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Lula visitará a Boric con divergencias sobre Venezuela

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A la espera de la publicación de las actas, Brasil, Colombia y México aún no reconocen la victoria de Maduro, proclamada por el CNE, ni la del opositor Edmundo González Urrutia.
Darío Pignotti

Por Darío Pignotti

Desde Brasilia

En el Ministerio de Relaciones Exteriores periodistas y diplomáticos conversan informalmente sobre los temas más impactantes del día en Brasil, como la medalla de plata obtenida por la brillante gimnasta, Rebeca Andrade, en las Olimpíadas de Paris.

Es la tarde, casi noche del jueves en el Palacio Itamaraty, centro de Brasilia. Se habla también de la salida de los diplomáticos argentinos de Venezuela donde la embajada quedó bajo administración brasileña. La foto de un funcionario de saco azul y pantalones color ladrillo izando la bandera verde-amarilla en territorio argentino en Caracas -donde permanecen refugiados seis asesores de la líder opositora, María Corina Machado- fue reproducida por varios canales de televisión y diarios: una imagen que se completa con el agradecimiento público de Javier Milei al gobierno de Lula, a pesar de que la relación entre los presidentes siga tirante.

Canciller Vieira

La crisis en el país caribeño fue el asunto al cual el ministro de Relaciones Exteriores, Mauro Vieira, estuvo abocado durante toda la semana pasada: que comenzó con el pedido de su colega, Diana Mondino, para que Brasilia asuma la representación diplomática en Caracas.

Luego Vieira acompañó al presidente Lula durante las conversaciones telefónicas con su colega Joe Biden, realizada el martes, y el jueves durante la llamada con los mandatarios Andrés Manuel López Obrador (AMLO) , de México y Gustavo Petro, de Colombia.

Con su «amigo» Joe Biden, Lula tuvo un diálogo amable, durante el cual coincidieron en la necesidad de que las autoridades venezolanas divulguen las actas de las elecciones realizadas el 28 de julio.

Ese punto también fue consensuado durante la conferencia telefónica con AMLO y Petro. Los líderes progresistas latinoamericanos consideran que defender la soberanía popular es tan importante como evitar una escalada de violencia entre oficialistas y opositores.

Hasta este domingo a la tarde ninguno de esos tres gobernantes latinoamericanos había reconocido la victoria de Nicolás Maduro, proclamada por el Consejo Nacional Electoral (CNE) venezolano, ni la del opositor Edmundo González Urrutia, a quien la Casa Blanca considera como presidente electo desde el jueves pasado.

Lula con Boric

Este lunes Lula analizará la situación venezolana con su homólogo Gabriel Boric en Santiago de Chile. Será en el marco de una visita de Estado, la primera que realiza a ese país.

«Es natural que los presidentes hablen sobre la región, especialmente durante la conversación privada que tendrán» en el Palacio de la Moneda, declaró el jueves Gisela Padovan, responsable del departamento de América Latina y el Caribe de la Cancillería brasileña.

Durante una conferencia de prensa la embajadora reconoció que Venezuela es un tema importante pero no está previsto, por lo pronto, un pronunciamiento conjunto de los presidentes sobre la coyuntura post-electoral.

Consultada sobre la posibilidad de que Brasil asuma la representación diplomática del gobierno andino en Caracas, como sucedió con la Argentina, Padovan, dijo no tener nada que comentar al respecto.

Discrepancias

Lula y Boric no coinciden sobre cómo proceder frente al tembladeral venezolano. El brasileño mantiene comunicación con Caracas a través de su asesor especial, Celso Amorim, a quien Nicolás Maduro recibió en el Palacio de Miraflores el lunes pasado. Ese mismo día Amorim se reunió con el opositor González Urrutia (el diplomático brasileño no convidó a Maria Corina Machado, según trascendió en la prensa).

En cambio el jefe de Estado chileno no dialoga con el gobierno chavista, al cual ha criticado con dureza, y desconoció el anuncio del CNE sobre el triunfo de Maduro, tras lo cual se ordenó la salida de los diplomáticos andinos de Caracas.

El desacuerdo entre el veterano líder del Partido de los Trabajadores, de 78 años, y su par chileno de 38, no es de ahora.

En mayo del año pasado, durante la Cumbre de Presidentes Sudamericana celebrada en Brasilia, el anfitrión afirmó que en Venezuela impera una «democracia», donde han habido «más elecciones que en Brasil» pese a lo cual existe una «narrativa prejuiciosa» que la equipara con una dictadura.

A lo que Boric respondió, «manifesté respetuosamente mis discrepancias al presidente Lula (por entender que las críticas contra Venezuela no son fruto) de una narrativa, sino de una realidad seria».

Sin ruptura

El disgusto de Lula por las declaraciones de Boric en Brasilia (críticas similares fueron expresadas en ese evento por el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou) no llegó al extremo. Brasilia y Santiago mantuvieron sus relaciones dentro de un marco de normalidad institucional, haciendo prevalecer las coincidencias por sobre las desavenencias. Al fin de cuentas son dos gobiernos progresistas unidos por el común rechazo al actual avance de la ultraderecha y el repudio a las dictaduras militares de los años sesenta y setenta.

