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Martes 22 de Abril del 2025

INFO. GENERAL

Más de un millón de personas en la segunda marcha federal universitaria

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La marcha frente al Congreso contó con la participación de la comunidad educativa y también de sindicatos, organizaciones sociales, de derechos humanos y referentes de todo el arco político opositor.

Por Celeste del Bianco

Una multitud que los organizadores calcularon en un millón y medio de personas salió a la calle en todo el país para poner límite al ajuste de Javier Milei a la educación pública y rechazar el veto a la Ley de Financiamiento Universitario anunciado por el Presidente. En Buenos Aires, la marcha frente al Congreso concentró la adhesión no sólo de la comunidad educativa, también de sindicatos, organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos, referentes de todo el arco político opositor, que enviaron un mensaje a diputados y senadores para que defiendan la norma que recompone el presupuesto universitario. En otra provocación, el Presidente firmó el anunciado veto pocas horas después de la marcha. “No queremos que nos arrebaten nuestros sueños. Nuestro futuro no les pertenece”, expresó la presidenta de la Federación Universitaria Argentina (FUA), Piera Fernández de Piccoli, en el escenario del acto.

Con el palco mirando al Parlamento, estudiantes, gremios docentes y no docentes y rectorados de todo el país hicieron la Segunda Marcha Federal que, según los organizadores, fue más grande que la de abril y sumó movilizaciones masivas en las principales ciudades del país, con grandes expresiones en Córdoba, Mendoza, Roario, Tucumán y Ushuaia, entre otros puntos. “Tenemos registro de que las marchas en las provincias han sido más cuantiosas que las primeras. Ojalá el Gobierno tome nota y podamos planificar una solución”, le dijo a Página/12 el titular del Consejo Interuniversitario Nacional, Victor Moriñigo. 

El Presidente Milei contestó primero desde su habitual tribuna de redes y con su diatriba característica: «La universidad pública no está en peligro. Lo que peligra es el botín que se reparten. No permitas que te usen los golpistas». Y también: «Si para enfrentar a uno sólo tenés que juntarte con un montón de impresentables prostituyendo una causa noble (en este caso es una forma de ocultar la corrupción de los chorros de siempre) eso es una mayúscula muestra de debilidad y cobardía». Luego, la Oficina de Presidencia confirmó que Milei «vetará el irresponsble proyecto de aumento del gasto público». 

Contra toda traba

En la zona del Congreso, los manifestantes comenzaron a llegar pasado el mediodía. Algunos se acercaron en tren o colectivo desde distintas localidades del conurbano bonaerense y otros marchando desde diversas facultades. Hubo quienes no pudieron llegar: al igual que ocurrió en otras manifestaciones como la de jubilados, por la mañana fuerzas policiales detuvieron micros que transportaban a manifestantes desde La Plata. Desde la organización denunciaron que la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, intentó obstruir la convocatoria con el cierre de calles y cambios de horario de los cortes. “Nos quisieron poner una traba tras otra. Estuvimos charlando con la gente del Gobierno de la Ciudad durante una semana y ayer a las siete de la tarde, intempestivamente, el Gobierno decidió cortar diferente a lo que habíamos acordado. Cerró la calle Entre Ríos por donde iba a entrar la columna más masiva, donde estaban los rectores y dirigentes sindicales y estudiantes”, contó el secretario adjunto de la Federación Argentina del Trabajador de las Universidades Nacionales (Fatun), Jorge Anró, a Página/12

La marcha fue, de todos modos, contundentemente masiva. En un documento consensuado entre todos los sectores, se denunció una realidad dramática. “La situación hoy es más crítica que a comienzos de año”, sostiene el texto que se leyó en el acto. “La pérdida de quienes trabajamos en las universidades públicas es de una gravedad inusitada; con un porcentaje enorme de docentes y no docentes percibiendo un salario por debajo de la línea de la pobreza, cuando no de la indigencia”, reclamaron. Además, explicaron que está en riesgo la continuidad de los cuadros académicos, de administración y de servicios esenciales para el funcionamiento de las casas de estudios.

