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Viernes 20 de Junio del 2025

SOCIEDAD

Milei apunta al negocio de las represas y deja afuera a los gobernadores

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Se trata del complejo hidroeléctrico de Río Negro y Neuquen. En un mes vence la prorroga de las concesiones. Figueroa y Wereltilnek intimaron al gobierno nacional.

Las concesiones de las represas hidroeléctricas otorgadas en 1993 durante el proceso privatizador del gobierno de Carlos Menem vencieron el año pasado. Con esto se abrió una discusión entre Nación y provincias por la propiedad del recurso, cuestión que no resolvió la gestión anterior. 

Al asumir el gobierno de Javier Milei extendió provisoriamente las concesiones por 60 días al detectar un negocio energético con capacidad para atraer actores de peso internacional. Esta situación es la que ahora Nación capitaliza en su enfrentamiento con los mandatarios provinciales. 

Se trata de Neuquén y Río Negro donde se encuentran emplazadas las seis centrales hidroeléctricas en cuestión, cuyo recursos hídricos aportan el Río Limay y el  Río Neuquén. Gracias a eso es que las provincias aportan al sistema interconectado nacional un 4.431 MW de potencia instalada.

Las centrales son Planicie Banderita, El Chocón y Arroyito, administrada por la italiana Enel; las presas Portezuelo Grande, Loma de la Lata y El Chañar en manos de Orazul Energy, la planta hidroeléctrica Alicurá que controla AES y el complejo hidroeléctrico Piedra del Águila de la Sociedad Energía Sadesa Central Puerto y Pichi Picún Leufú a cargo de Pampa Energía . 

Lo cierto es que estas represas fueron construidas íntegramente por el Estado Nacional y concesionadas en 1993 un año antes de la reforma constitucional que reconoce la propiedad de los recursos del subsuelo a las provincias. Según establece lo pactado hace 30 años, ante el vencimiento de las concesiones las centrales deben ser revertidas sin cargo al concedente, es decir, al Estado Nacional.

Esto no quita que las provincias exijan que pasen a ser administradas por lo gobiernos locales donde se encuentran emplazadas estas usinas, amparados en la reforma de la Constitución Nacional que en 1994 les concedió la propiedad de los recursos de sus suelos.

«Los gobernadores de Neuquen y Rio Negro se la ven venir. En la seguidilla de ataques por parte del gobierno nacional, sigue dejar a las provincias afuera del negocio de las centrales hidroeléctricas» afirmó una fuente de una de las empresas muy interesada en continuar en el negocio. 

En este sentido circulan versiones que indican que Pampa Energía de Marcelo Mindlin ya avanzó en conversaciones con el gobierno nacional, no solo para garantizar la continuidad en la represa de  Pichi Picún Leufú, sino también sumar la operación de otras centrales que el Estado «ponga en oferta» expreso la misma fuente. 

En rigor tanto Alberto Weretilneck gobernador de Río Negro, como Rolando Figueroa gobernador de Neuquén, intimaron al Estado nacional por las concesiones de las centrales hidroeléctricas en un comunicado conjunto. 

 En la notificación ambos mandatarios advierten que cualquier acción unilateral por parte del Gobierno Nacional será considerada inválida y carecerá de derechos frente a la provincia. Además, se subraya la posibilidad de iniciar acciones legales contra los eventuales concesionarios o explotadores de los recursos, en caso de no respetarse las disposiciones provinciales. 


Avisos

RIO TURBIO

20 de junio ¿por qué celebramos el Día de la Bandera?

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A 205 años del fallecimiento de Belgrano, la Argentina celebra el Día de la Bandera. Por qué se eligió esta fecha, cómo nació el símbolo patrio más reconocido y qué lugar ocupa hoy en la construcción de la identidad nacional.

Por Dr. Cristian Baquero Lazcano

Cada año, cuando el invierno apenas asoma y el calendario marca el 20 de junio, la Argentina entera detiene su marcha. Las aulas, las plazas, los medios de comunicación y los discursos institucionales se visten de celeste y blanco. El Día de la Bandera no es solo una evocación protocolar, es una cita con la historia y con la identidad.

La fecha fue establecida por ley en 1938, como homenaje al fallecimiento de Manuel Belgrano, creador de la enseña patria, ocurrido el 20 de junio de 1820. Pero la elección no fue casual ni improvisada, fue una forma de dar visibilidad y reconocimiento tardío a uno de los hombres más lúcidos, comprometidos y silenciosos de la emancipación sudamericana.

