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Por qué el Frente de Todos tardó en reaccionar ante el Partido Judicial

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Después de numerosos años de soportar pasivamente el asedio judicial del macrismo, el pedido de juicio político a los jueces de la Corte y las denuncias contra los jueces que participaron en el convite multimillonario en Lago Escondido muestran un giro en la actitud del Frente de Todos.

Luis Bruschtein

Por Luis Bruschtein

El operativo clamor en el Frente de Todos erra la puntería cuando le reclama a Cristina Kirchner que asuma la candidatura presidencial. Si ella aclaró desde el principio que no se trata de un renunciamiento sino que fue proscripta por la guerra judicial, resulta por demás claro que la mira tendría que apuntar hacia los que la proscriben más que a la víctima de esa persecución. Esa idea quedó clara cuando en ese mismo discurso lanzó la consigna “mafia o democracia”.

Dicen que, en realidad, la vicepresidenta no tiene condena en firme y hasta que llegue a la última instancia, nada le impediría ser candidata, ganar las elecciones y asumir como presidenta. Pero los tiempos de la Justicia no los maneja ella sino sus perseguidores. Si ella ganara, todas esas instancias podrían sucederse con la misma velocidad con que el juez Sebastián Ramos cerró la causa contra Silvio Robles, el asistente de Horacio Rosatti. Puede ganar las elecciones y en dos días tener condena en firme.

El neoliberalismo está en proceso de decadencia en todo el mundo. En especial en América Latina demostró que no está dispuesto a entregar espacios que ocupó durante los años de hegemonía indiscutible. Los levantamientos violentos en Santa Cruz de la Sierra, contra el presidente Luis Arce, en Bolivia; el derrocamiento del presidente Pedro Castillo, y la sangrienta represión a las protestas populares en Perú y el intento de golpe contra Lula en Brasil dan cuenta del nuevo contexto.

Pero a esa lista hay que agregarle en letras mayúsculas el intento de magnicidio contra Cristina Kirchner. El neoliberalismo perdió la hegemonía absoluta en un mundo donde Estados Unidos, su principal bastión, está perdiendo centralidad y se debate para mantener su influencia, sobre todo en América Latina, a la que siempre consideró su “patio trasero”.

Un sector de la derecha dura ha crecido como producto lógico de ese nuevo contexto. El intento de magnicidio nunca fue “algo de loquitos”, sino la expresión de que las cosas están cambiando en América Latina. Es una ingenuidad, o expresión de mala fe, hablar de ese atentado fracasado sin relacionarlo con las otras acciones de violencia de la derecha en la región.

Pero la investigación del intento de magnicidio evitó abiertamente avanzar sobre los autores intelectuales y sobre los que financiaron al grupo terrorista. La jueza María Eugenia Capuchetti siguió las indicaciones de Mauricio Macri para que el atentado quedara en el grupito de marginales que tuvieron participación directa.

A diferencia de Brasil, en Argentina no se ha podido separar de su expresión judicial a esa tendencia explosiva de la derecha. Esa mezcla es una bomba de tiempo que puede hacer estallar la convivencia democrática y retrotraer al país a un pasado trágico.

En esta historia puede haber sorpresas, pero no hay coincidencias: una de las consecuencias de la primera audiencia por el pedido de juicio a los jueces de la Corte, fue la agresión en declaraciones periodísticas de una diputada del grupo de Javier Milei a la Madre de Plaza de Mayo, Nora Cortiñas, y a Gustavo Molfino, familiar de desaparecidos.

Hay una conjunción de ambas circunstancias: la violación a los derechos humanos durante la dictadura y el pedido de juicio político a los miembros de la Corte.

La diputada Victoria Villarruel –una defensora de la dictadura y el genocidio– nunca se había presentado en alguna de las audiencias de esta comisión. Pero en este caso fue y no abrió la boca hasta que se retiró y declaró ante un grupo de periodistas contra la Madre de Plaza de Mayo y contra el familiar de desaparecidos.

Nadie podrá alegar que Nora Cortiñas es kirchnerista. Fue muy crítica durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Su presencia en la comisión de juicio político fue crítica incluso con el presidente Alberto Fernández: “El juicio político llega muy tarde. Estos jueces ya han hecho mucho daño, –dijo–, no solo beneficiaron a los grupos económicos y mediáticos, sino también a los genocidas de la última dictadura”. Y denunció el intento de la Corte de otorgar el 2×1 a los genocidas.

La ex detenida desaparecida, Patricia Isasa, denunció que había identificado al ex policía Eduardo Ramos Campagnolo, uno de sus torturadores, entre los colaboradores de Horacio Rosatti, cuando era intendente de Santa Fe. Pero el torturador permaneció en su puesto, protegido por el actual titular de la Corte.

