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Lo que vendió Patricia Bullrich y lo que compró Javier Milei

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Con el desembarco de Petri en Defensa, la futura ministra de Seguridad le promete a La Libertad Avanza un bloque reducido de diputados, pero no logra arrastrar a la mayoría del PRO.

Werner Pertot

Por Werner Pertot

En lo que alguna vez fue Juntos por el Cambio hubo algunas felicitaciones y un denso silencio después de la confirmación de que tanto Patricia Bullrich como Luis Petri estarán en el gobierno de Javier Milei, como ministros de Seguridad y de Defensa, respectivamente. «Toda la fórmula presidencial», resaltó el comunicado de la Oficina del Presidente Electo. No obstante, por lo bajo, los dirigentes aclaran lo obvio: «Milei incorporó a dos personas, no a Juntos por el Cambio». Ni siquiera Mauricio Macri está detrás de los nombramientos. El ex presidente viene tomando una prudente distancia de una negociación que no pudo controlar. Pronto viajará al sur, al country Cumelén, y de ahí no lo sacarán por meses. No obstante, no es del todo cierto que Bullrich vendrá sola: ya hay diputados cambiemitas que se muestra abiertamente cerca de ella y que podrían formar un nuevo bloque aliado.

El rumor de que Bullrich viene reclutando legisladores para armar un bloque paraoficialista en Diputados, como informó este diario, sigue siendo negado cerca de la futura ministra. Pero que las hay, las hay. Según esta versión, Bullrich conseguiría llevarle a Milei un bloque de hasta 15 diputados, que se sumaría en un interbloque a los 38 que tiene La Libertad Avanza. No obstante, en el larretismo le ven patas cortas a esa estrategia: «A lo sumo, se lleva cinco».

Si se divide o no el bloque del PRO en dos partes (o, incluso, en tres) está por verse. Pero lo cierto es que, aún si permanecen juntos, en las votaciones es posible que empiecen a verse sectores claramente diferenciados: los que acompañan todo, los que votan algunas leyes, y los que son netamente opositores.

Grosso modo, en el último grupo se ubican quienes responden a Horacio Rodríguez Larreta. En el del medio, los que están con Macri.  Y en el primer sector, los que se podrían ir con Bullrich.  ¿Cuántos son? Depende del trabajo que haga Bullrich para sumar voluntades.

Entre los dirigentes más entusiastas, se mostró Eduardo Amadeo, quien avisó: «Vamos a bancar a Milei. La Argentina necesita que lo banquemos porque está destruida. Vamos a ser oficialismo«.

Dos no son Juntos

No obstante, pese al optimismo de algunos dirigentes, hay importantes sectores de Juntos por el Cambio que no están pensando en ser oficialismo. De entrada, los que rechazaron a Milei durante todo el año y plantearon la neutralidad para el balotaje: Larreta, la conducción de la UCR, con Gerardo Morales, y la Coalición Cívica de Elisa Carrió, quien ya avisó que se abre de los socios mileistas y recuperó su autonomía.

Pero también la liga de gobernadores de Juntos por el Cambio, que buscan negociar con Milei pero no ser oficialismo. Los diez mandatarios del espacio aspiran a tener un bloque legislativo lo más sólido posible y rechazan la estrategia de Bullrich. Muchos quedaron enojados con las agresiones que recibieron de Silvana Giudici en el encuentro que tuvieron la semana pasada.

También habrá que ver qué decide hacer el radicalismo con Petri. En la época de Julio Cobos, lo expulsaron «de por vida» por ser vice de Cristina Fernández de Kirchner. Ahora, la UCR de Córdoba acaba de expulsar a Myrian Prunotto, la vicegobernadora de Martín Llaryora, por «inconducta partidaria». Petri no tiene nada que temer de la UCR de Mendoza, donde manda Alfredo Cornejo, el más cercano a Milei de los gobernadores radicales. En cambio, habrá que ver si la UCR nacional toma alguna decisión: por ahora, no definió nada. Mientras tanto, el gabinete en Defensa Petri lo está armando con la asesoría del exministro del área Oscar Aguad.

