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Sábado 21 de Junio del 2025

SOCIEDAD

«Nos quitan nuestros derechos»

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Mujeres indígenas de Jujuy cuentan en esta nota cómo se llevan a cabo las jornadas de resistencia a la reforma constitucional del gobernador Gerardo Morales.

Por: Elena Corvalán

Agencia Presentes

Los pueblos indígenas que habitan el territorio de la provincia de Jujuy están inmersos en un plan de lucha. El objetivo: lograr la anulación de una reforma constitucional que consideran atentatoria de sus derechos. El sábado 18 de junio hubo una represión violenta en el corte de Purmamarca, hay 27 personas detenidas y varias heridas.

Las acciones de protesta vienen llevándose a cabo desde que comenzó a sesionar la Convención Constituyente, el 22 de mayo. Escalaron después la noche del 15 de junio, cuando el oficialismo provincial y parte del Frente Justicialista aprobó la reforma.

El 14 y 15 de junio, las comunidades indígenas comenzaron una caminata a la capital provincial, San Salvador. La llamaron tercer Malón de la Paz, porque se asienta en los mismos reclamos de aquel histórico Malón de la Paz de 1946. En ese entonces caminaron más de 2.400 kilómetros para llegar a Buenos Aires para exigir la titularización de los territorios.

A este Tercer Malón le agregaron consignas de la actualidad: el rechazo a la exploración y explotación del litio en la cuenca de Salinas Grandes y el rechazo a la reforma “inconstitucional”.

Corte de ruta en Purmamarca.

En defensa del agua

 “Están eliminando de la Constitución anterior muchos derechos”, sostuvo Verónica Chávez, presidenta de la Comunidad Tres Pozos, del Pueblo Kolla. Ella es vocera de las comunidades de Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc. Se oponen a la explotación del litio porque entienden que les podría dejar sin agua para consumo, escasa en este lugar de la Puna.

Estas comunidades comenzaron a caminar desde las salinas el 14 de junio. En Purmamarca se reunieron con otras que venían del departamento Cochinoca, y de La Quiaca, en el departamento Yavi, en el extremo norte jujeño. Juntas marcharon hacia San Salvador. 

Del otro lado del mapa, de la zona de Yungas del departamento Ledesma, marcharon integrantes de la Comunidad Cherenta, del Pueblo Ava Guaraní. “Estamos en contra de la reforma inconstitucional que a puertas cerradas Gerardo Morales y la ministra Natalia Sarapura hicieron en contra de los pueblos indígenas. No hubo una consulta previa, libre e informada, como tiene que ser. Por eso los hermanos estamos marchando en contra de eso y a favor de los docentes de Jujuy”, dijo a Presentes la mburuvicha Gabriela Situé. Agregó que en Jujuy el 60% de la población es indígena. Por eso los reclamos se cruzan, también son parte de la docencia que exige mejoras salariales.

Desde el primer Malón de la Paz

La columna de Abra Pampa fue despedida por Nicanor López, uno de los ancianos que participó de aquel primer Malón de la Paz, en 1946. Les deseó “una feliz caminata”. “Con las manos cruzadas no hacemos nada. Tenemos que tener un corazón bueno, de buen pensamiento para poder trabajar”. “Porque somos de aquí de la Puna nos quieren desmantelar. Nos quieren ver sin nada. Entonces tenemos que luchar, esta lucha se empezó en el primero (Malón de la Paz) y se seguirá luchando”, aseguró.

En Maimará, pueblo del departamento Tilcara, en la Quebrada de Humahuaca, otra anciana, ya próxima a cumplir 85 años, esperó a les caminantes que venían de Cochinoca y La Quiaca. Docente jubilada, indígena ella misma, Erminda Mamaní también advierte la regresión que implica la nueva Constitución jujeña: “tiene puntos que bajo ningún concepto podemos aceptar como ciudadanos”, aseguró.

Jujuy-Corte de ruta en Purmamarca.

Cortes por tiempo indeterminado

Las previsiones del tercer Malón de la Paz era concluirlo el 16 de junio, participando de la movilización provincial general convocada por docentes y trabajadores de otros sectores de Jujuy, que reclaman mejoras salariales y se oponen a las reformas impulsadas por el gobernador Gerardo Morales, pero la noche del 15, cuando todavía estaban acercándose a San Salvador, se enteraron de que la modificación ya había sido aprobada. En asambleas rápidas adecuaron el plan de lucha a la contingencia. 

