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Obreros y estudiantes

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La nueva doctrina de política exterior será aliarse con los que votan contra Argentina sobre Malvinas. Con Milei fuera, se convocó a una gran marcha en defensa de la educación pública para el 23 de abril y un paro general para el 9 de mayo.
Luis Bruschtein

Por Luis Bruschtein

Después de consagrarse en Miami como embajador de la luz y ofrecer, pese a su ignorancia sobre el tema, una charla magistral sobre el dengue, Javier Milei se dirigirá a Dinamarca, mientras su ministro de Defensa, Luis Petri solicitará en Bruselas la incorporación de Argentina a la OTAN. El gobierno se convertirá en “socio global” del usurpador de su propio territorio ya que uno de los principales miembros de la OTAN es Gran Bretaña que mantiene su presencia militar colonial en las Islas Malvinas. En ausencia del personaje, la CGT convocó a un paro general y todo el ámbito universitario convocó a una gran marcha a Plaza de Mayo en defensa de la educación pública, para el 23 de abril.

El personaje recibió el estrafalario título por su “labor de esclarecimiento” sobre Israel. Y la que despliega semejante esoterismo es una secta judía ultraortodoxa que respalda la política criminal del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.

Tras iniciar el genocidio en Gaza, Israel comenzó a bombardear territorio de Líbano y de Siria, dos países fronterizos, y amenazó con hacerlo contra Irán. En ese contexto internacional, con este presidente «embajador de luz», el falso fallo de la Cámara de Casación sobre la participación de Irán en el atentado contra la AMIA, sin que se aporten pruebas fehacientes, despide un fuerte mal olor a operación mediática. El atentado a la AMIA ha sido siempre utilizado por Netanyahu para sostener su guerrerismo contra Irán.

El falso fallo de Casación, replicado hasta el infinito por los medios hegemónicos, es igual de polémico que toda la investigación malversada que se hizo del atentado. Pero en el supuesto caso de que efectivamente el criminal bombazo en la mutual judía proviniera de Irán, sería lógico deducir que fue consecuencia de la decisión de Carlos Menem de involucrarse militarmente en el conflicto de Medio Oriente.

Milei volvió a poner al país en ese punto. En los foros internacionales Israel y Estados Unidos siempre votaron contra la Argentina y a favor del colonialismo británico en Malvinas. Si ellos pasan a ser los principales aliados del país, como anunció Milei, resulta obvio que el tema Malvinas será traspapelado y minimizado.

La soberanía sobre esos extensos territorios del mar continental argentino, que están dentro de las 200 millas del continente, que tenían población argentina cuando fueron invadidas y que los gobiernos argentinos siempre han reclamado, necesariamente pasará a ser un tema menor. Y con Malvinas, pasarán al tacho de la basura el reclamo por las demás islas del Atlántico Sur, también usurpadas por Gran Bretaña, así como la proyección argentina sobre la Antártida, que está unida a esos reclamos.

“Esta mañana me siento a ver, y tanta lacra y tanta guerra, y tanta mierda sobre esta tierra –dice La Mancha de Rolando en La marea– estoy hablando de política, hermano, la marea te saca del medio y no te deja ver lo demás”. La OTAN, a la que Milei quiere que ingresen los argentinos como “socios globales” de sus propios victimarios, está involucrada en una guerra que puede incendiar el planeta. Los presupuestos militares se dispararon en los países europeos decididos a acompañar la desesperada resistencia de Estados Unidos a perder su hegemonía planetaria.

La tensión máxima en el Mar de la China por el nuevo gobierno separatista de Taiwán apoyado por Washington, el intento de Exxon Mobile de explotar yacimientos petrolíferos en el Esequibo que puede provocar la guerra entre Venezuela y el Comando Sur del Ejército norteamericano, el genocidio en Gaza más los bombardeos en Líbano y Siria y la amenaza seria de Israel de hacerlo contra Irán, más el inminente envío de tropas europeas a Ucrania, han puesto al planeta en estado incandescente a partir de la decadencia imperial de Estados Unidos. Poner a la Argentina sobre ese polvorín, sin necesidad, sin que tenga nada que ganar y mucho que perder, es un acto criminal.

