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Martes 22 de Abril del 2025

INFO. GENERAL

En camino hacia una nueva marcha federal

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Luego de semanas de paros consecutivos con altísimo acatamiento en reclamo de salarios dignos, los docentes de las principales casas de estudio del país planean movilizarse al Congreso. La idea es exigir que el Senado convierta en ley el proyecto de Financiamiento Educativo, que ya tiene media sanción de Diputados. Si Milei llegara a vetarla, se reeditaría la multitudinaria concentración de abril. 
Patricia Chaina

Por Patricia Chaina

La lucha por el presupuesto universitario se encolumna hacia una nueva marcha federal tras las jornadas de paro que en las últimas dos semanas tuvieron un altísimo nivel de adhesión. Para esto se avanza en pasos estratégicos que incluyen una convocatoria a la Plaza de los Dos Congresos para exigir que el Senado apruebe la Ley de Financiamiento Universitario que obtuvo media sanción en Diputados. De concretarse y ante la posibilidad de que ésta sea vetada por el Ejecutivo, las gremiales docentes y no docentes, los estudiantes y el cuerpo de rectoras y rectores reunidos en el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) podrían concretar en septiembre, una marcha que reedite la multitudinaria y contundente movilización de abril.

Esa marcha histórica definió no solo “el valor que tiene la universidad como institución”, señala Carlos De Feo, secretario general de la Federación de docentes universitarios (Conadu). “Esto empieza con una cuestión gremial, porque nos pagan una porquería de sueldo, y termina siendo un reclamo más amplio” describe. Es que “detrás del reclamo universitario hay otros reclamos, porque la gente lo vive como un espacio para expresarse, y confirma la credibilidad que tiene la universidad pública en nuestros país”.

Hoy, con el objetivo de salvar al sistema público de formación profesional del abismo al que lo condena el gobierno de Javier Milei, se organizan acciones de visibilización: abrazos, banderazos y debates, se darán en los próximos días en las 60 universidades del país. La actividad en las facultades que tienen elecciones sumara el debate al interior de los claustros.

En tanto desde el gobierno ajustan sobre el ajuste y suman provocación: hace cuatro días se dio por cancelada la opción de presentar proyectos de investigación. El anuncio, fatal, fue explicitado por Alicia Caballero, titular de la Agencia de financiamiento “del degradado ministerio de Ciencia y Tecnología”, explica Ana Arias, decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA: “Un dato que da cuenta de que efectivamente este gobierno tiene como objetivo que desaparezca nuestro sistema científico tecnológico, y el corazón de este sistema, son las universidades”.

En este panorama de conflicto y lucha emerge la convicción de rescatar del ahogo financiero al sistema universitario. Se apunta a la nueva marcha organizada por el Frente Sindical de docentes y no docentes. Y la adhesión del CIN, cuya reunión del 30 de agosto en La Pampa se anticipa como el lanzamiento orgánico de la protesta, dado que se estima que, de aprobarse en el Senado la Ley de financiamiento, sería vetada.

“Ya comenzaron las reuniones con agrupaciones estudiantiles de diferentes espacios políticos” detalla Pablo Perazzi, secretario general de la Federación de Docentes Universitarios de la UBA (Feduba). Al tiempo que se avanza en encuentros con bloques de senadores “de ciertos sectores del radicalismo y del peronismo”, confirma el dirigente docente. “Y el Frente Sindical resolvió concurrir esta semana al Congreso ya que el jueves el Senado trataría la Ley de ampliación del presupuesto. El mandato es montar en la plaza una radio abierta donde los trabajadores junto a los estudiantes exijamos que el Senado la vote, a sabiendas de que Milei la va a vetar”, explica Perazzi.

Es que en el proclamado “déficit cero” de Milei, el presupuesto universitario deviene en una gran erogación: solo con un “salario digno” para docentes y no docentes, junto con el que debería cobra el resto de los vilipendiados trabajadores del Estado, se acaba esa ilusión. El sector universitario estima que todas las leyes que suscriban los “degenerados fiscales”, van a tener el veto presidencial.