Y el 16 de junio una represión a manifestantes en Abra Pampa, en el extremo norte de la provincia, endureció los ánimos. La vocera Verónica Chávez informó que la Asamblea Nacional de los Pueblos de la Puna decidió cortar por tiempo indeterminado las rutas nacionales que van a Chile y Bolivia. “La medida solo se levantará con la restitución de la Constitución provincial y la indeclinable renuncia del gobernador de la provincia”, sostuvo. En respuesta, habitantes de las altas montañas y de las zonas más bajas de los departamentos Yavi y Cochinoca , y de otros departamentos de la Puna, se concentraron en La Quiaca y Purmamarca, por donde pasan las rutas nacionales 9 y 51, que conducen a los pasos a Bolivia y Chile, respectivamente.

“Nos quitan nuestros derechos”

Los pueblos originarios que habitan el territorio hoy llamado Jujuy se oponen a la reforma constitucional en primer lugar porque, aun cuando que los cambios afectan derechos de esta población, no hubo consulta previa, libre e informada, como manda la normativa argentina.

Entre los puntos reformados, el proyecto del gobierno provincial modificó el artículo 36 de la Constitución, “derecho a la propiedad privada”. El texto que se incorporó a la nueva Constitución está dirigido a los pueblos originarios, que en su gran mayoría no cuentan con títulos de propiedad, aunque tienen la ocupación ancestral de su territorio. En muchos casos soportan la presión de particulares que nunca ocuparon la tierra, pero cuentan con títulos de propiedad.

La reforma prevé la incorporación de “mecanismos y vías rápidas y expeditivas que protejan la propiedad privada y restablezcan cualquier alteración en la posesión, uso y goce de los bienes a favor de su titular”. Asimismo, se considerará “grave violación al derecho de propiedad la ocupación no consentida”, y se determinarán “las condiciones para el desalojo y para que el o los titulares del derecho de propiedad afectado estén en condiciones de ejercer los derechos que les asisten de manera inmediata, aun cuando los autores de la ocupación no consentida se atribuyan la representación o los derechos del pueblo”.

Corte de ruta en Purmamarca, Jujuy.

Tierras ancestrales en manos de privados

“Ahora con esta Constitución no tenemos derecho a nada, los recursos quedan todos en el gobierno”, aseguró Verónica Chávez. “Nos perjudica a nosotros como pueblos indígenas, porque nos quitan derechos”, agregó Gabriela Situé. Ella recordó, precisamente, que “muchas comunidades no tenemos papeles de nuestros territorios, nos quitarían la tierra ancestral de nuestros abuelos que nos dejaron, y es donde están nuestros remedios ancestrales también, porque somos guardianes de eso, del medioambiente”.

La comunidad Cherenta, ubicada en la zona rural de Libertador General San Martín, no tiene la propiedad de su territorio. “No tenemos papeles porque la mayoría de las tierras son de la empresa Ledesma”, recordó Gabriela. Precisamente, el Ingenio se constituyó en territorio de la Nación Guaraní. 

Erminda Mamaní, que pertenece al Pueblo Cochinoca y como docente enseñó en la zona rural de Abra Pampa, Humahuaca y Tumbaya, también puso énfasis en que la nueva Constitución “daría a la autoridad el derecho de hacer lo que quiera con las tierras que no tienen títulos”, lo que pasa con la mayor parte del territorio comunitario. Por eso, dijo que acompaña esta lucha “por una razón de justicia”.

“Si no tiene la tierra el puneño, ¿dónde va a vivir? Y si vienen las mineras del litio y nos dejan sin agua, ¿a dónde los van a expulsar? En eso están pensando. En este momento se está dando cuenta la gente, está tomando conciencia de lo que puede pasar con esta reforma del gobierno”, reflexionó. 

Un encuentro estratégico

La imagen de Verónica Chávez recorrió el mundo en estos días. Se la vio acompañada por el director de cine estadounidense James Cameron, de quien logró el compromiso de acompañar las comunidades que se oponen a la exploración y explotación de litio.

El encuentro con Cameron fue la conclusión de un mal paso del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, que invitó al cineasta a visitar el Parque Solar Cauchari ubicado en el departamento Susques. El propio Cameron dijo después que sintió que había sido emboscado y destacó la paradoja de que a raíz de este hecho prestó atención a la explotación del litio. Cameron se declaró a favor de las comunidades que se oponen a la instalación de mineras en su territorio y comprometió su apoyo. 