¿Por qué el 20 de junio?

Belgrano murió en soledad y sin honores oficiales. Aquel 20 de junio de 1820, Buenos Aires atravesaba una de las mayores crisis políticas de su historia, las provincias estaban en conflicto, las autoridades se disputaban el poder, y el deceso del prócer pasó prácticamente inadvertido. No hubo exequias de Estado ni luto nacional.

Recién en el siglo XX se saldaría esa deuda simbólica con la figura del prócer. El 8 de junio de 1938, el Congreso Nacional sancionó la Ley 12.361, que instauró el 20 de junio como feriado nacional en homenaje a la bandera y a su creador. Desde 2011, por decreto, es un feriado inamovible. Y desde entonces, la fecha se transformó en una jornada de reflexión, promesa escolar y conmemoraciones masivas, especialmente en Rosario, donde la bandera fue izada por primera vez.

Una bandera que nació sin autorización

La bandera argentina fue creada el 27 de febrero de 1812, en el entonces villorrio de Rosario, en plena campaña del Ejército del Norte. Belgrano, al frente de las tropas, ordenó levantar una bandera que pudiera distinguir a los soldados patriotas en el campo de batalla. La escarapela ya había sido adoptada oficialmente días antes, con los colores blanco y celeste.

Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional”, escribió Belgrano en su informe. El Triunvirato porteño, sin embargo, le prohibió seguir usándola. Pero el símbolo ya había calado hondo.

Del campo de batalla al aula escolar

Los primeros usos de la bandera fueron estrictamente militares. En una época sin uniformes ni divisas claras, era clave tener una insignia que permitiera distinguir aliados de enemigos. El color rojo, tradicionalmente asociado a los realistas, fue evitado de forma explícita por Belgrano.

Con el tiempo, la bandera ganó legitimidad popular y política. El Congreso de Tucumán la adoptó como símbolo nacional en 1816, y dos años después, en 1818, se incorporó el Sol de Mayo, inspirado en las primeras monedas patrias acuñadas en Potosí.

Este sol -con rostro humano y 32 rayos alternados- representa la Revolución de Mayo y marca el carácter de “bandera mayor” o de guerra, a diferencia de la versión sin sol, usada hasta 1985 por particulares.

Rosario, el corazón de la celebración

La ciudad de Rosario, donde Belgrano izó por primera vez la bandera a orillas del río Paraná, es la sede histórica de las celebraciones. Allí se erige el Monumento Nacional a la Bandera, inaugurado oficialmente el 20 de junio de 1957, con desfiles, discursos y presencia de autoridades. Desde hace algunos años, se sumó un símbolo colectivo de gran impacto, la bandera más larga del mundo, confeccionada por miles de vecinos y escuelas en tramos que se van uniendo hasta superar los diez kilómetros.

De emblema militar a símbolo colectivo

La bandera no es solo un paño, ni un accesorio ornamental. Es un emblema de pertenencia, un testigo silencioso de la historia y una señal de identidad cultural. Flamea en las escuelas, pero también en los balcones, los estadios, las movilizaciones, las tragedias y los logros deportivos.

Por eso, cada 20 de junio, la Promesa de Lealtad a la Bandera que realizan los alumnos de cuarto grado en todo el país adquiere una profundidad especial. No es una fórmula vacía. Es la primera vez que muchos niños se reconocen parte de una comunidad política que los trasciende.

Un legado que interpela

Belgrano no fue solo el creador de la bandera. Fue también un reformista ilustrado, defensor de la educación gratuita, promotor de la industria nacional y figura clave en el proceso de independencia. Su vida, cargada de renuncias personales y servicio público, representa una ética de la responsabilidad que todavía hoy resulta incómoda en tiempos de discursos fáciles.

Que este 20 de junio no sea apenas una jornada con discursos escolares y mástiles engalanados. Que sea también un momento para preguntarnos cuánto hay en nosotros de esa promesa original, la de construir una patria libre, justa y soberana. Como la que Belgrano imaginó bajo su bandera.

(*) Cristian Baquero Lazcano

Profesor e Investigador Universitario. Doctor en Psicología Social. Director de Comunicación de la Asociación Argentina de Ceremonial y Protocolo (ASARP). Especialista en Heráldica y Vexilología. Creador de banderas y escudos oficiales en municipios y comunas de la República Argentina.


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