Antes de la lectura del documento, a cargo de la presidenta de la FUA, hablaron referentes de los seis gremios docentes y no docentes, que llamaron a los legisladores a ratificar la norma. “Le decimos a los legisladores que cumplan con su función, que es escuchar al pueblo”, alertó el secretario general de Conadu, Carlos de Feo. “Le decimos a la policía que nos tiene que cuidar y a los diputados y senadores que tienen que ratificar las leyes porque sino el gobierno se va hacer un autogolpe. Este no es un acto golpista, es la más pura expresión de la democracia. Golpe de Estado es gobernar por decreto”, agregó el gremialista en referencia a los declaraciones de Bullrich. En la previa, la ministra sostuvo que cambiaron el protocolo de seguridad porque tenían información de grupos que “van a preparar el golpe que están pensando para noviembre y diciembre».

Presencias

Por la tarde, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner habló desde el Instituto Patria y destacó que la educación universal, pública y gratuita significa en la Argentina la posibilidad de «la movilidad social ascendente”. “Nos permitió ser un país diferente, otrora, pero que vamos a volver a conquistar», agregó.

Referentes políticos de toda la oposición se acercaron a la marcha, desde Horacio Rodríguez Larreta hasta Sergio Massa, a quien se vió cantando junto a Guillermo Moreno. “Estoy convencido de que no hay nada más movilizador en términos sociales que la universidad pública», dijo el excandidato a presidente de Unión por la Patria. También habló el exjefe de gobierno porteño, que afirmó que espera que “el Gobierno escuche el mensaje”. El senador nacional Martín Lousteau, presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical, encabezó la columna del partido y se mostró confiado en que la oposición consiga la mayoría de dos tercios en ambas cámaras para voltear el veto. “Se está trabajando para eso”, anticipó. En la columna, también estuvieron los diputados Facundo Manes y Martín Tetaz.

La referente de la Coalición Cívica Elisa Carrió también se sumó a la convocatoria por redes. «Hoy marcho en defensa de la educación pública de la que soy parte como alumna y profesora titular desde hace 52 años», señaló la exdiputada. En las calles estuvieron varios diputados y diputadas de Unión por la Patria, entre ellos Itai Hagman, Eduardo Valdés, Cecilia Moreau y Santiago Cafiero. “Si Milei veta esta ley, vamos a trabajar fuertemente para rechazar ese veto y que las universidades puedan tener la ley de financiamiento que les corresponde”, dijo el presidente del bloque en la Cámara de Diputados, Gerardo Martínez. También estuvo el exprecandidato a presidente Juan Grabois. “La educación del pueblo no se vende, se defiende”, afirmó. También participaron los representantes del Frente de Izquierda, entre ellas Vanina Biasi y Romina Del Plá.

Además de los partidos políticos, se acercaron movimientos sociales, sindicatos y organismos de derechos humanos. Movilizaron la CGT, las dos CTA y la UTEP. La gente comenzó a llegar sobre el mediodía, y mientras hubo lugar esperó el acto central, que comenzó minutos antes de las cinco de la tarde, sentada sobre el césped o cantando sobre las calles que rodean el Congreso, fuertemente vallado. “Traigan al peluca de Milei para que vea, los estudiantes pelean por la educación”, cantaban un grupo de jóvenes. Muy cerca de ellas, un nene sostenía un cartel con la leyenda: “La Libertad no huele a educación, huele a gas pimienta”.

“La universidad es de todos, está llena de hijos de trabajadores de la economía popular”, le dijo a este diario la secretaria adjunta de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), Norma Morales. “Nuestros hijos ocupan las aulas de esas universidades públicas, tenemos que defenderlas”, agregó.

Por su parte, Carmen Arias, presidenta de Madres de Plaza de Mayo se refirió al desfinanciamiento que sufre la universidad del organismo y dijo que desde enero no reciben “un peso”. “Tenemos que defender a la universidad publica, que no puedan estudiar solamente los ricos porque eso nos ayuda a contrsuir una patria mejor”, le dijo Arias a Página/12. Cerca de las seis de la tarde, el acto cerró con una ovación y la última canción de Lali Espósito: «Fanático». 


INFO. GENERAL

Francisco, el papa latinoamericano para el mundo

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Murió a los 88 años. Se proyectó como estadista y líder mundial. Nunca perdió su sencillez, predicó a favor de los pobres y descartados, promovió el diálogo y criticó el modelo económico depredador y excluyente. Los cambios que hizo en la Iglesia y lo que dejó pendiente.

Por Washington Uranga

Francisco, el papa latinoamericano que “los cardenales fueron a buscar al fin del mundo” como él mismo lo afirmó, entra en la historia de la Iglesia Católica y de la humanidad como aquella persona que, ejerciendo un liderazgo firme, dentro y fuera de las fronteras institucionales, supo entender los desafíos de la sociedad, desde su lugar ensayó las respuestas a su alcance y, sobre todo, tuvo la capacidad de interpelar a propios y extraños con su mensaje profundamente humano.

