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Martes 10 de Junio del 2025

SOCIEDAD

Frente al neofascismo no hay duda posible

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Eduardo Aliverti

Por Eduardo Aliverti

Quizás la juntada en Tucumán haya sido, por fin, el relanzamiento de la campaña peronista. Pero, igual, podría afirmarse que la política argentina vive un momento lisérgico.

El candidato oficialista, quien estaba solo de casi toda soledad a la espera de que en Unión por la Patria hubiera alguna disposición a acompañarlo, es ministro de Economía en medio de una inflación que él mismo, Sergio Massa, anticipó respecto de agosto como “la peor de los últimos 25 años”.

La contendiente cambiemita, Patricia Bullrich, notificó un futuro holístico que dejó sin palabras a su entrevistador y al órgano multimediático que ya no sabe qué hacer para disimular sus dislates. Presentó para lo económico a un arrabalero simpático, quien estará preguntándose qué hizo para merecer esto justo cuando su real o presunta imagen de seriedad académica -o algo así- debería jugarle beneficiosamente.

Y el ganador de las PASO entró a una instancia ¿rarísima?, en la que su tropa se encarga de contradecirlo.

Lo asombroso no consiste en que todos los economistas de Javier Milei se enciman unos a otros, previniendo sobre lo imposible de la dolarización. Tampoco sorprende que el resto de sus propuestas más estrafalarias también sea desmontado por referentes propios.

Ahora resulta -comenzó a suceder apenas ganó las Primarias- que los explosivos en el Banco Central son una “metáfora”. Que el plan “motosierra” es otro tanto. Que poder vender libremente órganos humanos es sólo una pieza conceptual. Que los vouchers para que Educación y Salud públicas se arreglen por su cuenta son, con suerte, reformas de segunda o tercera generación jamás aplicables ni de inmediato ni en una primera etapa. Que la portación libre de armas no es un convite específico, ni algo que se ejecutaría a corto plazo.

En síntesis, no queda ni una sola figura, en los alrededores de Javier Milei, que no rebata, corrija o suavice el núcleo de las propuestas capaces de haberlo llevado a donde está. O acaso nadie atendió a esos planteos, y conquistó ser simplemente un vehículo de la bronca que atraviesa a todas las clases sociales.

Más aún, son asimismo sus principales economistas (Darío Epstein, Roque Fernández, Carlos Rodríguez, Diana Mondino, Emilio Ocampo) quienes relativizan el costo de “la casta”.

Saben a la perfección, como Carlos Melconian y equipos subsistentes de la Comandante o Sargento Pato (Fundación Mediterránea, Domingo Cavallo, menemismo reciclado, su ruta), que reducir el gasto público no pasa ni de lejos por la tontería estructural de acabar con privilegios individuales o burocráticos en el Estado.

Ministerios, organismos, cargos, dietas parlamentarias, choferes, viáticos, secretarías, asesores y demases no mueven el amperímetro de los egresos estatales. Sirven para que “la gente” se indigne creyendo que es por ahí donde se pierde la plata grande. Presupuestariamente, carecen de incidencia alguna.

Hace unos meses, se dijo en este espacio que cabría contemplar la posibilidad de un Milei asustado de sí mismo. Nadie está en su cabeza para certificarlo, aunque él persista en ignorar el sobresalto que sí rodea a sus ortodoxos.

Esta semana, con un desparpajo efectivamente digno de alguien que no está en sus cabales, avisó que dolarizaría al precio actual del dólar blue. Lo entremezcló con el dólar contado con liqui, y luego de haber dicho que jamás habló de dolarizar. Increíble, pero dale que va.

Eso supondría una devaluación estratosférica de la noche a la mañana, con un traslado a precios de magnitud análoga y sin siquiera evaluar -como (le) advierten sus númenes- que sólo podría hacerse con hiperinflación o corralito.

A Milei no le interesa, se infiere, la sustancia técnica de lo que expele. Anunció disponer de fondos prometidos, de algún ente terrestre o alienígena que no identificó, para conseguir las divisas que solventarían la dolarización.

