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El Plan Milei: Ajustazo fiscal seguido de megadevaluación, para empezar

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El recorte de gastos afecta hasta a las jubilaciones, con la modificación del régimen de movilidad. Habrá una «reversión» de la quita del impuesto a las Ganancias sobre los salarios.

Raúl Dellatorre

Por Raúl Dellatorre

Le costó al gobierno encontrar el tono del discurso con el que haría su presentación la nueva política económica. Se esperaba la palabra del flamante ministro, Luis Caputo, para las 17, pero recién se hizo público su mensaje dos horas después. Debió ser regrabado, porque la primera versión, ya lista antes de las 16, no le gustó al Presidente, que reclamó mayor intensidad y justificaciones más directas. En definitiva, se trataba de un mensaje que le avisaba a la población que, durante varios meses, verá dispararse la inflación a un ritmo del 20 por ciento mensual y más, alimentada por un salto en el valor del dólar de más del 100 por ciento, que ya no habrá ningún tipo de control o sanciones a quienes aumenten precios de productos básicos de consumo injustificadamente, que las tarifas de servicios públicos y del transporte podrán elevarse al doble o más, y que en ese escenario de una previsible profunda recesión y caída en picada de la capacidad adquisitiva de los ingresos, no están previstas compensaciones para salarios y jubilaciones. 

En cambio, trascendió que el Ministerio de Economía pretende enviar un proyecto de ley al Congreso que elimine el actual régimen de movilidad jubilatoria (también actualiza trimestralmente los valores de las asignaciones y planes) para reemplazarlo por un sistema de actualización trimestral por decreto y a criterio del Poder Ejecutivo.

Incluso cumpliendo con las exigencias de Javier Milei de extender en el mensaje las explicaciones sobre la necesidad del ajuste, al ex operador del JP Morgan y del Deutsche Bank, hoy ministro, le bastaron menos de 20 miuutos para trazar los lineamientos que dan el disparo de largada al que puede llegar a ser la más violenta y dolorosa transferencia de ingresos de las últimas décadas, desde los sectores del trabajo y de la tercera edad, hacia el bolsillo de los dueños de empresas que ya vienen aprovechando el desorden económico reinante para aplicar aumentos de precios que, en pocas semanas, promediaron entre el 60 y el 120 por ciento. 

El contenido del mensaje de Caputo se puede sintetizar en las siguientes diez medidas, tal como las presentó: 

1) No se renuevan contratos con el estado menores a un año.

2) Se suspende la pauta publicitaria de gobierno nacional por un año. En 2023 se gastaron $34.000 millones en ese rubro.

3) Reducción del número de ministerios, secretarías y subsecretarías en un 34% (de unos 300 cargos pasan a poco más de 200). 

4) Reducción al mínimo de las transferencias discrecionales del Tesoro a las provincias.

5) El Estado Nacional no va a licitar obra pública nueva y va a dar de baja las licitadas y que aún no arrancaron.

6) Reducción de subsidios a la energía y el transporte, especialmente en el AMBA.

7) Se mantienen Planes Sociales estipulados en el Presupuesto 2023 y se eliminarán intermediarios.

8) El dólar oficial pasa a valer $800. Aumento provisorio de impuesto PAIS a importaciones y de las retenciones a exportaciones no agropecuarias.

9) Importaciones: reemplazarán las SIRA por un sistema estadístico sin licencias previas.

10) Se duplica la AUH y aumenta en un 50% la Tarjeta Alimentar.

Caputo admitió que esta política tendrá un impacto negativo muy fuerte sobre la economía en los próximos meses, pero acudió una vez más a la teoría del miedo al sostener que es el costo necesario a pagar «para evitar una catástrofe», porque «seguir en el mismo camino nos llevaría a una hiperinflación del 15 mil por ciento», dijo, repitiendo la cifra que tiró Milei el domingo último desde las escalinatas del Congreso.

«¿Qué quiere decir esto? Que si hoy pagamos un litro de leche a 400 pesos, en un año deberíamos pagarla a 60 mil pesos», graficó. 

