SOCIEDAD
La libertad no avanza

Por Ignacio FidanzaLa caída de la ley ómnibus es un punto de quiebre en el sistema de conducción política de Milei. |
Un llamado de un gobernador dialoguista a Máximo Kirchner en el fragor de la discusión en el recinto, aceleró la caída de la ley ómnibus. LPO había revelado en exclusiva que el líder de La Cámpora no quería votar la coparticipación del impuesto país, que empujó el cordobés Martín Llaryora, en una diagonal con el peronismo.
«¿En serio no van a votar el impuesto País?», preguntó el gobernador. «Bueno, si nos dejan afuera de la negociación no lo votamos, ahora, si están para acordar podemos votarlo, nosotros estamos en contra de las privatizaciones y el endeudamiento», le respondió Máximo.
En ese momento empezaron a pasar cosas en el recinto y el gobierno que venía ganando votaciones con dificultad vio abrirse el abismo de una derrota cuando se ponía en consideración el capítulo de privatizaciones, considerado un pasa no pasa por Milei y por su negociador en jefe, Santiago Caputo, interesado en que salga por disciplina con su jefe, pero también proyectos particulares que tiene junto a su socio Guillermo Garat en YPF.
El comando libertario decidió entonces que la ley vuelva a comisión, que es lo mismo que matarla. Se cae la aprobación en general. O sea, digamos, hay que empezar de cero. Una derrota en toda la línea, que Milei intentó disimular con bravuconadas y amenazas de gobernar por decreto, plebiscitos y otras exhibiciones de impotencia política.
En esa hora crítica como nunca quedó expuesta la endeblez política del armado libertario: Pichetto le tuvo que explicar a Martín Menem que se encaminaban a una derrota, Zago y Francos maquinaron regresarla a comisión sin entender que la ley se caía; y en crisis, la diputada libertaria Romina Diez llamó a Israel a Karina Milei para pedirle instrucciones.
La «hermanísima», como se la conoce en el gobierno, la despachó con malos modos: «Me estoy yendo a dormir».
Lo notable que apenas se cayó la ley la maquinaria de propaganda de Milei empezó a acusar a los gobernadores de traición. «Es curioso como ven las cosas, se negaron a hacer un acuerdo y ahora acusan de traición ¿Traición de qué acuerdo?», reflexionó el operador de uno de los gobernadores de Juntos, apuntados por el Presidente.
Lo cierto es que la derrota no ocurrió este martes, sino que se consumó días atrás cuando Caputo anunció que retiraba el paquete fiscal, precisamente porque no querían acordar con los gobernadores los términos del ajuste. En ese momento quedó un mamotreto con más capricho ideológico que instrumentos reales para resolver la crisis actual.
La derrota no ocurrió este martes, sino que se consumó días atrás cuando Caputo anunció que retiraba el paquete fiscal, porque no querían acordar con los gobernadores los términos del ajuste. En ese momento quedó un mamotreto con más capricho ideológico que instrumentos reales para resolver la crisis actual.
Es muy probable que ahora Milei tenga que esperar al inicio de las ordinarias para hacer lo que se quiso ahorrar: enviar distintos proyectos con los capítulos importantes, blanqueo, privatizaciones, impuestos, para que el Congreso los trate con los tiempos que demandan.
Muy mal asesorado por Federico Sturzenegger y otros apologistas del maximalismo, Milei paga con su capital político. Como vaticinó Kirschbaum en Clarín, Sturzenegger finalmente se llevó la tercer medalla, luego de fracasar con Cavallo y Macri.
El problema es que en el camino, Milei desgastó la relación con los diez gobernadores de Juntos y los tres bloques aliados, sufrió su primer derrota seria y queda en estado de debilidad política, en el preciso momento que todos los sondeos indican una tendencia consistente de caída de su popularidad.
¿Cómo sigue? Si mantiene la idea de Santiago Caputo y otros aprendices de brujo de «aprovechar» esta crisis para retomar la épica contra la casta, sigue mal. Si entra alguna sensatez en el estrechísimo círculo de decisión presidencial, lo natural sería convocar ya mismo a los gobernadores para discutir lo importante: un nuevo pacto fiscal que le de orden y equilibre las cargas del ajuste en marcha.
«El problema es que el gobierno de Milei es una concentración de lo peor de Macri, es un gabinete porteño, que no conoce el país, que no entiende como funciona la relación Nación, provincias, municipios, que se creen que las saben todas y encima son muy soberbios», se lamenta uno de los gobernadores que más hizo porque la ley salga.
