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Miércoles 30 de Abril del 2025

SOCIEDAD

Retrocesos

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Un sector de la sociedad se corrió a la derecha, no toda ni la mayoría. Pero obliga a discutir y defender derechos elementales que se habían consensuado tras luchas y sacrificios. Jujuy demuestra que la represión provoca el estallido. 
Luis Bruschtein

Por Luis Bruschtein

La energía troglodita que tienen el bono a los carneros que anunció Soledad Acuña, la denuncia ante la APDH de la ministra de Derechos Humanos de Jujuy contra los pueblos originarios que luchan por sus derechos, la pelea de Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich para ver quién reprime más a los piqueteros o a los docentes, o las expresiones homofóbicas y discriminadoras del primer candidato del PRO a legislador por la ciudad, Franco Rinaldi, hunden la calidad cívica no sólo hacia una derecha empobrecedora sino también incivilizada.

Volver a explicar la explotación brutal de los trabajadores antes que existieran los sindicatos, volver a explicar la importancia de la unidad de los trabajadores para lograr una vida digna frente al abuso de sus empleadores, volver a explicar que el neoliberalismo expulsó en los ‘90 a millones del circuito laboral y que si no se distribuían los planes habría saqueos por miles de hambrientos desesperados. Volver a explicar que la calidad civilizatoria se relaciona con los derechos que cada sociedad asigna a la condición humana.

Son cuestiones elementales. Habrá seguramente generaciones de analfabetas funcionales que suponen que esos derechos surgieron de la nada y a los que no encuentran explicación porque no vivieron los procesos que los consagraron. Y estarán los ignorantes que querrán aprovecharse de la desaparición de esos derechos, sin percatarse que millones de personas se podrían volcar a la violencia por desesperación si les cortan los canales para defender sus intereses.

No es toda la sociedad ni siquiera la mayoría. Son cuestiones elementales y que a la sociedad le costó esfuerzo asumirlas de conjunto. Y ahora esta sociedad retrocede solamente por el hecho de tener que volver a explicarlas y defenderlas. Franco Rinaldi se cree inteligente porque descubrió que los pobres —y en general los más vulnerables— no se merecen los derechos cuando no tienen poder para defenderlos. Si son pobres y viven en una villa, hay que eliminarlos con un lanzallamas. Ni siquiera es de buen gusto como chiste o como “obra artística”, como se exculpó el candidato del PRO.

Los partidos o las corrientes que juzguen a los sindicatos porque piensan que abusan de las medidas de fuerza, tendrían que disputar la conducción para mejorarlos.

La campaña de desprestigio permanente contra las formas de organización popular demuestra que no son críticos de esos supuestos defectos, sino de los derechos que defienden esas organizaciones. Se trata eliminar o debilitar a los sindicatos y no de mejorarlos para que defiendan mejor a sus representados.

La conflictividad puede ser menor o mayor, pero es imposible que desaparezca porque no se trata de hormigueros, sino de sociedades humanas que se organizan por el conflicto de intereses diferentes, a veces opuestos. Si no hay reglas de juego ni canales de expresión, y se pretende aplacarla con represión, la tranquilidad que se consigue sólo precede a la tormenta como sucede en Jujuy. Y como ha sucedido con la historia reciente del país con la violencia y el terrorismo de Estado.

Vivir en paz y libertad tiene un costo, sobre todo cuando la alta inflación produce desequilibrios todo el tiempo. Es un costo de molestias en el transporte o en el tránsito que incluso afecta muchas veces a otros trabajadores, como lo hicieron los paros en el Sarmiento, en el transporte colectivo y los cortes en el centro de la ciudad por movimientos piqueteros. Frente a un reclamo, la opción es escucharlo o reprimirlo. Bullrich y Larreta compitieron por el campeonato de la represión. Con alta inflación, la represión puede convertir al país en un gran incendio.

Los derechos son libertades y responsabilidades, como son todas las libertades. La derecha contemporánea, neoliberales y falsos libertarios, sólo concibe la libertad o los derechos cuando se relacionan con la propiedad. No reconocen la libertad de los trabajadores para sindicalizarse en defensa de sus salarios y condiciones laborales, ni la libertad de protesta de los pueblos originarios en defensa de sus tierras.