Aunque Nora Cortiñas tiene razón, hay un dicho que dice “mejor tarde que nunca”. Resulta sorprendente que el Frente de Todos haya soportado sin reaccionar tantos años de jaqueo judicial. Al llevar a sus adversarios a los tribunales, el macrismo evitó el debate político y deslegitimó a sus adversarios.

Hay antecedentes de esta mala praxis en la historia de este país, como los de Bartolomé Mitre y Domingo Sarmiento cuando reprimieron a los caudillos federales. Escondieron el enfrentamiento político, acusaron de delincuentes a sus adversarios y en vez de represión dijeron que se trataba de una “guerra de policía” contra esos “delincuentes”.

Si en Brasil, fue el Supremo Tribunal de Justicia el que frenó la persecución judicial contra Lula y sus compañeros, en Argentina, la Corte Suprema, eligió hacer su juego en alianza con el macrismo y encubrió la persecución judicial contra el peronismo. Los mensajes del celular de Marcelo D’Alessandro, el ministro de Seguridad y Justicia de Horacio Rodríguez Larreta, son reveladores de esa complicidad deshonesta.

Las denuncias contra los jueces que participaron en el convite multimillonario del Grupo Clarín en Lago Escondido, los pedidos de juicio ético para estos jueces en la Universidad, e incluso los repudios en los ámbitos relacionados con el mundo de la Justicia también tendrían que haber empezado antes. Igual que las convocatorias para repudiar a la Corte y exigir una reforma del Poder Judicial, como la que se hizo el miércoles frente a Tribunales.

La estrategia macrista fue desprestigiar a sus adversarios con denuncias falsas y causas abiertas por fiscales y jueces cooptados. Kirchneristas y peronistas reaccionaron como si se tratara de jueces y fiscales corrientes. La ofensiva contra los funcionarios judiciales cooptados por el juego político para deslegitimar a dirigentes, tiene que deslegitimarlos a ellos. Sin embargo, la reacción fue tardía.

Esta demora se puede explicar de muchas maneras y una de ellas es que para que sucediera esta reacción, tuvo que haber estas revelaciones, fruto, como alega ahora el macrismo, del espionaje ilegal. Y si recién ahora se conocen y no antes, cuando las necesitaba el peronismo, es porque el peronismo no hizo espionaje. Y porque estas revelaciones provienen de guerras internas del macrismo.

En esa interna se encuadra la brutal denuncia de Florencia Arietto que responsabilizó, con mucha razón, a Patricia Bullrich por los crímenes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. “El Estado no puede andar dejando muertos cada vez que ordena un desalojo” dijo. Las declaraciones de Arietto excedieron la interna y tomaron la dimensión de una denuncia judicial grave. El exceso que transforma la política en una carnicería es una marca del macrismo. Es la estrategia que ha utilizado en su disputa con el kirchnerismo, tanto desde el llano, como cuando fue gobierno.

Es una ley de la política: lo que se usa contra el adversario externo -el espionaje ilegal, la persecución judicial y la difamación– termina jugando también en la interna.


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Ida y vuelta de los aumentos en mayo

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El Gobierno postergó subas de luz, gas e impuesto a los combustibles para amortiguar otros aumentos. Colectivos y subtes, en espera.


Por Mara Pedrazzoli

Entre varias idas y vueltas respecto a los aumentos de precios liberados (y regulados) por el Gobierno, los incrementos programados para mayo impactarán directamente sobre consumos esenciales como combustibles, transporte, el servicio de internet y comunicación, colegios privados en el Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba) y alquileres. Se suman a los amplicados entre enero y abril, de modo que inclusive en el caso de las subas postergadas –como en luz, gas y algunas prepagas-, la comparación contra las tarifas en igual mes del año anterior todavía superan a la inflación general. Según el Indec, el aumento en los precios “regulados” acumulado en el primer trimestre del año fue del 81 por ciento interanual, mientras el nivel general de inflación ascendió a 51 por ciento.

Para empezar, en la mañana del miércoles 1 de mayo las petrolerassubieron el valor de los combustibles entre 4 y 5 por ciento. Un ajuste que obedeció al incremento en los costos por la suba del dólar -topeada por el Gobierno en 2 por ciento mensual- y a la recomposición para alcanzar niveles cercanos a la “paridad de exportación”, hoy unos 20 dólares arriba de los precios internos. En principio, los combustibles iban a subir casi 10 por ciento en mayo, dado el traslado por la corrección de los Impuestos a los Combustibles Líquidos (ICL), que fue suspendida hasta junio por el Gobierno por una decisión de último momento. Las estimaciones del Instituto Argentino de Análisis Fiscal evidenciaban que este ajuste del ICL hubiera sido más alto pues correspondía aplicar los precios del cuarto trimestre del año pasado, que habían rebotado debido a la devaluación de diciembre.