La lógica que plantea el gobierno nacional es que, si la economía argentina cae siempre en crisis recurrentes, es por una única razón: el déficit fiscal. Si gasta más de lo que le ingresa, para financiarse tiene que endeudarse o emitir dinero, y eso va a generar inflación, deuda, pobreza. «Culpa de malos gobiernos», subrayó, como si él no hubiera tenido nada que ver con el período de mayor endeudamiento externo de la historia argentina: el crédito stand by del FMI en 2018 por 57 mil millones de dólares (del que sólo se desembolsaron 45 mil millones por el escandaloso desequilibrio y fuga de divisas que provocó antes de terminar de cobrarlo). 

«Nosotros vamos a hacer lo opuesto», dijo Caputo, intentando convertir en virtud el violento recorte de gastos y pérdida de ingresos para la población que va a provocar su plan. 

La lógica del plan que seguirá el gobierno, según la explicó luego del anuncio una alta fuente del equipo económico, es que el ajuste brutal funcione como un ancla fiscal, poniéndole un freno al «empuje a la crisis» que da el déficit fiscal.

El impacto del ajuste debería sentirse ya en el primer trimestre de 2024, calculan. Las retenciones a las exportaciones de bienes y servicios en general subirán al 15 por ciento, mientras que las de la soja se mantendrán en el 30 por ciento. La movilidad jubilatoria se eliminará ya en el próximo trimestre, en la actualización que correspondería a marzo. La quita de subsidios al transporte y a las prestaciones eléctricas y gasiferas comenzaría a aplicarse desde febrero. Además, las tarifas deberían aumentar a la par del tipo de cambio y la inflación de estos próximos meses. Para el resto de las partidas presupuestarias, se aplicará el criterio de vigencia del presupuesto 2023 para el próximo año, con una actualización de valores muy inferior a la inflación. 

Por otra parte, elaboran un «proyecto de reversión parcial» de la quita del impuesto a las ganancias a la cuarta categoría (ingresos por trabajo en relación de dependencia) que impulsó y logró hacer promulgar Sergio Massa.

En cuanto al valor del dólar, con un tipo de cambio oficial de 800 pesos, los exportadores pasarían a cobrar en sus liquidaciones 860, porque 80% lo liquidarían en el mercado oficial y 20% en el contado con liqui. Las importaciones pasarán a pagar 17,5% de impuesto PAIS, con lo cual la cotización del dólar que comprarán se eleva a 940 pesos. El dólar tarjeta, que mantiene las percepciones por ganancias y el impuesto PAIS, alcanzará a 1320 pesos. 

Algunas de estas medidas, como la suba de retenciones o el cambio del regimen de movilidad jubilatoria, deberán pasar por el Congreso. Las modificaciones cambiarias serán comunicadas este miércoles por las nuevas autoridades del Banco Central. Las demás, serán resueltas por decretos del poder ejecutivo que verán la luz este miércoles. 

Según el análisis de los teóricos del modelo, tras el ajuste que actuará como ancla fiscal, operará un ancla cambiaria, porque después de este primer salto en el tipo de cambio, imaginan un miniajuste periódico (crawling peg) de no más del 2 por ciento mensual. Es decir, muy por debajo de la inflación esperada. Para marzo se espera un ingreso fuerte de divisas por la nueva cosecha, incluso con la posibilidad de un adelanto de liquidaciones del bloque cerealero por 5000 millones de dólares.

Mientras tanto, la caída del gasto público y la depresión de la capacidad de compra de la población por el impacto de la inflación harán lo suyo, provocando una muy fuerte recesión económica por el hundimiento de la demanda. Podrá ser una preocupación para muchos, sobre todo trabajadores y empresas nacionales que viven del mercado interno. Pero no para el gobierno: esa recesión es el fenómeno buscado por este modelo para ponerle un freno a la inflación. Dicho y reconocido por fuentes del actual equipo económico. 

Habrá que pasar el verano. 


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Divide y reinarás: El Gobierno aumenta el presupuesto solo para la Universidad de Buenos Aires

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Incrementará un 300 por ciento los recursos destinados a los gastos de funcionamiento. El Consejo Superior de la UBA afirmó que esto permite una previsibilidad, pero alertó sobre la situación salarial, que aún no está resuelta. El vicerrector Emiliano Yacobitti aseguró que seguirán reclamando por el resto de las casas de estudio.