Verónica Chávez recordó que las comunidades de Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc vienen desde hace tiempo resistiendo la minería del litio. “Hicimos notas, hicimos demandas ante la Corte Suprema (de Justicia de la Nación), todo, pero igual nos siguen violando nuestros derechos” y ahora con la reforma provincial, “nos quitan todos los derechos, no podemos protestar, no podemos hacer nada”. 

A principios de marzo de este año estas comunidades sufrieron lo que ellas llaman “una traición”. La comisionada de Lipán, Angélica Castillo, algunos integrantes de esa comunidad, y el presidente Alberto Fernández firmaron un acta dando conformidad a la explotación de litio en su territorio, lo que luego fue usado por el gobernador para afirmar que sí había realizado la consulta previa.  

Entonces las comunidades replantearon su estrategia. “Decimos no vamos a parar, tenemos que visibilizar esta lucha, en una reunión dijimos eso”. Como vocera, Verónica Chávez andaba en eso cuando supo de la visita de James Cameron. “Y yo pedí a la mamita Salinas y a mi papá y a mi mamita, que no están conmigo, que me reúna con este señor, porque yo veía que me iba ayudar más a visualizar la lucha”, contó. Con esa convicción logró el encuentro con el cineasta. 

Dos mujeres, al frente 

Verónica Chávez y Gabriela tienen casi la misma edad, 49 años una y 48 la otra. Las dos son madres, y las dos comparten la defensa de sus pueblos y sus saberes. “Yo estoy en el área de salud indígena”, en la pandemia “hemos buscado nuestras hierbas del monte para poder curar a nuestros hermanos”, contó Gabriela en la conversación con Presentes. 

Verónica detalló que en Tres Pozos se dedican a las artesanías, la ganadería, la agricultura, la extracción de sal y el turismo. “Nuestros abuelos, nuestras abuelas, que estuvieron en este hermoso territorio de Salinas Grandes, Laguna de Guayatayoc, ellos lo conservaron por años y años y años, y ahora estamos nosotros”. “Aquí tenemos una economía que nuestros abuelos han vivido y nosotros también estamos viviendo y queremos dejar el territorio sano como dejaron nuestros abuelos, como lo encontramos, para nuestras generaciones que vienen, con agua limpia, y esa es la lucha que venimos teniendo hace trece años”.

Aunque en su territorio no hay litio, Gabriela resaltó la acción de “los hermanos de la Puna” defendiendo el agua y el territorio, entre las razones para marchar. “Gerardo Morales lo que hace es quitarnos lo que tenemos para dárselo a los grandes terratenientes. Eso lo sabemos bien nosotros, porque no somos tontos, a nosotros nos enseñaron nuestros abuelos a defender nuestro territorio, el agua, la vida, el monte, la naturaleza”. 

“Es algo tan triste” lo que les pasa hoy, lamentó Gabriela sobre la situación en su provincia. “Es un gobierno de derecha el que tenemos hoy en día en Jujuy”, añadió, y recordó que por eso el 1 de junio realizaron una asamblea de representantes de todos los pueblos indígenas de la provincia, kolla, chichas, okloya, guaraní, omaguaca, tilián y quechua. Allí se conformó la Convención Constituyente Plurinacional, con el propósito de que se respetara su cosmovisión en la reforma de la carta magna provincial, pero no fueron escuchades. 

Este artículo pertenece a la Agencia Presentes y es reproducido por Tiempo Argentino a partir de un convenio de publicación para difundir periodismo especializado y de calidad.


Avisos

RIO TURBIO

Historia de la mujer que estalló una mina en la Patagonia (Río Turbio)

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Carlita Rodriguez se convirtió en la primera mujer dentro de los túneles ‘hackeando’ el sistema: usó su DNI con nombre de varón para, una vez dentro, reivindicar su identidad femenina; ahora Keka Halvorsen, que nació en la misma ciudad austral, ha convertido su historia en una película: Miss Carbón.

Carlita se mueve con destreza por las entrañas de la tierra; Keka es más de las estrellas. Las facciones de una se recortan en una melena oscura, suavizadas por una sonrisa a la vez alegre y melancólica, que oculta más de lo que muestra. La belleza de la otra es hegemónica y geográficamente inasible: esbelta, el pelo rubio, la piel clara; un cuerpo dentro de los cánones para una mujer que busca los márgenes. Carlita y Keka son dos reinas de la Patagonia a las que une la historia de una película pero, sobre todo, un rincón estepario del fin del mundo.

