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Los salarios subieron 7,6% en agosto y quedaron casi cinco puntos por debajo de la inflación

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El INDEC informó que los sueldos acumularon una suba de 75,9% en los primeros ocho meses del año. El crecimiento mensual se debe a los aumentos de 8,3% en el sector privado registrado, de 6% en el sector público y de 8,5% en el sector privado no registrado.

El INDEC difundió el índice de salarios de agosto, que mostró que las remuneraciones promedio de los trabajadores crecieron 7,6% aunque quedaron 4,8 puntos porcentuales por debajo de la inflación del mismo período, que alcanzó el 12,4%.

En el octavo mes del año, la variación respecto al mes anterior fue de 3,4 puntos porcentuales. En tanto, la variación anual fue del 121,8% y acumuló 75,9% en lo que va del año.

El crecimiento mensual se debe a los aumentos de 8,3% en el sector privado registrado, de 6% en el sector público y de 8,5% en el sector privado no registrado.

Según indicó el organismo, el sector privado registrado obtuvo un incremento acumulado del 76,8% en el promedio de los sueldos de los trabajadores entre enero y agosto, y mostró una variación interanual del 121,1%.
Por su parte, el sector público registró en agosto una acumulada del 80,4% y un incremento anualizado del 137,7%. En tanto que los ingresos de los empleados no registrados fue del 63,8% en los primeros ocho meses del año y llegaron a una variación interanual del 95,1%.

Los salarios quedaron muy por debajo de la inflación
Mientras los salarios crecieron en agosto un 7,6%, la inflación para el mismo período fue casi cinco puntos por encima. De acuerdo al dato de INDEC, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) fue del 12,4%.

El IPC acumuló un 80,2% en el octavo mes, 4,3 puntos porcentuales menos que el aumento acumulado de salarios. En tanto que en la medición interanual se ubicó en el 124,4%.

Hay que tener en cuenta que la inflación de agosto -la más alta en 21 años- estuvo marcada por la devaluación que dispuso el Gobierno tras los resultados de las PASO.

En ese sentido, para intentar contrarrestar el impacto de la medida, el ministro de Economía, Sergio Massa, otorgó una serie de bonos y refuerzos para los sectores más golpeados, como jubilados y pensionados, trabajadores, monotributistas y beneficiarios de programas sociales.

“En agosto los salarios exhibieron una fuerte caída, la más profunda en lo que va del año. Mientras que los trabajadores del sector público presentaron la mayor contracción mensual (-5,7% real), los trabajadores no registrados y registrados del sector privado presentaron una baja en sus ingresos de 3,5% y 3,7% mensual real”, analizó LCG. Y agregó: “Respecto a un año atrás, los únicos salarios que se mantuvieron en terreno positivo fueron los del sector público (+6%)”.

“Con el dato de agosto, en lo que va del año los salarios exhiben una caída del poder adquisitivo del orden del 0,3% por mes, revirtiendo el valor promedio hasta julio (+0,3% mensual). No obstante, como es de esperarse, al interior continuó destacándose la anémica dinámica de los salarios informales, donde los trabajadores no registrados marcan una caída en promedio del 1,2% real por mes (consistente con un ritmo del -13% anualizado)”, completó la consultora.


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Jubilado a la parrilla

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Palazos a los jubilados y corrupción en la mira papal. El retiro de Petronas y la explosión del gasoducto, en la gestión de los ceos de Roca. La nueva vanguardia.
Luis Bruschtein

Por Luis Bruschtein

El Papa criticó la represión a los jubilados y la corrupción en el gobierno; la ONU advirtió por la indefensión de la niñez sumergida en la pobreza; explotó el gasoducto del Norte, y Petronas puso en duda la famosa mayor inversión de la historia. El inminente veto a la ley de financiamiento universitario anunció protestas estudiantiles masivas que se unirán a los jubilados, dos sectores en los que Milei había cosechado en las elecciones. Semana mala para el Presidente que, en contrapartida, consiguió frenar el veto al aumento a los jubilados con ayuda de parte del opoficialismo y es probable que logre una imagen de toda la política enfrentada a Unión por la Patria con la propuesta de reforma política.

Argentina se ha convertido en un país imprevisible, donde resulta imposible precisar la forma como el derrumbe de la economía instrumentado por el gobierno se traslada a las decisiones políticas de los perjudicados. Los jubilados están en el horno. Son los que más perdieron en el ajuste, han sido sus principales víctimas y grupos cada vez más importantes de ellos han encabezado la protesta. Fuera de los grupos movilizados, todos los jubilados se quejan por lo que reciben y por el aumento del transporte y las tarifas, pero no es claro que haya un cambio masivo en las conductas políticas.

Milei ganó con un poco más del 55 por ciento de los votos y en los primeros meses logró aumentar unos puntos más la imagen positiva. En las últimas mediciones su imagen osciló entre el 40 y el 45 por ciento. Quiere decir que perdió más del diez por ciento. No es tanto si se lo compara con los efectos catastróficos de sus medidas sobre la vida de millones.