De esta manera Jorge Bergoglio logró dejar huella en la vida de muchas personas, también en gran parte de quienes no lo reconocieron como su líder espiritual o religioso. En el escenario de un mundo contemporáneo atravesado por los conflictos y las guerras y, al mismo tiempo, carente de voces y de referentes que iluminen los senderos de la fraternidad entre las personas y los pueblos, Francisco marcó presencia.

Como componente esencial de su misión el Papa predicó y puso en práctica lo que él mismo denominó “la cultura del encuentro”. Porque, como lo escribió en su autobiografía recientemente publicada bajo el título “Esperanza”, “solo quien levanta puentes sabrá avanzar; el que levanta muros acabará apresado por los muros que él mismo ha construido. Ante todo quedará atrapado su corazón”.

Francisco: el hombre común

Se proyectó como estadista y líder mundial, sin perder la sencillez característica de la historia personal de este porteño (“dentro de mi alma me considero un hombre de ciudad”), el mayor de cinco hermanos nacidos todos en el barrio de Floresta en Buenos Aires, y que aún en el Vaticano siguió reconociéndose como “cuervo” por su afición a San Lorenzo. Sin embargo, cuando le anunciaron que en su regreso a la avenida La Plata el nuevo estadio podría llamarse “Papa Francisco” dijo claramente que “la idea no me entusiasma”.

La elección como Papa le cambió la vida a Jorge Bergoglio. Pero una vez convertido en Francisco hizo lo posible por mantener los rasgos de humanidad y de hombre común que hacían que en Buenos Aires, y ya siendo cardenal, siguiera viajando en subte para ir a su despacho en la curia porteña. “Me gusta caminar por la ciudad, en la calle aprendo” decía. Su nueva condición lo obligó a muchas restricciones, pero en lugar de habitar un palacio vaticano eligió vivir en la residencia Santa Marta, una especie de hotel religioso que recibe a obispos y sacerdotes que viajan a Roma por motivos eclesiásticos. Allí trasladó incluso muchas de sus audiencias, sobre todo cuando se encontraba con la gente más cercana por motivos personales o pastorales. Santa Marta fue su casa. Hasta allí le alcanzaron los zapatos “gomicuer” que pidió a sus amigos que le llevaran desde Buenos Aires tras descartar el calzado rojo que usaba su antecesor Benedicto XVI. También desde allí, o desde cualquier lugar del mundo donde estuviera de visita, cada domingo por la noche Francisco cumplía en llamar por teléfono a Buenos Aires a su hermana María Elena, la única sobreviviente de su familia. Ha dicho que no ver a su hermana es de los desprendimientos que más le costó.

Se reconocía como amante de la música y del tango. “La melancolía ha sido compañera una compañera de vida, aunque de manera no constante (…) ha formado parte de mi alma y es un sentimiento que me ha acompañado y que he aprendido a reconocer”.

Desde 1990, a raíz de una promesa religiosa, no volvió a mirar televisión y se mantenía informado por otros medios.

“Plan de gobierno”

La elección de Bergoglio como papa Francisco, que cambió la vida de la Iglesia Católica, también modificó profundamente la manera de relacionarse del catolicismo con la sociedad, en el mundo y en cada país y región.

Ni siquiera los más cercanos, aquellas y aquellos que conocían sus pensamientos y que habían seguido su trayectoria, habrían podido imaginar aquel 13 de marzo de 2013 el «plan de gobierno» que Jorge Bergoglio tenía en su mente cuando fue ungido como máxima autoridad de la Iglesia Católica. Quizás tampoco había pasado por su cabeza esa posibilidad a pesar de la experiencia acumulada en sus años como superior provincial de los jesuitas en Argentina (1973-1979), en plena dictadura militar, o en su tarea como obispo auxiliar (1992-1998) y luego como arzobispo de Buenos Aires (1998-2013).