Río Turbio es una ciudad dibujada en el mapa por la codicia, por el afán extractivista que impulsaba al ejército argentino, a finales del siglo XIX, a aniquilar indígenas en la llamada Conquista del Desierto. Un país en desarrollo que buscaba expandir sus fronteras y sacar partido de esas tierras que anexionaba. En 1887, dos años después de que se completara aquella campaña de exterminio, se descubrió carbón en la cuenca de un río, y junto a ella nació un poblado en los confines de lo posible: con una temperatura media anual de apenas 5,4?°C (que en invierno se puede acercar incluso a los 20 bajo cero) y donde mandan el viento pertinaz, el barro y, desde entonces, la mina.

Hoy Río Turbio es una ciudad de 11.670 habitantes encajonada entre la mítica ruta 40 y la frontera con Chile, con la mina de carbón más grande del país, que produce de media unas 6.000 toneladas al mes. Pero es también el escenario de una pequeña gran revolución. La de Carla Antonella Rodríguez, que consiguió convertirse en la primera trabajadora dentro de los túneles de Yacimientos Carboníferos de Río Turbio, un lugar que los privilegios masculinos revestidos de superstición habían negado sistemáticamente a las mujeres. Y lo hizo hackeando el sistema desde la lógica misma del binarismo: usando su DNI con nombre de varón como puerta de entrada para, una vez allí, reivindicar su trabajo y su condición femenina. Es lo que cuenta la película Miss Carbón –con guion de Erica Halvorsen y protagonizada por Lux Pascal– que se estrena en las salas de cine este jueves.

“Me soñé minera”

La palabra mina nació en el lunfardo argentino para hablar de una prostituta –un cuerpo al que explotar–, aunque se haya convertido ya en sinónimo coloquial de mujer. Y en esta historia una mujer estalla la mina precisamente para escapar del sino de la explotación –del propio cuerpo o del trabajo en empleos precarios– que persigue a las personas trans. Porque sucede que las minas estaban vetadas en los túneles de Río Turbio. No podían entrar salvo el 4 de diciembre, día en el que la virgen patrocinaba una visita segura, sin temor a que las ínclitas provocaran un derrumbe.

“Yo me negaba a ir. Me parecía muy injusto que fuera solo ese día. La fiesta, además, incluía un concurso de belleza para elegir a la Reina del Carbón. Ahora entiendo que a los hombres les servía tener en exclusiva la principal fuente de trabajo y el dinero; y que las mujeres se limitaran a ser sus esposas o sus prostitutas”, reflexiona Erica, a quien todos conocen como Keka, que dejó el pueblo con 17 recién cumplidos para estudiar en Buenos Aires y hoy es una reconocida guionista y directora, responsable de contenidos de Netflix en el Cono Sur.

“Cuando me fui me di cuenta de que venía de un mundo muy extraordinario. Y también entendí que la ficción me había salvado la vida. En un pueblo donde no había cine, ni disquerías, ni librerías, ni bibliotecas, la televisión era mi ventanita no solo al mundo, sino a mis propios sueños. Porque yo siempre supe que quería contar historias”, explica durante una charla en Madrid, adonde ambas han llegado para el estreno de la película.

Si el futuro de Keka estaba afuera, el de Carlita se abría paso dentro. “La mina siempre me fascinó. Desde que tenía cinco años, me escapaba de casa para ver a los hombres entrar en el túnel. Creo que de alguna manera esa oscuridad era para mí la promesa de un lugar seguro. Un lugar en el que no me vieran y no pudieran hacerme daño”, rememora Carla. Se nota que le duele pensar en esa niña, en esa adolescente que sufrió “demasiado”. “Era una criatura indefensa, ingenua, no necesitaba tanto maltrato, tanta agresión. Recuerdo perfectamente a los que se reían de mí por la calle. A los que me decían: ‘nunca vas a ser una mujer’. Todo eso fue muy duro. Pero lo peor fue la exclusión familiar”, reconoce desviando la mirada.

El ambiente en un pueblo puede ser opresivo, pero mucho más si está en un rincón perdido y en condiciones difíciles. Carlita y Keka lo saben porque son NYC (nacidas y criadas en la cuenca carbonífera). “La Patagonia te curte, te golpea”, dicen casi al unísono. “La gente vive muy hacia adentro, es más distante, de pocas palabras”, describe Keka.

