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La clase media quema los dólares del colchón

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Los que llegan «arañando» a fin de mes no pueden afrontar gastos extra, otros directamente necesitan completar su salario con divisas que compraron a un precio mayor hace muy poco.

Por Mara Pedrazzoli

“Todavía no me recuperé de las vacaciones, las fiestas y otros gastos que tuvimos entre fines y comienzos de año. Y esos extra que antes piloteaba con premios y aguinaldo, los tuve que cubrir vendiendo dólares”. El relato de Estefanía de Barrio Norte es el de muchas y muchos entre una clase media que hasta hace muy poco gozaba de algún resto -mayor o menor, según los casos- para el ahorro. La economía doméstica cambió drásticamente desde diciembre y surge un nuevo fenómeno: el billete verde guardado como ahorro a futuro aparece como un salvavidas para los gastos o extras cotidianos. Desde hace semanas se observan colas en las casas de cambio de personas que venden sus ahorros para costear gastos corrientes ante una realidad difícil. “Estoy vendiendo dólares porque tengo pendientes de cobrar dos trabajos y me quedé sin plata”, comenta Ernesto mientras espera que llegue su turno en una casa de cambios de la city porteña. El dólar blue cayó desde su pico de 1.300 pesos en enero a 1.160 pesos en la última semana.

“Nos fuimos de vacaciones en noviembre y en otros veranos hacíamos una escapada de una semana a la costa que en esta temporada no pudimos hacer, tuvimos gastos fuertes en las fiestas de fin de año y con el cumpleaños de la nena. Como todo está tan caro, cualquier extra suma una cifra importante. No nos quedó resto y tuvimos que recurrir a los ahorros”, detalla Estefanía. Admite que el suyo no es el peor de los escenarios, que hay quienes ni siquiera pudieron tomarse vacaciones y “eso es injusto porque si uno trabaja, tiene derecho a tomarse un descanso». Y que también es un privilegio contar con esos ahorros en dólares, aun cuando no estaba en sus planes deshacerse de ellos. Habla de adaptarse a una realidad que «llegó de golpe» y no esperaba, y describe un escenario de absoluta incertidumbre: “si no sé cuánto estaré pagando de la prepaga, el tratamiento de los chicos o el colegio, ¿cómo voy a salir de vacaciones? Me guardo la plata para marzo y abril”, explica.

Un grupo familiar de cuatro personas como el suyo paga una cuota de medicina prepaga de 287.000 pesos y de colegio privado para hijo e hija de 450.000 pesos. Es decir que en gastos fijos superan el millón de pesos. Comenzaron a gastar de a poco sus ahorros en consumos diarios, el auto, servicios y algún viaje.

Cómo sumar cuando todas son restas

“Estoy vendiendo dólares porque tengo pendientes de cobrar dos trabajos y me quedé sin plata”, relata Ernesto. ¿En qué consiste ese «quedarse sin plata», en su caso? “El valor del alquiler se duplicó, y eso que todavía estoy dentro de la Ley de Alquileres. El seguro del auto pasó de 30.000 a 48.000 pesos entre noviembre y enero, y la patente de 13.000 a casi 40.000 pesos. Tuve que hacer dos cambios de neumáticos y me salió 670.000 pesos”, enumera.

“Literalmente vendo estos dólares para vivir, me quedé sin trabajo porque cerraron un programa estatal que tenía 40 años”, relata Viviana. “Soy socióloga, trabajé en el Estado y trabajo por cuenta propia. Ahora estoy averiguando la posibilidad de ingresar a la docencia, que es todo una burocracia muy grande pero necesitamos un ingreso fijo más y rezar para que me salga algún trabajo free-lance para no quemar todos los ahorros. Mi novio se dio de baja de la prepaga y yo estoy esperando a terminar un tratamiento para cambiarme”. Dentro de un esquema de multi-empleo típico de la clase media, la solvencia empieza a escasear porque los contratos no se renuevan o bien no se actualiza el salario.

Cambio de tendencia

Aldana es chilena pero vive en Buenos Aires, después de la pandemia cambió de rumbo laboral y volvió a trabajar en la pequeña empresa de su familia radicada en Chile, al descubrir que podía sostenerlo por teletrabajo, viajando una o dos veces por mes. Desde hace un par de años, vende mensualmente dólares para obtener lo que en esta particular rutina resulta ser su sueldo. De modo que tiene un especial «termómetro» de lo que ocurre con los dólares para ahorro de la clase media. 

