A una semana del tiroteo que dejó 21 muertos en Texas, una nueva masacre aterró a Tusla, ciudad del estado de Oklahoma.

La semana pasada un joven de 18 años, identificado como Salvador Ramos, comenzó un tiroteo en la escuela primaria Robb, dejando 21 muertos a su paso. Ayer comenzarón los funerales que se extenderán hasta mediados de junio.

La sociedad estadounidense comenzó a debatir la portación de armas por parte de civiles y en medio de la creciente problemática se desató un segundo tiroteo en menos de dos semanas. En esta ocasión, el hecho ocurrió en Tulsa, estado de Oklahoma. Un tirador abrió fuegoo en la puerta de un centro de salud de la localidad, provocando el fallecimeinto de al menos cuatro personas.

“En este momento, podemos confirmar que el tirador está muerto”, informó la Policía de Tusla en su perfil de Facebook. El jefe de las fuerzas policiales de la ciudad tuiteó que estaba haciendo frente a un “tirador activo”.

“La policía de Tulsa ha respondido a un incidente de tirador activo cerca de la (calle) 61 y Yale. Por favor, manténganse alejados de la zona y cedan el paso a todos los vehículos de emergencia mientras nos ocupamos de la respuesta. Actualizaremos la información a los medios de comunicación tan pronto como podamos reunir los detalles”, alertó a inicios del tiroteo la autoridad al mando del operativo.

“Los oficiales están actualmente revisando todas las habitaciones del edificio por si hay amenazas adicionales”, resaltó Wendell Franklin. El uniformado catalogó la situación como “una escena catastrófica”.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se posicionó como demócrata y sostuvo que “no tiene sentido poder comprar algo que dispara hasta 300 balas”.

En contraposición, el empresario y expresidente Donald Trump aseguró que “las diversas políticas de control de armas, impulsadas por la izquierda, no habrían hecho nada para evitar el horror ocurrido”. “Cada preciosa alma joven que fue tomada es una pérdida incomprensible”, expuso en contradicción el ex jefe de Estado.