INFO. GENERAL
El desprecio
“Sentirse despreciado es la emoción política elemental de la época”, dice François Dubet en su libro La época de las pasiones tristes. El sociólogo francés, ex director de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, intenta en esa obra comprender por qué ha llegado al poder gente como Bolsonaro, Le Pen, Trump. La verdadera foto de familia de Macri y todos sus apóstoles. Por qué y cómo los electorados han sido capturados por esta nueva derecha brutal que tiene por combustible a la ira. Que tracciona con desprecio, y que logra encadenar entre los diferentes sectores de una sociedad atomizada ya no más los lazos fraternales sino el malestar de la violencia latente.
En su búsqueda de explicaciones, yendo de la superestructura a la base, a lo primario, a lo pasional, a lo irracional que es exaltado por el sonido ambiente mediático, Dubet se pregunta qué cambios subjetivos posibilitan esto, o mejor dicho, qué nuevas realidades, herramientas y discursos han generado en millones de personas la pérdida total de su identidad de clase, y la su reemplazo por una ira sin límite que ve en los líderes de la nueva derecha brutal un efecto catártico.
Es tan obvia la manipulación masiva en términos de acción psicológica, y es tan obvio que los beneficiarios de esta nueva derecha brutal no son los que los votan, sino los que desprecian a los que los votan, que hicieron falta innumerables operaciones reales y simbólicas para que millones de personas dejaran atrás la noción de clase y eligieran sumergirse en esa tiniebla emocional y social.
“La paradoja actual es que mientras crecen las desigualdades, se borran las clases sociales. Este mecanismo se debe a la transformación en el trabajo, el retroceso de los reductos obreros, y la expansión del consumo de masas”, dice Dubet, y a uno le viene a la cabeza la Gestapro, la frase “ojalá tuviéramos una Gestapo” para sindicalistas. Los sindicatos, incluso con sus grises y sus usurpadores, son el útero de la fraternidad entre trabajadores. Y son el sostén de una conciencia que la nueva derecha brutal quiere descartar.
“La producción de desigualdades se ha transferido a los individuos, en nombre de la igualdad meritocrática de oportunidades”, dice Dubet. Y uno escucha “agarrá la pala”o “vayan a trabajar”. La vida es vista como una competencia deportiva en la que gana el mejor: en este punto confluyen ceos y neopentecostales en estas latitudes. La meritocracia es propalada como un nuevo pensamiento mágico según el que alguna ley natural hace triunfar a los que “se lo merecen” (Dubet: “los vencedores están convencidos de que no les deben nada a los vencidos)”. Esto no sucede en abstracto, sino que toma cuerpo en todos los niveles sociales.
La noción del mérito en reemplazo de la conciencia del lugar del que se proviene y del que se ocupa, borra también la idea de la justicia social y hasta de la necesidad del Estado. No quieren un árbitro que se inmiscuya en la valoración meritócrata, su gran coartada. Ese es el orden social de la nueva derecha brutal: la habilitación a pisotear a los que tienen menos mérito de uno, alguien que a su vez tendrá más mérito que otro. Del círculo virtuoso de la cooperación hemos pasado al círculo vicioso del descarte despreciativo.
Esta nueva derecha brutal cuenta con la tecnología para hacerlo: la infiltración en nuestras vidas y nuestras emociones es lo que les permite formatear sujetos desorganizados, desvalorizados, tan iracundos por su insatisfacción que son capaces de cosas atroces, como gatillar dos veces contra una vicepresidenta.
Millones de personas han hecho su instrucción en este modo triste de estar en el mundo mirando televisión, escuchando radio, leyendo diarios. Se cocinó el salto a la ira contenida de millones de personas que ya no se perciben como trabajadores o desempleados, sino como seres despreciados que quieren venganza.
Son poco tenidas en cuenta las emociones dominantes en una fuerza política. No es un punto de vista frecuente. Y sin embargo, los que promueven la época de las pasiones tristes, el mundo lleno de desesperados, son los responsables de que la vida de absolutamente todos se haya degradado. Que respiremos ira, odio y desprecio. Cuando lo que nos gusta a nosotros es la alegría, la nuestra y la de todos.
La lucha es política y emocional. En esta época de pobreza expandida y riqueza concentrada, no requiere mucho esfuerzo advertir que el primer paso hacia la recuperación de la alegría son los estómagos. Panza llena, corazón contento. Después viene todo lo demás.
INFO. GENERAL
En medio del ajuste del Gobierno, se hizo «La Noche de las Universidades»
La actividad fue para conmemorar el 75º aniversario de la gratuidad universitaria implementada por Juan Domingo Perón en 1949.
Ayer, se realizó en todo el país “La Noche de las universidades”, en lo que fue la vigilia del 75º aniversario de la implementación de la gratuidad universitaria. Una medida adoptada por Juan Domingo Perón el 22 de noviembre de 1949, que democratizó el acceso a la educación superior y generó un cambio histórico. A modo de celebración hubo suelta de libros, charlas, mesas de consulta y otras actividades, que funcionaron también como una forma de visibilizar la grave crisis que atraviesa el sistema universitario con el ajuste que impuso el gobierno de Javier Milei.
