SOCIEDAD
Corrientes: el fuego ya arrasó con 800 mil hectáreas y las pérdidas se estiman en $26.000 millones

Además de los irreparables daños ambientales, el sector productivo podría requerir entre cinco y diez años para recuperarse.

Los incendios forestales que arrasaron, por el momento, con más de 800.000 hectáreas en la provincia de Corrientes, provocaron una pérdida en la producción forestal, ganadera, citrícola, yerbatera y arrocera por unos $26.000 millones, estimó la Asociación de Sociedades Rurales de Corrientes.
El daño ambiental en los Esteros de Iberá y sobre la flora y la fauna autóctona de la zona es irreparable, mientras que en el sector productivo se calcula que se requerirán de entre cinco y diez años a los productores recuperarse.
“Es una catástrofe de la naturaleza, no sé si la gente alcanza a dimensionar. Los esteros se están quemando, hay evacuaciones, muchísimos daños en la producción, tristeza y desesperanza”, dijo a Télam el presidente de la Asociación de Sociedades Rurales de Corrientes, Pablo Sánchez.
La entidad que nuclea a los ruralistas correntinos elaboró un relevamiento que incluye un recuento de pérdidas en la producción forestal, ganadera, citrícola, yerbatera y arrocera. De acuerdo con esos datos, el saldo negativo superará los $26.000 millones.
Según dijo Sánchez, “se están quemando 30.000 hectáreas por día”, por lo que pidió “solidaridad y empatía ante esta situación, que es una tragedia”. “El fuego está arrasando con nuestros recursos y la gente lo pierde todo”, lamentó.
Las pérdidas en el sector ganadero superarían los $5200 millones y Sánchez agregó “que hoy la urgencia son los animales, porque están sin comida”.
Según el último informe del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), se quemaron 31.265 hectáreas de bosques cultivados y el vicepresidente de la Asociación del Plan Estratégico de Forestación, Juan Ramón Sotelo, coincidió en que las pérdidas son “multimillonarias”. Además, reforestar requerirá al menos de una década.
Para Raymundo Meabe, presidente de Asociación Forestal Argentina (AFOA), las pérdidas en el sector superan los 10.000 millones de pesos. En el sector yerbatero, por el momento, lo que más afecta es la sequía, ya que la mayoría de las plantaciones está en el norte de la provincia. Se estima que el perjuicio “asciende a unos $2700 millones, además del daño que producirá en la mano de obra directa, que trabaja en la cosecha y el secado”, según el gerente de la cooperativa agrícola Colonia Liebig, Gustavo Quatrín.
Además del pedido desesperado para atacar el fuego, los productores correntinos reclaman medidas económicas urgentes para mitigar los efectos de las pérdidas económicas. Sánchez reclamó “medidas extraordinarias, contemplando a cada eslabón de la cadena, con un tipo de asistencia distinta”.
Tras las fuertes críticas al presidente Alberto Fernández por no haber ido a la zona de los incendios, este domingo, el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, y el vicejefe de Gabinete, Jorge Neme, viajaron a Corrientes para “articular junto con las autoridades provinciales la respuesta a la emergencia provocada por los incendios forestales”, según indicaron fuentes oficiales.
Poco después, Domínguez y el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, anunciaron que destinarán $500 millones del Fondo Nacional de Desarrollo Productivo (FONDEP) para asistir a productores de Corrientes afectados por los incendios. Estos créditos serán a tasa bonificada del 0% durante el primer año y ascenderá al 14,9% los siguientes, y tendrán 100% de garantías del Fondo Argentino de Garantías (FOGAR).
Ante pérdidas por más de $26.000 millones, la cifra de $500 millones suena escasa para los productores, pero los ministros aseguraron que la línea “se irá ampliando en la medida que sea necesario”.
“Estamos haciendo el trabajo técnico-operativo. Vamos a poner todo el empeño para que a través de un diagnóstico común entre la Nación y la Provincia y los municipios, junto con las entidades, podamos tener las mejores capacidades al servicio del productor que está sufriendo este desastre climático”, dijo al respecto Domínguez.
También está previsto que se ceda a la provincia un camión perforador para el abastecimiento de agua en las zonas más comprometidas por la emergencia.
INFO. GENERAL
Promesas recicladas, realidades intactas: la Cuenca Carbonífera sigue esperando

Con el discurso de siempre, Pablo Grasso vuelve a escena con promesas sobre salud y educación en una región marcada por el abandono estructural. La Cuenca Carbonífera, testigo de décadas de frustraciones, aún espera decisiones de fondo mientras el presente se diluye entre anuncios repetidos y políticas que no llegan.
Pablo Grasso, actual intendente de Río Gallegos, extiende su influencia discursiva a la Cuenca Carbonífera. Con tono afable y cargado de buenas intenciones, participa en encuentros sociales en Río Turbio y 28 de Noviembre, donde resalta –una vez más– la salud y la educación como prioridades de gestión. Sin embargo, lo que promete se superpone con lo que ya fue dicho (y no cumplido), mientras la realidad cotidiana de la cuenca evidencia un retroceso sostenido.
Durante más de 30 años, el carbón fue tema de campaña, bandera de lucha y motor de existencia para los habitantes de esta región. Sin embargo, jamás se consolidó una política de Estado seria que pusiera en valor este recurso natural. La usina termelétrica, emblema de desarrollo y símbolo de la resistencia local, se convirtió en una postal de lo que pudo ser. Promesas de reactivación, compras millonarias de equipamiento, compromisos asumidos… todos archivados en el mismo lugar: la desilusión colectiva.
En paralelo, se habla de educación como pilar central, pero cualquier recorrido por los establecimientos escolares de la zona evidencia otra cosa. Edificios vetustos, sin mantenimiento, equipamientos obsoletos, y una infraestructura que dista mucho de cumplir con los estándares mínimos. La palabra «futuro» queda vacía cuando las condiciones del presente son tan precarias.
Y en salud, el panorama no es más alentador. La pandemia dejó al desnudo un sistema hospitalario frágil, con necesidades históricas no atendidas.
La falta de políticas concretas se ve agravada por un contexto nacional que asfixia con recortes y desinversión. La distancia geográfica se traduce en postergación. Pero también hay responsabilidades locales y provinciales que no se pueden seguir eludiendo. Lo que no se hizo en décadas, no se arregla con discursos bien intencionados.
Lo que se percibe, en definitiva, es un peronismo desgastado, sin conducción clara, sin energía transformadora. Una fuerza política que ya no logra enamorar ni convencer. Las intenciones, aunque nobles, no alcanzan. Porque la Cuenca Carbonífera no necesita más promesas: necesita decisiones. Y las necesita ahora.
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