El libertario o liberfacho incurre en cualquier disparate y ahí vamos con que lo asombroso, o determinante, es la impunidad masiva de sus afirmaciones. No lo que refutan o previenen sus acompañantes.

Más allá de que las encuestas estén desvencijadas en sus cálculos electorales, son unánimes en un aspecto verosímil: una gran o inmensa mayoría de los votantes de Milei se muestran persuadidos de que el grueso de sus extremismos son impracticables, incluyendo rechazarlos.

Significa que, al cabo, repelen lo que votan salvo por el carácter disruptivo del personaje. Es de pura lógica paradojal porque, al fin y al cabo, confían o asimilan que será “la casta” lo que le ponga límites al delirio.

Eso es lo asombroso.

Hablamos del candidato al que todos dan por ganador, siendo que no tendría ni gobernadores, ni intendentes, ni mayoría en el Congreso. El potencial puede quitarse porque ya hubo el resultado de las elecciones provinciales, y ni siquiera una sorpresa fenomenal en Santa Fe, Chaco y Mendoza -comicios que se acumulan entre este domingo y los siguientes- modificaría ese pronóstico.

¿Pero entonces estamos hablando de que, después de todo, “la gente” no comerá vidrio como para descansar en alguien que no tendrá ni la más mínima correlación de fuerzas favorable a fin de imponer locuras?

Más o menos, sería la respuesta.

El “menos” radica en que a Milei no le alcanzará para imponer sus alucinaciones, según advierten quienes lo entornan.

Su “más” es que valdrá animarse a una aventura porque todos dan lo mismo, de acuerdo con lo demostrado o percibido.

Hay un hecho tan manifiestamente obvio como, parece, la improbabilidad de afrontarlo.

Todo es Milei por todas partes.

Es él quien domina la agenda mediática tradicional, las redes, los foros, las conversaciones, sea para extrañarse, ridiculizarlo, discutirlo a favor o en contra, espantarse, tenerlo en cuenta como opción por descarte y otras redundancias. Vamos: esta columna también le concede su mayor dedicación.

La obviedad es proporcional a su motivo. Milei ocupa el espacio que no pueden, no saben o no quieren contrarrestarle sus rivales.

Si es por los cambiemitas es más fácil de entender, porque les copó la amplia franja hacia derecha. No tendrían forma de administrar esa encerrona y menos que menos con una candidata como Bullrich, que saltó del todo o nada a la felicidad existencial con un vocabulario difícilmente superador del centenar de palabras.

No es el caso de Massa, quien sí se desempeña con eficacia declarativa al margen de estimar que es un ilusionista.

Su problema es que los precios no le dejan resquicio para colarse convincentemente. Y si lo hallara, ocurre que en la propia coalición oficialista no lo militan, no lo bancan, no le creen, no mueve un pelo. Habrá de verse si la movida de Tucumán modificó eso.

Es comprensible, desde ya. Pero también es paradójico haber producido “el golpe de palacio”, entronizando a un candidato “competitivo” -se reveló acertado, según las Primarias- para después tirarse a hacer la plancha.

¿En qué quedamos?

Con todas las salvedades y críticas negativas que le correspondan al Gobierno, y con todas las dudas generadas por un Massa que brota como referencia central del espacio panperonista en probable ¿disputa? con Axel Kicillof desde un lugar más ligado a la memoria kirchnerista, está en danza asomarse a un futuro neofascistizante.

Justamente, fue el gobernador bonaerense quien se animó a decir que es hora de acabar con las melancolías de Perón, Evita, Néstor y Cristina. Que en vez de reclamar con una que sepamos todos, debe componerse otra canción. Una nueva, sin perjuicio de tocar algunos clásicos para los nostalgiosos.

Tal vez sea cosa de saber segmentar discursos y acciones porque, definitivamente, ya no hay un auditorio totalizador, sino públicos diversos.