El discurso de Bullrich contra las universidades públicas estaba plagado de inexactitudes y errores. Ninguna de las cifras sobre las que montó su discurso xenófobo era acertada. Además de incompetencia, el discurso mostró que es un tema que no interesa a los candidatos de la derecha. Bullrich dijo que con ella se iban a terminar los cortes y criticó los paros docentes en CABA.

El conflicto con los maestros de la educación pública es un clásico. Al neoliberalismo no le interesa una educación pública de calidad porque concibe, como en todas las actividades humanas, que la calidad hay que pagarla, y para eso está la educación privada, con lo cual preservan privilegios de casta y limitan la movilidad social.

La consecuencia es que los gobiernos neoliberales discuten el salario docente con ese criterio, siempre a la baja, porque buscan bajar la calidad de la educación pública. La conflictividad está en esos gobiernos y no en los gremios. Así la ministra de Educación de CABA, Soledad Acuña, descuenta los días de paro y propone premiar con esa plata a los que no paran. Es una provocación para detonar un conflicto en medio de la campaña electoral.

Los docentes habían hecho un paro en solidaridad con sus colegas de Jujuy, que tienen los salarios más bajos del país y, en vez de ser escuchados por otro gobernador neoliberal, habían sido duramente reprimidos.

Juntos por el Cambio exhibe a Jujuy como un ejemplo de lo que aspira a nivel nacional. Muestran como ejemplos la intransigencia del gobernador Gerardo Morales con los docentes, la persecución judicial a Milagro Sala, o la reforma de la Constitución provincial para quitarles a los pueblos originarios derechos que están establecidos en la Constitución nacional.

Todo lo que sea restricción o eliminación de derechos y libertades que obstaculicen la libertad de empresa —ya sea para la educación privada, para las mineras de litio o cualquier otro negocio privado— se presenta como una lucha por la libertad. Y la solución para el descontento que provocan esas medidas, es la represión. A la represión sí la ven como un derecho. Tienen libertad de reprimir, pero los reprimidos no tienen libertad de defender sus derechos.

Sin embargo, el arquetipo que quieren mostrar terminó por reconvertirse en lo opuesto porque la represión tuvo que subir de nivel hasta parecerse demasiado a la dictadura, con infiltrados en la movilización, amenazas anónimas a las familias de los manifestantes, allanamientos ilegales y penalizaciones económicas y carcelarias. Y a pesar de la brutalidad no pudo frenar la protesta. Y ahora lo que se exhibe es una provincia conmocionada por cortes en las rutas más importantes y movilizaciones masivas en las ciudades.

El ejemplo es válido no sólo para los dirigentes, porque muchos de los manifestantes que son reprimidos ahora, han votado a Morales en elecciones anteriores. Y lo hicieron, incluso, después que el gobernador copara al Poder Judicial para perseguir a Milagro Sala a niveles de una crueldad patológica. Ahora, muchos de ellos son los reprimidos y descubren las consecuencias reales del discurso del orden y la mano dura.


RIO TURBIO

Héctor González en la Cuenca Carbonífera: “Tenemos que ser pragmáticos y pensar en la gente”

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El Secretario General del Sindicato Regional de la Patagonia de Luz y Fuerza, Héctor González, visitó Río Turbio en el marco de una gira por Santa Cruz, donde mantuvo reuniones con trabajadores de distintos sectores y referentes gremiales. Acompañado por Luis Avendaño, Secretario General de Luz y Fuerza Cuenca Carbonífera, reflexionó sobre la crítica situación laboral y social en la región y el país.

En el marco de una recorrida por distintos puntos de la provincia de Santa Cruz, el Secretario General del Sindicato Regional de la Patagonia de Luz y Fuerza, Héctor González, visitó Río Turbio, donde mantuvo encuentros con trabajadores de Servicios Públicos, Distrigas, YCRT y otros sectores. Durante su paso por la Cuenca Carbonífera, fue recibido por Luis Avendaño, actual Secretario General del Sindicato de Luz y Fuerza local, quien destacó la importancia de la visita.

La verdad que los compañeros, hoy contamos con la presencia de gran parte del Secretariado Regional, encabezada por el compañero Héctor González, nuestro Secretario General. Vienen haciendo una gira por la provincia de Santa Cruz. Para nosotros es una enorme alegría contar con su presencia, sobre todo en estos tiempos tan difíciles”, expresó Avendaño, quien ofició de anfitrión.

