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El mensaje de las centrales sindicales y los movimientos sociales: resistencia frente al ajuste

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En un acto conjunto, las organizaciones que representan a trabajadores formales y de la economía popular abogaron por “mantener la unidad para defender los derechos conquistados” y anunciaron que estarán en la calle si el nuevo gobierno impulsa un modelo de flexibilización laboral.

La reunión en la sede de la Confederación General del Trabajo (CGT) fue el primer gesto de unidad y de organización de la resistencia frente a nuevo gobierno que promete ajuste y quita de derechos. La CGT abrió el Salón Felipe Vallese para la consagración de la nueva conducción Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) –que el 29 de noviembre fue avalada con mas de 650 mil votos– y del acto también participaron las dos CTA (de los Trabajadores y Autónoma), así como movimientos sociales que no integran esa estructura gremial. “Nos van a ver en la calle pronto”, dijo el triunviro cegetista Pablo Moyano, en un acto en el que todos coincidieron en la necesidad de “mantener la unidad de los trabajadores para defender los derechos conquistados”.

“Lo estratégico, lo inteligente, en el marco de la unidad que tengamos va a ser que no sea posible que nos arrebaten los derechos conquistados”, dijo Héctor Daer desde el escenario y agregó: “No solo resistir, en la nueva conformación política hay diputados y senadores para evitar que la ley ómnibus no sea la que nos pase por arriba a los trabajadores”.

Antes, el líder camionero que abrió la lista de oradores se explayó sobre los tiempos que vienen y la experiencia reciente para enfrentarlo. “Hace ocho años estábamos en la calle para frenar la reforma laboral del macrismo, fuimos los primeros en salir. Y ahora el macrismo y el menemismo que creíamos desterrados vuelven a gobernar. Que no empiecen a joder con quitarnos los derechos”, señaló.

Moyano sostuvo que el futuro gobierno fue elegido democráticamente, pero ratificó el “compromiso de la CGT para defender los derechos”, y que volverán a ser los primeros en estar en la calle para frenar “la reforma laboral que no pudieron llevar adelante” antes. “Ahora viene una ley ómnibus, con muchas adentro para cagar a los laburantes”, insistió el dirigente camionero y lanzó una advertencia a los gobernadores sobre la postura que asumirán en el Congreso: “No nos vengan con el verso de la obra pública, la coparticipación, si llegan a los gobiernos cantando la marcha y las fotos de Perón y Evita”. “Nos van a ver en la calle pronto”, sentenció.

“Este espacio de unidad va a decir con claridad lo trágico de lo que estamos atravesando: no solo son neoliberales sino una experiencia neofascista terrible para la sociedad. Traen lo peor de nuestro pasado: restitución política de la dictadura; Martínez de Hoz, funcionarios del menemismo, el macrismo y De la Rúa que nos llevaron al fracaso. No tienen nada nuevo que ofrecer a la sociedad”, lanzó Hugo “Cachorro” Godoy de la CTA-A. “Tenemos que sostener la capacidad de organizarnos, con nuevas propuestas. Ya vemos los nubarrones que nos traen, esperemos que sea una experiencia corta, como Macri, que no pudo ser reelegido”, insistió.

Para Hugo Yasky, de la CTA de los Trabajadores, es “un momento difícil”, pero también “definitorio para derrotar intentos de saquear los recursos naturales de la Argentina y de instaurar un modelo donde los pobres no tengan posibilidades”. Vamos a dar la pelea en la calle y en el Congreso”, dijo el también diputado. Recordó que Felipe Vallese “fue el primer joven desaparecido en nuestro país, delegado sindical, metalúrgico”, para señalar que “no nos derrotaron en situaciones peores que esta, tampoco en esta”.

Abajo del escenario estaba casi todo el consejo directivo de la CGT, salvo el triunviro Carlos Acuña que envió un saludo al encuentro. Estaban también referentes de los movimientos sociales como Emilio Pérsico (Evita), Juan Grabois (MTE y fundador de la UTEP), Gildo Onorato, Daniel Menéndez y otros. Funcionarios como la saliente ministra de Trabajo, Kelly Olmos, y los ministros bonaerenses Walter Correa y Andrés Larroque. Además, acompañaron el acto referentes de organizaciones sociales que no integran la UTEP, como Barrios de Pie y el FOL, así como sacerdotes que responden a la doctrina social de la Iglesia católica. 

