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Pianistas del sur: Juan Vía y Claus deslumbraron auditorio del Centro Cultural Santa Cruz

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Los pianistas de Viedma y Río Gallegos generaron diversos climas y propusieron un amplio repertorio que navegó por la música clásica, tango y folclore y el rock nacional. Más de 150 personas colmaron el salón auditorio en la primera jornada de este ciclo organizado por la Secretaría de Estado de Cultura y el Ente Cultural Patagonia. 

El Auditorio Luis Villarreal, del Centro Cultural Santa Cruz, volvió a abrir sus puertas a lo mejor de la música patagónica para brindar al público de Río Gallegos un concierto exquisito y disruptivo, donde la música clásica se fusionó con lo mejor del folclore y el rock nacional para generar una noche vibrante y de muchas emociones. 

Con el concierto de Claus y Juan Lucas Vía se abrió el ciclo Pianistas del Sur, organizado por la Secretaría de Cultura -dependiente del Ministerio de Gobierno- junto al Ente Cultural Santa Cruz con el propósito de afianzar la apertura de nuevos espacios culturales para acercar al público a los músicos de la Patagonia. 

En esta primera fecha, que comenzó a las 20:30, se presentaron el pianista, docente y compositor rionegrino Juan Lucas Vía, quien editó siete álbumes propios entre ellos PNEUMA del 2022 y “Noche Sumergida”, grabado en Vivo en La Plata. También fue colaborador en distintos discos colectivos.

El primero en subir al escenario fue el invitado especial quien presentó un concierto organizado en tres partes que incluyen composiciones propias como Travesía, Mixtura y Ofrenda; obras del barroco como Bach; para finalizar con canciones de Luis Alberto Spinetta, Fito Paez y Piazzolla. 

“Esta es la manera más genuina que tengo para presentarme: tocar mi música, la que yo compongo y la que más me ha marcado”, detalló el pianista rionegrino y, a la vez, remarcó que su concierto es “una constelación entre Spinetta, Piazzolla y Bach, y yo, que yo me pongo ahí al lado, pero que hacen como un mapa bastante representativo de lo que son mis referentes”.

Por su parte el pianista, docente y arreglador riogalleguense Claus presentó un concierto al que calificó como “disruptivo” y que recorrió distintas estaciones tan diversas como Mozart, Beethoven y Bach, pasando por Piazzolla y finalizando en Charly García con canciones emblemáticas como Rasguña las Piedras, Seminare y la Grasa de las Capitales, interpretado por un coro integrado por estudiantes del Conservatorio de Música. 

“Los pianistas somos tan diversos alrededores de este instrumento. Se pueden tocar tantas cosas, pero tantas cosas que es una cosa increíble. La gente es muy fan del piano y de la música”, señaló Claus.

Pianistas del Sur

Respecto al ciclo que le permite recorrer distintas provincias patagónicas con la música, Vía indicó que se trata de un “sueño cumplido”. “La verdad que uno se saca el sombrero y dice, que bueno, ojalá que esto continúe, que se sigan abriendo estos espacios para los artistas de acá, porque hay mucho valor para poder aprovechar esos espacios”, remarcó el rionegrino. 

Por su parte, Claus también destacó la creación de este ciclo que se enmarca en “Santa Cruz en Concierto”, el programa impulsado por la Secretaría de Estado de Cultura y señaló: “No quedaba nada en la ciudad, ni siquiera un espacio. Cuando vos querías ir a algún lugar, no tenías acceso, o no estaba el espacio para tocar. Llegó el momento de salir a tocar en las mejores salas, en los mejores espacios, en los mejores lugares. Y eso está pasando”.

También remarcó que para el público es algo fundamental: “Los públicos se forman, porque siempre el pueblo está ávido de que le des cosas, la demanda está, falta la oferta y que le crees una agenda cultural”.


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Jubilado a la parrilla

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Palazos a los jubilados y corrupción en la mira papal. El retiro de Petronas y la explosión del gasoducto, en la gestión de los ceos de Roca. La nueva vanguardia.
Luis Bruschtein

Por Luis Bruschtein

El Papa criticó la represión a los jubilados y la corrupción en el gobierno; la ONU advirtió por la indefensión de la niñez sumergida en la pobreza; explotó el gasoducto del Norte, y Petronas puso en duda la famosa mayor inversión de la historia. El inminente veto a la ley de financiamiento universitario anunció protestas estudiantiles masivas que se unirán a los jubilados, dos sectores en los que Milei había cosechado en las elecciones. Semana mala para el Presidente que, en contrapartida, consiguió frenar el veto al aumento a los jubilados con ayuda de parte del opoficialismo y es probable que logre una imagen de toda la política enfrentada a Unión por la Patria con la propuesta de reforma política.

Argentina se ha convertido en un país imprevisible, donde resulta imposible precisar la forma como el derrumbe de la economía instrumentado por el gobierno se traslada a las decisiones políticas de los perjudicados. Los jubilados están en el horno. Son los que más perdieron en el ajuste, han sido sus principales víctimas y grupos cada vez más importantes de ellos han encabezado la protesta. Fuera de los grupos movilizados, todos los jubilados se quejan por lo que reciben y por el aumento del transporte y las tarifas, pero no es claro que haya un cambio masivo en las conductas políticas.

Milei ganó con un poco más del 55 por ciento de los votos y en los primeros meses logró aumentar unos puntos más la imagen positiva. En las últimas mediciones su imagen osciló entre el 40 y el 45 por ciento. Quiere decir que perdió más del diez por ciento. No es tanto si se lo compara con los efectos catastróficos de sus medidas sobre la vida de millones.