La colega Mariana Moyano lanzó un disparador desafiante, al señalar que los partidos o fuerzas tradicionales siguen departiendo con empleados de la década de los ‘60 y ‘70. Trabajadores en blanco, con aguinaldo, vacaciones, estabilidad. Le hablan al papá de Mafalda y cuando quieren dirigirse a los jóvenes le hablan a ella, que hoy es una señora grande.

Frente al riesgo que se avecina, mejor será apurarse en concentrar los apoyos porque frente al neofascismo no hay duda posible.


Avisos

RIO TURBIO

Gordillo Arriagada desvinculó la transformación de YCRT en sociedad anónima de posibles despidos

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La empresa Yacimientos Carboníferos Fiscales (YCRT) avanza en su proceso de transformación a sociedad anónima, con un esquema accionario que busca un equilibrio entre la participación estatal, la inversión privada y la injerencia de los trabajadores. Así lo confirmó el interventor de la compañía Pablo Gordillo Arriagada, esta mañana.

El esquema propuesto, y que ya está siendo evaluado por la agencia de transformación, establece que el 51% de las acciones quedarán en manos del Estado Nacional, el 39% será destinado a capitales privados y el 10% restante se reservará para los trabajadores. Este último porcentaje, según Gordillo Arriagada, es fundamental. «Creemos que la participación de los trabajadores dentro del régimen de propiedad participada es importante», afirmó el interventor, destacando que esto también «habilita la integración de un director por parte de los trabajadores».

Garantía de fuentes laborales

Ante la preocupación de los sindicatos por la preservación de las fuentes de trabajo, el interventor fue enfático: «de parte nuestra compartimos y estamos trabajando para que eso suceda». El interventor desvinculó la transformación de la empresa en sociedad anónima de posibles despidos, aclarando que “a veces se confunden ciertos comentarios o mezclar lo que es la transformación o la creación de una sociedad anónima, qué es hacia donde se está trabajando, desde la nueva figura jurídica, con el hecho de que puede haber algún tipo de despido, me parece no tiene nada que ver una cosa con la otra.

Gordillo se explayó también sobre los procesos en curso dentro de la empresa, por ejemplo, los convenios colectivos y viabilidad financiera. Reconoció que el plazo para negociar los convenios colectivos está abierto hasta agosto y agregó que “la empresa actualmente opera con cuatro convenios y cuatro acuerdos vigentes. Además, se está trabajando en aspectos financieros y contables para sostener a los casi 2000 trabajadores activos y 1400 pasivos, a quienes se les complementa para que lleguen al 82% móvil”.

Interés privado y futuro con transparencia

El interventor de YCRT confirmó que ya existen ofertas de contratos a largo plazo para la compra de carbón y propuestas para la reactivación de la usina. Sin embargo, estos avances esperan definiciones jurídicas. «Todo eso ha sido elevado a la Secretaría de Energía, que es donde dependemos hoy», señaló.

Con la conformación de la sociedad anónima, se espera una mayor transparencia en la gestión. «Al ser una sociedad anónima donde la más del 51% es de mayoría estatal, nosotros vamos a tener el control de un órgano fiscalizador de tres directores designados por la Sindicatura General de la Nación (SIGEN)», aseguró, enfatizando que esto garantizará «que no se pierda información de nueva, que haya rendiciones de cuentas».

Reducción del déficit y generación de ganancias

Actualmente, el YCRT presenta un «déficit total ligado a la cuestión de sueldos y gastos corrientes». Sin embargo, se ha presentado un plan de reactivación basado en dos variables clave: la venta de carbón al exterior y la generación de energía a través de la usina. Incluso ya se han vinculado con el Gobierno Provincial para ofrecer la energía que genere la misma, lo que ha sido aceptada. El objetivo principal de la transformación es lograr una «reducción del déficit» y que la empresa «pueda generar energía por primera vez».

Para finalizar, Gordillo expresó que la expectativa es que la inversión privada busque rentabilidad, pero con la meta de evitar despidos y mantener márgenes aceptables, diferenciándose de experiencias pasadas como el caso Taselli. Al mismo tiempo, agradeció la oportunidad de brindar información clara sobre este proceso de transformación que, sin duda, marca un hito en la historia del YCRT.


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