Werner Pertot

Por Werner Pertot

La Universidad de Buenos Aires (UBA) decidió levantar la emergencia presupuestaria, tras alcanzar un acuerdo con el gobierno de Javier Milei por los gastos de funcionamiento, que recibirán una suba del 270 por ciento, y de sus hospitales, cuyo incrementp será cercano al 300 por ciento. En un comunicado, el Consejo Superior de la UBA afirmó que esto permite una previsibilidad, pero alertó sobre la situación salarial, que aún no está resuelta. Tampoco la inversión en ciencia y las obras que están paradas. En tanto otras 60 universidades continúan con el reclamo que llevó a la marcha universitaria y que no fue respondido. El vicerrector de la UBA, Emiliano Yacobitti, advirtió que seguirán reclamando por el resto de las casas de estudio. Las otras universidades indicaron que el aumento solo a la UBA «resulta inadmisible y provocador«. «No aceptaremos que existan estudiantes de primera y de segunda«, lanzaron. El Gobierno quedó a tiro de una cautelar.

Desde el comienzo de las negociaciones con las universidades y, sobre todo, en las reuniones posteriores a la marcha universitaria que resultó masiva en todo el país (algunas estimaciones llegaban al millón de personas), el Gobierno buscó dividir a la UBA del resto de las instituciones. De hecho, tuvieron una atención especial con el rector Ricardo Gelpi, a quien la ministra de Capital Humano, Sandra Petovello, recibió un día antes que al resto. En los encuentros con todos los rectores, el Gobierno escuchó, pero no hubo avances reales en destrabar fondos. De hecho, en una exposición ante el Congreso, el secretario de Educación, Carlos Torrendell, no pudo dar precisiones sobre cómo se resolverá el conflicto universitario.

A partir de ahí, lo público se separa de las negociaciones a puertas cerradas. Con la UBA particularmente, el encargado de las negociaciones, que pasó a ser Torrendell, tuvo tres reuniones más. Estuvo presente también el secretario de Políticas Universitarias, Alejandro Alvarez, aunque moderó sus modales. Allí, las autoridades de la UBA insistieron con el planteo de actualizar lo presupuestario y tuvieron varias discusiones, avances y retrocesos. Finalmente, desde el Gobierno nacional aceptaron aumentar aquellas partidas sin las cuales directamente se iba a un cierre de la UBA: el funcionamiento básico (la luz, etc) y el presupuesto para los hospitales. Según confirmaron a este diario, no solo acordaron sino que ya empezaron a pagar.

En el caso de la UBA, los gastos de funcionamiento representan el 14 por ciento de los gastos totales (porque allí hay que contemplar también los seis hospitales; en otras universidades es la mitad de ese porcentaje). «Si ellos no garantizaban ni el presupuesto mínimo para prender las luces, teníamos que cerrar», insistieron desde el rectorado a este diario.

Sigue la discusión

No obstante, en el comunicado que emitió el Consejo Superior de la UBA para anunciar que levantaba la emergencia universitaria, dejaron en claro que sigue la discusión por ese otro 86 por ciento del gasto sobre el que no hubo acuerdo (principalmente, son los salarios docentes y no docentes). Lo que recibieron fue una actualización de los gastos de funcionamiento del 270 por ciento interanual y del 300 por ciento para los hospitales universitarios y aquellas funciones de la universidad vinculados al área asistencial. Se trata de 26.016.488.265 pesos que el Gobierno les comenzó a transferir con destino a afrontar los Gastos de Funcionamiento y otros 35.436.785.336 de pesos para sostener los niveles de atención de la salud.

“Las sumas indicadas, si bien se encuentran por debajo del presupuesto óptimo para el funcionamiento pleno de la Universidad, posibilitan una programación presupuestaria, imposible hasta el momento”, señaló la UBA, que también destacó que continúa el “estado de alerta y profunda preocupación” por la actualización salarial como también otras partidas “particularmente aquellas vinculadas a las áreas de Ciencia y Tecnología, Extensión Universitaria y a los Programas de infraestructura universitaria”. Es decir, las obras que están paradas, algunas de las cuales ya estaban en curso.