“Estamos en un momento complejo –explica Arias–, porque parte de la sociedad cree que el conflicto se resolvió después de la hermosa marcha de abril. Y lo único que se resolvió fue parte del gasto de funcionamiento, lo básico. Pero más del 90 por ciento que es lo salarial, quedó retrasado. Perdimos el 40 por ciento del salario y esto pasó desapercibido”.

La marcha logró que se mejoren los gastos de funcionamiento “pero el salario está deteriorado y cuando perdés docentes, porque no les conviene dar clases, atentas contra el corazón del sistema científico tecnológico –insiste Arias–. Y el problema sindical se convierte en un problema del país que pierde soberanía científica y la posibilidad de formar profesionales para los problemas que tiene la sociedad, esto es muy grave”.

“El gobierno trató de arreglar la cuestión presupuestaria, pero mando fondos solo para gas y luz –ironiza De Feo–, pero no se funciona solo con la luz y el gas, se necesita mucho más presupuesto y no está”. Hoy, los reclamos siguen siendo los mismos que en abril: presupuesto relegado y no actualizado, atraso salarial de docentes y no docentes; falta de becas y apoyo estudiantil; necesidad de mayor financiamiento para ciencia y técnica y obras de infraestructura.

Para De Feo, esto “era un tema gremial sectorial. Hoy son decisiones que expresan un modelo de país: depende dónde y cómo se toman estas decisiones. Si el Congreso vota leyes que al presidente no le gustan y las veta, vivimos una dictadura. Pero estamos viendo con el tema de la SIDE o las jubilaciones, una rotación en la dinámica porque desde la política se sale a enfrentar las decisiones del gobierno nacional”.

Este reclamo salarial empezó el 20 de diciembre, después de la gran devaluación, repasa De Feo. “Hemos tenido reuniones, todas frustradas, y cada vez que manifestamos desacuerdo salen con un anuncio peor. Hace unos días nos convocaron a una reunión paritaria y ofrecieron aumentar un 3 por ciento en agosto y un 2 en septiembre. Una tomada de pelo. Cuando uno expresa que no alcanza, los tipos se van de las reuniones y lo sacan por decreto” describe.

Muy atentos a la decisión que tome Milei, para convocar a la nueva marcha universitaria, el secretario general de Conadu confirma: “Actuaremos en función de lo que haga el presidente. Y no creo que le tiemble el pulso para vetar la ampliación del presupuesto universitario, porque esto implica también rediscutir esta política mesiánica que tienen con el tema de déficit cero”.

El trasfondo es una universidad arancelada. Para Arias, “frente los enorme problemas productivos y la pobreza creciente, hay que pensar en políticas públicas para poder solucionarlos. Ellos no creen en las políticas públicas, porque descreen en la posibilidad de lo colectivo, en cuidar a los más débiles, en que haya que planificar el desarrollo”.

“Para eso están ahogando financiera y salarialmente a la universidad, porque la vocación te da hasta que no podes pagar la olla –comparte De Feo–. Y esto también termina siendo una pelea nacional, por otro modelo de país. Nosotros no podemos bajar los brazos porque sería la destrucción de la universidad pública y eso es lo que buscan”.


INFO. GENERAL

Francisco, el papa latinoamericano para el mundo

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Murió a los 88 años. Se proyectó como estadista y líder mundial. Nunca perdió su sencillez, predicó a favor de los pobres y descartados, promovió el diálogo y criticó el modelo económico depredador y excluyente. Los cambios que hizo en la Iglesia y lo que dejó pendiente.

Por Washington Uranga

Francisco, el papa latinoamericano que “los cardenales fueron a buscar al fin del mundo” como él mismo lo afirmó, entra en la historia de la Iglesia Católica y de la humanidad como aquella persona que, ejerciendo un liderazgo firme, dentro y fuera de las fronteras institucionales, supo entender los desafíos de la sociedad, desde su lugar ensayó las respuestas a su alcance y, sobre todo, tuvo la capacidad de interpelar a propios y extraños con su mensaje profundamente humano.

De esta manera Jorge Bergoglio logró dejar huella en la vida de muchas personas, también en gran parte de quienes no lo reconocieron como su líder espiritual o religioso. En el escenario de un mundo contemporáneo atravesado por los conflictos y las guerras y, al mismo tiempo, carente de voces y de referentes que iluminen los senderos de la fraternidad entre las personas y los pueblos, Francisco marcó presencia.