En Estados Unidos, Milei dio una charla magistral en una Universidad. Habló de lo que no sabe y dijo que se había normalizado en Argentina la venta de repelentes de mosquito por la epidemia de dengue, gracias a la reacción de los mercados, a la que calificó como “perfecta”. Sin vergüenza, el tipo mintió.

Los repelentes no se consiguen y los pocos que pueda haber tienen sobreprecios. El señor José Mercado Milei dijo que es obvio que cuando se necesita un producto, el mercado hace que su precio aumente. O sea, en una epidemia, los laboratorios tienen que triplicar o decuplicar los precios porque las personas los necesitan para no infectarse o morirse. Eso es el mercado. Tiene razón. Lo criminal, lo abyecto, es que lo justifique. El mercado juega así, algunos de los pacientes de cáncer a los que Milei les cortó la medicación ya empezaron a fallecer.

En Brasil, el dengue es endémico desde hace décadas. Pero este año, Argentina tuvo más infectados y fallecidos por cada mil personas. Para Milei no tiene importancia, se fue a Miami a recibir la embajada de la luz y a reunirse con Elon Musk. Echó la culpa por el dengue al gobierno anterior y dejó que sus ciudadanos se infectaran y murieran. No trajo repelentes ni vacunas. Provincias como Formosa, Chaco y Buenos Aires fabricaron repelentes para distribuirlos en hospitales y sectores populares. En cambio, el ignoto ministro de Salud de la Nación, se limitó a pedir no usar pantalones cortos.

La burrada más grande que Milei dijo a los estudiantes fue que la vacuna no ha sido probada en humanos porque las fases 1, 2 y 3, no se prueban en humanos. En la única fase que no se aplica a seres humanos es en la preclínica. En todas las demás, de la 1 a la 4, las vacunas se prueban en personas. La única política del gobierno ha sido esperar que el frío frene al mosquito. Si este personaje hubiera gobernado en pandemia, los muertos hubieran desbordado hospitales y cementerios, como en Brasil con Jair Bolsonaro.

Mientras jugaba como un chico con la Javad Lubavitch y corría cual groupie para conseguir una selfie con Elon Musk, quien ambiciona el litio argentino para sus automóviles eléctricos, en Buenos Aires se producía un paro de colectivos y la CGT convocaba a un paro general para el 9 de mayo. Desde diciembre, cuando asumió el embajador de la luz, la inflación se duplicó, los salarios perdieron el 20 por ciento de su valor, las tarifas se triplicaron o cuadruplicaron y el país se convirtió en uno de los más caros en dólares, pero con salarios en pesos devaluados.

Y los que no reciben salario y están desocupados o trabajan a destajo, cayeron aún más. La caída del 45 por ciento en el consumo de pan da cuenta de la tragedia que provocó Milei. Hubo clases públicas en facultades de la UBA y en La Plata.

El adormecido movimiento estudiantil comenzó a movilizarse en defensa de la educación pública. Todas las universidades del país, los gremios docentes y no docentes y la Federación Universitaria Argentina (FUA) convocaron a una gran marcha universitaria a Plaza de Mayor, a la que suma la CGT, para el 23 de abril.


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El 2001, la pandemia y el macrismo ya quedaron chicos

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En abril, el consumo en hipermercados cayó 15,4, números que no se veían desde el estallido social de De La Rua. La UIA confirmó que la industria cayó 17,2 por ciento en marzo, muy por encima del industricidio del PRO y cerca del parate total por la COVID. Con la obra pública cerrada por el Gobierno, los tres sectores que explican la mayor parte del PBI se han desmoronado en tiempo récord. Fuertes disputas en las entidades empresarias por el apoyo que le dan a Milei mientras la economía se pulveriza. 
Leandro Renou

Por Leandro Renou

En sólo cinco meses de Gobierno, los números muestran que la gestión económica de Javier Milei superó ampliamente los derrumbes de actividad de las tres crisis más relevantes de los últimos años: el 2001, la pandemia de la COVID y los años de Mauricio Macri. Por un lado, Página I12 accedió a un adelanto del informe de la consultora Scentia de abril, que refleja un desplome del 15,4 por ciento en las ventas de hipermercados, una caída similar a la del estallido del gobierno De La Rua; por su lado, la Unión Industrial (UIA) confirmó que en marzo la actividad fabril cayó 17,2 por ciento, emparejando los niveles de diciembre del 2001 y cayendo más que en la parte más dura de la pandemia. A este dato se suma el derrumbe de la construcción, superior al 42 por ciento, lo que deriva en un escenario inédito: en tiempo récord, la gestión de Milei y Luis Caputo pusieron a las tres actividades que explican la mayor parte del PBI en una situación de dificil retorno.