“En estos momentos tenemos muchas cosas para ver, plantear y discutir. Creo que 75 años son más que importantes y en un momento donde están en discusión muchas de las cosas que pasan en la universidad pública. Así que creíamos más que conveniente hacer esto y que pueda quedar para el futuro”, le dijo a Página 12 Oscar Alpa, vicepresidente del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), que fue el organismo que impulsó la idea de abrir las puertas a toda la comunidad hasta la medianoche. Esta conmemoración especial se da un contexto dramático para las universidades, que no saben si podrán funcionar el próximo año. Todo depende de la aprobación del Presupuesto 2025 en el Congreso, una ley que el Gobierno pareciera no querer sancionar y así seguir usando el del 2023 de manera discrecional. A esto se suma la situación de docentes y no docentes, que acumulan un 40% de pérdida del poder adquisitivo y que más del 85 % tienen sueldos por debajo de la línea de pobreza.
“La gratuidad es una bandera que hay que defender a toda costa porque nosotros somos un ejemplo como sistema en el mundo. Ojalá lleguemos a tiempo y que no terminen de destrozar todo, porque va a ser otra vez como en los 90, llegar y empezar de cero”, dijo Gabriela Vázquez, egresada de la carrera de Ciencias de la Educación que se acercó al Centro Cultural Universitario Paco Urondo, una de las sedes de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en el microcentro porteño. Miraba un telar de más de cuatro metros, bordado con pequeños muñecos coloridos hechos por mujeres chilenas exiliadas en Canadá en homenaje a las y los desaparecidos durante la dictadura militar.
En esa misma sede dieron una charla las escritoras Dolores Reyes y Sol Fantin, denunciadas por una fundación de ultraderecha por el supuesto «contenido sexual explícito» que sus libros esparcen en las escuelas bonaerenses. Alrededor de cien personas participaron del encuentro. Una de ellas fue Renata Vismara, integrante de de la Red de docentes por el derecho al aborto. “Estamos acá en repudio a este intento de prohibir esta literatura que para nosotras es clave. Estos libros, muchas veces, son la puerta de entrada para que pibes y pibas puedan contar lo que les está pasando. Porque no lo conocen, porque no se dan cuenta que lo que viven es violencia o porque les habilita hablar”, contó. Vismara es la primera generación universitaria en su familia, su mamá, jefa de hogar, es empleada pública y, ahora, ella tiene un título en Ciencias de la Educación. “Estamos ante un permanente ataque hacia lo público, hacia lo colectivo. En mi caso, con la universidad fue contundente el cambio en mi vida y en la de toda mi familia”, agrega.
El 22 de noviembre de 1949 Perón firmó el decreto N° 29337, que suspendió el cobro de los aranceles universitarios y reconoció el derecho universal a la educación superior gratuita que democratizó el acceso y dio espacio a sectores populares, obreros y de menores recursos.“La gratuidad fue premonitoria o inauguró un modo de pensar que hasta entonces había referido a la educación universitaria solamente como un privilegio para las élites. Por eso, defender a la gratuidad como valor también es defender un proyecto universitario en sintonía con el desarrollo nacional, en sintonía con la soberanía científica y, por supuesto, con la independencia económica y la justicia social”, le dijo a Página 12 la vicedecana de la Facultad de Filosofía, Graciela Morgade, que también participó de la charla.
Los rectores y rectoras de todo el país que integran el CIN ya anticiparon que si el Presupuesto 2025 no se modifica, las universidades no podrán funcionar. Necesitan 7.1 billones de pesos para gastos de funcionamiento y salarios, pero el gobierno de La Libertad Avanza solo propone 3.8 en un presupuesto que ni siquiera se sabe si será aprobado. En ese contexto de incertidumbre es que las universidades abrieron sus puertas a la medianoche.
La calle Corrientes también se convirtió en uno de los escenarios de “La Noche de las Universidades”, alumnos y docentes hicieron una suelta de libros. Llegaron desde la sede de la Universidad Nacional de las Artes (UNA) de la calle Bartolomé Mitre al 1800 hasta la peatonal y repartieron libros que consiguieron en una colecta, la idea surgió en Plaza Congreso mientras participaban del plan de lucha para conseguir un presupuesto adecuado. Juntaron alrededor de 500 y cada uno de ellos llevó una dedicatoria. “Quizás desde la parada del 98, ves a este edificio oscuro y aburrido, pero por adentro está lleno de color. Acá hay gente que imagina y crea mundos”, escribió en uno de esos libros Oscar Ojea, alumno de la Licenciatura en Artes. Firmó la dedicatoria para alguien que no conoce, pero al que quiere que le llegue su mensaje: su universidad es una cocina de arte y de creatividad maravillosa.
La decisiòn de abrir las universidades no es solo para celebrar la fecha histórica, sino también para seguir visibilizando el conflicto universitario, que ya lleva diez meses y que en el medio tuvo dos marchas masivas, tomas generalizadas, clases públicas y miles de actividades en todo el país. “Nosotros también tratamos de ir cambiando un poco las acciones porque repetirnos es hacer el juego a la estrategia de cansancio y de agotamiento, entonces como universo de arte tratar de crear y saltear los discursos de odio”, le contó a este diario Sergio Ramos, decano de Crítica de Artes. Y agregó: “Escribimos dedicatorias para que vayan esos libros con un poco de historia de la universidad. Pero también es traer al libro como instrumento de liberación, de creatividad, de imaginación, de empatía. Como cierto acto de generosidad y de convocar a otros modos de construir comunidad y de relacionarnos como sociedad”.
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