Desde la UTEP se encargaron de destacar la unidad de las centrales sindicales con las organizaciones sociales, que representan a los trabajadores de economía popular. “Es una compleja etapa. No solo neoliberalismo, muchos de nuestro pueblo lo votaron (al nuevo gobierno). Nunca el pueblo es el culpable de los retrocesos, habrá que asumir las cosas que no hicimos, las que nos faltaron. Nos queda la tarea enorme de reconstruir el campo popular”, sostuvo Johana Duarte, secretaria general de la UTEP.

“Tenemos que asumir el compromiso férreo de ni un paso atrás de los trabajadores por más que vengan degollando”, agregó Ramiro “Vasco” Berdesegar, el representante de CCC en la nueva conducción de la UTEP. Norma Morales, secretaria adjunta, recordó la trayectoria de los movimientos sociales y rindió homenaje a Maximiliano Kosteki, Darío Santillán y el Martín “Oso” Cisneros.

“Esta foto es de la unidad de todos los trabajadores. Esta foto va a salir a las calles a pelear”, dijo Dina Sánchez y agregó: “La protesta es un derecho que esta en la Constitución y lo vamos a defender. El pueblo está en el Congreso, para dar pelea desde las instituciones y nosotros desde las calles».

El flamante secretario general de la UTEP, Walter Alejandro “Peluca” Gramajo, se encargó de repasar la historia del movimiento de la economía popular y saludar a cada uno de los que acompañaron el proceso. Sobre el futuro inmediato, dijo: “No entrar en el pánico, aunque quieran hacernos meter en el miedo. Tampoco en el aventurerismo. Tenemos que tomar decisiones para defender a nuestro pueblo, los tiempos que vienen van a ser muy sufridos también para los sectores medios”. Y llamó a “construir unidad y defendernos solidariamente”. 


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Cuáles son los cambios que exige la oposición para acompañar la Ley Bases y el paquete fiscal

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El debate legislativo de la semana finalizó sin dictamen. El oficialismo ya sabe que los proyectos que se aprobaron en la Cámara de Diputados sufrirán modificaciones. Los cinco puntos clave.

Por María Cafferata

Un Pacto de Mayo sin ley, una ley sin forma. La imposibilidad de dictaminar la Ley Bases no solo enterró la ilusión del acto de unidad con los gobernadores en Córdoba, sino que hundió la fantasía de que el gobierno ya había logrado cerrar un gran acuerdo con la oposición. No hay acuerdo ni borrador final: solo la certidumbre de que los proyectos que se aprobaron en Diputados no serán los mismos que se aprobarán en el Senado. Hay seis senadores opositores cuyas firmas son claves que todavía aguardan una respuesta del oficialismo sobre sus pedidos de modificaciones y, hasta que no tengan una devolución, no dictaminarán nada. La pelota, aseguran, está del lado del gobierno nacional, que tendrá que definir, este fin de semana, qué cambios acepta y cuáles se arriesga a rechazar. En el mientras tanto, nadie, ni el propio gobierno, está seguro de qué forma final tendrán las dos primeras leyes que el Congreso le aprobará a Javier Milei. 

Martín Lousteau (UCR), Pablo Blanco (UCR), Maxi Abad (UCR), Guadalupe Tagliaferri (PRO), Edgardo Kueider (Entre Ríos) y José Carambia (Santa Cruz) son los seis senadores de cuyas firmas depende que las comisiones de Presupuesto, Legislación General y Asuntos Constitucionales puedan dictaminar la Ley Bases y el paquete fiscal para que puedan llegar al recinto. El oficialismo se equivocó al creer que el número estaba garantizado y que, en todo caso, la discusión por la letra chica se resolvería de camino al recinto. Y los senadores se lo están haciendo pagar. Para muchos, la inclusión de Victoria Villarruel en las negociaciones – hasta ahora desplazada – habilitará un diálogo más fluido con un oficialismo que, hasta ahora, estaba fragmentado. El intercambio era, por momentos, contradictorio: el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, decía una cosa y el ministro de Interior, Guillermo Francos, decía otra. 

«Que digan lo que quieran, yo no firmo nada». La frase salió de la boca de varios senadores opositores en las últimas 48 horas. Senadores que se sienten empoderados y que, ante la ausencia de ofertas concretas del gobierno – con la excepción de los fondos para la UBA (un guiño directo al radicalismo) -, van acumulando reclamos. El gobierno solo cuenta con siete senadores propios y otros cinco del PRO: está muy lejos de los 37 que necesita para el quórum, por lo que no está en condiciones de ignorar ningún pedido. El problema es que, a medida que pasa el tiempo, los pedidos son cada vez más.