En materia salarial, no hubo acuerdo con el Frente Sindical de las Universidades: la propuesta del Gobierno, ante una inflación acumulada superior al 70 por ciento, fue: 16 por ciento en febrero, 12 por ciento para marzo y 8 por ciento para abril. Es decir, un 36 por ciento. Los números solos indican por qué están muy lejos de un acuerdo con los gremios. Desde el Consejo Superior de la UBA advirtieron que este acuerdo debería llegar urgente y también se mostraron a favor de que el Congreso sancione una Ley de Financiamiento Universitario que establezca un criterio de actualización para el presupuesto universitario, para que no se repita lo de este año.

Tras el acuerdo, Yacobitti escribió en su cuenta de Twitter: «Gracias a que la sociedad se expresó con contundencia en defensa de las universidades públicas, el gobierno actualizó los gastos de funcionamiento de la UBA (aprox. 300%) para que no tenga que cerrar. Es un triunfo de todos los que apostamos a la educación para un mejor futuro». Luego aclaró: «Vamos a seguir reclamando por los salarios docentes y no docentes que perdieron más de un tercio de su capacidad económica en 4 meses, por los recursos para CyT y las obras de mantenimiento de los edificios y laboratorios».

Y luego volvió a aclarar: «También es importante que esta corrección sea para todo el sistema y no solo para la UBA. Sentarnos a discutir un presupuesto para el 2025 que contemple los reajustes». Esto último quizás tenga que ver con la reacción del resto de las universidades, que tronaron apenas se conoció la noticia.

«Universidades de segunda»

Todas las universidades vienen funcionando con un presupuesto que se votó a fines de 2022 y que, insisten, es insuficiente para llegar no ya a fin de este año, sino a mitad de año en algunos casos. Por lo tanto, apenas se conoció el aumento para la UBA, las otras 60 casas de estudio pusieron el grito en el cielo y hablaron de una “discriminación federal injusta” de parte del Gobierno.

Hubo una reunión de emergencia del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) para tratar el tema. «Estamos en plena discusión viendo si nos dan lo mismo a todos. Si no, habrá problemas”, señaló antes de ingresar a la reunión Víctor Moriñigo, rector de la Universidad Nacional de San Luis y actual presidente del CIN.

El CIN emitió luego un comunicado que dejó en claro como estaban los ánimos: «Resulta inadmisible y provocador que se reconozca solo para una universidad y no para la totalidad del sistema que reúne a un conjunto de 60 universidades a lo largo y a lo ancho de todo el país, que representan a dos millones de estudiantes de las universidades argentinas. No aceptaremos que existan estudiantes de primera y de segunda«, remarcaron los rectores en un comunicado del CIN.

«Rechazamos cualquier metodología que promueva la división entre universidades y dentro de las universidades. No convalidaremos ningún intento de división, ni priorizaremos nunca ningún atajo. El Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) no resigna lo que cree. No es solo un problema de recursos, es también de principios», le advirtieron al Gobierno.

Por otro lado, advirtieron que el Gobierno reconoció con ese pago que tienen razón y que «hay plata». Según pudo saber este diario, todavía no harán una presentación judicial, sino que esperarán una respuesta del Gobierno, pero la disparidad de criterios pone a la administración nacional a tiro de una cautelar. En el comunicado indicaron que esa transferencia a la UBA «implica el reconocimiento por parte del gobierno nacional de uno de los aspectos del problema -y su grave magnitud- que todo el sistema universitario viene planteando desde enero de este año. Por lo tanto, habiendo el gobierno confirmado con sus actos que los recursos están, exigimos inmediatamente una resolución que garantice un incremento igual al otorgado a la Universidad de Buenos Aires para todas las universidades públicas de la Nación.

«Con la misma urgencia, seguiremos bregando por paritarias para las y los trabajadores de las universidades que recompongan la pérdida del poder adquisitivo del salario, por el sostenimiento y el fortalecimiento del sistema científico y tecnológico, por la actualización del monto destinado a becas estudiantiles y por la recuperación de las obras de infraestructura hoy paralizadas», concluyeron.


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