Mientras Sergio Bussi escribe y observa, el verdadero show se desata entre el libertario Jairo Guzmán y el intendente Pablo Grasso. De las promesas incumplidas a los monólogos de persecución, la política en Santa Cruz parece más un espectáculo que una gestión.

Por Sergio Bussi

La política santacruceña ya no sorprende: entretiene. O al menos lo intenta. En este nuevo capítulo de la tragicomedia local, los protagonistas son dos: Jairo Guzmán, presidente de La Libertad Avanza en la provincia, y Pablo Grasso, eterno intérprete de sí mismo en el escenario del poder. El título de esta obra podría ser perfectamente: «Jairo vs Grasso: Stand Up a la santacruceña». Spoiler alert: no es graciosa.

Hace unos días, Grasso volvió a hacer lo que mejor le sale: disparar hacia todos lados, pero sin apuntar bien. En su última aparición pública ninguneó la obra de la Subida del Bicentenario en Caleta Olivia, una infraestructura que el kirchnerismo prometió, olvidó y abandonó. Sí, el mismo kirchnerismo al que él responde desde hace años. La crítica suena más a cinismo que a autocrítica.

Porque claro, Pablito, ¿quién dejó abandonado el cuartel de bomberos cuando tu hermana estaba al frente del IDUV? ¿Quién dejó morir proyectos vitales en zona norte? ¿Quién priorizó contratos con empresas amigas como Mata Negra, en vez de terminar aunque sea dos cuadras de asfalto?

La respuesta flota en el aire, como la ceniza de las obras que nunca empezaron.

Y ahora, en un giro actoral digno de teatro off, Grasso se victimiza, se sube al escenario de las represas a contar su versión de los hechos, entre lágrimas de cocodrilo y promesas recicladas. Denuncia persecuciones, habla de «acompañar», se pone el traje de salvador… todo mientras la justicia lo investiga por posibles casos de corrupción. ¿Casualidad o guión ensayado?

Mientras tanto, Jairo Guzmán también ensaya lo suyo: su partido en plena expansión nacional intenta marcar presencia, y encuentra en este show de errores ajenos una oportunidad para crecer. El ring ya está montado, los reflectores encendidos.

Santa Cruz no necesita más actores. Necesita gestores, seriedad y responsabilidad. Pero hoy por hoy, la agenda política parece una cartelera de comedia barata. Pan y circo, con más circo que pan. Y en este escenario, los que aplauden lo hacen por resignación, no por gusto.

Pablito, hiciste suficiente daño. Es momento de bajar del escenario.