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Viernes 20 de Junio del 2025

SOCIEDAD

Cristina Fernández de Kirchner apuntó contra las pretensiones intelectuales de Milei y su ataque hacia las mujeres

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En el escrito, titulado «¿Es o se hace?», Iparraguirre cuestiona la imagen de presunto académico que el Presidente intenta construir en sus apariciones mediáticas. También se refiere al ataque constante hacia CFK y, ahora, Lali Espósito.

La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner compartió en sus redes sociales un escrito del diputado de Unión por la Patria (UxP), Rogelio Iparraguirre, en el que cuestiona las pretensiones intelectuales del presidente Javier Milei y el ataque incesante a CFK y la artista Mariana «Lali» Espósito.

En el escrito, titulado «¿Es o se hace», Iparraguirre cuestionó la imagen de presunto académico que el Presidente intenta construir en sus distintas apariciones mediáticas, citando autores a los que supuestamente ha leído para reforzar sus argumentos-ataques a cualquier crítica, por más ínfima que sea.

En primer lugar, el legislador de UxP señaló que Milei, que elogia constantemente Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina de Juan Bautista Alberdi, evita leer o mencionar las obras póstumas del padre de la Constitución – Proceso a Mitre; Grandes y pequeños hombres de plata; El crimen de guerra o El Faustino-, momento en el que «fue precursor del revisionismo».

«Al Presidente le molesta que cuestionen sus afirmaciones eruditas. Le molesta mucho. No debate. Descalifica. No responde. Ataca. No contra argumenta. Manda a callar», afirmó Iparraguirre.

Y mencionó el ataque incesante del primer mandatario en entrevistas y redes sociales a Cristina Kirchner -luego del escrito en el que criticaba al Gobierno que compartió el miércoles- y a Lali Espósito, que se presentó en el Cosquín Rock.

El Presidente y su fallido intento de citar a Gramsci

Este viernes, en un nuevo embate contra Lali y la cultura, Milei compartió un texto citanto al pensador marxista italiano Antonio Gramsci. Según la lectura del Presidente, Gramsci proponía que «para implantar el socialismo era necesario introducirlo desde la educación, la cultura y los medios de comunicación» y que «Argentina es un gran ejemplo de ello».

Iparraguirre le avisó al Presidente que está equivocado y que «parte de un error conceptual». «Quien advirtió sobre las estrategias del sistema capitalista (y no el socialismo) despliega para consolidarse como status quo (y reproducir el sistema de producción) es Louis Althusser, no Gramsci», afirmó.

«El autor francés lo describió bajo el concepto de aparatos ideológicos del estado en donde marcó que el Estado, bajo el poder de los sectores dominantes, logra liderar la reproducción del sistema de acumulación capitalista a través de la religión, las escuelas, el sistema político, el mundo sindical, los medios masivos de comunicación y la cultura», abundó. 

«Althusser, en este caso sí al igual que Gramsci, se enmarca en la tradición teórica neomarxista que se preguntaba (con razón) por qué un sistema que desde sus entrañas se constituye bajo una injusticia (la apropiación de plusvalía) no despertaba el rechazo furibundo de la clase trabajadora para derribarlo».

Iparraguirre aclara que Gramsci desarrolló su línea de pensamiento en la década del 30 del siglo XX y Althusser, en la década del 70. Y continúa: «En este punto, tanto uno como otro empiezan a detectar e investigar otros artilugios propios del sistema, que permiten una reproducción del status quo socioeconómico. En el caso de Gramsci, el concepto de ‘hegemonía’ y la capacidad de una clase política dirigente de trasladar sus demandas al conjunto de la sociedad. Y Althusser con el concepto de ‘aparatos ideológicos del estado’ y el listado taxativo de instituciones que colaboran en la reproducción del capitalismo». 

«Ahora, si las referencias son disparatadas y erróneas, y se suman al conjunto de excentricidades que configuran la personalidad del Presidente, la pregunta concreta es: ¿Milei es un erudito o se hace? ¿Sucederá lo mismo si ahondamos en sus afirmaciones económicas?», finaliza el texto Iparraguirre.


Avisos

RIO TURBIO

20 de junio ¿por qué celebramos el Día de la Bandera?

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A 205 años del fallecimiento de Belgrano, la Argentina celebra el Día de la Bandera. Por qué se eligió esta fecha, cómo nació el símbolo patrio más reconocido y qué lugar ocupa hoy en la construcción de la identidad nacional.

Por Dr. Cristian Baquero Lazcano

Cada año, cuando el invierno apenas asoma y el calendario marca el 20 de junio, la Argentina entera detiene su marcha. Las aulas, las plazas, los medios de comunicación y los discursos institucionales se visten de celeste y blanco. El Día de la Bandera no es solo una evocación protocolar, es una cita con la historia y con la identidad.