«Todo este último tiempo los fui vendiendo a amigos, o amigos de amigos en una cadena que se fue haciendo por conocidos. La verdad, hasta enero inclusive me sacaban los dólares de la mano, casi que tenía «cola» de compradores, nunca tuve problemas para vender», relata. «Este mes, por primera vez me pasó que avisé que vendía y no encontré mucho comprador informal. La gente no tiene resto para ahorrar. Parece que a nadie le sobra”, se asombra. 

Es que es imposible que los ingresos de la clase media puedan con una inflación que en el bimestre diciembre-enero acumuló un 46 por ciento, mientras el año pasado ese aumento se alcanzó recién en siete meses, durante el período diciembre-junio.

“Nos pasa como le pasa al país, no tenemos plata”, resumen las personas consultadas. Pero en el caso de la clase media esto es resultado de la erosión en el poder de compra de los ingresos, producto de la brutal inflación, mientras en el caso de la gestión del Gobierno aparece como algo deliberado. No hay plata porque decidieron congelar todas partidas presupuestarias, anular contratos de empleados públicos, suprimir pautas publicitarias, suspender el giro de subsidios al transporte, las paritarias docentes y los ajustes en los planes sociales, así como eliminar los subsidios a la luz y el gas, entre otros ítems. «No hay bolsillo que aguante», la otra frase que aparece, es una consecuencia directa de estas políticas.

Muchos venden, pocos compran

El descalabro de precios desorganiza la vida de las personas y se ven largas filas en las casas de cambio con “mucha gente vendiendo y poca gente comprando”. Eso explica parte de la caída de los dólares paralelos desde comienzos de febrero. “Están perdiendo todos los que compraron en enero porque desde el pico de alrededor de 1.300 pesos, la cotización no para de bajar”, comenta un operador de casas de cambio que describe la situación como “inédita”.

“La caída del dólar blue ocurre de forma reiterada todos los veranos, porque la gente coloca a fin de año su dinero en plazos fijos o dólares, a sabiendas que va a aumentar y con la diferencia cubren el consumo con tarjetas de crédito que realizan durante el verano”, explica. Pero la novedad es que este verano muchos cancelaron su vacaciones o debieron «desahorrar» dólares para cubrir los gastos de la temporada, con un tipo de cambio que está quieto y no permite hacer ganancias, y un plazo fijo que ya no le gana a la inflación.

Las felicitaciones del presidente

Para resguardarse de la inflación los pequeños ahorristas compraban dólares hasta noviembre del año pasado. La compra masiva en cuevas es sinónimo de “crisis especulativa” en Argentina. La venta masiva como se observa en la actualidad, también es sinónimo de una crisis quizás más severa, crisis de ingresos y de actividad

Por esa razón no se entiende que el presidente Milei haya retuiteado una nota de El Economista titulada “Por el apretón monetario, inflación y recesión, ahorristas venden dólares para ‘llegar a fin de mes’”. Allí se describe cómo la clase media liquida sus ahorros para llegar a fin de mes y los que están un poquito mejor lo hacen para mantener su nivel de vida. El Presidente parece manifestarse orgullo de llevar a estos «argentinos de bien» a una situación tan crítica. 

Qué puede pasar con el dólar

“Pymecidio y destrucción de la clase media por el tarifazo”, sintetizó Elisa Carrió en la red social X. Las pymes también desahorran para pagar sueldos y que siga funcionando el negocio. Algunas se pasaron al Bopreal y eso explica la caída del dólar Contado con Liquidación (CCL) o una menor presión compradora en el blue. “Alguien que quería dolarizarse, ahora compra Bopreal y el Central retira esos pesos del sistema. Después ese Bopreal se compra y vende en el mercado, y no sabemos si la autoridad monetaria interviene para que la cotización implícita sea más atractiva que el CCL”, advierten operadores consultados por Página/12. Algunas pymes prefieren el Bopreal porque son títulos de más corto plazo: 2027 versus 2030 en el CCL. Otros, importadores, porque terminaron de pagar importaciones que habían realizado a 90 días, y atesoran.