En ese sentido, en marzo de 2022, el por entonces flamante presidente Boric, declaró su apoyo al candidato Lula en las elecciones de octubre de aquel año cuando enfrentaría al presidente en funciones, Jair Bolsonaro, un pertinaz defensor de las dictaduras, en particular la de Augusto Pinochet.

Celso Amorim

A poco de desembarcar en Brasilia después de cuatro días en Caracas, Celso Amorim se reunió el martes pasado con Lula. Posteriormente asesoró al mandatario en las conversaciones telefónicas con líderes extranjeros.

El viernes pasado, durante una entrevista en vivo de 16 minutos con CNN Brasil, Amorim consideró «difícil reconocer» la victoria de Maduro hasta que no se hayan publicado las actas del CNE.

Ante la pregunta de si su gobierno se sumará a la posición de Estados Unidos, que el jueves, a través del secretario de Estado Antony Blinken, dio por ganador a González Urrutia, respondió: «Difícil que Brasil vaya a seguir el camino de Estados Unidos (..) hace mucho tiempo Brasil abandonó la política del alineamiento automático con quien quiera que sea».

Próximos días

Amorim aclaró que no es él quien tiene la última palabra sobre la agenda ni las decisiones de su jefe, pero deslizó que ve con buenos ojos una comunicación conjunta de Lula, AMLO y Petro con Maduro. Esta crisis debería resolverse «sin interferencias extrarregionales», por lo tanto son los «latinoamericanos quienes la tienen que resolver».

Y añadió: sería importante sumar a la oposición venezolana a ese diálogo regional, a fin de descomprimir un escenario explosivo, repitiendo el formato del Grupo de Amigos de Venezuela, creado luego del golpe de Estado que destituyó temporalmente a Hugo Chávez en 2002.

En ese organismo, del cual participó el entonces canciller Amorim, había países simpáticos al líder bolivariano, como Brasil, y otros alineados con la oposición golpista, entre ellos Estados Unidos y España.

La eventual recreación de una instancia mediadora en Venezuela (idea que de momento es apenas un borrador), podría ser uno de los asuntos que Lula aborde este lunes con su par Boric en el Palacio de la Moneda.

Sin garrotes

La entrevista con CNN finalizó con un comentario sobre la necesidad de que Estados Unidos levante las sanciones económicas impuestas contra Venezuela. Eso ayudaría a descomprimir los ánimos y favorecería el camino hacia la «paz social», indicó Amorim.

El bloqueo es «un gran error, es un reflejo de una política de arrogancia , del Big Stick (garrote) de la que hablaba el expresidente Theodore Roosevelt (1858-1919) , que no tiene nada que ver con el mundo actual».


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Jubilado a la parrilla

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Palazos a los jubilados y corrupción en la mira papal. El retiro de Petronas y la explosión del gasoducto, en la gestión de los ceos de Roca. La nueva vanguardia.
Luis Bruschtein

Por Luis Bruschtein

El Papa criticó la represión a los jubilados y la corrupción en el gobierno; la ONU advirtió por la indefensión de la niñez sumergida en la pobreza; explotó el gasoducto del Norte, y Petronas puso en duda la famosa mayor inversión de la historia. El inminente veto a la ley de financiamiento universitario anunció protestas estudiantiles masivas que se unirán a los jubilados, dos sectores en los que Milei había cosechado en las elecciones. Semana mala para el Presidente que, en contrapartida, consiguió frenar el veto al aumento a los jubilados con ayuda de parte del opoficialismo y es probable que logre una imagen de toda la política enfrentada a Unión por la Patria con la propuesta de reforma política.

Argentina se ha convertido en un país imprevisible, donde resulta imposible precisar la forma como el derrumbe de la economía instrumentado por el gobierno se traslada a las decisiones políticas de los perjudicados. Los jubilados están en el horno. Son los que más perdieron en el ajuste, han sido sus principales víctimas y grupos cada vez más importantes de ellos han encabezado la protesta. Fuera de los grupos movilizados, todos los jubilados se quejan por lo que reciben y por el aumento del transporte y las tarifas, pero no es claro que haya un cambio masivo en las conductas políticas.

Milei ganó con un poco más del 55 por ciento de los votos y en los primeros meses logró aumentar unos puntos más la imagen positiva. En las últimas mediciones su imagen osciló entre el 40 y el 45 por ciento. Quiere decir que perdió más del diez por ciento. No es tanto si se lo compara con los efectos catastróficos de sus medidas sobre la vida de millones.

Esa distorsión entre causa y efecto constituye una incógnita en una sociedad muy intoxicada por discursos de odio, fake news, y una configuración social donde la mayoría de los trabajadores fueron llevados a la informalidad. Cayeron en ese plano por los efectos destructivos del neoliberalismo en las últimas décadas.