Esa distorsión entre causa y efecto constituye una incógnita en una sociedad muy intoxicada por discursos de odio, fake news, y una configuración social donde la mayoría de los trabajadores fueron llevados a la informalidad. Cayeron en ese plano por los efectos destructivos del neoliberalismo en las últimas décadas.

La perversión de esa movilidad descendente radicó en que fue disfrazada de elección personal. Una especie de liberación. El kiosquito, el remisse, el flete, la mensajería, la changa, la venta callejera, el trabajo no presencial y otros empleos fueron disfrazados de emprendimientos individuales. El discurso conservador complementó a este “emprendedurismo” con una ideología “meritocrática” que, en esencia es una ilusión porque todo ese universo depende de la producción de riqueza real.

Por más esfuerzo, por más méritos que tenga, ningún resultado lo favorecerá si el resto de la sociedad no genera riqueza real, no produce ni consume bienes. En todos los trabajos vale el esfuerzo y el conocimiento cuando el resto de la economía funciona. De lo contrario, la derecha ordena esas condiciones como una ideología del sometimiento para la explotación por una elite. Ese proceso se montó sobre el antiperonismo extendido en un sector de la sociedad y sobre la decepción que produjo el gobierno de Alberto Fernández.

El resultado ha sido el surgimiento de lo más grotesco de la política y la economía, una mascarada de discurso exótico cargado de odio y fotografías de un pie gordo y colorado, con talco para los hongos. Hay corporaciones que se han favorecido con este despropósito y que se apuran a sacarle todo el jugo porque saben que en algún momento se termina.

El grupo Roca, que buscó usar al gobierno para concretar su reconversión hacia la actividad energética, y ubicó gerentes en puntos estratégicos de la gestión en esa área, encarnó dos desastres con pocos antecedentes de tanta ineptitud como fueron la explosión del gasoducto Norte y la amenaza de Petronas de retirar la inversión milmillonaria que iba a hacer con el gas de Vaca Muerta. La arbitrariedad como se manejó un negocio tan delicado para debilitar al gobernador bonaerense Axel Kicillof, provocó incertidumbre en el gigante malayo.

Esta semana, el escenario pareció sufrir otras distorsiones. En el capitalismo industrial se decía que lo obreros de la industrian eran la vanguardia de las luchas. En los ’90, con el neoliberalismo, aparecieron los movimientos de trabajadores desocupados a la cabeza de la protesta. Y ahora son los trabajadores jubilados.

Primero fue demonizar a los movimientos sociales. Patricia Bullrich creció –tristemente– con la represión a esas marchas de los desocupados y creyó que valía para todos. Pero es difícil demonizar a los jubilados porque los hay en todas las familias. Allí no funcionan las fake news y la difamación porque hay comprobación directa.

Y es cierto que no se movilizan todos los jubilados, sino más bien algunos grupos. Pero la imagen de los garrotazos a esos adultos mayores tiene un efecto subterráneo de terreno minado para el gobierno. Otra imagen de alto impacto fueron los jubilados en la puerta de la residencia de Olivos mientras en el interior se festejaba con un pantagruélico asado el rechazo al aumento de las jubilaciones.

Ha sido una mezcla explosiva que se catalizó con los aumentos siderales de tarifas de los servicios y del transporte, que pasaron de ser caras a ser impagables para los trabajadores. Otra imagen altamente inflamable fueron las filas de personas que caminaban por las vías para eludir los molinetes de los andenes. Y la posterior imagen de esos mismos lugares custodiados por efectivos policiales o por seguridad contratada.

Los tiempos en la sociedad han sido diferentes a los de la política. Hubo una oposición nítida desde el principio desde Unión por la Patria y la izquierda, mientras que el rechazo en la sociedad fue expresándose en protestas aisladas, hasta la situación actual donde las encuestas no miden un cambio importante, en contraste con el cambio fuerte en el ánimo generalizado, al menos en CABA y el conurbano. Otras fuerzas mantuvieron una actitud ambigua porque se sentían comprendidos en parte del discurso oficialista.

Pero la política todavía no pudo dar cuenta de los cambios de humor que se van generalizando. No pudo entender parte de sus limitaciones que interfieren el contacto pleno con esta nueva realidad. Lo que en un momento fue representación, dejó de serlo cuando cambió lo que representaba y no se produjo el mismo cambio en el representante. El mecanismo se manifestó en todos los planos, con el fuerte achicamiento del PRO, la pérdida de identidad de la UCR y los conflictos en el peronismo.

La Iglesia ha sido una gran antena de los humores de la política y de la sociedad. Se mantiene por encima de la política y sólo interviene de manera clara cuando interpreta señales cada vez más fuertes. Las palabras del papa Francisco fueron muy directas con respecto a la represión a los jubilados y más aún sus referencias a la corrupción en el gobierno. La Iglesia nunca se lanza a una pileta vacía. Las palabras que formuló el Papa estuvieron en sintonía con el malhumor extendido.

Milei exhibe déficit cero falseado por deudas impagas. Y un dólar quieto a costa de reservas del Central. Consiguió mandar a la pobreza a casi el 60 por ciento de los argentinos y convertir al país en uno de los más caros en dólares. Cuando el malhumor social entre en contacto con la política, Milei se acaba. Es el tramo que falta recorrer.


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