Pero la presión sobre los dólares volverá “cuando los importadores requieran nuevos dólares frescos y de cara a la liquidación de la cosecha de soja entre marzo y mayo”, aseguran los analistas. “No veo al blue perforando el piso de los 1.000 pesos, sino que en marzo acompañará a una devaluación del dólar oficial que seguramente ocurre. La cotización se empujará arriba de los 1.300 pesos, que es donde empezó la caída”, reflexionan. Esta semana el dólar blue retrocedió hasta niveles similares a los de principios de enero, en torno a los 1.160 pesos. La brecha volvió al terreno del 40 por ciento para el ilegal y entre el 20 y 27 por ciento para los dólares financieros, pero serían precios transitorios según razonan los especialistas.

La crisis de actividad

Difícilmente será transitoria la caída en la actividad económica que resulta inducida (deseada) desde la política económica. El presidente Milei afirmó que «el momento más duro será entre marzo y abril» y luego «como se toca fondo, empezás a rebotar», pero varios analistas ponen en duda sus palabras. Los primeros datos de enero fueron contundentes y dieron cuenta de una recesión aguda, con caídas muy fuertes en la producción y expectativas desmejoradas sobre la creación de empleo. “En el primer trimestre del año, la tasa de desempleo aumentará” y se espera una contracción del PBI de entre un 3 a 4 por ciento en el año. Ante este contexto, los planes del Gobierno se verán desafiados. El rebote quizás nunca llegue, la caída puede ser libre y al ajuste fiscal la recesión le será como un tiro en el pie impidiendo que mejore la recaudación tributaria.

En enero, la venta de insumos para la construcción tuvo una retracción del 29,2 por ciento en la comparación interanual, según el Índice Construya. Los despachos de cemento también cayeron 20 por ciento de acuerdo a los datos de la Asociación de Fabricantes de Cemento Portland. Las ventas minoristas se desplomaron 28,5 por ciento en igual comparación, según informó la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came). En cuanto a los patentamientos de autos fue el peor inicio de año desde 2004, a la salida de la crisis de la Convertibilidad, con una caída del 33 por ciento y del 16,7 por ciento en la producción según Adefa. Y la lista puede seguir. Es el ocaso de la producción industrial a pequeña y gran escala en el país, y de la clase media.


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En medio del ajuste del Gobierno, se hizo «La Noche de las Universidades»

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La actividad fue para conmemorar el 75º aniversario de la gratuidad universitaria implementada por Juan Domingo Perón en 1949.

Por Celeste del Bianco

Ayer, se realizó en todo el país “La Noche de las universidades”, en lo que fue la vigilia del 75º aniversario de la implementación de la gratuidad universitaria. Una medida adoptada por Juan Domingo Perón el 22 de noviembre de 1949, que democratizó el acceso a la educación superior y generó un cambio histórico. A modo de celebración hubo suelta de libros, charlas, mesas de consulta y otras actividades, que funcionaron también como una forma de visibilizar la grave crisis que atraviesa el sistema universitario con el ajuste que impuso el gobierno de Javier Milei.

“En estos momentos tenemos muchas cosas para ver, plantear y discutir. Creo que 75 años son más que importantes y en un momento donde están en discusión muchas de las cosas que pasan en la universidad pública. Así que creíamos más que conveniente hacer esto y que pueda quedar para el futuro”, le dijo a Página 12 Oscar Alpa, vicepresidente del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), que fue el organismo que impulsó la idea de abrir las puertas a toda la comunidad hasta la medianoche. Esta conmemoración especial se da un contexto dramático para las universidades, que no saben si podrán funcionar el próximo año. Todo depende de la aprobación del Presupuesto 2025 en el Congreso, una ley que el Gobierno pareciera no querer sancionar y así seguir usando el del 2023 de manera discrecional. A esto se suma la situación de docentes y no docentes, que acumulan un 40% de pérdida del poder adquisitivo y que más del 85 % tienen sueldos por debajo de la línea de pobreza.

“La gratuidad es una bandera que hay que defender a toda costa porque nosotros somos un ejemplo como sistema en el mundo. Ojalá lleguemos a tiempo y que no terminen de destrozar todo, porque va a ser otra vez como en los 90, llegar y empezar de cero”, dijo Gabriela Vázquez, egresada de la carrera de Ciencias de la Educación que se acercó al Centro Cultural Universitario Paco Urondo, una de las sedes de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en el microcentro porteño. Miraba un telar de más de cuatro metros, bordado con pequeños muñecos coloridos hechos por mujeres chilenas exiliadas en Canadá en homenaje a las y los desaparecidos durante la dictadura militar.