Así, el aumento aplicado inicialmente por YPF estuvo por debajo de las remarcaciones promedio de marzo y abril del 6 por ciento mensual. En mayo, la nafta súper en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) pasó de 837 a unos 870 pesos, mientras la nafta premium avanzó de 1.033 a 1.074 pesos. Mientras el gasoil común dejó de costar 883 para pasar a venderse a un valor cercano a 918 pesos, y el gasoil premium avanzó de 1.123 a 1.167 pesos, considerando los valores más económicos del mercado. Tomando como ejemplo CABA, en los últimos doce meses el precio del litro de nafta súper pasó de 163,10 a 744 pesos, con lo que registró un incremento total del 356 por ciento en el período.

En el caso de los servicios públicos de luz y de gas, a partir de este miércoles debía regir la indexación mensual atada a la inflación que estipulaba la nueva fórmula sancionada por el Gobierno. Sin embargo, hasta el martes a la noche los entes reguladores, Enre y Enargas, no habían recibido la información correspondiente a los nuevos cuadros tarifarios. Ante la sorpresa de las empresas del sector, el Gobierno decidió pisar los ajustes que involucraban subas de entre 10 y 12 por ciento para las distribuidoras de energía eléctrica y gas y para las transportistas de gas. Dichos aumentos representaban un incremento cercano al 5 por ciento en las facturas finales de los servicios que el oficialismo prefirió evitar. Igualmente, desde enero acumulan un alza del 150 y 450 por ciento, respectivamente.

En un nuevo traspiés heterodoxo del ministro de Economía, Luis Caputo, decidió mantener las tarifas pisadas al menos un mes para ayudar a la desaceleración inflacionaria. La regulación de los servicios esenciales comenzó a ser entendida por el oficialismo desde una lógica menos simplista y dogmática de lo que intrepreta sobre la inflación, como un fenómeno exclusivamente monetario.En la mañana del miércoles 1 de mayo, el ministro escribió en su cuenta en la red X: “Estamos cómodos en lo fiscal, priorizamos bajar la inflación y no cargar más con gastos de momento a la clase media”, para explicar las postergaciones de los aumentos, con lo cual también reconoció que dejar de emitir para cubrir el déficit no condujo a la estabilidad de precios como había asegurado. Ahora necesita detener la suba de tarifas.

El congelamiento del ICL, de los aumentos en la luz y el gas, sumados a la exigencia de rebaja en las cuotas de siete medicinas prepagas deben leerse como un llamado de atención dentro de la propia lógica del Gobierno. Las idas y vueltas en materia de liberalización de precios minan el discurso libertario y su apoyo social ante la inmanente erosión en el poder adquisitivo de los salarios. 

El Gobierno ya había suspendido la aplicación de una fórmula indexatoria en su debut con la tarifa de los colectivos y trenes en el Amba durante abril. Ahora en mayo es una incógnita qué pasará con los colectivos ante la amenaza de un paro de choferes este jueves. Los colectivos ya sufrieron un alza del 29 por ciento en febrero.

En tanto, el próximo 6 de mayo sí subirá un 54 por ciento el boleto de tren en el Amba. El esquema tarifario para los servicios que incluyen las líneas Sarmiento, Roca, Mitre, San Martín, Belgrano Sur, Belgrano Norte, Urquiza y Tren de la Costa quedará de la siguiente manera: con tarjeta SUBE registrada en la primera sección valdrá 200 pesos, en la segunda 260 pesos y en la tercera 320 pesos, mientras con tarjeta sin registrara costará el doble, y algo menos de la mitad con la tarifa social.

En el caso del boleto de subte, se espera un aumento del 359 por ciento, pues pasará de 125 a 574 pesos aunque se desconoce a partir de qué fecha concreta del mes por cuestiones administrativas. El Gobierno porteño demoró la publicación de la medida en el Boletín Oficial y aún no confirmó cuándo lo hará, con lo cual también se desconoce si luego se aplicará el segundo incremento previsto para el 15 de mayo, que lleva el pasaje a 667 pesos. El siguiente incremento estaba anunciado para el 1 de junio, hasta los 757 pesos.

Asimismo, los colegios privados bonaerenses aplicarán un incremento del 6,7 por ciento en sus cuotas, con variaciones dependiendo del nivel educativo y la subvención estatal. Los jardines con 100 por ciento de aporte costarán hasta 17.500 pesos, mientras la secundaria con subsidio del 40 por ciento hasta 102.500 pesos.

También las tarifas de internet, cable y telefonía sufrirán un ajuste que oscilará entre el 10 y el 20 por ciento dependiendo del proveedor y el tipo de servicio contratado. Y por último, los alquileres que quedaron dentro de la Ley de Contratos de Locación tendrán un incremento del 221 por ciento mientras aquellos firmados después de la derogación tendrán un ajuste “según el mercado” y las condiciones particulares de cada caso.


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