Como componente esencial de su misión el Papa predicó y puso en práctica lo que él mismo denominó “la cultura del encuentro”. Porque, como lo escribió en su autobiografía recientemente publicada bajo el título “Esperanza”, “solo quien levanta puentes sabrá avanzar; el que levanta muros acabará apresado por los muros que él mismo ha construido. Ante todo quedará atrapado su corazón”.

Francisco: el hombre común

Se proyectó como estadista y líder mundial, sin perder la sencillez característica de la historia personal de este porteño (“dentro de mi alma me considero un hombre de ciudad”), el mayor de cinco hermanos nacidos todos en el barrio de Floresta en Buenos Aires, y que aún en el Vaticano siguió reconociéndose como “cuervo” por su afición a San Lorenzo. Sin embargo, cuando le anunciaron que en su regreso a la avenida La Plata el nuevo estadio podría llamarse “Papa Francisco” dijo claramente que “la idea no me entusiasma”.

La elección como Papa le cambió la vida a Jorge Bergoglio. Pero una vez convertido en Francisco hizo lo posible por mantener los rasgos de humanidad y de hombre común que hacían que en Buenos Aires, y ya siendo cardenal, siguiera viajando en subte para ir a su despacho en la curia porteña. “Me gusta caminar por la ciudad, en la calle aprendo” decía. Su nueva condición lo obligó a muchas restricciones, pero en lugar de habitar un palacio vaticano eligió vivir en la residencia Santa Marta, una especie de hotel religioso que recibe a obispos y sacerdotes que viajan a Roma por motivos eclesiásticos. Allí trasladó incluso muchas de sus audiencias, sobre todo cuando se encontraba con la gente más cercana por motivos personales o pastorales. Santa Marta fue su casa. Hasta allí le alcanzaron los zapatos “gomicuer” que pidió a sus amigos que le llevaran desde Buenos Aires tras descartar el calzado rojo que usaba su antecesor Benedicto XVI. También desde allí, o desde cualquier lugar del mundo donde estuviera de visita, cada domingo por la noche Francisco cumplía en llamar por teléfono a Buenos Aires a su hermana María Elena, la única sobreviviente de su familia. Ha dicho que no ver a su hermana es de los desprendimientos que más le costó.

Se reconocía como amante de la música y del tango. “La melancolía ha sido compañera una compañera de vida, aunque de manera no constante (…) ha formado parte de mi alma y es un sentimiento que me ha acompañado y que he aprendido a reconocer”.

Desde 1990, a raíz de una promesa religiosa, no volvió a mirar televisión y se mantenía informado por otros medios.

“Plan de gobierno”

La elección de Bergoglio como papa Francisco, que cambió la vida de la Iglesia Católica, también modificó profundamente la manera de relacionarse del catolicismo con la sociedad, en el mundo y en cada país y región.

Ni siquiera los más cercanos, aquellas y aquellos que conocían sus pensamientos y que habían seguido su trayectoria, habrían podido imaginar aquel 13 de marzo de 2013 el «plan de gobierno» que Jorge Bergoglio tenía en su mente cuando fue ungido como máxima autoridad de la Iglesia Católica. Quizás tampoco había pasado por su cabeza esa posibilidad a pesar de la experiencia acumulada en sus años como superior provincial de los jesuitas en Argentina (1973-1979), en plena dictadura militar, o en su tarea como obispo auxiliar (1992-1998) y luego como arzobispo de Buenos Aires (1998-2013).

No pocos sostienen que la vida de Bergoglio tuvo un vuelco fundamental por su participación en la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Aparecida, Brasil, 2007) en la que el entonces arzobispo porteño recibió un baño de ”latinoamericaneidad” en su contacto con sus colegas obispos de la región y, en particular, con los de Brasil. Esto es lo que lo llevó a escribir en sus memorias que “mis raíces son también italianas, pero soy argentino y latinoamericano. En el gran cuerpo de la iglesia universal, donde todos los carismas ‘son una maravillosa riqueza de gracia’, esa iglesia continental tiene unas características de vivacidad especiales, unas notas, colores, matices que también constituyen una riqueza y que los documentos de las grandes asambleas de los episcopados latinoamericanos han manifestado”.