En esa misma sede dieron una charla las escritoras Dolores Reyes y Sol Fantin, denunciadas por una fundación de ultraderecha por el supuesto «contenido sexual explícito» que sus libros esparcen en las escuelas bonaerenses. Alrededor de cien personas participaron del encuentro. Una de ellas fue Renata Vismara, integrante de de la Red de docentes por el derecho al aborto. “Estamos acá en repudio a este intento de prohibir esta literatura que para nosotras es clave. Estos libros, muchas veces, son la puerta de entrada para que pibes y pibas puedan contar lo que les está pasando. Porque no lo conocen, porque no se dan cuenta que lo que viven es violencia o porque les habilita hablar”, contó. Vismara es la primera generación universitaria en su familia, su mamá, jefa de hogar, es empleada pública y, ahora, ella tiene un título en Ciencias de la Educación. “Estamos ante un permanente ataque hacia lo público, hacia lo colectivo. En mi caso, con la universidad fue contundente el cambio en mi vida y en la de toda mi familia”, agrega.

Imagen Verónica Bellomo

El 22 de noviembre de 1949 Perón firmó el decreto N° 29337, que suspendió el cobro de los aranceles universitarios y reconoció el derecho universal a la educación superior gratuita que democratizó el acceso y dio espacio a sectores populares, obreros y de menores recursos.“La gratuidad fue premonitoria o inauguró un modo de pensar que hasta entonces había referido a la educación universitaria solamente como un privilegio para las élites. Por eso, defender a la gratuidad como valor también es defender un proyecto universitario en sintonía con el desarrollo nacional, en sintonía con la soberanía científica y, por supuesto, con la independencia económica y la justicia social”, le dijo a Página 12 la vicedecana de la Facultad de Filosofía, Graciela Morgade, que también participó de la charla.

Los rectores y rectoras de todo el país que integran el CIN ya anticiparon que si el Presupuesto 2025 no se modifica, las universidades no podrán funcionar. Necesitan 7.1 billones de pesos para gastos de funcionamiento y salarios, pero el gobierno de La Libertad Avanza solo propone 3.8 en un presupuesto que ni siquiera se sabe si será aprobado. En ese contexto de incertidumbre es que las universidades abrieron sus puertas a la medianoche.

La calle Corrientes también se convirtió en uno de los escenarios de “La Noche de las Universidades”, alumnos y docentes hicieron una suelta de libros. Llegaron desde la sede de la Universidad Nacional de las Artes (UNA) de la calle Bartolomé Mitre al 1800 hasta la peatonal y repartieron libros que consiguieron en una colecta, la idea surgió en Plaza Congreso mientras participaban del plan de lucha para conseguir un presupuesto adecuado. Juntaron alrededor de 500 y cada uno de ellos llevó una dedicatoria. “Quizás desde la parada del 98, ves a este edificio oscuro y aburrido, pero por adentro está lleno de color. Acá hay gente que imagina y crea mundos”, escribió en uno de esos libros Oscar Ojea, alumno de la Licenciatura en Artes. Firmó la dedicatoria para alguien que no conoce, pero al que quiere que le llegue su mensaje: su universidad es una cocina de arte y de creatividad maravillosa.

La decisiòn de abrir las universidades no es solo para celebrar la fecha histórica, sino también para seguir visibilizando el conflicto universitario, que ya lleva diez meses y que en el medio tuvo dos marchas masivas, tomas generalizadas, clases públicas y miles de actividades en todo el país. “Nosotros también tratamos de ir cambiando un poco las acciones porque repetirnos es hacer el juego a la estrategia de cansancio y de agotamiento, entonces como universo de arte tratar de crear y saltear los discursos de odio”, le contó a este diario Sergio Ramos, decano de Crítica de Artes. Y agregó: “Escribimos dedicatorias para que vayan esos libros con un poco de historia de la universidad. Pero también es traer al libro como instrumento de liberación, de creatividad, de imaginación, de empatía. Como cierto acto de generosidad y de convocar a otros modos de construir comunidad y de relacionarnos como sociedad”.


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