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El submarino peronista

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Por Ignacio Fidanza
Milei apuesta a un salvataje del FMI que le blinde el corazón de cristal del plan de Caputo. El peronismo mira por el periscopio y vuelve a hundirse.

«Nosotros estamos en un submarino, cada tanto sacamos el periscopio, miramos y nos volvemos a hundir», explica un gobernador peronista. El partido más importante de la Argentina atraviesa una crisis que desborda el análisis de la derrota electoral, es una crisis de liderazgo, pero también de identidad política.

Cristina amenaza con volver a reasumir el liderazgo peronista en mayo porque aduce que tiró el bastón de Mariscal y nadie lo agarró. «Lo tiró en un lugar inhallable», comenta socarrón un dirigente importante que hablaba seguido con ella y ahora dice «basta con Cristina, no hay que atacarla, pero ya esta, basta». La lectura se extiende a Máximo y La Cámpora.

Axel Kicillof también quiere emanciparse de la ex presidenta y su hijo. Con Carlos Bianco y el Cuervo Larroque están tratando de construir una agrupación. «Están repitiendo los errores de La Cámpora, sólo que con menos volumen y con gente más marginal porque están juntando a los expulsados de La Cámpora. Hacer la camporita de Axel no es el camino», opina uno de los dirigentes territoriales más importantes que le queda al peronismo.

La otra pata del armado axelista son los intendentes Jorge Ferraresi y Fernando Espinoza, de Avellaneda y La Matanza. Pero cuidado, en su caso hay mucha especulación: «Usan a Axel para disputarle a Cristina la lapicera de las listas de la provincia del año que viene», explica un colega de ellos.

Massa se lo dijo más claro a Kicillof: «No te apures que adelante también llueve». No están en su mejor momento, pero tampoco tan peleados como dicen.

Una Blitzkrieg de una línea

La renovación de los liderazgos es el drama originario de la política, que se cruza con la presión de la biología. El peronismo, en general, entiende que Cristina es un ciclo terminado como conducción, pero no encuentra un remplazo. Hasta quienes la detestan conceden que está un escalón arriba del resto.

Kicillof habla con Martín Llaryora. Se llevan muy bien. «Es un tipo muy amable, educado y super razonable», se sorprenden en El Panal, como le llaman al edificio neo brutalista de la gobernación de Córdoba. Llaryora quiere volver al peronismo para desplegar un liderazgo nacional, pero se choca una y otra vez con el furioso antikirchnerismo de sus votantes, que no olvidan la pelea con el campo y menos la canallada de Zannini de no enviar gendarmes en medio de la revuelta policial.

El problema del peronismo sigue siendo el mismo desde que Cristina terminó su segundo mandato: esta vez se le está complicando cambiar de piel.

Juan Grabois percibió ese dilema de primera mano. Se comunicó con el cordobés para invitarlo a un zoom cerrado sobre federalismo y el gobernador fue claro: «Juan no puedo, me matan acá, te mando una ministra».

«El problema que tenemos es que somos como la mancha venenosa, donde aparecemos convertimos a todos en kirchneristas, si logramos que hasta Massa sea percibido como kirchnerista», comenta con humor un kirchnerista porteño que explica porque la posibilidad de confluir en la Capital con Martín Lousteau hay que trabajarla con «cuidado» para no hacerle más mal que bien.

El problema del peronismo sigue siendo el mismo desde que Cristina terminó su segundo mandato: esta vez se le está complicando cambiar de piel. Una presidencia de Massa hubiera facilitado esa transición. Pero no pasó.

El submarino peronista

«El problema es que todos siguen mirando cuanto pesa cada uno como cuando éramos gobierno: cuánto pesa Cristina, cuánto Massa, cuánto los gobernadores, cuánto Alberto y acá hay que apretar el botón de reset y empezar de cero», comenta un ex ministro.

En realidad, el debate peronista de despliega en dos planos paralelos que pueden cruzarse o no. El primero es que el gira en torno a la viabilidad o no del gobierno de Milei. Si habrá un accidente social o macroeconómico que detone una crisis que obligue a apurar una salida de emergencia. En ese caso, un dirigente conocido por su pragmatismo anticipa: «Se va a discutir con los liderazgos que están, porque es muy temprano o muy tarde para que aparezcan nuevos».

