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Martes 10 de Junio del 2025

SOCIEDAD

El giro a la derecha en campaña: Marche preso por protestar

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Jujuy y Salta son la punta del iceberg de una tendencia: la de sancionar leyes y decretos para prohibir los cortes y las manifestaciones en el espacio público. Un intento similar fue frenado en Córdoba. El efecto de las propuestas de los candidatos de derecha para criminalizar la protesta social.
Laura Vales

Por Laura Vales

A caballo de la derechización de la campaña electoral, avanza una tendencia preocupante: la creación de normas legales que impiden las manifestaciones e imponen castigos a quienes participen en protestas. En Jujuy, el gobernador Gerardo Morales (Juntos por el Cambio) avanza con una reforma de la Constitución que limita los reclamos callejeros y en las últimas horas dictó un decreto en la misma línea, que fue ampliamente repudiado por la CGT, la CTA y otras organizaciones sociales y políticas. En Salta, el gobernador Gustavo Sáenz, un hombre cercano a Sergio Massa, acaba de conseguir la sanción de una ley que prohíbe los cortes de ruta totales. En la capital de Córdoba, el candidato a gobernador Martín Llaryora, delfín de Juan Schiaretti -peronista, hoy buscando una alianza con Juntos por el Cambio-, impulsó una modificación del Código de Convivencia para sancionar con multas y días de trabajo comunitario a quienes hagan piquetes: el intento fue frenado, pero dio lugar a que un grupo de comerciantes y vecinos presentaran un habeas corpus contra los piquetes, a los que la Justicia hizo lugar, con el resultado de que hubo manifestantes detenidos.

La creación de nuevas leyes contra la protesta social, de por sí, abre un preocupante panorama. Qué decir si se las piensa en el marco de las promesas que están haciendo candidatos a la Presidencia como Patricia Bullrich (“la palabra central que le estoy proponiendo a la sociedad es orden, orden en la calles y orden contra las usurpaciones, orden económico, orden en la seguridad y contra el narcotráfico”), Javier Milei (“a los cabecillas hay que agarrarlos y meterlos presos”) e incluso Horacio Rodríguez Larreta (“si me eligen Presidente, el día uno termino con las organizaciones sociales que lucran con la necesidad de los que menos tienen”).

Es decir, tienen como contexto estas campañas políticas que proponen “poner orden” habilitando la represión, mientras anuncian que habrá un ajuste en el Estado. Lo hacen, además, mezclando en un mismo paquete a reclamos sociales con delitos comunes e incluso con el narcotráfico, como si todo se tratara de un mismo tema, el de la “seguridad”. Es claro que en algunas localidades esto ha dado señales a determinados sectores de la sociedad -comerciantes, vecinos que se sienten afectados- para que inicien acciones contra los que manifiestan.

Las medidas

Jujuy. En la última semana en Jujuy se repitieron seis masivas movilizaciones multisectoriales. Convocadas por los docentes, que reclaman aumentos de salarios, se sumaron otros gremios -estatales de la provincia, judiciales, municipales-, comunidades indígenas y organizaciones sociales que rechazan la reforma exprés de la Constitución provincial que impulsa el gobernador radical Morales.

En lo referido a la protestas, la propuesta de Morales es clara: dice que “para proteger la paz social” quedarán “prohibidos” los cortes de calle totales y responsabiliza a los representantes o funcionarios públicos que impulsen, “por acción y omisión, el surgimiento de grupos que vulneren la paz social”. O sea, la idea es meter preso al que proteste, al que organice la protesta e incluso al funcionario que negocie con quien proteste.

La reforma generó fuertes reacciones que confluyeron con el conflicto docente por salarios. Las marchas fueron volcando así cada vez más gente a la calle. Para intentar reafirmar su autoridad, el gobernador emitió un decreto en el que fijó multas más altas a los que “permanezcan en espacios públicos alterando el orden” y habilitó a que se les inicien causas no sólo contravencionales sino penales. Es decir, equiparó a la protesta social con un delito. Hubo movilizaciones de rechazo y múltiples expresiones de repudio a la medida.

Salta. A mediados de mayo, el gobernador massista Gustavo Sáenz consiguió su reelección y sin perder tiempo hizo sancionar en el Congreso provincial su propia ley contra las protestas. Establece que antes de hacer una manifestación pública, esta «debe ser notificada con una antelación no menor a las 24 horas ante la comisaría más cercana al lugar donde se tiene previsto su desarrollo», o ante la autoridad que regule la norma. En la notificación debe quedar asentado el lugar de concentración, el horario de inicio y el tiempo estimado de desarrollo, el objetivo de la protesta o manifestación, y los responsables u organizadores de la protesta. Las autoridades, dice la ley, podrán dar permiso para que se manifieste o no.

Córdoba. Aquí se da el caso de medidas antiprotesta impulsadas por comerciantes y vecinos del centro de la capital provincial. El grupo presentó un habeas corpus contra las marchas, a la que el juez de Control provincial Juan Manuel Fernández López hizo lugar. En base a esa decisión judicial, en protestas posteriores fueron detenidos manifestantes.

El año pasado el oficialismo había presentado un proyecto para modificar el Código de Convivencia y prohibir las protestas. Luego el radicalismo sumó un segundo proyecto que proponía que los manifestantes debían pedir permiso. “El paquete, unificado, incluía poner penas a los empresarios que brindaran logística a las movilizaciones”, detalló a Página/12 Luciana Echavarría, legisladora del MST (FIT-U).

