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Las posibilidades reales de un diálogo entre Cristina y Macri

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En el kirchnerismo insisten con la idea de un diálogo con la oposición, que podrían incluir un encuentro entre los dos ex presidentes. Macri se mostró reacio y este domingo podría terminar de definir una negativa. En el oficialismo creían que eso podría alentar al radicalismo a diferenciarse.

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Fernando Cibeira

FERNANDO CIBEIRA

La posibilidad de la apertura de un diálogo al más alto nivel entre el oficialismo y la oposición amenaza con convertirse en uno de los temas centrales de la discusión política de los próximos días. Tanto la vicepresidenta Cristina Kirchner como el senador Oscar Parrilli evaluaron que, por lógica, el diálogo no debía tener excluidos, con lo que abrieron la puerta al encuentro con Mauricio Macri. La primera respuesta, evasiva, del ex presidente -«con la Constitución sobre la mesa»- dio pie para pensar en un rechazo, sobre el que seguramente dará mayores pistas en la entrevista que pactó para este domingo. Cerca de la vice no se desalentaban por esa posible reacción sino que imaginaban que podría alentar a otros sectores de Juntos por el Cambio, obviamente en primer lugar al radicalismo, a diferenciarse y acordar un cambio de tono.

«No es descartable que Cristina se junte hablar con Macri. Nunca puso un límite al diálogo», marcó Parrilli en El Destape Radio luego de la reaparición pública de la vicepresidenta en un encuentro con religiosos que trabajan en barrios vulnerables. Allí, Cristina subrayó que con el atentado que sufrió se había roto el acuerdo social que existía en el país desde el retorno democrático. Para reconstruirlo, planteó, había que dialogar entre todos, «con los que nos gusta y con los que no nos gusta». También el presidente Alberto Fernández transitó la misma línea en un acto junto al ministro Sergio Massa en una automotriz. “Un diálogo se genera con todos, no con los que pensamos lo mismo. Porque si excluyo a alguien estoy imponiendo un monólogo”, advirtió. La primera propuesta había surgido de parte del ministro del Interior, Eduardo «Wado» de Pedro, quien buscó interesar a dirigentes opositores en la misa por la paz que se hizo en Luján, pero no encontró quórum.

A propósito del quórum, aunque a simple vista parecería que la situación no cambió desde el ataque, en Diputados aseguraban que se había respirado un clima diferente en las dos sesiones de esta semana. Si bien toda la bancada de Juntos por el Cambio mantuvo su posición crítica tanto al informe del jefe de Gabinete, Juan Manzur, como -al otro día- en la sesión donde se discutieron proyectos ríspidos como el Consenso Fiscal y la prórroga de impuestos, no hubo gritos destemplados ni gestos violentos. Incluso, cuando les tocó hablar a los más «halcones» como Fernando Iglesias o Waldo Wolff, lo hicieron sin estridencias y después se levantaron y se fueron. Iglesias incluso había votado en comisión algunos proyectos promovidos por el oficialismo.

«Para que ese diálogo prospere se tiene que negociar a través de intermediarios y hay que hacerlo en estricta reserva», explicaban desde un despacho en el Senado. Por cierto, resultó llamativa la aparición del senador Adolfo Rodríguez Saá en el encuentro de Cristina con los curas y religiosas. Justo acababa de trascender que había actuado como puente con el senador José Torello, íntimo de Macri, para la reunión secreta que mantuvo con la vicepresidenta un par de meses atrás. «Es uno de los caminos que se exploran, pero no el único», deslizaban desde el Instituto Patria. Respecto al objetivo del encuentro, obviamente, apuntaban a pacificar la discusión política. Una foto de ambos conversando, ya de por sí, serviría «para que todo el mundo baje un cambio», sostenían. 

Entonces, ¿es de veras posible un encuentro Cristina-Macri? «Es muy difícil, hoy no se ve muy viable», respondían desde el Senado. Subrayaban que la lógica de Macri y de sus dirigentes más cercanos -Patricia Bullrich y el sector «halcón»- ha sido adjudicarle los peores calificativos al kirchnerismo con la idea de competir por el electorado antipolítica de Javier Milei. Una foto de distensión les significaría desandar ese sendero al que apuntan casi fanáticamente y que es lo que más rédito les daría ante una grey que imaginan totalmente corrida a la derecha. Su discurso es que la violencia la inició el peronismo -históricamente y ahora también- y critican duro a quien se corre de esa línea.

