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Empleo: los empresarios proponen extender a 6 meses el período de prueba

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Los empresarios reunidos en la segunda jornada del Coloquio de IDEA coincidencia con sindicalistas sobre la eficacia o no de la reducción de la jornada laboral. Advertencia de Gerardo Martínez sobre el fondo de desempleo.

Con un 40,1% de pobreza en la Argentina, un entramado de planes sociales y la certeza de tener que resolver la problemática del empleo, los empresarios reunidos en IDEA propusieron la extensión del período de prueba de tres a seis meses como una herramienta para comenzar a revertir la actual situación laboral.

«Tres meses no es un período suficiente para el aprendizaje de un trabajador», explicó Martín Galdeano, presidente y CEO de Ford Argentina, el encargado de trabajar sobre la propuesta empresarial.

El otro elemento destacado fue el de las multas. «Buscamos tener certidumbre que tanto empleadores como trabajadores sepan lo que está pasando y bajar la litigiosidad. Creemos que el Estado tiene que tomar otro rol, de controlar», agregó.

Por su parte el sindicalista Gerardo Martínez recalcó que hay que buscar mayor competitividad pero que si se lo hace «con la lógica china estamos mal. La competitividad un mecanismo virtuoso en el desarrollo de las tareas», aseguró al tiempo que cuestionó la propuesta de un fondo de desempleo tal como lo plantea el candidato de La Libertad Avanza, Javier Milei.

«Me reuní con el candidato que va a almorzar con un grupo de empresarios y que no viene acá», dijo en referencia a Milei que desistió de la invitación de IDEA para tener una reunión privada con empresarios en el exclusivo restó Furia.

«Le expliqué que el fondo de cese no es una herramienta mágica, ni un duende que viene a resolver los problemas», indicó al tiempo que justificó su encuentro con el libertario en que hay que dejar de escuchar aquellos que nos gusta escuchar y apuntar a la diversidad.

El sindicalista reconoció que «a pesar de las bondades del sistema que mejora ala competitividad, hay un montón de empresarios que no hacen el depósito del 12% para el fondo y el trabajador cuando el trabajador se desvincula no encuentra el depósito» entonces en ese momento el empresario negocia con el trabajador la mitad de lo que le correspondía cobrar.

«Esta avivada también es real. Aún en una herramienta que da facilidad también hay actitudes que no se cumplen al marco de la ley», dijo.

El secretario general de la Uocra coincidió con los referentes empresarios en que el tratamiento de la ley de reducción de la jornada laboral que se está discutiendo en el Congreso, no debe ser una decisión tomada de forma apresurada.

«Hay que sentar a la gente correcta en la mesa de debate», dijo y apeló a que el Estado no debe meterse en estas decisiones de forma unilateral. «Estamos hablando un nuevo contrato social, que el Estado no se meta entre el trabajo y el capital porque cada vez que se mete genera problemas», aseguró.

Por su parte el presidente de la Unión Industrial Argentina, Daniel Funes de Rioja, se quejó por la intervención del Estado. Hay que definir «si vas por el camino del convenio o de la legislación. Si discutimos paritaria y luego el Estado te manda, un bono…» se quejó el dirigente empresario.

Explicó que en los años la jornada de trabajo estaba regulada en el 4,7% de cada 100 convenios, en el 2000 esa proporción subió al 40%. «Generás más tiempo de trabajo pero si viene el legislador e impone que se trabajan 36 horas pero se pagan 48, no generás más empleo sino que te vas a cruzar a Brasil con la empresa, digo cuántas horas tardan?», preguntó y despertó los aplausos del auditorio.

Gerardo Martínez coincidió con Funes de Rioja. !Es algo apresurado, hay que encontrar un camino, en la Mesa de los 6, va a estar la CGT pondremos sobre la mesa los temas. No hay una matriz que de certidumbre. Estamos cerca de la garganta del diablo porque nos vamos barranca abajo», aseguró..


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Jubilado a la parrilla

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Palazos a los jubilados y corrupción en la mira papal. El retiro de Petronas y la explosión del gasoducto, en la gestión de los ceos de Roca. La nueva vanguardia.
Luis Bruschtein

Por Luis Bruschtein

El Papa criticó la represión a los jubilados y la corrupción en el gobierno; la ONU advirtió por la indefensión de la niñez sumergida en la pobreza; explotó el gasoducto del Norte, y Petronas puso en duda la famosa mayor inversión de la historia. El inminente veto a la ley de financiamiento universitario anunció protestas estudiantiles masivas que se unirán a los jubilados, dos sectores en los que Milei había cosechado en las elecciones. Semana mala para el Presidente que, en contrapartida, consiguió frenar el veto al aumento a los jubilados con ayuda de parte del opoficialismo y es probable que logre una imagen de toda la política enfrentada a Unión por la Patria con la propuesta de reforma política.

Argentina se ha convertido en un país imprevisible, donde resulta imposible precisar la forma como el derrumbe de la economía instrumentado por el gobierno se traslada a las decisiones políticas de los perjudicados. Los jubilados están en el horno. Son los que más perdieron en el ajuste, han sido sus principales víctimas y grupos cada vez más importantes de ellos han encabezado la protesta. Fuera de los grupos movilizados, todos los jubilados se quejan por lo que reciben y por el aumento del transporte y las tarifas, pero no es claro que haya un cambio masivo en las conductas políticas.