Negociaciones cruzadas

Dicho en números, si Bullrich vendió Juntos por el Cambio, Milei recibirá a dos dirigentes y algunos diputados. Lejos de los más de 90 que implica todo el interbloque. El número de adherentes se achico aún más cuando Milei descartó darle la presidencia de la Cámara baja a Cristian Ritondo y se la dio a Martín Menem. «Ahora, que las fuerzas del cielo le consigan los votos», fue lo más suave que se escuchó en el PRO.

Macri quería que cualquier ingreso al Gobierno de Milei estuviera supeditado a una negociación integral. Si fuera por el ex presidente, Bullrich no aceptaba el cargo si Ritondo no era presidente de la Cámara baja. La futura ministra disintió con esa estrategia y llevó adelante su propia negociación, en la que le fue mucho mejor que a Macri.

Más orgánica quizás, María Eugenia Talerico anunció que ya no formaría parte del Gobierno de Milei, en la dirección de Migraciones. No está claro si fue por decisión de Macri o bien por la política de Guillermo Francos de restarle al ex presidente toda injerencia en el futuro gobierno. «No compró acciones», le recordó la semana pasada. 

A Bullrich le preguntaron  a la salida del encuentro que tuvo con Milei en el Hotel Libertador si estaba cortado el diálogo con Macri. Su respuesta fue una clara elusiva: dijo que no tenía que hablar de esos temas durante la transición.


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Cuáles son los cambios que exige la oposición para acompañar la Ley Bases y el paquete fiscal

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El debate legislativo de la semana finalizó sin dictamen. El oficialismo ya sabe que los proyectos que se aprobaron en la Cámara de Diputados sufrirán modificaciones. Los cinco puntos clave.

Por María Cafferata

Un Pacto de Mayo sin ley, una ley sin forma. La imposibilidad de dictaminar la Ley Bases no solo enterró la ilusión del acto de unidad con los gobernadores en Córdoba, sino que hundió la fantasía de que el gobierno ya había logrado cerrar un gran acuerdo con la oposición. No hay acuerdo ni borrador final: solo la certidumbre de que los proyectos que se aprobaron en Diputados no serán los mismos que se aprobarán en el Senado. Hay seis senadores opositores cuyas firmas son claves que todavía aguardan una respuesta del oficialismo sobre sus pedidos de modificaciones y, hasta que no tengan una devolución, no dictaminarán nada. La pelota, aseguran, está del lado del gobierno nacional, que tendrá que definir, este fin de semana, qué cambios acepta y cuáles se arriesga a rechazar. En el mientras tanto, nadie, ni el propio gobierno, está seguro de qué forma final tendrán las dos primeras leyes que el Congreso le aprobará a Javier Milei. 

Martín Lousteau (UCR), Pablo Blanco (UCR), Maxi Abad (UCR), Guadalupe Tagliaferri (PRO), Edgardo Kueider (Entre Ríos) y José Carambia (Santa Cruz) son los seis senadores de cuyas firmas depende que las comisiones de Presupuesto, Legislación General y Asuntos Constitucionales puedan dictaminar la Ley Bases y el paquete fiscal para que puedan llegar al recinto. El oficialismo se equivocó al creer que el número estaba garantizado y que, en todo caso, la discusión por la letra chica se resolvería de camino al recinto. Y los senadores se lo están haciendo pagar. Para muchos, la inclusión de Victoria Villarruel en las negociaciones – hasta ahora desplazada – habilitará un diálogo más fluido con un oficialismo que, hasta ahora, estaba fragmentado. El intercambio era, por momentos, contradictorio: el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, decía una cosa y el ministro de Interior, Guillermo Francos, decía otra. 

«Que digan lo que quieran, yo no firmo nada». La frase salió de la boca de varios senadores opositores en las últimas 48 horas. Senadores que se sienten empoderados y que, ante la ausencia de ofertas concretas del gobierno – con la excepción de los fondos para la UBA (un guiño directo al radicalismo) -, van acumulando reclamos. El gobierno solo cuenta con siete senadores propios y otros cinco del PRO: está muy lejos de los 37 que necesita para el quórum, por lo que no está en condiciones de ignorar ningún pedido. El problema es que, a medida que pasa el tiempo, los pedidos son cada vez más.