La discusión de fondo es sencilla. Con la eliminación de Ganancias que aplicó Massa las provincias perdieron 3.500 millones de dólares. Con la coparticipación del impuesto país recuperarían unos 1.400 millones. No resolvía todo el problema pero alcanzaba para pagar los sueldos, que en varias provincias empiezan a estar en riesgo y ya se habla de volver a los pagos en cuotas. Otro gran interrogante es si empezarán las clases.
«Si miras enero a enero del año pasado, Milei bajó las transferencias a las provincias a cero», se lamenta el asesor de un gobernador. Por eso, la teoría de Llaryora era simple: «Hay que cobrarse ya con el impuesto al cheque porque en marzo vamos a estar todos enquilombados». «MIlei nos va a cagar», resumía un colega del cordobés.
Los gobernadores de Juntos compartían el diagnóstico, pero temían el escrache de terminar votando con el peronismo y por eso antes que empiece la sesión hicieron un zoom sin el cordobés y acordaron no votar la coparticipación del impuesto País. Una curiosidad de este mundo de política en redes: el temor a los trolls se impuso al temor de no tener plata para pagar a los sueldos. Realpolitick al revés.
Y una vez más se confirma que es un mal negocio tratar de hacerse el lindo con Milei: le votaron casi todo, pero igual sufrieron el fuego de los trolls libertarios cuando se cayó la sesión. Ya no hay lugar para distraídos: Milei desprecia a sus aliados, en especial a los radicales, y se los hace saber cada vez que tiene la oportunidad.
Es probable que el Presidente decodifique esos intentos de «ayudarlo» como una maniobra de Macri para coparle el Gobierno, como un primer paso de un plan más amplio para fusionar a La Libertad Avanza con el PRO y quedarse con el armado de las listas el año próximo. Por eso el interés de Macri en asumir la presidencia del PRO, cuando si hubo algo que siempre despreció fue el partido. Se asegura así la lapicera para definir las listas.
«Milei no tiene estrategia política, pero es un hombre que reacciona, cuando olfateó que Macri le quería copar el Gobierno cerró con Patricia y lo dejó afuera. Ahora se dio cuenta que le decían que le estaban dando el vehículo para que gobierne, pero al mismo tiempo le desinflaban las ruedas y le aflojaban el volante, por eso mandó a matar la ley», afirma un dirigente de Juntos que viene fracasando en su intento por construir un diálogo razonable con los libertarios.
Como sea, la caída de la ley, que amenaza con arrastrar lo que queda del DNU, es un dato político insoslayable: el sistema de conducción de Milei se estrelló contra la pared. En un gobierno normal habría una crisis de primera magnitud, un cambio de gabinete, empezando por Santiago Caputo y un cimbrozanzo fuerte sobre el jefe de bloque y el presidente de Diputados. Pero para que hacer tanto lío, si en las redes y los medios amigos estamos de diez.
El problema es que afuera de ese mundo virtual está el real, que a veces tiene algo para decir. Milei que se jacta de su respeto religioso por el mercado, haría bien en ponerle un ojo. Hay que ver como esa gente, que no tiene corazón, procesa tres datos muy negativos: tipo de cambio real atrasado, meta de superávit en riesgo y ley ómnibus hundida.
RIO TURBIO
20 de junio ¿por qué celebramos el Día de la Bandera?

A 205 años del fallecimiento de Belgrano, la Argentina celebra el Día de la Bandera. Por qué se eligió esta fecha, cómo nació el símbolo patrio más reconocido y qué lugar ocupa hoy en la construcción de la identidad nacional.
Por Dr. Cristian Baquero Lazcano
Cada año, cuando el invierno apenas asoma y el calendario marca el 20 de junio, la Argentina entera detiene su marcha. Las aulas, las plazas, los medios de comunicación y los discursos institucionales se visten de celeste y blanco. El Día de la Bandera no es solo una evocación protocolar, es una cita con la historia y con la identidad.
La fecha fue establecida por ley en 1938, como homenaje al fallecimiento de Manuel Belgrano, creador de la enseña patria, ocurrido el 20 de junio de 1820. Pero la elección no fue casual ni improvisada, fue una forma de dar visibilidad y reconocimiento tardío a uno de los hombres más lúcidos, comprometidos y silenciosos de la emancipación sudamericana.