No pocos sostienen que la vida de Bergoglio tuvo un vuelco fundamental por su participación en la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Aparecida, Brasil, 2007) en la que el entonces arzobispo porteño recibió un baño de ”latinoamericaneidad” en su contacto con sus colegas obispos de la región y, en particular, con los de Brasil. Esto es lo que lo llevó a escribir en sus memorias que “mis raíces son también italianas, pero soy argentino y latinoamericano. En el gran cuerpo de la iglesia universal, donde todos los carismas ‘son una maravillosa riqueza de gracia’, esa iglesia continental tiene unas características de vivacidad especiales, unas notas, colores, matices que también constituyen una riqueza y que los documentos de las grandes asambleas de los episcopados latinoamericanos han manifestado”.

Hasta entonces el “porteño” Bergoglio, como buena parte de los argentinos, se había mantenido distante de América Latina. También en términos eclesiásticos por su cercanía a la “teología de la cultura” que aprendió de su maestro Juan Carlos Scanonne y más alejado de los teólogos de liberación como el peruano Gustavo Gutiérrez o el brasileño Leonardo Boff. Con ambos se encontró y se abrazó después una vez que estuvo en el Vaticano. Bergoglio se hizo latinoamericano en Aparecida. Y con ese bagaje llegó al consistorio que lo eligió Papa.

Pocos días antes de su muerte, la teóloga argentina Emilce Cuda, a quien el Papa llevó a Roma como una de sus más estrechas colaboradoras, fue enfática al señalar que la teología de Franscisco ha sido “la teología” a secas, rescatando las raíces del pensamiento cristiano a lo largo de la historia para ponerla a dialogar con los desafíos de la actualidad de la Iglesia y del mundo.

Referente mundial

El tiempo y sobre todo los gestos de Francisco fueron dejando en claro la propuesta y las huellas que el primer papa latinoamericano deseaba establecer como impronta a su gestión. Fue así que su primer viaje político-pastoral lo llevó hasta Lampedusa, para encontrarse con los inmigrantes ilegales expulsados de su territorio que huyen desesperados en busca de la vida. A ellos y al mundo les reafirmó con un gesto de cercanía y solidaridad su prédica en favor de los pobres, los descartados y de sus derechos.

Desde allí, sin abandonar su impronta religiosa, el Papa comenzó a construir su condición de referente mundial más allá de las fronteras de la Iglesia Católica convirtiéndose en interlocutor de jefes de estado, de dirigentes sociales, políticos y culturales. En un mundo con liderazgos en crisis y enfrentando los desafíos de la realidad Francisco eligió el camino del diálogo y del encuentro con los diferentes, desde la realidad de los pobres y reclamando por sus derechos.

Sus ideas quedaron plasmadas en muchos de sus documentos y alocuciones públicas pero sobre todo en las encíclicas Laudato Si (2015), sobre “la casa común”, el cambio climático y el cuidado de los recursos naturales, y Fratelli Tutti (2020) acerca de la amistad y la fraternidad social.

Pero Francisco fue, de muchas maneras, un líder incómodo, para los gobernantes y los poderosos del mundo. En particular por sus llamadas a atender los problemas de sobre explotación de los recursos naturales en desmedro del cuidado de la naturaleza, las críticas de un modelo económico depredador y excluyente y las advertencias sobre el “descarte” que se evidencia en las migraciones masivas, las guerras y la pobreza creciente.

Los pobres y la guerra

En su transitar Francisco se convirtió en vocero de los descartados y los pobres, pero también en aliado de quienes salieron en defensa de los derechos de estas personas y comunidades. Puede decirse que el discurso pronunciado el 9 de julio de 2015 por el Papa ante el auditorio plural de los movimientos sociales reunidos en Cochabamba (Bolivia), cuyo eje fue su proclama de «las tres T» (tierra, techo, trabajo), constituye una suerte de síntesis doctrinal que, en otro tono y con distinto despliegue, Francisco había expresado de manera sistemática y con base teológica en Laudato Sí. Una gran suma que, a contracorriente de las fuerzas del capitalismo mundial, se alzó en favor de los pobres y sus organizaciones, criticó a los poderes hegemónicos y lanzó un llamado a la paz. Una militancia pacifista que Bergoglio apoyó con sus acciones y las del Vaticano en cada lugar de conflicto en cualquier rincón de la tierra. En esta tarea los movimientos sociales fueron elegidos permanentemente como aliados e interlocutores, convocados y sentados a la mesa de las conversaciones con el Papa.

A través de sus acciones Francisco también consolidó su idea de que a las grandes religiones monoteístas del mundo y a sus dirigentes le cabe la responsabilidad de encontrar salidas a la guerra mundial traducida en multitud de conflictos acotados o guerras regionales por disputas territoriales, cuestiones de soberanía, enfrentamientos políticos, étnicos o raciales. “No existe la guerra inteligente; la guerra solo sabe causar miseria; las armas, únicamente muerte” afirmó.

