INFO. GENERAL
Lula da Silva derrotó a Jair Bolsonaro por una ventaja mínima y será nuevamente presidente de Brasil
El ex mandatario obtuvo el 50,90% de los votos y vuelve al poder tras la segunda vuelta más reñida de la historia del país
Lula da Silva se impuso por la mínima diferencia en el ballotage más polarizado de la historia de Brasil y será de nuevo presidente. Con el 99,86% de los votos escrutados, el ex mandatario obtuvo el 50,90% frente al 49,10% de Jair Bolsonaro, y volverá al poder.
Minutos después de confirmarse la victoria, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) utilizó sus redes sociales para publicar la palabra “Democracia”, junto a una foto en la que se ve su mano y la bandera de Brasil.
De esta manera, Bolsonaro se convirtió en el primer presidente brasileño en no lograr la reelección desde el regreso a la democracia. Lula, en tanto, tendrá su tercera etapa en el poder tras sus dos mandatos anteriores (2003-2010).
La jornada electoral fue agónica pues ambos candidatos se mantuvieron codo a codo durante todo el escrutinio. La diferencia en votos es de 1,9 millones a favor de Lula, para un total de 156 millones de electores.
El líder derechista lideró en la primera parte del conteo, en la que llegó a tener una ventaja de 14 puntos. Fue superado por su rival con poco más del 67% del escrutinio, cuando comenzaron a ser contabilizados los votos de las pequeñas ciudades y de las regiones periféricas. De la misma forma, en la primera vuelta, Lula, señalado por los sondeos como el favorito a vencer este domingo, se mantuvo gran parte del escrutinio en el segundo lugar y recién pasó a liderar cuando el porcentaje de votos contabilizados superó el 70%.
En la primera vuelta, los sondeos subestimaron el potencial de Bolsonaro. El líder del PT venció el 2 de octubre pasado con el 48,4% de los votos válidos, pero, como no obtuvo más de la mitad de los sufragios, tuvo que medirse este domingo en el ballotage con el actual jefe de Estado, que recibió el 45,2%.
Lula da Silva asumirá el mandato el próximo 1 de enero.
El estallido de júbilo en la emblemática avenida Paulista de Sao Paulo, donde se reunieron miles de votantes de Lula, fue inmediato. “Brasil está volviendo a los carriles tras cuatro años de oscuridad, la población estaba sintiendo miedo y pasando muchos problemas”, dijo a la agencia AFP Larissa Meneses, de 34 años.
A diferencia de la primera vuelta cuando largas filas fueron el común denominador, este domingo la jornada ha transcurrido sin incansables esperas para acceder a las urnas. La gente, sin embargo, fue precavida y prefirió llegar temprano y esperar por más de media hora a que abrieran las mesas que al igual que el pasado 2 de octubre quedaron habilitadas a las 8.00 hora local (11.00 GMT).
Bolsonaro, un ex capitán del ejército de 67 años, buscaba la reelección defendiendo los valores tradicionales y la reciente mejora de los datos económicos -ralentización de la inflación y caída del desempleo-, pronunciando un discurso nacionalista. “¡Brasil encima de todo, Dios encima de todos!”, reiteró en sus discursos de campaña.
Un mensaje especialmente apreciado por el agronegocio y la población evangélica, que representa un tercio del electorado.
El presidente ha lanzado mensajes contradictorios sobre si reconocerá los resultados en caso de derrota. El viernes aseguró que lo hará: “El que tenga más votos, gana”.
Por su parte, Lula, de 77 años, que gobernó Brasil de 2003 a 2010, prometió “arreglar el país” impactado todavía por la crisis de la pandemia y sus 688.000 muertos.
En su campaña destacó sus logros socioeconómicos, como la salida de la pobreza de más de 30 millones de brasileños gracias a iniciativas sociales financiadas con el ‘boom’ de las materias primas.
En este tercer período no contará con la misma bonanza: si bien la economía da señales de mejoría, con crecimiento, menos inflación y más empleo, está lejos de la prosperidad de los años 2000. Tampoco lo tendrá fácil en el Congreso, donde los conservadores son mayoría.
Lula volvió al ruedo político el año pasado, después de que sus condenas por corrupción fueran anuladas por motivos procesales. Había estado preso 19 meses salpicado especialmente por el escándalo “Lava Jato” sobre una red de sobornos en la estatal Petrobras.
Desinformación e insultos
La campaña acentuó la polarización en el país, dividido entre un movimiento conservador y aquellos con una visión progresista, acorde con la diversidad social de Brasil. La campaña para el ballotage fue todavía más abundante en desinformación, insultos y golpes bajos.
Lula asoció a Bolsonaro con la “pedofilia” y el “canibalismo”, mientras que el ultraderechista lo acusó de “borracho” y “traidor de la patria”.
El tono agresivo acentuó la polarización y el rechazo hacia ambos líderes.
Brian Winter, redactor en jefe de la publicación Americas Quarterly, previó un “gobierno débil” de Lula: “Estará bajo la lupa desde el primer día y hará frente a un Congreso hostil”, dijo.
INFO. GENERAL
Nuevo cuarto intermedio: los pilotos resisten la embestida privatizadora de Javier Milei
El Presidente deberá seguir esperando para desguazar Aerolíneas. La reunión en Aeroparque con los trabajadores derivó en un punto muerto. Por ahora no habrá medidas de fuerza.