¿Por qué el 20 de junio?
Belgrano murió en soledad y sin honores oficiales. Aquel 20 de junio de 1820, Buenos Aires atravesaba una de las mayores crisis políticas de su historia, las provincias estaban en conflicto, las autoridades se disputaban el poder, y el deceso del prócer pasó prácticamente inadvertido. No hubo exequias de Estado ni luto nacional.
Recién en el siglo XX se saldaría esa deuda simbólica con la figura del prócer. El 8 de junio de 1938, el Congreso Nacional sancionó la Ley 12.361, que instauró el 20 de junio como feriado nacional en homenaje a la bandera y a su creador. Desde 2011, por decreto, es un feriado inamovible. Y desde entonces, la fecha se transformó en una jornada de reflexión, promesa escolar y conmemoraciones masivas, especialmente en Rosario, donde la bandera fue izada por primera vez.
Una bandera que nació sin autorización
La bandera argentina fue creada el 27 de febrero de 1812, en el entonces villorrio de Rosario, en plena campaña del Ejército del Norte. Belgrano, al frente de las tropas, ordenó levantar una bandera que pudiera distinguir a los soldados patriotas en el campo de batalla. La escarapela ya había sido adoptada oficialmente días antes, con los colores blanco y celeste.
“Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional”, escribió Belgrano en su informe. El Triunvirato porteño, sin embargo, le prohibió seguir usándola. Pero el símbolo ya había calado hondo.
Del campo de batalla al aula escolar
Los primeros usos de la bandera fueron estrictamente militares. En una época sin uniformes ni divisas claras, era clave tener una insignia que permitiera distinguir aliados de enemigos. El color rojo, tradicionalmente asociado a los realistas, fue evitado de forma explícita por Belgrano.
Con el tiempo, la bandera ganó legitimidad popular y política. El Congreso de Tucumán la adoptó como símbolo nacional en 1816, y dos años después, en 1818, se incorporó el Sol de Mayo, inspirado en las primeras monedas patrias acuñadas en Potosí.
Este sol -con rostro humano y 32 rayos alternados- representa la Revolución de Mayo y marca el carácter de “bandera mayor” o de guerra, a diferencia de la versión sin sol, usada hasta 1985 por particulares.
Rosario, el corazón de la celebración
La ciudad de Rosario, donde Belgrano izó por primera vez la bandera a orillas del río Paraná, es la sede histórica de las celebraciones. Allí se erige el Monumento Nacional a la Bandera, inaugurado oficialmente el 20 de junio de 1957, con desfiles, discursos y presencia de autoridades. Desde hace algunos años, se sumó un símbolo colectivo de gran impacto, la bandera más larga del mundo, confeccionada por miles de vecinos y escuelas en tramos que se van uniendo hasta superar los diez kilómetros.
De emblema militar a símbolo colectivo
La bandera no es solo un paño, ni un accesorio ornamental. Es un emblema de pertenencia, un testigo silencioso de la historia y una señal de identidad cultural. Flamea en las escuelas, pero también en los balcones, los estadios, las movilizaciones, las tragedias y los logros deportivos.
Por eso, cada 20 de junio, la Promesa de Lealtad a la Bandera que realizan los alumnos de cuarto grado en todo el país adquiere una profundidad especial. No es una fórmula vacía. Es la primera vez que muchos niños se reconocen parte de una comunidad política que los trasciende.
Un legado que interpela
Belgrano no fue solo el creador de la bandera. Fue también un reformista ilustrado, defensor de la educación gratuita, promotor de la industria nacional y figura clave en el proceso de independencia. Su vida, cargada de renuncias personales y servicio público, representa una ética de la responsabilidad que todavía hoy resulta incómoda en tiempos de discursos fáciles.
Que este 20 de junio no sea apenas una jornada con discursos escolares y mástiles engalanados. Que sea también un momento para preguntarnos cuánto hay en nosotros de esa promesa original, la de construir una patria libre, justa y soberana. Como la que Belgrano imaginó bajo su bandera.
(*) Cristian Baquero Lazcano
Profesor e Investigador Universitario. Doctor en Psicología Social. Director de Comunicación de la Asociación Argentina de Ceremonial y Protocolo (ASARP). Especialista en Heráldica y Vexilología. Creador de banderas y escudos oficiales en municipios y comunas de la República Argentina.
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