INFO. GENERAL
La Guardia Urbana inició actividades en Río Gallegos y busca generar confianza en la comunidad

En el primer fin de semana de actividades de la Guardia Urbana en las calles de Río Gallegos, el director Víctor Juárez explicó cómo se está organizando el trabajo del cuerpo. “El viernes iniciamos con las guardias en el centro, cubriendo la plaza, las avenidas principales y la ría, donde nuestros ciclistas se ocupan del patrullaje”, detalló Juárez. Esta nueva fuerza civil no armada tiene el objetivo de trabajar en la prevención y colaborar con otros entes de seguridad y control, como la Policía de Santa Cruz o las áreas de tránsito y control animal.
El trabajo de la Guardia Urbana también busca establecerse en la periferia. “Ayer estuvimos en el barrio San Benito, queremos que los vecinos nos conozcan y comenzaremos a repartir folletería sobre el control animal y otros temas de interés”, comentó Juárez. El funcionario subrayó que la presencia en los barrios responde a un pedido del intendente de generar mayor proximidad con la comunidad.
Respecto a la recepción de los vecinos, Juárez señaló que “hemos tenido una aceptación bastante importante, aunque también algunas observaciones”.
Juárez aclaró que la Guardia Urbana no reemplaza a la policía ni a los agentes de tránsito. “Somos agentes preventivos que informamos a las autoridades competentes sobre lo que observamos, pero no estamos armados ni tenemos funciones policiales”, enfatizó.
El principal desafío en estos primeros días es generar confianza y cercanía con los vecinos, logrando que comprendan y aprovechen la labor de la Guardia Urbana como una herramienta útil para la seguridad de la ciudad. “El objetivo es que el vecino entienda quiénes somos y que juntos podamos mejorar el servicio”, concluyó Juárez.
INFO. GENERAL
Promesas recicladas, realidades intactas: la Cuenca Carbonífera sigue esperando

Con el discurso de siempre, Pablo Grasso vuelve a escena con promesas sobre salud y educación en una región marcada por el abandono estructural. La Cuenca Carbonífera, testigo de décadas de frustraciones, aún espera decisiones de fondo mientras el presente se diluye entre anuncios repetidos y políticas que no llegan.
Pablo Grasso, actual intendente de Río Gallegos, extiende su influencia discursiva a la Cuenca Carbonífera. Con tono afable y cargado de buenas intenciones, participa en encuentros sociales en Río Turbio y 28 de Noviembre, donde resalta –una vez más– la salud y la educación como prioridades de gestión. Sin embargo, lo que promete se superpone con lo que ya fue dicho (y no cumplido), mientras la realidad cotidiana de la cuenca evidencia un retroceso sostenido.
Durante más de 30 años, el carbón fue tema de campaña, bandera de lucha y motor de existencia para los habitantes de esta región. Sin embargo, jamás se consolidó una política de Estado seria que pusiera en valor este recurso natural. La usina termelétrica, emblema de desarrollo y símbolo de la resistencia local, se convirtió en una postal de lo que pudo ser. Promesas de reactivación, compras millonarias de equipamiento, compromisos asumidos… todos archivados en el mismo lugar: la desilusión colectiva.
En paralelo, se habla de educación como pilar central, pero cualquier recorrido por los establecimientos escolares de la zona evidencia otra cosa. Edificios vetustos, sin mantenimiento, equipamientos obsoletos, y una infraestructura que dista mucho de cumplir con los estándares mínimos. La palabra «futuro» queda vacía cuando las condiciones del presente son tan precarias.
Y en salud, el panorama no es más alentador. La pandemia dejó al desnudo un sistema hospitalario frágil, con necesidades históricas no atendidas.
La falta de políticas concretas se ve agravada por un contexto nacional que asfixia con recortes y desinversión. La distancia geográfica se traduce en postergación. Pero también hay responsabilidades locales y provinciales que no se pueden seguir eludiendo. Lo que no se hizo en décadas, no se arregla con discursos bien intencionados.
Lo que se percibe, en definitiva, es un peronismo desgastado, sin conducción clara, sin energía transformadora. Una fuerza política que ya no logra enamorar ni convencer. Las intenciones, aunque nobles, no alcanzan. Porque la Cuenca Carbonífera no necesita más promesas: necesita decisiones. Y las necesita ahora.
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