En octubre de 2022 organizó en Roma un gran encuentro de líderes religiosos mundiales por la paz. Pero antes y después se reunió en Irak, con el Gran Ayatolá Sayyid Ali Al-Husayni Al-Sistani, líder de la comunidad chií del país, en Ulaanbaatar con once líderes de diferentes confesiones y, más recientemente, en Indonesia junto al iman Nasaruddin Umar visitó el ‘túnel de la Amistad’ que conecta la mezquita Istiqlal con la catedral de Nuestra Señora de la Asunción.

En la propia Iglesia

Hacia el interior de la misma Iglesia Católica el papa Francisco impulsó muchas líneas que conectan directamente con iniciativas inauguradas en el Concilio Vaticano II (1962-1965), impulsadas por el papa Juan XXIII (1958-1963 ) y continuadas por Paulo VI (1963-1978), pero que tuvieron frenos y retrocesos con Juan Pablo II (1978-2005) y Benedicto XVI ( 2005-2013).

De esta manera Bergoglio insistió en la idea de “una iglesia de puertas abiertas” con capacidad de acogida para todas y todos, sin ningún tipo de restricciones, en diálogo con la sociedad y enfrentando los problemas comunes. Esto implicó también reformas profundas en las estructuras eclesiásticas, con más espacios para los laicos y en particular para las mujeres, pero también desde una perspectiva eclesiológica que buscó protagonizar el “sacerdocio común de los fieles” incluso antes que el sacerdocio ministerial.

Con esa intención Francisco propició, a través de los sínodos (universal y regionales) una Iglesia más participativa que puso en crisis el modelo estrictamente jerárquico, piramidal y romano céntrico. Ello trajo aparejado también la decisión de enfrentar los problemas de abusos, la pederastia y la corrupción dentro de la estructura eclesiástica.

Bergoglio acompañó este proceso con reformas de la curia vaticana, recambio de los responsables y nuevos nombramientos para rodearse de figuras de su confianza. También hubo cambios mediante la designación de obispos más jóvenes y cercanos a la perspectiva eclesiológica de Francisco.

Nada de esto ocurrió sin resistencias y enfrentamientos. En el mundo, pero también en la Argentina donde paradójicamente los sectores católicos más conservadores, empresarios y representantes del poder que vieron en Francisco la continuidad de un cardenal Bergoglio, que en su momento y sin considerarlo como del propio palo, nunca les resultó incómodo. Rápidamente se sintieron defraudados por las iniciativas y las propuestas del Papa que acentuó los rasgos más latinoamericanistas del entonces cardenal de Buenos Aires y radicalizó su perspectiva en favor de los pobres, de los excluidos y de sus derechos.

El poder se disgustó con Francisco y no lo disimuló. También los sectores conservadores de Iglesia incluidos algunos obispos se sintieron molestos con Bergoglio, aunque estos últimos se mantuvieron dentro de los márgenes de discreción que impone la propia Iglesia.

A nivel mundial también las intrigas y las conspiraciones fueron en aumento. Integrantes del colegio cardenalicio que habían ido a buscar a un papa latinoamericano y seleccionaron a un argentino porque siendo tal era el «más parecido» a los europeos se sintieron frustrados en sus expectativas.

En más de una oportunidad los sectores más conservadores se rasgaron las vestiduras ante lo que consideraron excesivas concesiones de Bergoglio, tanto en sus mensajes como en su estilo pastoral. Francisco no se inquietó demasiado por ello. Siguió tomando decisiones con conciencia de los problemas que enfrentaba e incluso utilizó la energía y el respaldo que le llegaba desde afuera para dar batallas en el seno de la propia Iglesia.

Siempre apareció convencido de la tarea que debía enfrentar: avanzar y profundizar la reforma de la Iglesia hacia una forma de gobierno y de participación más sinodal, más horizontal y plural que renueve la vida del catolicismo.

Si bien se dieron pasos sustanciales en ese sentido, quizás sea esta la tarea inconclusa que deja Francisco y que quedará en manos quien lo suceda en el pontificado. Una designación que dependerá de una elección incierta y sin candidatos a la vista, aun teniendo en cuenta la profunda renovación que Bergoglio hizo en el colegio cardenalicio que escogerá al nuevo papa.


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