Esa distorsión entre causa y efecto constituye una incógnita en una sociedad muy intoxicada por discursos de odio, fake news, y una configuración social donde la mayoría de los trabajadores fueron llevados a la informalidad. Cayeron en ese plano por los efectos destructivos del neoliberalismo en las últimas décadas.

La perversión de esa movilidad descendente radicó en que fue disfrazada de elección personal. Una especie de liberación. El kiosquito, el remisse, el flete, la mensajería, la changa, la venta callejera, el trabajo no presencial y otros empleos fueron disfrazados de emprendimientos individuales. El discurso conservador complementó a este “emprendedurismo” con una ideología “meritocrática” que, en esencia es una ilusión porque todo ese universo depende de la producción de riqueza real.

Por más esfuerzo, por más méritos que tenga, ningún resultado lo favorecerá si el resto de la sociedad no genera riqueza real, no produce ni consume bienes. En todos los trabajos vale el esfuerzo y el conocimiento cuando el resto de la economía funciona. De lo contrario, la derecha ordena esas condiciones como una ideología del sometimiento para la explotación por una elite. Ese proceso se montó sobre el antiperonismo extendido en un sector de la sociedad y sobre la decepción que produjo el gobierno de Alberto Fernández.

El resultado ha sido el surgimiento de lo más grotesco de la política y la economía, una mascarada de discurso exótico cargado de odio y fotografías de un pie gordo y colorado, con talco para los hongos. Hay corporaciones que se han favorecido con este despropósito y que se apuran a sacarle todo el jugo porque saben que en algún momento se termina.

El grupo Roca, que buscó usar al gobierno para concretar su reconversión hacia la actividad energética, y ubicó gerentes en puntos estratégicos de la gestión en esa área, encarnó dos desastres con pocos antecedentes de tanta ineptitud como fueron la explosión del gasoducto Norte y la amenaza de Petronas de retirar la inversión milmillonaria que iba a hacer con el gas de Vaca Muerta. La arbitrariedad como se manejó un negocio tan delicado para debilitar al gobernador bonaerense Axel Kicillof, provocó incertidumbre en el gigante malayo.

Esta semana, el escenario pareció sufrir otras distorsiones. En el capitalismo industrial se decía que lo obreros de la industrian eran la vanguardia de las luchas. En los ’90, con el neoliberalismo, aparecieron los movimientos de trabajadores desocupados a la cabeza de la protesta. Y ahora son los trabajadores jubilados.

Primero fue demonizar a los movimientos sociales. Patricia Bullrich creció –tristemente– con la represión a esas marchas de los desocupados y creyó que valía para todos. Pero es difícil demonizar a los jubilados porque los hay en todas las familias. Allí no funcionan las fake news y la difamación porque hay comprobación directa.

Y es cierto que no se movilizan todos los jubilados, sino más bien algunos grupos. Pero la imagen de los garrotazos a esos adultos mayores tiene un efecto subterráneo de terreno minado para el gobierno. Otra imagen de alto impacto fueron los jubilados en la puerta de la residencia de Olivos mientras en el interior se festejaba con un pantagruélico asado el rechazo al aumento de las jubilaciones.

Ha sido una mezcla explosiva que se catalizó con los aumentos siderales de tarifas de los servicios y del transporte, que pasaron de ser caras a ser impagables para los trabajadores. Otra imagen altamente inflamable fueron las filas de personas que caminaban por las vías para eludir los molinetes de los andenes. Y la posterior imagen de esos mismos lugares custodiados por efectivos policiales o por seguridad contratada.

Los tiempos en la sociedad han sido diferentes a los de la política. Hubo una oposición nítida desde el principio desde Unión por la Patria y la izquierda, mientras que el rechazo en la sociedad fue expresándose en protestas aisladas, hasta la situación actual donde las encuestas no miden un cambio importante, en contraste con el cambio fuerte en el ánimo generalizado, al menos en CABA y el conurbano. Otras fuerzas mantuvieron una actitud ambigua porque se sentían comprendidos en parte del discurso oficialista.

Pero la política todavía no pudo dar cuenta de los cambios de humor que se van generalizando. No pudo entender parte de sus limitaciones que interfieren el contacto pleno con esta nueva realidad. Lo que en un momento fue representación, dejó de serlo cuando cambió lo que representaba y no se produjo el mismo cambio en el representante. El mecanismo se manifestó en todos los planos, con el fuerte achicamiento del PRO, la pérdida de identidad de la UCR y los conflictos en el peronismo.

La Iglesia ha sido una gran antena de los humores de la política y de la sociedad. Se mantiene por encima de la política y sólo interviene de manera clara cuando interpreta señales cada vez más fuertes. Las palabras del papa Francisco fueron muy directas con respecto a la represión a los jubilados y más aún sus referencias a la corrupción en el gobierno. La Iglesia nunca se lanza a una pileta vacía. Las palabras que formuló el Papa estuvieron en sintonía con el malhumor extendido.

Milei exhibe déficit cero falseado por deudas impagas. Y un dólar quieto a costa de reservas del Central. Consiguió mandar a la pobreza a casi el 60 por ciento de los argentinos y convertir al país en uno de los más caros en dólares. Cuando el malhumor social entre en contacto con la política, Milei se acaba. Es el tramo que falta recorrer.


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