El gobierno de Javier Milei sigue insistiendo con que, más allá de la negativa del Congreso de la Nación, va a privatizar –o incluso cerrar– Aerolíneas Argentinas, la aerolínea de bandera. Como desde la Casa Rosada no logran convencer a los legisladores, a los gobernadores y a la población en general de avanzar con el desguace y la venta, lo que hicieron fue ponerse al frente de una batalla discursiva feroz en contra de los trabajadores, en su gran mayoría organizados en los distintos sindicatos aeronáuticos, y dicen que el problema son «los privilegios que ellos tienen». Los trabajadores, en tanto, reclaman una mejora salarial porque argumentan que hubo un desfase del 90 por ciento en los sueldos frente a la inflación que se acumula desde diciembre. En ese contexto, este lunes hubo una reunión insólitamente extensa, de más de siete horas, entre los sindicatos del sector y los funcionarios libertarios que comandan la empresa. El resultado: un nuevo cuarto intermedio, el mismo punto muerto al que habían llegado durante la reunión del último viernes.
Las autoridades de la firma insistieron con el ajuste salarial y la amenaza del remate o el concurso preventivo. Desde los sindicatos, si bien prefirieron ser prudentes, insisten en que la negociación, si la Rosada no cambia de posición, seguirá trabada. «La negociación fue compleja. Hubo avances, pero nada está cerrado», sostuvieron desde el entorno de la dirección de la empresa. La postura irreductible del Gobierno fue uno de los puntos que, según los gremios, mantuvieron alejadas las posiciones durante toda la jornada.
Mientras en la sede de la empresa ubicada en Ciudad de Buenos Aires se llevaba adelante una reunión caliente entre representantes del gobierno y de los tres sindicatos del sector: la Asociación del Personal Aeronáutico (APA), la Asociación Argentina de Aeronavegantes (AAA) y la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) –que al cierre de esta nota ya llevaba más de siete horas–, desde el entorno de Milei repetían que «si los trabajadores no resignan los privilegios que tienen a costa de todos los argentinos, arrancaremos con el Proceso Preventivo de crisis y el posterior cierre».
En la Casa Rosada aseguran que tienen «prevista la transición», recuerdan que la privatización «ya se hizo» en otro momento de la historia argentina –obviando que esa privatización terminó de muy mala manera con el estado pagando el combustible de los aviones y el salario de los trabajadores–, y que «si los empleados no resignan sus privilegios las opciones son: que se hagan cargo los ellos de la empresa, privatizarla o directamente cerrarla».
El gobierno y los tres sindicatos del sector ya se habían reunido el viernes de la semana pasada y, como estaban en un proceso de negociación, desde los aeronáuticos habían levantado las medidas de fuerza. Al no llegar a un acuerdo, pero conformes con la apertura al diálogo de LLA, la reunión del viernes pasó a un cuarto intermedio y se retomó este lunes sin que haya medidas sindicales en el medio.
Lo que los sindicatos y el gobierno trabajaron durante el extenso encuentro fueron las propuestas de aumento salarial y algunas modificaciones en los convenios colectivos de trabajo que quiere impulsar el gobierno. Uno de los objetivos de Milei, aseguran en su entorno, es eliminar «los beneficios» que tienen los empleados de la aerolínea como los remises para ir hasta los aeropuertos y los pasajes sin cargo para los pilotos, entre otros. Se trata, entre otras cosas, de llevar adelante un plan de desguace que desde Balcarce 50 prefieren denominar «Plan Integral».
Desde el oficialismo amenazan con que, si no se llega a un acuerdo, ellos van a presentar un Procedimiento Preventivo de Crisis para poder suspender personal de la empresa o despedirlo pagando montos de indemnizaciones menores a los fijados por ley. Los trabajadores, en tanto, hablan de una gran pérdida de poder adquisitivo de los salarios en lo que va del año y, ante la oferta de aumentar los sueldos un 14 por ciento, dicen que ellos buscan un número más cercano al doble de ese porcentaje. Es decir, al 30.
Lo cierto es que, en caso de que desde la Casa Rosada quieran avanzar en el Procedimiento Preventivo de Crisis, como adelantan que lo harán, el escenario no será sencillo y desde el gobierno deberán demostrar ante el Poder Judicial que efectivamente existe una crisis empresaria y no solo una definición política, en contra, incluso, de la voluntad del Congreso. En el oficialismo argumentan y sostienen que la empresa «da pérdidas», que «está llena de militantes», y dicen que prefieren que, en lugar de una aerolínea de bandera que conecte a todo el país, haya empresas privadas que brinden servicios porque «de última sus pérdidas no nos la hacen pagar a todos».
El PRO, mientras tanto, se quiso meter en la discusión por la privatización de Aerolíneas Argentinas y en contra de los trabajadores y, luego de la reunión de su mesa ejecutiva encabezada por el presidente del partido, Mauricio Macri, donde definieron seguir acompañando al gobierno en el Congreso, también dijeron que «el conflicto con Aerolíneas Argentinas expone una problemática que existe con los gremios en muchas empresas», y que por ese motivo «exigen el tratamiento de la ley de democratización sindical que presentaron varios diputados del bloque».
«Terroristas»
La negociación también viene complicada por los constantes ataques del Gobierno a los trabajadores de las distintas ramas del sector. La semana pasada, el vocero presidencial, Manuel Adorni, y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, los habían acusado de «terroristas» por las medidas de fuerza, a las que el Gobierno contestó, para sumar más leña al fuego, con la suspensión de 15 empleados de la empresa Intercargo. La idea de «terminar con los piquetes aéreos» no hace más que sumar más conflictividad en medio de una situación tensionante por la intesión del Gobierno de rematar la aerolínea de bandera al mejor postor.
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