Milei ganó con un poco más del 55 por ciento de los votos y en los primeros meses logró aumentar unos puntos más la imagen positiva. En las últimas mediciones su imagen osciló entre el 40 y el 45 por ciento. Quiere decir que perdió más del diez por ciento. No es tanto si se lo compara con los efectos catastróficos de sus medidas sobre la vida de millones.

Esa distorsión entre causa y efecto constituye una incógnita en una sociedad muy intoxicada por discursos de odio, fake news, y una configuración social donde la mayoría de los trabajadores fueron llevados a la informalidad. Cayeron en ese plano por los efectos destructivos del neoliberalismo en las últimas décadas.

La perversión de esa movilidad descendente radicó en que fue disfrazada de elección personal. Una especie de liberación. El kiosquito, el remisse, el flete, la mensajería, la changa, la venta callejera, el trabajo no presencial y otros empleos fueron disfrazados de emprendimientos individuales. El discurso conservador complementó a este “emprendedurismo” con una ideología “meritocrática” que, en esencia es una ilusión porque todo ese universo depende de la producción de riqueza real.

Por más esfuerzo, por más méritos que tenga, ningún resultado lo favorecerá si el resto de la sociedad no genera riqueza real, no produce ni consume bienes. En todos los trabajos vale el esfuerzo y el conocimiento cuando el resto de la economía funciona. De lo contrario, la derecha ordena esas condiciones como una ideología del sometimiento para la explotación por una elite. Ese proceso se montó sobre el antiperonismo extendido en un sector de la sociedad y sobre la decepción que produjo el gobierno de Alberto Fernández.

El resultado ha sido el surgimiento de lo más grotesco de la política y la economía, una mascarada de discurso exótico cargado de odio y fotografías de un pie gordo y colorado, con talco para los hongos. Hay corporaciones que se han favorecido con este despropósito y que se apuran a sacarle todo el jugo porque saben que en algún momento se termina.

El grupo Roca, que buscó usar al gobierno para concretar su reconversión hacia la actividad energética, y ubicó gerentes en puntos estratégicos de la gestión en esa área, encarnó dos desastres con pocos antecedentes de tanta ineptitud como fueron la explosión del gasoducto Norte y la amenaza de Petronas de retirar la inversión milmillonaria que iba a hacer con el gas de Vaca Muerta. La arbitrariedad como se manejó un negocio tan delicado para debilitar al gobernador bonaerense Axel Kicillof, provocó incertidumbre en el gigante malayo.

Esta semana, el escenario pareció sufrir otras distorsiones. En el capitalismo industrial se decía que lo obreros de la industrian eran la vanguardia de las luchas. En los ’90, con el neoliberalismo, aparecieron los movimientos de trabajadores desocupados a la cabeza de la protesta. Y ahora son los trabajadores jubilados.

Primero fue demonizar a los movimientos sociales. Patricia Bullrich creció –tristemente– con la represión a esas marchas de los desocupados y creyó que valía para todos. Pero es difícil demonizar a los jubilados porque los hay en todas las familias. Allí no funcionan las fake news y la difamación porque hay comprobación directa.

Y es cierto que no se movilizan todos los jubilados, sino más bien algunos grupos. Pero la imagen de los garrotazos a esos adultos mayores tiene un efecto subterráneo de terreno minado para el gobierno. Otra imagen de alto impacto fueron los jubilados en la puerta de la residencia de Olivos mientras en el interior se festejaba con un pantagruélico asado el rechazo al aumento de las jubilaciones.

Ha sido una mezcla explosiva que se catalizó con los aumentos siderales de tarifas de los servicios y del transporte, que pasaron de ser caras a ser impagables para los trabajadores. Otra imagen altamente inflamable fueron las filas de personas que caminaban por las vías para eludir los molinetes de los andenes. Y la posterior imagen de esos mismos lugares custodiados por efectivos policiales o por seguridad contratada.

Los tiempos en la sociedad han sido diferentes a los de la política. Hubo una oposición nítida desde el principio desde Unión por la Patria y la izquierda, mientras que el rechazo en la sociedad fue expresándose en protestas aisladas, hasta la situación actual donde las encuestas no miden un cambio importante, en contraste con el cambio fuerte en el ánimo generalizado, al menos en CABA y el conurbano. Otras fuerzas mantuvieron una actitud ambigua porque se sentían comprendidos en parte del discurso oficialista.

Pero la política todavía no pudo dar cuenta de los cambios de humor que se van generalizando. No pudo entender parte de sus limitaciones que interfieren el contacto pleno con esta nueva realidad. Lo que en un momento fue representación, dejó de serlo cuando cambió lo que representaba y no se produjo el mismo cambio en el representante. El mecanismo se manifestó en todos los planos, con el fuerte achicamiento del PRO, la pérdida de identidad de la UCR y los conflictos en el peronismo.

La Iglesia ha sido una gran antena de los humores de la política y de la sociedad. Se mantiene por encima de la política y sólo interviene de manera clara cuando interpreta señales cada vez más fuertes. Las palabras del papa Francisco fueron muy directas con respecto a la represión a los jubilados y más aún sus referencias a la corrupción en el gobierno. La Iglesia nunca se lanza a una pileta vacía. Las palabras que formuló el Papa estuvieron en sintonía con el malhumor extendido.

Milei exhibe déficit cero falseado por deudas impagas. Y un dólar quieto a costa de reservas del Central. Consiguió mandar a la pobreza a casi el 60 por ciento de los argentinos y convertir al país en uno de los más caros en dólares. Cuando el malhumor social entre en contacto con la política, Milei se acaba. Es el tramo que falta recorrer.


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