El otro plano es un Milei que logra estabilizar y mantener el control. Entonces hay que pensar en las elecciones legislativas del año próximo y las presidenciales del 2027. Pero como la primera hipótesis sigue abierta, el debate de la segunda pierde sentido y volvemos al submarino peronista, que es lo que (no) vemos hoy.

Milei, por momentos, parece consciente de esa carrera contra el tiempo que lanzó desde que asumió. «Puede haber o no chispa, pero la pradera está seca», es la metáfora de un líder piquetero que observa como la gente que se acerca a sus comedores se multiplicó por dos y por tres desde que comenzó este año.

Que el programa económico haya encallado en la discusión de una nueva devaluación es un signo de la restricción que empieza a raspar la piel de Milei y Caputo. Perciben que no hay margen social para volver a destruir los ingresos, por más que se lo pidan el FMI y el campo.

El comedor popular más grande del país está en el barrio de Constitución. «En diciembre se cocinaban 12 ollas de 50 litros (2200 personas) tercera semana de enero 24 ollas de 50 litros (4400 persona) personas y ahora 30 ollas de 50 litros», explica uno de los organizadores de esa asistencia, que sin alimentos de Nación se sostiene con lo que acerca el gobierno porteño.

Para dimensionar hasta donde llega la plomada de la recesión: «En el pico de la pandemia, con la gente sin laburo, se llegó a 22 ollas de 50 litros».

Que el programa económico haya encallado en la discusión de una nueva devaluación es un signo de la restricción que empieza a raspar la piel de Milei y Caputo. Perciben que no hay margen social para volver a destruir los ingresos, por más que se lo pidan el FMI y el campo.

El bien que más se vende en la zona núcleo son los silobolsas. Récord total. Eso se llama prepararse para la guerra fría, aguantar la cosecha hasta que el gobierno saque la lengua y tenga que devaluar.

No es un tema menor. La inconsistencia macroeconómica de navegar con una inflación por arriba del 10% con una tasa de devaluación del 2%, está demorando el desembolso de 10 mil o 15 mil millones de dólares del FMI y esto a su vez demora la salida del cepo, que es el requisito para que la macroeconomía adquiera ciertos contornos de normalidad y se activen algunas inversiones grandes, sobre todo en minería y energía.

La promesa implícita de Milei Presidente fue terminar con la inflación y el cepo, un paso que empezaría a acercar a la Argentina a la macro de países vecinos como Chile, Bolivia o Brasil. Pero Caputo está enredado y como hizo con Macri, le miente al Presidente mientras gana tiempo. Cuando llegó prometió conseguir 33 mil millones de dólares, después 10 mil, ahora son 5.000 y vemos.

Por eso la sobreactuación de Milei del alineamiento con Estados Unidos con campera militar en la madrugada austral junto a la generala Richardson, la entrega del programa nuclear, de las represas y de toda la relación con China. El libertario apuesta a que la Casa Blanca le ablande al FMI y le suelten los fondos que necesita para blindar el corazón de cristal del experimento en marcha.


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El 2001, la pandemia y el macrismo ya quedaron chicos

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En abril, el consumo en hipermercados cayó 15,4, números que no se veían desde el estallido social de De La Rua. La UIA confirmó que la industria cayó 17,2 por ciento en marzo, muy por encima del industricidio del PRO y cerca del parate total por la COVID. Con la obra pública cerrada por el Gobierno, los tres sectores que explican la mayor parte del PBI se han desmoronado en tiempo récord. Fuertes disputas en las entidades empresarias por el apoyo que le dan a Milei mientras la economía se pulveriza. 
Leandro Renou

Por Leandro Renou

En sólo cinco meses de Gobierno, los números muestran que la gestión económica de Javier Milei superó ampliamente los derrumbes de actividad de las tres crisis más relevantes de los últimos años: el 2001, la pandemia de la COVID y los años de Mauricio Macri. Por un lado, Página I12 accedió a un adelanto del informe de la consultora Scentia de abril, que refleja un desplome del 15,4 por ciento en las ventas de hipermercados, una caída similar a la del estallido del gobierno De La Rua; por su lado, la Unión Industrial (UIA) confirmó que en marzo la actividad fabril cayó 17,2 por ciento, emparejando los niveles de diciembre del 2001 y cayendo más que en la parte más dura de la pandemia. A este dato se suma el derrumbe de la construcción, superior al 42 por ciento, lo que deriva en un escenario inédito: en tiempo récord, la gestión de Milei y Luis Caputo pusieron a las tres actividades que explican la mayor parte del PBI en una situación de dificil retorno.