La perversión de esa movilidad descendente radicó en que fue disfrazada de elección personal. Una especie de liberación. El kiosquito, el remisse, el flete, la mensajería, la changa, la venta callejera, el trabajo no presencial y otros empleos fueron disfrazados de emprendimientos individuales. El discurso conservador complementó a este “emprendedurismo” con una ideología “meritocrática” que, en esencia es una ilusión porque todo ese universo depende de la producción de riqueza real.

Por más esfuerzo, por más méritos que tenga, ningún resultado lo favorecerá si el resto de la sociedad no genera riqueza real, no produce ni consume bienes. En todos los trabajos vale el esfuerzo y el conocimiento cuando el resto de la economía funciona. De lo contrario, la derecha ordena esas condiciones como una ideología del sometimiento para la explotación por una elite. Ese proceso se montó sobre el antiperonismo extendido en un sector de la sociedad y sobre la decepción que produjo el gobierno de Alberto Fernández.

El resultado ha sido el surgimiento de lo más grotesco de la política y la economía, una mascarada de discurso exótico cargado de odio y fotografías de un pie gordo y colorado, con talco para los hongos. Hay corporaciones que se han favorecido con este despropósito y que se apuran a sacarle todo el jugo porque saben que en algún momento se termina.

El grupo Roca, que buscó usar al gobierno para concretar su reconversión hacia la actividad energética, y ubicó gerentes en puntos estratégicos de la gestión en esa área, encarnó dos desastres con pocos antecedentes de tanta ineptitud como fueron la explosión del gasoducto Norte y la amenaza de Petronas de retirar la inversión milmillonaria que iba a hacer con el gas de Vaca Muerta. La arbitrariedad como se manejó un negocio tan delicado para debilitar al gobernador bonaerense Axel Kicillof, provocó incertidumbre en el gigante malayo.

Esta semana, el escenario pareció sufrir otras distorsiones. En el capitalismo industrial se decía que lo obreros de la industrian eran la vanguardia de las luchas. En los ’90, con el neoliberalismo, aparecieron los movimientos de trabajadores desocupados a la cabeza de la protesta. Y ahora son los trabajadores jubilados.

Primero fue demonizar a los movimientos sociales. Patricia Bullrich creció –tristemente– con la represión a esas marchas de los desocupados y creyó que valía para todos. Pero es difícil demonizar a los jubilados porque los hay en todas las familias. Allí no funcionan las fake news y la difamación porque hay comprobación directa.

Y es cierto que no se movilizan todos los jubilados, sino más bien algunos grupos. Pero la imagen de los garrotazos a esos adultos mayores tiene un efecto subterráneo de terreno minado para el gobierno. Otra imagen de alto impacto fueron los jubilados en la puerta de la residencia de Olivos mientras en el interior se festejaba con un pantagruélico asado el rechazo al aumento de las jubilaciones.

Ha sido una mezcla explosiva que se catalizó con los aumentos siderales de tarifas de los servicios y del transporte, que pasaron de ser caras a ser impagables para los trabajadores. Otra imagen altamente inflamable fueron las filas de personas que caminaban por las vías para eludir los molinetes de los andenes. Y la posterior imagen de esos mismos lugares custodiados por efectivos policiales o por seguridad contratada.

Los tiempos en la sociedad han sido diferentes a los de la política. Hubo una oposición nítida desde el principio desde Unión por la Patria y la izquierda, mientras que el rechazo en la sociedad fue expresándose en protestas aisladas, hasta la situación actual donde las encuestas no miden un cambio importante, en contraste con el cambio fuerte en el ánimo generalizado, al menos en CABA y el conurbano. Otras fuerzas mantuvieron una actitud ambigua porque se sentían comprendidos en parte del discurso oficialista.

Pero la política todavía no pudo dar cuenta de los cambios de humor que se van generalizando. No pudo entender parte de sus limitaciones que interfieren el contacto pleno con esta nueva realidad. Lo que en un momento fue representación, dejó de serlo cuando cambió lo que representaba y no se produjo el mismo cambio en el representante. El mecanismo se manifestó en todos los planos, con el fuerte achicamiento del PRO, la pérdida de identidad de la UCR y los conflictos en el peronismo.

La Iglesia ha sido una gran antena de los humores de la política y de la sociedad. Se mantiene por encima de la política y sólo interviene de manera clara cuando interpreta señales cada vez más fuertes. Las palabras del papa Francisco fueron muy directas con respecto a la represión a los jubilados y más aún sus referencias a la corrupción en el gobierno. La Iglesia nunca se lanza a una pileta vacía. Las palabras que formuló el Papa estuvieron en sintonía con el malhumor extendido.

Milei exhibe déficit cero falseado por deudas impagas. Y un dólar quieto a costa de reservas del Central. Consiguió mandar a la pobreza a casi el 60 por ciento de los argentinos y convertir al país en uno de los más caros en dólares. Cuando el malhumor social entre en contacto con la política, Milei se acaba. Es el tramo que falta recorrer.


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