Por esta perspectiva, que ya se veía venir, los economistas empezaron a alertar hace unas semanas que el nivel de la recesión, autogenerada para intentar morigerar una inflación que sigue muy alta, era el dato central a observar. Lo curioso es que este momento de crisis casi total de la actividad se da en paralelo al apoyo que empresarios de la Cámara Argentina de la Construcción, la Cámara de Comercio y la propia UIA, le dan al gobierno de Milei, a quien estuvieron escuchando y aplaudiendo hace unas horas, en su exposición en el almuerzo que organizó el Consejo del Comercio y la Producción (Cicyp) en el Hotel Alvear. A raíz de estos datos, este diario habló con dirigentes de todos esos sectores consultando cómo y hasta cuándo se sostiene el discurso de apoyo a la línea Milei cuando la actividad a la baja ya se está cargando al empleo. «Es la pregunta del millón», contestó un alto dirigente de UIA. En esa sede de la gremial empresaria hay una guerra entre pymes y gigantes por el contexto de crisis, que se está llevando puestas a las más chicas. Por toda esa tensión, muchas cámaras como los metalúrgicos de ADIMRA y los texiles de Protejer decidieron salir por las suyas a denunciar que el proceso de crisis no frena y terminará en cierres de empresas. 

En este escenario, el consumo masivo es que el primero sintió el ajuste en los salarios, las jubilaciones pisadas y la liberación del resto de los bienes y servicios de la economía, que terminaron privando a las familias de mayores compras de alimentos. Según Scentia, la caída del 15,4 en ventas en los grandes supermercados de abril es la más grande desde el 2001-2002. «Quedó lejos incluso de los números muy negativos del macrismo», explicó un líder del supermercadismo multinacional. En los años del PRO, el consumo masivo medido por Scentia cayó tres de los cuatro años, quedando empatado en el período restante. Lo particular del consumo es que todos los rubros están cayendo, pero algunos como Bebidas, Aceites y Lácteos se desploman desde el 20 al 50 por ciento mensual. 

Esa baja en el gasto de los hogares está directamente conectada, además, con el desempeño de las fábricas. En el reporte de la UIA se muestra que la industria de Alimentos cayó 10,2 por ciento en abril, un número del que nadie tiene antecedentes, porque en general el sector crece, aún en los peores períodos, de manera marginal en relación con el crecimiento poblacional. El derrumbe de todos los sectores que muestra la UIA produjo una caída general de la actividad que supera o se equipara al 2001 y queda muy por encima de la pandemia de COVID. 

En 2001, medido por el INDEC, el sector industrial terminó cayendo 6,2 por ciento. Mientras que en diciembre de ese año, la baja fue de 18,4 por ciento. ¿Qué pasó co la COVID? En el primer semestre del 2020, el período de mayores restricciones a la circulación y la actividad, la industria cayó 18,4 por ciento. Teniendo su pico más negativo en abril, con una baja del 33 por ciento. Luego de eso, arrancó una curva ascendente que dejó al 2021 con números positivos. Hoy, en sólo un mes, retrocedió 17,2 por ciento, pero en condiciones normales, no pandémicas

Lo particular de estos datos, aseguran los especialistas, es que las caídas tan bruscas por sectores ya adelantan no sólo números negativos hacia adelante, sino un golpe que se ve en los puestos de trabajo. Daniel Funes de Rioja, titular de la UIA, aseguró hace unos días que las fábricas perdieron ya 5000 puestos de trabajo, pero ese dato es previo a los 100 despidos en FATE, Acindar, los supermercados, PEPSICO y General Motors, todas cesantías que ocurrieron en las últimas horas. A eso se suman los 100 mil empleos menos que tiene la actividad de la construcción producto de la decisión de Milei de cerrar la obra pública y los que se están dando en el sector comercial. 


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