RIGI

A la cabeza de los reclamos está el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) que otorga beneficios fiscales exorbitantes por 30 años para todas las empresas extranjeras que inviertan más de 200 millones de dólares. El vocero más elocuente contra el RIGI ha sido Lousteau, pero no está solo: el radical arrastra consigo también las objeciones de Tagliaferri, Blanco, Abad y varias fuerzas provinciales. Una de las mayores críticas es al artículo 163, que anula cualquier normativa provincial que restrinja lo sostenido por el régimen (adhieran o no las provincias). Se reclama, a su vez, establecer un régimen especial para las industrias más chicas – ya que las inversiones por más de 200 millones están pensadas, casi exclusivamente, para la actividad minera y petrolera -, así como algún sistema de «compre argentino» que proteja a la industria local de la apertura de importaciones.

Hay otros senadores, como Kueider, que plantean cambios más de fondo, como la exigencia de encadenamientos productivos locales.

Impuesto a las Ganancias

Si hay un capítulo que no tiene posibilidades de aprobarse sin cambios es la restitución de Ganancias. Los senadores patagónicos exigen incluir un diferencial para la zona – aludiendo a que el costo de vida es mucho mayor que en el resto del país – y reclaman un incremento del piso mínimo del 22 por ciento. Es decir, que pasaría de 1,8 millones a casi 2,2 millones (que es el mínimo que el proyecto sostiene para personas casadas). 

Este punto está casi cerrado con el gobierno nacional, ya que los patagónicos amenazaron con voltearle todo el paquete fiscal si no introduce cambios. Los patagónicos están cerca de sumar unos 48 votos en contra. Es decir, los dos tercios del Senado, lo que obligaría al oficialismo a conseguir la misma mayoría en Diputados para rechazar la modificación (un número que LLA no tiene posibilidades de alcanzar). Dependen de que Unión por la Patria y un par de senadores sin tierra quieran acompañar y están confiados en que lo lograrán. 

Privatizaciones

Era un capítulo que parecía cerrado y que, en la última semana, empezó a acumular varias objeciones. Principalmente por la privatización de dos empresas públicas: Aerolíneas Argentinas y Correo Argentino. Son varios los senadores del Sur que advierten que, si privatizan la línea de bandera, se caerán varias rutas no turísticas de la Patagonia, como ya sucedió en los 90′. El mismo argumento se repite para el Correo Argentino: el temor es que termine habiendo ciudades y pueblos enteros que se queden sin correo si el Estado no lo garantiza. 

Estas objeciones representan un dolor de cabeza para el oficialismo, ya que el capítulo de privatizaciones representa una de las partes centrales de la Ley Bases. En efecto, cuando el proyecto se cayó en febrero en Diputados fue porque el recinto estaba a punto de rechazar las privatizaciones (entonces eran un total de 27, ahora son once). En el oficialismo buscan evitar una «carnicería» del proyecto, pero se enfrentan a una difícil realidad numérica: si los patagónicos repiten el número de Ganancias para privatizaciones podrían terminar blindando también este capítulo frente a posibles modificaciones en Diputados. 

Blanqueo de capitales

Con el tándem Lousteau-Tagliaferri encabezando la avanzada, el gobierno reconoce que introducirá cambios en el capítulo de blanqueo (uno de los más generosos de los últimos años, ya que permite que quienes blanqueen hasta 100 mil dólares no paguen ninguna penalización). Uno de los pedidos es excluir a los hermanos de los funcionarios, así prohibir la posibilidad de que las personas puedan blanquear en nombre de otras (testaferros). Otro de los cambios será ampliar de 5 a 10 años el tiempo que tenga que haber pasado desde que una persona ocupó un cargo público para poder acogerse al beneficio.   

Moratoria previsional

Hay, además, decenas de pedidos de modificaciones que refieren a la reforma de la Ley de Hidrocarburos o la Ley de Procedimiento administrativo, así como a la reforma laboral. Uno de los temas más delicados es, sin embargo, la eliminación de la moratoria previsional. Hoy por hoy, en el Senado no está el número para aprobar este capítulo, que no solo cuenta con el rechazo de UxP o Carambia y Kueider, sino también de la cordobesa Alejandra Vigo, la rionegrina Mónica Silva y la neuquina Lucila Crexell. La gran mayoría de los senadores coinciden en que eliminar la moratoria representaría un duro golpe para las mujeres – 9 de cada 10 no cuenta con los 30 años de aportes – y nadie quiere cargar con ese costo político. Más de un senador pro Ley Bases, incluso, tiene planeado levantar e irse durante la votación para no tener que votar a favor. 


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