«Hay muchos en Juntos por el Cambio que se sienten incómodos con ese mensaje», afirmaban desde el Frente de Todos. Principalmente, recordaban la tradición dialoguista del radicalismo y el espanto que significaría para esa larga historia ver cómo se militariza la política, con dirigentes alejados de la gente y rodeados de seguridad. El titular de la UCR y gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, estuvo entre los primeros que llamó a la vicepresidenta luego del ataque. Morales y el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, compartirán en los próximos días un viaje a Estados Unidos junto al ministro De Pedro y el resto de los mandatarios del Norte Grande, lo que claramente marca un vínculo muy diferente al del macrismo. «Los halcones no pueden manejar ni un auto en una calesita», ironizó Morales. En el kirchnerismo apostabn a que si Macri terminaba de definir su rechazo a un encuentro, entonces al radicalismo -y no sólo a Morales sino también otros dirigentes de primer nivel como Facundo Manes y Martín Lousteau- podría resultarle atractivo marcar diferencias. «Pero hay que ir despacio y no exponerlos porque los gurkas le caen encima».

Bajar los decibeles de la discusión política era el objetivo, pero había quienes sostenían que eso sería imposible si antes no se conseguía que lo hicieran los medios opositores. De ahí que el diputado Eduardo Valdés incluyera en su mensaje en la última sesión al dueño de Clarín, Héctor Magnetto, entre quienes deberían llamar a la vicepresidenta para repudiar el ataque. Dado el alineamiento que suele mostrar la oposición con el mensaje que se baja desde los medios, creían muy complicado que se modificara uno sin el otro. Sin embargo, pese a los reveladores chats que se conocieron en las últimas horas entre los integrantes del grupo que atentó contra Cristina, desde las pantallas y páginas de esos medios no hubo cambios en la línea editorial. Pocos elementos para ser optimistas. 


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Ida y vuelta de los aumentos en mayo

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El Gobierno postergó subas de luz, gas e impuesto a los combustibles para amortiguar otros aumentos. Colectivos y subtes, en espera.


Por Mara Pedrazzoli

Entre varias idas y vueltas respecto a los aumentos de precios liberados (y regulados) por el Gobierno, los incrementos programados para mayo impactarán directamente sobre consumos esenciales como combustibles, transporte, el servicio de internet y comunicación, colegios privados en el Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba) y alquileres. Se suman a los amplicados entre enero y abril, de modo que inclusive en el caso de las subas postergadas –como en luz, gas y algunas prepagas-, la comparación contra las tarifas en igual mes del año anterior todavía superan a la inflación general. Según el Indec, el aumento en los precios “regulados” acumulado en el primer trimestre del año fue del 81 por ciento interanual, mientras el nivel general de inflación ascendió a 51 por ciento.

Para empezar, en la mañana del miércoles 1 de mayo las petrolerassubieron el valor de los combustibles entre 4 y 5 por ciento. Un ajuste que obedeció al incremento en los costos por la suba del dólar -topeada por el Gobierno en 2 por ciento mensual- y a la recomposición para alcanzar niveles cercanos a la “paridad de exportación”, hoy unos 20 dólares arriba de los precios internos. En principio, los combustibles iban a subir casi 10 por ciento en mayo, dado el traslado por la corrección de los Impuestos a los Combustibles Líquidos (ICL), que fue suspendida hasta junio por el Gobierno por una decisión de último momento. Las estimaciones del Instituto Argentino de Análisis Fiscal evidenciaban que este ajuste del ICL hubiera sido más alto pues correspondía aplicar los precios del cuarto trimestre del año pasado, que habían rebotado debido a la devaluación de diciembre.

Así, el aumento aplicado inicialmente por YPF estuvo por debajo de las remarcaciones promedio de marzo y abril del 6 por ciento mensual. En mayo, la nafta súper en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) pasó de 837 a unos 870 pesos, mientras la nafta premium avanzó de 1.033 a 1.074 pesos. Mientras el gasoil común dejó de costar 883 para pasar a venderse a un valor cercano a 918 pesos, y el gasoil premium avanzó de 1.123 a 1.167 pesos, considerando los valores más económicos del mercado. Tomando como ejemplo CABA, en los últimos doce meses el precio del litro de nafta súper pasó de 163,10 a 744 pesos, con lo que registró un incremento total del 356 por ciento en el período.