La fecha fue establecida por ley en 1938, como homenaje al fallecimiento de Manuel Belgrano, creador de la enseña patria, ocurrido el 20 de junio de 1820. Pero la elección no fue casual ni improvisada, fue una forma de dar visibilidad y reconocimiento tardío a uno de los hombres más lúcidos, comprometidos y silenciosos de la emancipación sudamericana.

¿Por qué el 20 de junio?

Belgrano murió en soledad y sin honores oficiales. Aquel 20 de junio de 1820, Buenos Aires atravesaba una de las mayores crisis políticas de su historia, las provincias estaban en conflicto, las autoridades se disputaban el poder, y el deceso del prócer pasó prácticamente inadvertido. No hubo exequias de Estado ni luto nacional.

Recién en el siglo XX se saldaría esa deuda simbólica con la figura del prócer. El 8 de junio de 1938, el Congreso Nacional sancionó la Ley 12.361, que instauró el 20 de junio como feriado nacional en homenaje a la bandera y a su creador. Desde 2011, por decreto, es un feriado inamovible. Y desde entonces, la fecha se transformó en una jornada de reflexión, promesa escolar y conmemoraciones masivas, especialmente en Rosario, donde la bandera fue izada por primera vez.

Una bandera que nació sin autorización

La bandera argentina fue creada el 27 de febrero de 1812, en el entonces villorrio de Rosario, en plena campaña del Ejército del Norte. Belgrano, al frente de las tropas, ordenó levantar una bandera que pudiera distinguir a los soldados patriotas en el campo de batalla. La escarapela ya había sido adoptada oficialmente días antes, con los colores blanco y celeste.

Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional”, escribió Belgrano en su informe. El Triunvirato porteño, sin embargo, le prohibió seguir usándola. Pero el símbolo ya había calado hondo.

Del campo de batalla al aula escolar

Los primeros usos de la bandera fueron estrictamente militares. En una época sin uniformes ni divisas claras, era clave tener una insignia que permitiera distinguir aliados de enemigos. El color rojo, tradicionalmente asociado a los realistas, fue evitado de forma explícita por Belgrano.

Con el tiempo, la bandera ganó legitimidad popular y política. El Congreso de Tucumán la adoptó como símbolo nacional en 1816, y dos años después, en 1818, se incorporó el Sol de Mayo, inspirado en las primeras monedas patrias acuñadas en Potosí.

Este sol -con rostro humano y 32 rayos alternados- representa la Revolución de Mayo y marca el carácter de “bandera mayor” o de guerra, a diferencia de la versión sin sol, usada hasta 1985 por particulares.

Rosario, el corazón de la celebración

La ciudad de Rosario, donde Belgrano izó por primera vez la bandera a orillas del río Paraná, es la sede histórica de las celebraciones. Allí se erige el Monumento Nacional a la Bandera, inaugurado oficialmente el 20 de junio de 1957, con desfiles, discursos y presencia de autoridades. Desde hace algunos años, se sumó un símbolo colectivo de gran impacto, la bandera más larga del mundo, confeccionada por miles de vecinos y escuelas en tramos que se van uniendo hasta superar los diez kilómetros.

De emblema militar a símbolo colectivo

La bandera no es solo un paño, ni un accesorio ornamental. Es un emblema de pertenencia, un testigo silencioso de la historia y una señal de identidad cultural. Flamea en las escuelas, pero también en los balcones, los estadios, las movilizaciones, las tragedias y los logros deportivos.

Por eso, cada 20 de junio, la Promesa de Lealtad a la Bandera que realizan los alumnos de cuarto grado en todo el país adquiere una profundidad especial. No es una fórmula vacía. Es la primera vez que muchos niños se reconocen parte de una comunidad política que los trasciende.

Un legado que interpela

Belgrano no fue solo el creador de la bandera. Fue también un reformista ilustrado, defensor de la educación gratuita, promotor de la industria nacional y figura clave en el proceso de independencia. Su vida, cargada de renuncias personales y servicio público, representa una ética de la responsabilidad que todavía hoy resulta incómoda en tiempos de discursos fáciles.

Que este 20 de junio no sea apenas una jornada con discursos escolares y mástiles engalanados. Que sea también un momento para preguntarnos cuánto hay en nosotros de esa promesa original, la de construir una patria libre, justa y soberana. Como la que Belgrano imaginó bajo su bandera.

(*) Cristian Baquero Lazcano

Profesor e Investigador Universitario. Doctor en Psicología Social. Director de Comunicación de la Asociación Argentina de Ceremonial y Protocolo (ASARP). Especialista en Heráldica y Vexilología. Creador de banderas y escudos oficiales en municipios y comunas de la República Argentina.


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