Pero de alguna manera ese entorno hostil te entrena en los desafíos. “Si la nieve te tapa la puerta de casa, no cancelás la vida; abrís la puerta y con una pala te hacés el camino”, ejemplifica Keka. “Estamos muy acostumbradas a lidiar con lo desfavorable”, concede Carlita. “Por eso, como tengamos un poco de viento a favor, no nos para nadie”, exclaman entre risas.

La revolución y las tetas

Carlita entró a trabajar a la mina habiendo hecho ya su transición, y eso le valió muchas veces gestos de desprecio y burla. Pero el golpe definitivo llegó junto con el DNI con su nombre, cuando en 2012 Argentina aprobó la ley de identidad de género. La empresa le quitó su trabajo. Como ya era ‘oficialmente’ mujer, la mandaron con las otras a las oficinas. “Tenés que contar que el cambio de documento lo hiciste por un compromiso colectivo, porque sabías que ibas a sentar un precedente. Para vos era mucho más fácil y cómodo seguir como estabas. Por eso no fue solo un trámite, fue un gesto político”, señala Keka a su compañera.

En las oficinas Carla conoció también el desprecio de esas otras que no la veían como una de ellas. Pero no quería un trabajo administrativo. Quería volver a los túneles. “A ese trabajo y ese sueldo”, apunta Keka. “Creo que ella tenía muy claro su deseo de progreso, su ambición personal. Y está bien decir que las mujeres podemos desear dinero, porque es la llave de la libertad y de la independencia”.

“Hoy hay diez chicas que están trabajando en la mina y eso me llena de orgullo”, señala Carla. “Espero que mi historia sirva para que otra generación de chicas trans piensen que es posible, que podemos cambiar las cosas”, se entusiasma. Ahora ronda por su cabeza la idea de salir de Río Turbio para seguir dando la batalla: “Queda tanto por hacer”, defiende.

“¡Yo quiero ver a Carlita como senadora!”, apunta Keka. Ella sonríe. “¿Por qué no? Ningún señor hetero y conservador se va a ocupar de defendernos”. Lo dice en un momento difícil para las personas trans en Argentina –son unas 200.000, según el último censo– una situación de “alerta constante” frente a un Gobierno de Javier Milei que tiene como bandera el recorte de derechos. “Tenemos que humanizar este mundo que viene en retroceso constante. La revolución es que la vida de los demás también nos importe”, sentencia Carla.

El reencuentro

Keka volvió a Río Turbio en 2019 y su hermana le presentó a Carlita. Ese encuentro se convirtió en una crónica que publicó en la Revista Anfibia y fue el germen de la película que se acaba de estrenar. Parte del rodaje de Miss Carbón se realizó en España, pero tanto para la guionista como para la directora, Agustina Macri, era importante hacerlo también allí y con la participación de su gente.

“Mi ciudad es un lugar mejor hoy gracias a que hicimos esta película. Pero no lo digo por vanidad ni lo digo por mí, sino por la transformación que supuso echar luz sobre esta historia”, señala, categórica, Keka Halvorsen. “Ese mismo pueblo que despreciaba, rechazaba y agredía a Carlita, hoy la admira genuinamente. El rodaje terminó con todo ese pueblo aplaudiéndola”, cuenta mientras las lágrimas empiezan a rodar detrás de sus grandes gafas.

“Revisando su propia historia dentro de la ficción, pusieron a Carlita en otro lugar y se permitieron abrazar algo que rechazaban por ignorancia. No es que esas personas fueran malas y ahora son buenas. Es que se dieron la oportunidad de abrir la cabeza y entender”, apunta todavía emocionada.

Carlita, otra vez, sonríe. “Están todos muy contentos esperando que esta película se estrene –en Argentina esto será en septiembre– Quieren que se vea su pueblo, su trabajo, su mina”, dice consciente de ese reencuentro con los suyos, de un momento nuevo en el que no necesita buscar la oscuridad de los túneles o de la noche para sentirse segura, sino que puede brillar con luz propia ante los demás.

Ser un cuerpo disidente en esa ciudad pequeña al final de la Tierra le marcó unos lindes sofocantes a la existencia de Carlita, pero no a sus anhelos. “Me soñé minera antes que mujer”, asegura. No sabemos qué fue antes, pero sí que consiguió arrancar, a fuerza de pico y pala, tanto un sueño como el otro a las paredes del túnel. (Por Natalia Chientaroli – El Diario.es de España)


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