En el caso de los servicios públicos de luz y de gas, a partir de este miércoles debía regir la indexación mensual atada a la inflación que estipulaba la nueva fórmula sancionada por el Gobierno. Sin embargo, hasta el martes a la noche los entes reguladores, Enre y Enargas, no habían recibido la información correspondiente a los nuevos cuadros tarifarios. Ante la sorpresa de las empresas del sector, el Gobierno decidió pisar los ajustes que involucraban subas de entre 10 y 12 por ciento para las distribuidoras de energía eléctrica y gas y para las transportistas de gas. Dichos aumentos representaban un incremento cercano al 5 por ciento en las facturas finales de los servicios que el oficialismo prefirió evitar. Igualmente, desde enero acumulan un alza del 150 y 450 por ciento, respectivamente.

En un nuevo traspiés heterodoxo del ministro de Economía, Luis Caputo, decidió mantener las tarifas pisadas al menos un mes para ayudar a la desaceleración inflacionaria. La regulación de los servicios esenciales comenzó a ser entendida por el oficialismo desde una lógica menos simplista y dogmática de lo que intrepreta sobre la inflación, como un fenómeno exclusivamente monetario.En la mañana del miércoles 1 de mayo, el ministro escribió en su cuenta en la red X: “Estamos cómodos en lo fiscal, priorizamos bajar la inflación y no cargar más con gastos de momento a la clase media”, para explicar las postergaciones de los aumentos, con lo cual también reconoció que dejar de emitir para cubrir el déficit no condujo a la estabilidad de precios como había asegurado. Ahora necesita detener la suba de tarifas.

El congelamiento del ICL, de los aumentos en la luz y el gas, sumados a la exigencia de rebaja en las cuotas de siete medicinas prepagas deben leerse como un llamado de atención dentro de la propia lógica del Gobierno. Las idas y vueltas en materia de liberalización de precios minan el discurso libertario y su apoyo social ante la inmanente erosión en el poder adquisitivo de los salarios. 

El Gobierno ya había suspendido la aplicación de una fórmula indexatoria en su debut con la tarifa de los colectivos y trenes en el Amba durante abril. Ahora en mayo es una incógnita qué pasará con los colectivos ante la amenaza de un paro de choferes este jueves. Los colectivos ya sufrieron un alza del 29 por ciento en febrero.

En tanto, el próximo 6 de mayo sí subirá un 54 por ciento el boleto de tren en el Amba. El esquema tarifario para los servicios que incluyen las líneas Sarmiento, Roca, Mitre, San Martín, Belgrano Sur, Belgrano Norte, Urquiza y Tren de la Costa quedará de la siguiente manera: con tarjeta SUBE registrada en la primera sección valdrá 200 pesos, en la segunda 260 pesos y en la tercera 320 pesos, mientras con tarjeta sin registrara costará el doble, y algo menos de la mitad con la tarifa social.

En el caso del boleto de subte, se espera un aumento del 359 por ciento, pues pasará de 125 a 574 pesos aunque se desconoce a partir de qué fecha concreta del mes por cuestiones administrativas. El Gobierno porteño demoró la publicación de la medida en el Boletín Oficial y aún no confirmó cuándo lo hará, con lo cual también se desconoce si luego se aplicará el segundo incremento previsto para el 15 de mayo, que lleva el pasaje a 667 pesos. El siguiente incremento estaba anunciado para el 1 de junio, hasta los 757 pesos.

Asimismo, los colegios privados bonaerenses aplicarán un incremento del 6,7 por ciento en sus cuotas, con variaciones dependiendo del nivel educativo y la subvención estatal. Los jardines con 100 por ciento de aporte costarán hasta 17.500 pesos, mientras la secundaria con subsidio del 40 por ciento hasta 102.500 pesos.

También las tarifas de internet, cable y telefonía sufrirán un ajuste que oscilará entre el 10 y el 20 por ciento dependiendo del proveedor y el tipo de servicio contratado. Y por último, los alquileres que quedaron dentro de la Ley de Contratos de Locación tendrán un incremento del 221 por ciento mientras aquellos firmados después de la derogación tendrán un ajuste “según el mercado” y las condiciones particulares de cada caso.


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