RIGI

A la cabeza de los reclamos está el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) que otorga beneficios fiscales exorbitantes por 30 años para todas las empresas extranjeras que inviertan más de 200 millones de dólares. El vocero más elocuente contra el RIGI ha sido Lousteau, pero no está solo: el radical arrastra consigo también las objeciones de Tagliaferri, Blanco, Abad y varias fuerzas provinciales. Una de las mayores críticas es al artículo 163, que anula cualquier normativa provincial que restrinja lo sostenido por el régimen (adhieran o no las provincias). Se reclama, a su vez, establecer un régimen especial para las industrias más chicas – ya que las inversiones por más de 200 millones están pensadas, casi exclusivamente, para la actividad minera y petrolera -, así como algún sistema de «compre argentino» que proteja a la industria local de la apertura de importaciones.

Hay otros senadores, como Kueider, que plantean cambios más de fondo, como la exigencia de encadenamientos productivos locales.

Impuesto a las Ganancias

Si hay un capítulo que no tiene posibilidades de aprobarse sin cambios es la restitución de Ganancias. Los senadores patagónicos exigen incluir un diferencial para la zona – aludiendo a que el costo de vida es mucho mayor que en el resto del país – y reclaman un incremento del piso mínimo del 22 por ciento. Es decir, que pasaría de 1,8 millones a casi 2,2 millones (que es el mínimo que el proyecto sostiene para personas casadas). 

Este punto está casi cerrado con el gobierno nacional, ya que los patagónicos amenazaron con voltearle todo el paquete fiscal si no introduce cambios. Los patagónicos están cerca de sumar unos 48 votos en contra. Es decir, los dos tercios del Senado, lo que obligaría al oficialismo a conseguir la misma mayoría en Diputados para rechazar la modificación (un número que LLA no tiene posibilidades de alcanzar). Dependen de que Unión por la Patria y un par de senadores sin tierra quieran acompañar y están confiados en que lo lograrán. 

Privatizaciones

Era un capítulo que parecía cerrado y que, en la última semana, empezó a acumular varias objeciones. Principalmente por la privatización de dos empresas públicas: Aerolíneas Argentinas y Correo Argentino. Son varios los senadores del Sur que advierten que, si privatizan la línea de bandera, se caerán varias rutas no turísticas de la Patagonia, como ya sucedió en los 90′. El mismo argumento se repite para el Correo Argentino: el temor es que termine habiendo ciudades y pueblos enteros que se queden sin correo si el Estado no lo garantiza. 

Estas objeciones representan un dolor de cabeza para el oficialismo, ya que el capítulo de privatizaciones representa una de las partes centrales de la Ley Bases. En efecto, cuando el proyecto se cayó en febrero en Diputados fue porque el recinto estaba a punto de rechazar las privatizaciones (entonces eran un total de 27, ahora son once). En el oficialismo buscan evitar una «carnicería» del proyecto, pero se enfrentan a una difícil realidad numérica: si los patagónicos repiten el número de Ganancias para privatizaciones podrían terminar blindando también este capítulo frente a posibles modificaciones en Diputados. 

Blanqueo de capitales

Con el tándem Lousteau-Tagliaferri encabezando la avanzada, el gobierno reconoce que introducirá cambios en el capítulo de blanqueo (uno de los más generosos de los últimos años, ya que permite que quienes blanqueen hasta 100 mil dólares no paguen ninguna penalización). Uno de los pedidos es excluir a los hermanos de los funcionarios, así prohibir la posibilidad de que las personas puedan blanquear en nombre de otras (testaferros). Otro de los cambios será ampliar de 5 a 10 años el tiempo que tenga que haber pasado desde que una persona ocupó un cargo público para poder acogerse al beneficio.   

Moratoria previsional

Hay, además, decenas de pedidos de modificaciones que refieren a la reforma de la Ley de Hidrocarburos o la Ley de Procedimiento administrativo, así como a la reforma laboral. Uno de los temas más delicados es, sin embargo, la eliminación de la moratoria previsional. Hoy por hoy, en el Senado no está el número para aprobar este capítulo, que no solo cuenta con el rechazo de UxP o Carambia y Kueider, sino también de la cordobesa Alejandra Vigo, la rionegrina Mónica Silva y la neuquina Lucila Crexell. La gran mayoría de los senadores coinciden en que eliminar la moratoria representaría un duro golpe para las mujeres – 9 de cada 10 no cuenta con los 30 años de aportes – y nadie quiere cargar con ese costo político. Más de un senador pro Ley Bases, incluso, tiene planeado levantar e irse durante la votación para no tener que votar a favor. 


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