Hasta entonces el “porteño” Bergoglio, como buena parte de los argentinos, se había mantenido distante de América Latina. También en términos eclesiásticos por su cercanía a la “teología de la cultura” que aprendió de su maestro Juan Carlos Scanonne y más alejado de los teólogos de liberación como el peruano Gustavo Gutiérrez o el brasileño Leonardo Boff. Con ambos se encontró y se abrazó después una vez que estuvo en el Vaticano. Bergoglio se hizo latinoamericano en Aparecida. Y con ese bagaje llegó al consistorio que lo eligió Papa.

Pocos días antes de su muerte, la teóloga argentina Emilce Cuda, a quien el Papa llevó a Roma como una de sus más estrechas colaboradoras, fue enfática al señalar que la teología de Franscisco ha sido “la teología” a secas, rescatando las raíces del pensamiento cristiano a lo largo de la historia para ponerla a dialogar con los desafíos de la actualidad de la Iglesia y del mundo.

Referente mundial

El tiempo y sobre todo los gestos de Francisco fueron dejando en claro la propuesta y las huellas que el primer papa latinoamericano deseaba establecer como impronta a su gestión. Fue así que su primer viaje político-pastoral lo llevó hasta Lampedusa, para encontrarse con los inmigrantes ilegales expulsados de su territorio que huyen desesperados en busca de la vida. A ellos y al mundo les reafirmó con un gesto de cercanía y solidaridad su prédica en favor de los pobres, los descartados y de sus derechos.

Desde allí, sin abandonar su impronta religiosa, el Papa comenzó a construir su condición de referente mundial más allá de las fronteras de la Iglesia Católica convirtiéndose en interlocutor de jefes de estado, de dirigentes sociales, políticos y culturales. En un mundo con liderazgos en crisis y enfrentando los desafíos de la realidad Francisco eligió el camino del diálogo y del encuentro con los diferentes, desde la realidad de los pobres y reclamando por sus derechos.

Sus ideas quedaron plasmadas en muchos de sus documentos y alocuciones públicas pero sobre todo en las encíclicas Laudato Si (2015), sobre “la casa común”, el cambio climático y el cuidado de los recursos naturales, y Fratelli Tutti (2020) acerca de la amistad y la fraternidad social.

Pero Francisco fue, de muchas maneras, un líder incómodo, para los gobernantes y los poderosos del mundo. En particular por sus llamadas a atender los problemas de sobre explotación de los recursos naturales en desmedro del cuidado de la naturaleza, las críticas de un modelo económico depredador y excluyente y las advertencias sobre el “descarte” que se evidencia en las migraciones masivas, las guerras y la pobreza creciente.

Los pobres y la guerra

En su transitar Francisco se convirtió en vocero de los descartados y los pobres, pero también en aliado de quienes salieron en defensa de los derechos de estas personas y comunidades. Puede decirse que el discurso pronunciado el 9 de julio de 2015 por el Papa ante el auditorio plural de los movimientos sociales reunidos en Cochabamba (Bolivia), cuyo eje fue su proclama de «las tres T» (tierra, techo, trabajo), constituye una suerte de síntesis doctrinal que, en otro tono y con distinto despliegue, Francisco había expresado de manera sistemática y con base teológica en Laudato Sí. Una gran suma que, a contracorriente de las fuerzas del capitalismo mundial, se alzó en favor de los pobres y sus organizaciones, criticó a los poderes hegemónicos y lanzó un llamado a la paz. Una militancia pacifista que Bergoglio apoyó con sus acciones y las del Vaticano en cada lugar de conflicto en cualquier rincón de la tierra. En esta tarea los movimientos sociales fueron elegidos permanentemente como aliados e interlocutores, convocados y sentados a la mesa de las conversaciones con el Papa.

A través de sus acciones Francisco también consolidó su idea de que a las grandes religiones monoteístas del mundo y a sus dirigentes le cabe la responsabilidad de encontrar salidas a la guerra mundial traducida en multitud de conflictos acotados o guerras regionales por disputas territoriales, cuestiones de soberanía, enfrentamientos políticos, étnicos o raciales. “No existe la guerra inteligente; la guerra solo sabe causar miseria; las armas, únicamente muerte” afirmó.

