INFO. GENERAL
Un misil ruso mató a la gimnasta ucraniana Katya Dyachenko: tenía 11 años y una carrera en ascenso

Katya Dyachenko, gimnasta rítmica de enorme futuro en Ucrania, murió en uno de los bombardeos contra la ciudad portuaria de Mariúpol.

Katya Dyachenko, gimnasta rítmica de enorme futuro en Ucrania, murió en uno de los bombardeos contra la ciudad portuaria de Mariúpol.
La ciudad, clave en la invasión rusa de Ucrania, está siendo sistemáticamente atacada por las tropas de Vladimir Puntin desde que el pasado 24 de febrero arrancó la invasión.
Anastasia Meshchanenkov, la entrenadora de Dyachenko, informó el fallecimiento de la niña de 11 años. “Tenía que conquistar el mundo, pero ha muerto enterrada en escombros. Tenía que conquistar el escenario y regalar sonrisas al mundo. ¿De qué tienen la culpa los niños?”, escribió en su cuenta de Instagram.
La parlamentaria ucraniana Anna Purtova también confirmó la muerte de la gimnasta en su cuenta de Twitter: “Esta es nuestra gimnasta Katya Dyachenko. Tiene 11 años. Murió bajo los escombros de su casa en Mariupol cuando un misil ruso la alcanzó ese mismo día. Podría haber tenido un futuro brillante por delante como joven campeona de Ucrania. Pero en un segundo ella se había ido”.
Según registró Naciones Unidas, ya son 2.788 víctimas civiles en Ucrania desde que Rusia lanzó el 24 de febrero su ofensiva militar, entre ellas 1.081 fallecidos, incluidos 93 niños, aunque la propia organización entiende que el dato real será “considerablemente mayor”. En Ucrania se habla de 135 niños fallecidos.
La mayoría de las víctimas civiles corresponderían al uso de armamento explosivo de “amplio impacto”, como podrían ser desde ataques de artillería a bombardeos aéreos, según el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, que trata de elaborar un recuento imparcial.
No obstante, el organismo internacional admite que su balance va por detrás tanto por cuestiones de verificación de las informaciones como por la falta de datos en ciertas zonas, entre ellas Mariúpol. El Ayuntamiento de esta ciudad aseguró este viernes 300 personas perdieron la vida sólo en el bombardeo sobre un teatro.
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Promesas recicladas, realidades intactas: la Cuenca Carbonífera sigue esperando

Con el discurso de siempre, Pablo Grasso vuelve a escena con promesas sobre salud y educación en una región marcada por el abandono estructural. La Cuenca Carbonífera, testigo de décadas de frustraciones, aún espera decisiones de fondo mientras el presente se diluye entre anuncios repetidos y políticas que no llegan.
Pablo Grasso, actual intendente de Río Gallegos, extiende su influencia discursiva a la Cuenca Carbonífera. Con tono afable y cargado de buenas intenciones, participa en encuentros sociales en Río Turbio y 28 de Noviembre, donde resalta –una vez más– la salud y la educación como prioridades de gestión. Sin embargo, lo que promete se superpone con lo que ya fue dicho (y no cumplido), mientras la realidad cotidiana de la cuenca evidencia un retroceso sostenido.
Durante más de 30 años, el carbón fue tema de campaña, bandera de lucha y motor de existencia para los habitantes de esta región. Sin embargo, jamás se consolidó una política de Estado seria que pusiera en valor este recurso natural. La usina termelétrica, emblema de desarrollo y símbolo de la resistencia local, se convirtió en una postal de lo que pudo ser. Promesas de reactivación, compras millonarias de equipamiento, compromisos asumidos… todos archivados en el mismo lugar: la desilusión colectiva.
En paralelo, se habla de educación como pilar central, pero cualquier recorrido por los establecimientos escolares de la zona evidencia otra cosa. Edificios vetustos, sin mantenimiento, equipamientos obsoletos, y una infraestructura que dista mucho de cumplir con los estándares mínimos. La palabra «futuro» queda vacía cuando las condiciones del presente son tan precarias.
Y en salud, el panorama no es más alentador. La pandemia dejó al desnudo un sistema hospitalario frágil, con necesidades históricas no atendidas.
La falta de políticas concretas se ve agravada por un contexto nacional que asfixia con recortes y desinversión. La distancia geográfica se traduce en postergación. Pero también hay responsabilidades locales y provinciales que no se pueden seguir eludiendo. Lo que no se hizo en décadas, no se arregla con discursos bien intencionados.
Lo que se percibe, en definitiva, es un peronismo desgastado, sin conducción clara, sin energía transformadora. Una fuerza política que ya no logra enamorar ni convencer. Las intenciones, aunque nobles, no alcanzan. Porque la Cuenca Carbonífera no necesita más promesas: necesita decisiones. Y las necesita ahora.
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