocurrió sin resistencias y enfrentamientos. En el mundo, pero también en la Argentina donde paradójicamente los sectores católicos más conservadores, empresarios y representantes del poder que vieron en Francisco la continuidad de un cardenal Bergoglio, que en su momento y sin considerarlo como del propio palo, nunca les resultó incómodo. Rápidamente se sintieron defraudados por las iniciativas y las propuestas del Papa que acentuó los rasgos más latinoamericanistas del entonces cardenal de Buenos Aires y radicalizó su perspectiva en favor de los pobres, de los excluidos y de sus derechos.

El poder se disgustó con Francisco y no lo disimuló. También los sectores conservadores de Iglesia incluidos algunos obispos se sintieron molestos con Bergoglio, aunque estos últimos se mantuvieron dentro de los márgenes de discreción que impone la propia Iglesia.

A nivel mundial también las intrigas y las conspiraciones fueron en aumento. Integrantes del colegio cardenalicio que habían ido a buscar a un papa latinoamericano y seleccionaron a un argentino porque siendo tal era el «más parecido» a los europeos se sintieron frustrados en sus expectativas.

En más de una oportunidad los sectores más conservadores se rasgaron las vestiduras ante lo que consideraron excesivas concesiones de Bergoglio, tanto en sus mensajes como en su estilo pastoral. Francisco no se inquietó demasiado por ello. Siguió tomando decisiones con conciencia de los problemas que enfrentaba e incluso utilizó la energía y el respaldo que le llegaba desde afuera para dar batallas en el seno de la propia Iglesia.

Siempre apareció convencido de la tarea que debía enfrentar: avanzar y profundizar la reforma de la Iglesia hacia una forma de gobierno y de participación más sinodal, más horizontal y plural que renueve la vida del catolicismo.

Si bien se dieron pasos sustanciales en ese sentido, quizás sea esta la tarea inconclusa que deja Francisco y que quedará en manos quien lo suceda en el pontificado. Una designación que dependerá de una elección incierta y sin candidatos a la vista, aun teniendo en cuenta la profunda renovación que Bergoglio hizo en el colegio cardenalicio que escogerá al nuevo papa.


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