En octubre de 2022 organizó en Roma un gran encuentro de líderes religiosos mundiales por la paz. Pero antes y después se reunió en Irak, con el Gran Ayatolá Sayyid Ali Al-Husayni Al-Sistani, líder de la comunidad chií del país, en Ulaanbaatar con once líderes de diferentes confesiones y, más recientemente, en Indonesia junto al iman Nasaruddin Umar visitó el ‘túnel de la Amistad’ que conecta la mezquita Istiqlal con la catedral de Nuestra Señora de la Asunción.

En la propia Iglesia

Hacia el interior de la misma Iglesia Católica el papa Francisco impulsó muchas líneas que conectan directamente con iniciativas inauguradas en el Concilio Vaticano II (1962-1965), impulsadas por el papa Juan XXIII (1958-1963 ) y continuadas por Paulo VI (1963-1978), pero que tuvieron frenos y retrocesos con Juan Pablo II (1978-2005) y Benedicto XVI ( 2005-2013).

De esta manera Bergoglio insistió en la idea de “una iglesia de puertas abiertas” con capacidad de acogida para todas y todos, sin ningún tipo de restricciones, en diálogo con la sociedad y enfrentando los problemas comunes. Esto implicó también reformas profundas en las estructuras eclesiásticas, con más espacios para los laicos y en particular para las mujeres, pero también desde una perspectiva eclesiológica que buscó protagonizar el “sacerdocio común de los fieles” incluso antes que el sacerdocio ministerial.

Con esa intención Francisco propició, a través de los sínodos (universal y regionales) una Iglesia más participativa que puso en crisis el modelo estrictamente jerárquico, piramidal y romano céntrico. Ello trajo aparejado también la decisión de enfrentar los problemas de abusos, la pederastia y la corrupción dentro de la estructura eclesiástica.

Bergoglio acompañó este proceso con reformas de la curia vaticana, recambio de los responsables y nuevos nombramientos para rodearse de figuras de su confianza. También hubo cambios mediante la designación de obispos más jóvenes y cercanos a la perspectiva eclesiológica de Francisco.

Nada de esto ocurrió sin resistencias y enfrentamientos. En el mundo, pero también en la Argentina donde paradójicamente los sectores católicos más conservadores, empresarios y representantes del poder que vieron en Francisco la continuidad de un cardenal Bergoglio, que en su momento y sin considerarlo como del propio palo, nunca les resultó incómodo. Rápidamente se sintieron defraudados por las iniciativas y las propuestas del Papa que acentuó los rasgos más latinoamericanistas del entonces cardenal de Buenos Aires y radicalizó su perspectiva en favor de los pobres, de los excluidos y de sus derechos.

El poder se disgustó con Francisco y no lo disimuló. También los sectores conservadores de Iglesia incluidos algunos obispos se sintieron molestos con Bergoglio, aunque estos últimos se mantuvieron dentro de los márgenes de discreción que impone la propia Iglesia.

A nivel mundial también las intrigas y las conspiraciones fueron en aumento. Integrantes del colegio cardenalicio que habían ido a buscar a un papa latinoamericano y seleccionaron a un argentino porque siendo tal era el «más parecido» a los europeos se sintieron frustrados en sus expectativas.

En más de una oportunidad los sectores más conservadores se rasgaron las vestiduras ante lo que consideraron excesivas concesiones de Bergoglio, tanto en sus mensajes como en su estilo pastoral. Francisco no se inquietó demasiado por ello. Siguió tomando decisiones con conciencia de los problemas que enfrentaba e incluso utilizó la energía y el respaldo que le llegaba desde afuera para dar batallas en el seno de la propia Iglesia.

Siempre apareció convencido de la tarea que debía enfrentar: avanzar y profundizar la reforma de la Iglesia hacia una forma de gobierno y de participación más sinodal, más horizontal y plural que renueve la vida del catolicismo.

Si bien se dieron pasos sustanciales en ese sentido, quizás sea esta la tarea inconclusa que deja Francisco y que quedará en manos quien lo suceda en el pontificado. Una designación que dependerá de una elección incierta y sin candidatos a la vista, aun teniendo en cuenta la profunda renovación que Bergoglio hizo en el colegio cardenalicio que escogerá al nuevo papa.


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