Por esta perspectiva, que ya se veía venir, los economistas empezaron a alertar hace unas semanas que el nivel de la recesión, autogenerada para intentar morigerar una inflación que sigue muy alta, era el dato central a observar. Lo curioso es que este momento de crisis casi total de la actividad se da en paralelo al apoyo que empresarios de la Cámara Argentina de la Construcción, la Cámara de Comercio y la propia UIA, le dan al gobierno de Milei, a quien estuvieron escuchando y aplaudiendo hace unas horas, en su exposición en el almuerzo que organizó el Consejo del Comercio y la Producción (Cicyp) en el Hotel Alvear. A raíz de estos datos, este diario habló con dirigentes de todos esos sectores consultando cómo y hasta cuándo se sostiene el discurso de apoyo a la línea Milei cuando la actividad a la baja ya se está cargando al empleo. «Es la pregunta del millón», contestó un alto dirigente de UIA. En esa sede de la gremial empresaria hay una guerra entre pymes y gigantes por el contexto de crisis, que se está llevando puestas a las más chicas. Por toda esa tensión, muchas cámaras como los metalúrgicos de ADIMRA y los texiles de Protejer decidieron salir por las suyas a denunciar que el proceso de crisis no frena y terminará en cierres de empresas. 

En este escenario, el consumo masivo es que el primero sintió el ajuste en los salarios, las jubilaciones pisadas y la liberación del resto de los bienes y servicios de la economía, que terminaron privando a las familias de mayores compras de alimentos. Según Scentia, la caída del 15,4 en ventas en los grandes supermercados de abril es la más grande desde el 2001-2002. «Quedó lejos incluso de los números muy negativos del macrismo», explicó un líder del supermercadismo multinacional. En los años del PRO, el consumo masivo medido por Scentia cayó tres de los cuatro años, quedando empatado en el período restante. Lo particular del consumo es que todos los rubros están cayendo, pero algunos como Bebidas, Aceites y Lácteos se desploman desde el 20 al 50 por ciento mensual. 

Esa baja en el gasto de los hogares está directamente conectada, además, con el desempeño de las fábricas. En el reporte de la UIA se muestra que la industria de Alimentos cayó 10,2 por ciento en abril, un número del que nadie tiene antecedentes, porque en general el sector crece, aún en los peores períodos, de manera marginal en relación con el crecimiento poblacional. El derrumbe de todos los sectores que muestra la UIA produjo una caída general de la actividad que supera o se equipara al 2001 y queda muy por encima de la pandemia de COVID. 

En 2001, medido por el INDEC, el sector industrial terminó cayendo 6,2 por ciento. Mientras que en diciembre de ese año, la baja fue de 18,4 por ciento. ¿Qué pasó co la COVID? En el primer semestre del 2020, el período de mayores restricciones a la circulación y la actividad, la industria cayó 18,4 por ciento. Teniendo su pico más negativo en abril, con una baja del 33 por ciento. Luego de eso, arrancó una curva ascendente que dejó al 2021 con números positivos. Hoy, en sólo un mes, retrocedió 17,2 por ciento, pero en condiciones normales, no pandémicas

Lo particular de estos datos, aseguran los especialistas, es que las caídas tan bruscas por sectores ya adelantan no sólo números negativos hacia adelante, sino un golpe que se ve en los puestos de trabajo. Daniel Funes de Rioja, titular de la UIA, aseguró hace unos días que las fábricas perdieron ya 5000 puestos de trabajo, pero ese dato es previo a los 100 despidos en FATE, Acindar, los supermercados, PEPSICO y General Motors, todas cesantías que ocurrieron en las últimas horas. A eso se suman los 100 mil empleos menos que tiene la actividad de la construcción producto de la decisión de Milei de cerrar la obra pública y los que se están dando en el sector comercial. 


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