Por su parte, González manifestó su preocupación por el contexto social y económico del país:
“Estamos viviendo una situación incomodísima, no solamente los trabajadores, también los jubilados. Hay enfermos oncológicos sin acceso a medicamentos, se han eliminado más de cien medicamentos gratuitos, y ni una aspirina se consigue sin pagarla”, denunció.

Además, apuntó contra la paralización de la obra pública en la región. “Acá específicamente, en Santa Cruz, se han frenado las obras de las represas Kirchner y Cepernic. También hay una gran incertidumbre por la partida de YPF, que ha dejado un enorme pasivo ambiental y laboral. ¿Qué van a hacer esos trabajadores con sus vidas?”, se preguntó retóricamente, mientras intercambiaba opiniones con sus compañeros gremialistas.

En ese sentido, González remarcó que el Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia, que abarca Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, está recorriendo distintas localidades, inaugurando sedes y dialogando con las bases. “No solo son espacios para los trabajadores del sindicato, sino también para la comunidad, porque nos sentimos parte de ella”, sostuvo.

Refiriéndose a la situación particular de la Cuenca Carbonífera, fue categórico:“Es un enclave geopolítico que nadie está mirando. Hemos tenido un presidente que recorrió el mundo, pero nunca vino acá a hablar con los trabajadores ni con la comunidad”, criticó, aludiendo al desinterés del gobierno nacional por los pueblos que dependen del yacimiento.

Recordó además su primer contacto con Río Turbio: “Conocí este lugar en octubre de 1974. Vine por tres días y me quedé trece. Era otro Río Turbio, era otro país, era otra provincia. Hoy vemos cosas que nos hacen reflexionar profundamente sobre los pasos que hemos dado”.

En vísperas del Día del Trabajador, González llamó a recuperar la memoria histórica y a no olvidar las luchas del movimiento obrero:
“Qué paradoja, se conmemora el 1º de mayo por la lucha por las ocho horas de trabajo, y hoy hay compañeros que trabajan diez, doce, hasta dieciséis horas por día”, remarcó con preocupación.

Asimismo, insistió en que la situación del sur patagónico no escapa a la crisis nacional. “Lo mismo pasa en la Cuenca del Golfo San Jorge. Se ha dejado de producir petróleo, con un pasivo ambiental y laboral enorme. Sin trabajo, es imposible lograr equilibrio social”, afirmó.

En relación al papel del Estado, González advirtió:“No se puede cargar toda la responsabilidad al gobierno de la provincia. Las represas son obras de escala nacional. Si se paraliza todo desde Nación, el gobernador está condicionado. Pero tenemos que colaborar con él para que asuma un rol activo”.

En ese sentido, adelantó que mantendrán una nueva reunión con el gobernador en el marco del 1º de mayo, continuando una agenda de diálogo que ya incluyó un encuentro en Caleta Olivia. “Le dijimos que estamos dispuestos a trabajar para minimizar esta situación que afecta a toda la Argentina. En todos lados vemos lo mismo, pero especialmente en la Patagonia Sur tenemos que asumir nuestra responsabilidad”.

El dirigente también analizó el contexto internacional y cómo este repercute en la obra pública nacional. “Hoy el mundo está dividido, y eso influye en las exigencias a nuestro país. Las empresas chinas quieren que se cumplan contratos por miles de millones de dólares. Todo eso hace que tengamos que tener una mirada distinta”, advirtió.

En cuanto al panorama político regional, sostuvo que no hay una grieta ideológica que explique la crisis actual:“En la Patagonia tenemos gobernadores de diferentes signos: Tierra del Fuego con un peronista, Santa Cruz con Claudio Vidal, que viene del sindicalismo, y Chubut con alguien del PRO. Pero todos los pueblos están pasando las mismas necesidades. El problema no es ideológico, es político”, aseguró.

Finalmente, en una reflexión sobre el rol de los trabajadores y la clase dirigente, González afirmó:“Tenemos que dejar los ideologismos de lado y pensar en la gente. Eso es lo que proponía Perón. El Movimiento Nacional Justicialista se construyó con la clase obrera como columna vertebral. Y eso se ha roto. Hay que preguntarse quién lo rompió y por qué”, concluyó.

Antes de despedirse, dejó un mensaje afectuoso a los trabajadores de la cuenca:“Tengo un apego muy particular por esta región. Río Turbio marcó mi historia personal y sindical. A todos los trabajadores, les mando un saludo fraternal y los aliento a seguir luchando, sin perder la esperanza”.


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