Mucho más que normas provinciales

Para Manuel Trufó, director de Justicia y Seguridad del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Jujuy y Salta no son excepciones sino casos que se inscriben en una tendencia. “Creo que tiene que ver con el contexto electoral, con el hecho de que tenemos campañas que hacen un uso demagógico punitivo de la protesta, con una mirada casi policial del orden público. Lo otro, sobre todo en los casos de Salta y Jujuy, es que se prevé un aumento de la conflictividad con la expansión de actividades extractivas y me parece que están tratando de generar condiciones para limitar el derecho a la protesta”.

Desde Jujuy, Malka Manestar, integrante de Abogados y Abogadas del Noroeste Argentino en Derechos humanos y Estudios sociales (Andhes), hizo un repaso. “Esto empezó en 2016 con la reforma del Código Contravencional que tuvo como primer caso al acampe de la Tupac Amaru, y la detención de Milagro Sala, viene desde ahí. El decreto que entró hoy en vigencia agrava el panorama porque aumenta las multas a quien protesta, elimina toda posibilidad de mediación y, con especial gravedad, plantea cesantear a los empleados públicos que reincidan”.

“Prohibir que se interrumpa el tránsito con una manifestación en San Salvador de Jujuy, donde tenemos un casco céntrico chico y las movilización están juntando 20 cuadras de gente, es directamente prohibir el derecho a la protesta”, agregó.

Sobre la pesca de votantes que se sienten hartos de la crisis y de los cortes, Trufó señaló que “mientras las razones estructurales que motivan las protestas no se solucionen, las protestas van a continuar. Por otro lado, nadie debería olvidar que leyes y reformas constitucionales que se realizan pensando en conflictividades específicas luego quedan como un marco general. Si mañana un grupo de vecinos de clase media sale a la calle porque se cortó la luz, o si vuelve a haber protestas de la patronales rurales, les van a aplicar el mismo código”.

“En Jujuy, particularmente, hay un enorme retroceso. Están discutiendo una reforma de la Constitución entre gallos y medianoche, de forma acelerada y sin dar participación a nadie, y quieren evitar las protestas contra esa reforma. Es muy grave lo que está ocurriendo. Son reformas muy peligrosas porque recortan un derecho fundamental de la democracia«.


Avisos

RIO TURBIO

ATE advierte por la transformación de YCRT: “Hace dos meses que esperamos una convocatoria”

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El secretario general de ATE Río Turbio, Matías Delgado, cuestionó la falta de diálogo del Gobierno nacional en el proceso de transformación de YCRT en Sociedad Anónima. Denunció falta de inversión, creciente incertidumbre y advirtió sobre el riesgo de despidos en la Cuenca Carbonífera.

El proceso de transformación de Yacimientos Carboníferos Río Turbio (YCRT) en una Sociedad Anónima sigue generando malestar e incertidumbre entre los trabajadores. Desde la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), gremio mayoritario en el yacimiento, advirtieron que aún no fueron convocados a ninguna instancia de diálogo por parte del Gobierno nacional.

“Hace dos meses nos dijeron que nos iban a convocar y todavía no llamaron a ninguno de los gremios”, expresó Matías Delgado, secretario general de ATE Río Turbio, en declaraciones a LU12 AM680 Radio Río Gallegos. Según el dirigente, la preocupación se centra en la falta de información oficial y en el avance unilateral del Ejecutivo en una decisión que afecta directamente a los trabajadores.

YCRT y la Agencia de Transformación de Empresas Públicas (ATEP) trabajan en los aspectos administrativos para convertir la empresa de Sociedad del Estado a Sociedad Anónima. El interventor Pablo Gordillo explicó recientemente que ya se resolvieron los aspectos económicos y financieros, y resta definir los convenios laborales y la posible participación accionaria de los trabajadores.

Sin embargo, Delgado remarcó que “la incertidumbre crece” y criticó la falta de voluntad política para sentarse a negociar. En ese contexto, ATE presentó una acción judicial contra el decreto que impulsa la transformación de la minera, exigiendo que cualquier modificación se discuta en la Secretaría de Trabajo de la Nación y no con la ATEP. “Vamos a defender el Convenio Colectivo homologado en 1975”, afirmó.

La misma postura fue sostenida por Luz y Fuerza, otro gremio con representación en el yacimiento. Su secretario general, Luis Avendaño, también se mostró dispuesto a dialogar, pero aclaró que no lo harán con la ATEP.

Uno de los principales temores de los sindicatos es la pérdida de empleos. Delgado advirtió que ya se registraron cerca de 48.000 despidos estatales en todo el país y que una ola similar en la Cuenca Carbonífera sería “una catástrofe social”.

Mientras tanto, los trabajadores continúan en sus puestos, produciendo carbón a pesar de que la venta del mineral está paralizada. “La gente ha cumplido. Se sigue sacando carbón, pero no se está comercializando. Eso es responsabilidad de la intervención”, señaló Delgado.

La falta de inversión agrava el panorama: escasean los elementos de trabajo, la indumentaria y los equipos de protección, y las maquinarias presentan signos de obsolescencia. “Solo se reciben fondos para pagar sueldos, nada más”, denunció.

Con agosto como fecha límite para completar la transformación en Sociedad Anónima, el reloj corre y el diálogo sigue ausente. “Cada vez nos queda menos tiempo”, alertó el dirigente sindical, que insistió en la necesidad de que la política reabra los canales de comunicación.

Respecto del Programa de Propiedad Participada, que plantea la posibilidad de que los trabajadores accedan al 10% del paquete accionario, Delgado sostuvo que no rechazan la idea, pero reclaman ser parte del debate. “No nos oponemos a dialogar ni a construir consensos, pero no podemos opinar sobre algo que ni siquiera nos presentaron”, concluyó.


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